Yo señor…--dijo el rubio.
¡Tú te callas! ¡Así que tú eres el cabrón que embarazó a mi hija!—dijo John Gardner.
Joseph tragó en seco. Esto estaba tomando un cariz peligroso.
Tea, nos vamos ahora mismo y tú mocoso vienes con nosotros—dijo el político antes de tomar de un brazo al ojos mieles y arrastrarlo hasta su limosina.
Escúchenme los dos porque esta será la única conversación que tendremos—dijo John sentado en el escritorio de su mansión. –He tenido una charla con el director Hills y el ha estado de acuerdo en mantener en secreto que mi hija está embarazada—añadió.
“Claro. El viejo probablemente le pagó”, pensó el ojos mieles.
Y es necesario que entiendan una cosa. ¡Ese niño no va a nacer!—dijo el político muy airado.
¿Cómo?—preguntó Joseph mientras pensaba que no había entendido bien.
No sé quién eres ni me importa. A leguas se ve que no perteneces a nuestro círculo. Con suerte eres un becado en el instituto y te será imposible responder ante esto, además de la juventud de ambos, pero eso no me importa, lo que importa es que de ninguna manera puedo permitir que el mundo entero diga que mi hija es una licenciosa que se acuesta con cualquiera y queda embarazada—dijo el mayor.
¡Un momento! ¡No permitiré que hable así de Tea!—dijo Joey.
Yo hablaré como quiera en mi casa y de mi hija. Yo Michael Garrison Gardner no voy a dejar que la vida licenciosa de mi hija puber destroce una vida de trabajo solo porque un idiota no puede mantener a su amiguito dentro de los pantalones. ¡Ah! Y una cosa. Si hablas de esto con cualquiera voy a encargarme personalmente de que en tu vida no quede nada en pie. ¿Entiendes hijo? Tu padre terminará vendiendo periódicos en una esquina y tu madre con suerte venderá su cuerpo. No te entrometas en mis decisiones o lo pagarás caro—dijo.
Papá yo…--intentó hablar Tea pero su padre se puso duro y la paró.
¡Tú eres la culpable de todo así que cállate! ¡Solo tenías que mantener las piernas cerradas por un tiempo más!—dijo John enfurecido. –Si tu madre supiera de esto se moriría. Por suerte he logrado ocultárselo y con suerte jamás se enterará—agregó.
Papá yo…--trató de reclamar la castaña.
¡Tú no serás como tu prima!—dijo el ofendido padre.
¿Prima?—preguntó la anonadada Gardner. Ella no sabía nada de una prima calculó Joey.
El semblante del padre de la muchacha cambió de pronto de uno colérico a uno cansado y dijo al joven Wheeler—Contigo no tengo más de que hablar. Desaparece de mi vista y no vuelvas a cruzarte en nuestro camino—
Joey se levantó de su asiento pero no se marchó—Sepa que no le dejaré hacer esto. Si intenta lo que ha dicho yo mismo me llevaré a Tea y no la volverá a ver—exclamó.
A John le recorrió un escalofrío por la espalda. Era lo mismo que con Sofía. –Muchacho, si vuelvo a verte más te vale excavar un agujero bien profundo porque solo así te salvarás de mí—
Eran las 8 de la mañana y el alumnado estaba en las aulas cuando Seto Kaiba penetró en el edificio del instituto Makoto. El director se sintió complacido por la visita del castaño. Después de todo era una celebridad.
Señor Kaiba. ¿Qué lo trae por aquí?—preguntó.
Me han informado que usted retiró la beca de Joseph Wheeler—dijo el millonario.
Así es. Pero no entiendo en que le afecta eso a usted. Entiendo que es amigo de su hermano, sin embargo…--decía el director pero Seto le cortó.
Yo pagaré la colegiatura del joven—exclamó Kaiba.
Pero no puede—dijo el administrador. –Es decir, si puede pero lo que nos ha llevado a sacarlo de la institución señor Kaiba es su comportamiento no el dinero. Él se ha comportado como un deso…--añadió.
Eso no es del todo cierto. ¿Verdad? Tal vez importe que Joseph sea desobediente pero la verdadera razón para echarlo es que se atrevió a golpear al hijo del director. Estoy seguro de que es eso. ¿No es así señor Hills?—dijo el castaño.
¿Cómo se atreve? Sé quien es usted pero…--decía el director antes de ser interrumpido de nuevo por el ojos azules.
