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KAIBA´S SECRET por desire nemesis

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Notas del capitulo:

ESTO YA ESTABA IDEADO

PERDON SI NO ES LO QUE QUERIAN

PERO LES PROMETO QUE LES GUSTARA

GRACIAS A TODOS MIS REVIEROS POR MANTENER VIVA LA LLAMA DE MI INSPIRACION

¡Señor Kaiba, es necesario que nos veamos de inmediato!—dijo al teléfono el hombre que se hallaba ahora sentado delante de Seto, varias horas antes. Solo porque se trataba de quién era el castaño le dio una cita tan pronto.

 

Gracias por recibirme con tan poca antelación—dijo el visitante. Hacía menos de una semana que se había hallado en ese mismo sillón.

 

Espero que sea tan urgente y necesario como me lo hizo creer por teléfono—dijo el hosco empresario.

 

Le aseguro que sí. Tengo nuevos datos—dijo el investigador.

 

Pensé que habíamos dado la investigación por terminada al hallar el fin que tuvo mi hijo—exclamó Seto algo aturdido.

 

Si. Y así debió ser si…--dijo el otro.

 

¿Si qué?—preguntó el ojos azules.

 

Si no fuera que todo eso me dio mala espina pero como no quería crear falsas expectativas en usted me puse a investigar por mi cuenta—explicó el profesional.

 

Siga—dijo Seto muy interesado.

 

Todo eso del bebé me pareció un cuento muy conveniente. Hallé que ese doctor no es trigo limpio que digamos por eso pensé que pudo vender al niño—dijo el investigador.

 

¿Cómo?—preguntó Kaiba contrariado.

 

Es sabido que en muchos de los casos como los suyos, los médicos aprovechan a vender a los niños a familias desesperadas por no tener descendencia y a las que el trámite de adopción les parece engorroso por algún motivo o que no pueden acceder a este. Es así que por una buena cantidad es usual que los médicos le consigan hijos que cumplan con sus expectativas. Y me temo señor Kaiba que su hijo en aspectos genéticos es un espécimen muy apreciado—dijo el profesional con los ojos clavados en los del otro.

 

Mientras el castaño pensaba atentamente en lo que oía. Si, era cierto. Ambos padres eran jóvenes, sanos y cultos debido a su buena crianza y en materia genética tanto el buen parecido como la inteligencia estaban casi garantizados. –Prosiga por favor—lo instó Seto.

 

De acuerdo. Pero no solo investigué por ese lado y lo que me llamó la atención es que la enfermera que atendió a su esposa a los tres días de ese hecho anotó a un supuesto hijo suyo. Usted nada me ha dicho pero supongo que de haber estado en estado de gravidez tal que estuviera a punto de dar a luz no hubiera asistido a su esposa o usted al menos lo hubiera notado—dijo el visitante dejando estupefacto al empresario. –Me pareció demasiado sospechoso porque de haber estado de poco tiempo el niño hubiera sido internado en una incubadora pero de acuerdo a los registros ella nunca tuvo un hijo en esa situación en ningún hospital de Tokio o cercano a allí. También me tomé la molestia de investigarla más a fondo y aunque ella no tenía ningún problema para tener descendencia descubrí en los registros médicos de su esposo que él si era infértil. Por lo tanto a menos que fuera en una reproducción asistida de lo que no existe expediente en ninguna clínica de Japón o bien hijo de un afair con otra persona. Lo que sería algo demasiado oportuno viendo las fechas. El hijo de esa mujer es probablemente en verdad su hijo señor Kaiba—dijo el hombre sacando una carpeta de su portafolio y dándosela al castaño que la tomó de entre sus manos.

