Los problemas no harían más que aumentar y el joven empresario lo descubriría al día siguiente cuando cenaba con su preocupado hermano.
Sabes que puedes decirme lo que sea. ¿No es cierto nii san?—preguntó el pelinegro. Aún no quitaba de su mente la imagen del estudio destrozado aunque decoradores y técnicos habían reconstruido el lugar.
Lo sé—respondió el castaño mientras por su mente pasaba la frase “Pero esto no”. Seto se hallaba en una mar de confusión y deseo de que todo fuera como antes cuando estaban en Taiwán y eran felices y todo era simple.
Pero la realidad golpea a tu puerta, a veces cruelmente. Los gritos e improperios llegaron del estar de la mansión. Kaiba reconoció la voz. Su hermano también.
Exijo ver a esos bastardos y ningún mayordomo de morondanga va a impedirlo—gritó la voz.
Seto le dijo al menor--¡Quédate aquí!—y luego salió al encuentro del enfurecido.
¿Qué escándalo es éste?—exigió saber el dueño de casa.
Ahhhh, a ti te quería ver. Maldito hijo de…--dijo el visitante fuera de sí.
¡Para o te haré arrojar por los guardias!—advirtió el ojos azules.
Y un cuerno me importan tus amenazas—dijo el otro con tono colérico. --¡Te lo advertí Kaiba! Te advertí que si tu hermano insistía en enredarse con mi sobrina habría consecuencias. Debiste entrar en razón y devolverte a Taiwán o dondequiera que hayas estado—exclamó John Gardner.
Ni Seto ni Mokuba que estaba por ahí escondido y escuchando entendieron esa afirmación. --¡Explícate!—exigió Seto.
¿Explicarme? El que necesita una explicación más bien soy yo. ¿Quién rayos le da derechos a hacer lo que quieren con mi familia?—dijo Gardner.
¡Explícate porque no lo entiendo! ¿De qué rayos hablas?—preguntó el castaño.
Al ver la incredulidad en los ojos del otro el mayor decidió creerle. –Y la historia se repite—dijo enigmáticamente y antes de que el otro tuviera oportunidad de hablar añadió—Hablo de que mi sobrina está embarazada y sé muy bien que es de tu hermano pues ella se niega a darnos el nombre de su novio. ¡De eso hablo!—
Seto sentía que le daba vueltas la cabeza mientras en ella se repetían una y otra vez las palabras del otro. “Y la historia se repite”. Miró al suelo y luego al espejo de la sala para ver su imagen reflejada. ¿Los hijos estaban condenados a sufrir la misma suerte que sus padres? Al parecer si. Pues él sabía que probablemente Joey sería el padre de esa criatura.
Mokuba no es el padre del niño. Puedo asegurarlo. El padre es…--dijo el ojos azules cuando su hermano apareció de la nada e intervino.
¡Es cierto! Y si no pregúntele a Tea. En el instituto no somos más que amigos. Si no me cree pregúntele a ella. Tea no dañaría a un inocente para ocultarle nada y usted, si la conoce, sabe que es cierto—dijo el pelinegro. Quería evitar que Seto pusiera en problemas a Joey antes de hablar con este pues todo se volvería un caos.
El hombre le miró y al ver su sincera mirada le creyó pero Seto le había dicho…--¡Tú sabes su nombre! ¡Dímelo!—le exigió.
El empresario lo pensó mejor. Tenía que hacerle lo más leve el golpe a su hijo. –No. Iba a decir que es su novio. Nada más—contestó.
Mokuba respiró aliviado al ver que su hermano no entregaría a su amigo. Un poco contrariado Gardner se calmó.
Hablaré con mi sobrina y entonces veremos quién dice la verdad—dijo antes de marcharse.
Mokuba llamó a Joseph y este aunque no tenía ganas atendió.
Joey estás en un verdadero lío—le informó.
¡Oye! ¡Si estás así por lo de tu hermano yo te voy a pedir…!—decía el rubio cuando el otro le paró.
¿De qué hablas?—preguntó el pelinegro.
Sin entender muy bien lo que pasaba el ojos mieles preguntó al otro—No. ¿De que hablas tú?—
Hablo de que pasó algo muy grave con Tea. Ven a casa y te contaré—dijo el hermano menor de Seto.
¡Perdóname pero no!—dijo el rubio de mal talante. –Si tienes algo que decirme es mejor que me lo digas ahora. Yo no pienso volver a tu casa ni loco—añadió.
Moki no entendía el porque de esa reticencia pero antes de discutir prefería advertirle al otro lo que estaba sucediendo. –Joey al parecer Tea está, está…--dijo.
¿Está qué?—preguntó Wheeler impaciente de mal modo.
¡Está embarazada!—soltó de pronto Mokuba .
Los ojos mieles de Joseph Wheeler no podrían haberse agrandado más sin romper la piel alrededor de ellos. ¿Qué? ¿Qué iba a ser padre? ¿Por qué? ¿Cómo? Bueno, eso ya lo sabía pero…
¡Joey! ¿Estás bien?—preguntaron del otro lado de la línea después de varios segundos de silencio pues el Kaiba comprendía que el otro necesitaba asimilar esa nueva información pero le preocupaba el peso del disgusto en el corazón de su amigo.
¡Eee estoy bien Moki! ¡Voy a cortar! Mañana nos vemos en el instituto—dijo el rubio antes de llevar a cabo la acción.