Yo pagaré la colegiatura del muchacho y si se atreve a permanecer en su decisión de mantenerlo fuera me veré obligado a utilizar mis influencias para que no solo sea removido sino que no pueda conseguir otro trabajo decente. ¿Entendió? Y ni piense escudarse en la buena fama del colegio porque esto de la noche a la mañana puede convertirse en un lodazal. En cuanto al muchacho solo dígale que ha reconsiderado lo de la beca. Él no debe saber que yo estoy involucrado—dijo el empresario levantándose y sacando un cheque de su bolsillo. Se lo dio al director que lo miró con los ojos muy abiertos al leer la cifra. –Esto corresponde a un año de colegio. Vea usted que hace con la diferencia—añadió.
Cuando el director contó a Karl Wheeler que su hijo volvería al colegio este sintió que algo raro había así que insistió en una respuesta sincera lo que obtuvo después de un rato. Quedó furioso por la intromisión de Kaiba en sus asuntos familiares y cuando Joey llegó lo oyó gritar en la cocina.
¡Es inconcebible! ¡Sé que somos pobres pero no tengo porque recibir caridad de un desconocido!—dijo el padre de Joseph que del otro lado de la puerta no entendía a que se refería.
¡Cálmate Karl! No te enojes con la buena fortuna cuando llega—dijo su esposa.
¡Tú no entiendes! Ese tipo nos está restregando su fortuna, Nora—dijo Wheeler.
Eres demasiado susceptible. Que el señor Kaiba haya decidido pagar la colegiatura de nuestro hijo no es para nada restregarnos su fortuna, ni un acto de caridad—dijo ella sorprendiendo a Joey. Seto había estado al tanto de que lo echaron e hizo que le retomaran utilizando su dinero. Si bien debía sentirse ofendido como su padre una parte de él estaba esperanzada. Tal vez era más importante para el ojos azules de lo que éste se atrevía a admitir.
Voy ahora mismo a pedirle explicaciones—dijo el hombre de la casa.
Joseph decidió que también lo haría. Seguiría a su padre y averiguaría porque Seto había hecho aquello.
Seto estaba en su renovado estudio trabajando en casa cuando le avisaron que el Señor Wheeler quería verlo. Joseph usando sus constantes idas como excusa logró entrar a la casa sin ser anunciado.
Señor Kaiba. Seamos claros. ¿Por qué hizo esto por mi hijo?—preguntó Karl.
No entiendo porque le molesta tanto. Si otro pagara la colegiatura de Joseph estoy seguro que no le importaría—dijo el millonario tratando de sondear al padre de Wheeler para ver si sabía mientras detrás de la puerta el joven rubio trataba de disimular sus nervios. Por lo que hablaban se deducía que quizás su padre se había enterado de lo que ambos habían tenido. ¿Y si su padre había obligado a Kaiba a dejarlo?
Por supuesto que me importaría—alegó el otro.
¿Está seguro?—preguntó Seto.
Claro que sí. Usted no es nadie para Joey ni para mí. ¡Aléjese de nosotros! Usted no tiene nada que ver en todo esto—le increpó Karl.
Usted es el que no tiene derechos. ¡Usted no es su padre!—le dijo Kaiba a Wheeler que quedó anonadado igual que el chico tras la puerta.
¿Qué dice? ¿Cómo lo supo?—preguntó el administrativo pensando que lo había hecho investigar. Para Joey fue un shock terrible. ¿No era hijo de su padre?
¡Porque su padre soy yo!—le gritó el castaño.
Un hoyo negro y profundo pareció abrirse a los pies de Joey mientras asimilaba lo que había oído y con ello las consecuencias de sus actos. De pronto la respiración comenzó a fallarle y un dolor intenso hizo presa de su brazo izquierdo.
No reclamaré su paternidad porque veo que su esposa y usted cuidaron bien de él pero ni crea que puede alejarme de él porque quiera. Después de todo recuerden que incurrieron en un delito al presentarlo como suyo así que déjeme aclararle que el que pone los puntos aquí soy yo. Después de todo ustedes son unos ladrones de niños de acuerdo a la ley—dijo el castaño sabiendo que la ley estaba a su favor en esto.
Iban a seguir con la discusión cuando oyeron el alboroto. Su hermano gritó el nombre de Joey, luego entró con la cara demudada, en pánico. –Seto, Joey esta desmayado fuera de la puerta. Se ve muy mal. ¡Llama al médico!—dijo.
No podía ser. Después de todo su esfuerzo, Joseph se había enterado de la verdad y de la peor forma.