 

Al parecer ustedes ya se conocen así que…--dijo el profesional. Seto pensaba que por supuesto conocía a esa mujer mientras abría la dichosa carpeta. –Al parecer es compañero de su hermano—dijo el investigador en el preciso momento en que el castaño terminaba de abrir la carpeta y ante sus ojos se revelaba una foto con una cara sonriente. Sus ojos azules se quedaron impactados mirando los mechones rubios y los ojos melados que a su vez le miraban desde la foto mientras el sentía que el suelo desaparecía de debajo de sus pies. –Señor Kaiba. ¿Se siente bien?—preguntó el investigador al ver como el otro se quedaba helado mirando fijo esa fotografía y la sangre huía de su rostro. –Sé que es un impacto pero lo más probable es que Joseph Wheeler sea su hijo—dijo el investigador sabiendo que en varias ocasiones el estudiante había visitado la casa de su probable padre.

 

Para Seto fue lo mismo que oír su sentencia de muerte. De pronto miró esa cara mientras en su mente se cruzaba esta con una cara conocida. Si. Sus facciones eran más agudas pero en todo lo demás se parecían. Su mismo pelo, sus ojos mieles, su risa alegre.

 

Un grito vino a su mente “¡No hay nadie mejor para mí que tú!”, ambos habían dicho esa frase. Sus extremidades se hallaban frías y agarrotadas mientras su mente trataba de entender. La manera en que se sentía cuando se miraban a los ojos. ¿Era posible que hubiera confundido la atracción física de dos personas por  lo que realmente era la afinidad entre padre e hijo?

 

Tomó aire y sacó fuerzas de donde no tenía para mirar al otro con su mejor cara de poker. De inmediato sacó su chequera y comenzó a escribir.

 

No es necesario señor Kaiba. Esto ya está pago. Si no me hubiera dejado llevar por el relato del médico en primera instancia le hubiera traído estos resultados la vez pasada.

 

Kaiba pensó en cuanto mal habría evitado de haber sido más expedito y frunció el ceño— ¡Entonces bien puede irse ya!—dijo al otro sin cortesía alguna. Se sentía defraudado, molesto, enojado y luego furioso con aquél estúpido investigador y consigo mismo.

 

El hombre se fue algo molesto de ser despedido de esa manera pero los ricos siempre reaccionaban de maneras ilógicas y caprichosas.

 

 

 

Llegó a su casa y por inercia terminó en su despacho. Cuando entró y vió ese lugar se llenó de dolor e ira. Después de todo era ese el lugar donde había consumado ese despreciable acto.

 

Mokuba bajó momentos después por la escalera principal en busca de un refrigerio pues los sirvientes se habían retirado. Entonces oyó el estruendo en el estudio y fue a ver de que se trataba pero al querer abrir la puerta vio que esta se hallaba cerrada por dentro.

 

¡Hermano! ¿Estás bien?—preguntó temiendo que un intruso se hubiera metido y estuviera luchando con su hermano. Claramente se podía oír a través de la puerta el escándalo de madera y vidrio rompiéndose.

 

Dentro Seto se sentía destrozado y había descargado toda su furia con todo lo que le rodeaba. Al oír la voz preocupada de Mokuba se calmó un poco y se dio cuenta de que sostenía la pata de una de las sillas de metal para invitados en la mano, esta estaba abollada y desgarrada en parte pues la había utilizado para destrozar el escritorio y de que en algún momento había empezado a llorar. Sus mejillas estaban anegadas y su garganta agarrotada se negaba a pronunciar palabras. Sentía un nudo increíblemente intenso en su pecho.

 

¿Qué era lo que había hecho?, se preguntó mientras caía de rodillas en la oscuridad de la habitación y se agarraba con ambas manos la cabeza.

 

Mokuba volvió a llamarlo desde el pasillo--¡Hermano!—

 

Con mucho esfuerzo Kaiba logró pronunciar las siguientes palabras—Estoy bien Mokuba. ¡Ve a tu habitación que ya es tarde!—

 

Pero…--exclamó el pelinegro dubitativo.

 

¡Que vayas a tu habitación de inmediato, Mokuba!—le gritó esta vez el castaño. Quería que se alejara pues el otro estaba percibiendo que algo estaba muy mal y no quería que lo viera así. Además irracionalmente temía que si lo viera sabría lo que estaba pasando.