Muy bien. ¡Cuídate Joey!—dijo Moki antes de hallar muda la línea.
En el desayuno su padre le dijo—Estuve haciendo cuentas Joseph y creo que el año que viene podrás ir al instituto—
Joey ni le miró y mientras miraba su café con leche le dijo--¡Haz lo que quieras! No me importa—luego se levantó y tomando su mochila se marchó sin tomar el café aún caliente.
¿Te das cuenta Karl de que es un caprichoso? ¿Ves como después de haber hecho tanto alboroto ahora no le importa?—dijo la madrastra de Joey.
Siempre en la vida, cuando estás muy golpeado y necesitas un respiro todo lo malo que te pasa no hace sino una cosa…
…empeorar.
Cuando entraba a su clase, la profesora dijo a Joseph—Señor Wheeler. Sírvase ir a la oficina del director, por favor. Le requiere con urgencia—Joey y Moki intercambiaron una mirada y después el rubio se marchó sin tan siquiera dejar su mochila.
Esto es inconcebible Señor Wheeler. Ha llegado al límite de mi tolerancia. Ya he llamado a sus padres pero quiero que sepa que su mal comportamiento y sus acciones le han dejado definitivamente fuera de la institución que yo dirijo. Dejar a la joven Gardner ha sido la última de sus fechorías aquí. Siempre he sabido que usted no pertenecía a esta institución. Su beca ha sido retirada indefectiblemente en base a sus malas acciones—dijo el hombre canoso.
Sus palabras recordaron a Joseph las que dijera su hijo la última vez que se cruzó con él. –Esto no es solo por lo de Tea. ¿Verdad? Es la excusa perfecta. Es todo. Su familia nunca me quiso aquí y el que golpeara a Noah fue la gota que rebalsó el vaso. ¿No? ¡Pues quédese con su maldita beca! ¡No me importa nada! ¡No quiero estudiar en su estúpida institución!—dijo y sin más se marchó de ahí corriendo.
Seto se sentía vacío. Solo quería desaparecer. No saber ni sentir por lo que le quedara de vida. Ese acto aberrante lo perseguía como una foto vieja de un crimen no olvidado a un nazi. Pero como nadie podía saber lo que acontecía en su vida, fingía. Fingir lo lastimaba. Porque no podía alegar cuando su hermano invitara al est… a su hijo. Si bien no era tan crédulo e iniciaría una investigación de ADN para saber si era el padre de Wheeler estaba seguro del resultado. Porque… era tan parecido a Sofía. Su carácter alegre y respondón. El físico no lo era todo. Era como un aura que siempre percibió pero que no se atrevía a aceptar. Había evitado el pensar en eso. Pero era eso lo que le había atraído poco a poco de ese joven.
Se sentó a cenar con su hermano y pensaba en todo eso cuando de pronto se dio cuenta de que su hermano no había probado su comida. Solo la revolvía con el tenedor.
Estás preocupado por Wheeler—sentenció. –No te preocupes. No es el primer joven en esa situación. No será tan malo. No está solo—dijo después el mayor.
El menor lo miró a los ojos pensando en las tragedias pasadas del mayor y luego decidió contarle. –No es solo eso nii san. Es que… hoy le retiraron la beca a Joey. Y lo peor es que sé que usan lo del embarazo para ocultar que echan a Joey porque le pegó al hijo del director. El idiota dijo que se vengaría y lo hizo. Joseph está muy mal con todo esto, además sé que hay algo más que no me dice que lo trae así. Este es el golpe final para él—dijo.
Seto entendía a que se refería su hermano. Y aún mejor que él porque sabía todos los detalles de lo que el rubio sufría y lo que podría llegar a sufrir.
¡Veré a ver que hago para ayudarlo!—dijo el castaño, en un inesperado arranque de solidaridad para su hermano.
¿En serio nii san?—preguntó éste.
Mokuba. Sabes que no suelo bromear—dijo el más grande.
Gracias nii san—replicó el chico aliviado.
¡Psss! ¡Tea! Aquí arriba—dijo una voz en el segundo receso. Y Tea Gardner miró sobre el muro de piedra del instituto.
Joey asomaba la cabeza por encima. –Debemos hablar—le dijo él.
Ella asintió. –A la salida. En la entrada—dijo la castaña.
Una vez afuera él la esperaba como habían quedado y se fueron a conversar a un parque cercano.
Mike Gardner estaba tan furioso que su hermano no lo había dejado ir a ponerle los puntos a Kaiba porque temía que arruinaría su carrera política y como siempre John tenía razón porque tenía ganas de retorcerle el cuello a ese pendejo.
Hoy quería hablar con calma con su hija pues su hermano le había dado la noticia de que Mokuba Kaiba no era el noviecito de su hija, por ello había aplazado todos sus asuntos de esa tarde para más adelante y ahora se dirigía a recogerla, entonces la vio correr de la mano de un joven desde la entrada del instituto calle arriba. Ordenó al chofer que los siguiera.
No quería que te enteraras por otra persona, Joey—dijo ella ni bien llegaron al parque.
¡Entonces es verdad!—dijo Joseph apenas digiriendo la noticia. Ella asintió apenada.
¡No te preocupes! ¡No sé de que manera pero no te dejaré sola en esto!—la tranquilizó él.
¡Con que este es tu noviecito Tea!—dijo una voz que ella conocía muy bien. Miró hasta donde esta provenía. Su padre salió de la sombra de un árbol.