 

Está bien hermano, pero…--dijo el joven.

 

¡Nada de peros!—gritó esta vez el empresario.

 

Solo quiero que te cuides, nii san—dijo bajito el quinceañero pero el otro lo escuchó claramente surtiéndose de más dolor y rencor al ver que había maltratado innecesariamente a una persona que se preocupaba por él incondicionalmente.

 

Me cuidaré Moki. Ve a acostarte tranquilo—dijo esta vez con voz calma el castaño y su hermano del otro lado de la puerta se fue rumbo a su habitación sin el refrigerio que en un principio había pensado conseguir y con el corazón muy triste porque sabía muy bien que algo malo le pasaba a Seto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente Joseph estaba en el receso, iba a conversar con Mokuba cuando al pasar junto a otro estudiante este lo empujó con el hombro.

 

Tan tarambana como siempre. No sé como sigues aquí siendo así—dijo despectivamente un muchacho de corto cabello verde y ojos azules.

 

Si supiera en que lengua estás hablando te contestaría so imbécil—dijo Joseph.

 

Kaiba se acercó entonces a ver que pasaba entre esos dos.

 

¿Cómo me llamaste?—preguntó el peliverde.

 

¿Acaso no entiendes japonés ahora o es que eres demasiado lento para los de tu edad?—le contestó el rubio.

 

Moki podía jurar que salían chispas de los ojos de esos dos.

 

Eso pasa por dejar entrar a este instituto a gente de tu calaña—dijo con desprecio nada disimulado el de ojos azules.

 

Joey se descontroló y su puño se incrustó con la cara del otro que cayó hacia atrás. Después de un momento se incorporó y con su mano constató que su labio inferior sangraba.

 

Para ese entonces el joven pelinegro había jalado a Wheeler para evitar más daño mientras le rogaba que se detuviera.

 

¡Esto no va a quedar así, escoria!—gritó antes de dar media vuelta e irse el peliverde.

 

¡Joseph! No debiste haber hecho eso—dijo Tea Gardner que se había acercado preocupada por su ex.

 

¿Lo conoces?—preguntó Mokuba a la castaña que asintió.

 

Es un compañero mío. Se llama Noah Hills, es el hijo del director—respondió ella mirando a la espalda del mencionado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ese día Mokuba invitó a su aún alterado amigo a su casa para conversar y desestresarse pues era viernes. Además el chibi necesitaba hablar con alguien de lo ocurrido la noche anterior pero no sabía como abordar el tema hasta que su amigo le preguntó por su hermano mayor.

 

Estoy muy preocupado, Joey—le dijo Mokuba. –Anoche destrozó su estudio—añadió.

 

¿Qué?—preguntó con incredulidad el rubio.

 

El otro lo tomó de la mano y haló de él mientras le decía-- ¡Ven! ¡Te lo mostraré pero no le digas a nadie!—

 

¡Mokuba!—dijo el joven ojos mieles mientras era conducido a la habitación en cuestión. Wheeler se hizo una leve imagen de lo que encontrarían al abrir la puerta. Mokuba sin el permiso de su hermano había estado ahí por la mañana turbándose en exceso al ver el estado de la habitación. Y ahora volvía a turbarse. A Joseph le pasó algo parecido al ver la destruída habitación.

 

Era como si un tornado hubiera pasado por ahí y la única habitación que hubiera tocado era el estudio. Las sillas estaban destrozadas en varias partes, el escritorio partido al medio y la laptop hecha pedazos de metal. Los libros y carpetas esparcidos por el piso y las decoraciones también yacían en ese lugar, una ventana tenía un hueco y lo demás estaba astillado y lo más escalofriante era el sofá. Al parecer Kaiba deliberadamente había tomado un abrecartas y con dicha herramienta hizo jirones el tapizado y después destripo al pobre de tal manera que pedazos de su relleno estaban regados por ahí.

 

Viendo el lugar Joey se preguntó porque tanto ensañamiento con el mueble. ¿Acaso el castaño en su furia había olvidado que ese era el lugar donde el rubio le había entregado su amor?

 

Seto me dijo que mañana vendrán a redecorar el estudio—dijo Moki aun alterado por no saber el motivo principal de lo pasado en esa habitación.

 

Pero no tenía porque hacer esto. Podía haber donado los muebles. Eran muy finos y seguro alguien los querría—dijo el ojos mieles mirando por última vez el destrozo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto no tenía idea de que Joseph estuviera en la casa. Estuvo a punto de ir al estudio pero recordó el estado en que estaba, así que subió las escaleras, se pegó un baño y se puso el pijama.

 

Joseph estaba muy preocupado al igual que Mokuba así que buscó el mejor impás posible y se alejó de la habitación en dirección a la del castaño. Vio la luz bajo la puerta que le indicó que el otro se encontraba en casa.

 

Seto estaba abotonándose la camisa del pijama cuando la puerta se abrió y por la abertura entró el dueño de su dolor.

 

¿Estás bien?—preguntó el más joven acercándose hasta tocar con su mano uno de los brazos del ejecutivo, entonces éste reaccionó quitando su brazo del contacto con el otro como si de una alimaña se tratara.

 

¡No… no vuelvas a tocarme!—exigió el ojos azules con una mirada de absoluto enfado.

 

¿Qué, qué ha pasado para que te portes así? Si apenas hace dos días tú y yo…—preguntó el estudiante con una mirada de absoluta incomprensión.

 

¡No lo digas!—gritó horrorizado el mayor.

 

¿Es por eso  de la edad? ¡Ya te dije que no me importa! ¡Tú y yo podemos ser felices a pesar de…! --dijo el joven acercándose al cuerpo del otro mientras éste no lograba quitar de su cabeza las imágenes de lo ocurrido dos días antes.

 

¡Basta! ¡No vuelvas a repetir eso! ¡Tú y yo no tuvimos ni jamás tendremos nada!—dijo empujando al ojos mieles que lo miraba como un cachorro perdido.

 

¡N... no entiendo!—dijo Joey.

 

¡Nada tienes que entender! ¡Solo vete de esta casa!—dijo Kaiba. Verlo le recordaba su pecado, solo quería olvidar lo que había pasado. Dar marcha atrás aunque sabía muy bien que nunca lo lograría.

 

¡Me usaste!—gritó de pronto Wheeler creyendo comprender.

 

¡Cree lo que quieras!—dijo Seto mirándolo con sus opacos lagos con la pétrea facultad de una roca aunque por dentro estaba por desfallecer desgarrado por el tamaño de lo que habían hecho. Había decidido que era mejor que el otro creyera cualquier cosa antes de saber la verdad pues todo aquello en su condición podría matarlo, así que cargaría él solo con el peso de la culpa. Ese era el precio que debía pagar por haber abandonado a su bebé hacía tiempo. Nunca imaginó que tal podría ser el castigo.

 

Joey se llenó de dolor sintiéndose usado como una diversión momentánea por el castaño. Jamás creyó que el otro fuera tan cruel. Sus ojos se anegaron y bañaron sus mejillas de cristalinas lágrimas golpeando el corazón del otro sin saberlo. Entonces pronunció estas palabras--¡Te maldigo Kaiba!—para luego correr hacia fuera. Cruzó el patio y abriendo el portón disparó las alarmas. Pero no le importó. Ya no importaba nada.

 

Y es así que no escuchó lo que Seto dijo una vez él hubo cruzado la puerta. –Ya estoy maldito, hijo. Ya lo estoy—para luego sentarse en la cama con la mirada perdida deseoso de que el suelo se abriera y lo tragara.

Notas finales:

Y BIEN?

GUSTO?

ESPERO QUE SI

DESPUES ME CUENTAN NO?

MATA NE

^^


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