¿Te preocupa Moki no?—preguntó Joey una vez que su tía se hubo retirado.
El castaño le miró de hito en hito, la forma en que le había hablado era como si pudiera colarse en su interior y verlo todo. Lo intimidaba un poco.
Temo que se halla metido en un lío—admitió Seto.
Tranquilo. Yo lo arreglaré—dijo Joseph y Seto se preguntó cómo podía decir eso para luego sorprenderse porque el rubio tenía ahora más posibilidades de que su joven hermano le dijera todo. Y tuvo que aceptar que aún en su actual condición era más capaz que él en eso.
Trató de cambiar un poco el tema. --¿Has decidido que harás con lo del bebé?—preguntó.
Ya se lo dije al papá de Tea. Ambos queremos al bebé. No se que haremos para mantenerlo pero…--dijo el joven y Seto se acordó de si mismo en su misma situación.
No te preocupes. Yo arreglaré a Gardner—dijo Kaiba muy decidido.
No creo que puedas. Él ya decidió que lo mejor es que ella aborte y yo estando así no es aliciente para que piense lo contrario. Que nazca sin padre…--dijo el ojos mieles y su mirada se tornó vacía y triste.
Al castaño se le acongojó el corazón pero no lo demostró y dijo--¡Deja de decir tonterías! Nadie morirá aquí. Los médicos ya están en la búsqueda de un corazón de reemplazo y pronto estarás operado y en casa—Joseph le miró pasmado y él aclaró—A tu casa—
Seto llegó a su casa y Mokuba lo vio entrar sentado desde un sillón de la sala. Como no quería cruzárselo se levantó, su hermano lo llamó.
¡No te atrevas a irte! ¡Tenemos que hablar!—dijo el chibi mientras subía las escaleras.
¡Ni lo sueñes!—gritó el joven mientras desaparecía en el pasillo superior.
Seto lo persiguió y cuando estaba por tocar a su puerta su teléfono sonó. Miró con disgusto el bolsillo del que provenía el sonido y casi lo deja pasar en pos de su hermano pero el condenado aparato no paraba de sonar. Lo sacó para colgarle al desubicado que osaba molestarlo a esa hora pero en la pantalla del móvil se leía “Gono”. Gono era el abogado particular de Seto y este se preguntó qué estaba pasando.
Lo llamaba señor Kaiba porque han interpuesto una demanda de restricción a usted y a su hermano por parte de los señores Gardner que alcanza a toda la familia—dijo este.
¿De qué estas hablando?—preguntó Seto confundido.
Parece que los acusan por extraños intentos de tu hermano contra la menor Tea Gardner—respondió el abogado.
Esto es una locura—dijo el castaño.
Lo sé señor Kaiba pero por favor manténganse alejados de esa familia hasta que logre arreglar todo—aconsejo Gono.
Pasaron dos semanas en que la salud del joven Wheeler Kaiba decayó aunque le habían permitido trasladarse a su domicilio manteniendo una guardia médica de cada 24 horas y 3 enfermeras a su disposición todo el tiempo que Kaiba pagaba.
Joseph trató de sacar la verdad a Mokuba mientras este se retraía para no contar el error en que había incurrido. Seto y los Gardner aun no se habían encontrado y el joven Kaiba temía lo que sucedería si su hermano conocía todos los detalles del último encuentro que el pelinegro llevara a cabo con el menor de los hermanos Gardner.
La demanda interpuesta no prosperó debido a que el juez desestimó la causa por hallar las bases de esta flacas de toda prueba o fundamento.
Entonces Seto hizo algo que no pensó que tendría que hacer y viajó a Tokio. Se bajó de su auto frente a la mansión Gardner a la que tantas veces llamó y de la que nunca respondieron.
Mirando la casa esta se veía casi igual que el primer día en que Seto la viera.
“¿Quieres una limonada?” le dijo sonrojada en aquella ocasión Sofía.
Era grácil y esbelta y su sonrisa era muy mona. A todos los chicos le gustaba y él aún se preguntaba porque le había dado cabida a él.
“Si no hay otra opción” había respondido él tratando de fingir que no estaba emocionado de visitar su casa porque todos sabían que el padre de ella no dejaba que tuviera noviecitos.
“¿Acaso el señor prefiere un café y el diario?” preguntó ella con la insolencia que la caracterizaba.
“Igual que a Joey” pensó y el parecido entre madre e hijo le dolió más, si cabe.
Estando en frente de la reja de la mansión Gardner un guardia le salió al encuentro y le preguntó que quería. El ojos azules le respondió que ver a su jefe.
Lo siento. El señor no está en casa—dijo el empleado y con un atisbo de mal humor Kaiba volvió a su auto e iba a subirse cuando vio que un auto estacionaba frente a las mismas rejas en las que él había estado.
Gardner hablaba por teléfono mientras esperaba que de dentro le abrieran. Entonces oyó como le golpeaban la ventanilla y del otro lado vio la cara de quien menos pensó.
Estaban en el estudio de Gardner.
¿De que quieres hablar Kaiba?—preguntó con tono belicoso el dueño de casa.
De muchas cosas pero sobretodo quiero saber… ¿Por qué interpusieron una demanda y por que me llamaste para asegurar que tomarías represalias contra mí y mi familia? Porque no me queda claro—aseveró el castaño.
¿Por donde empiezo? ¿Será por que todo este tiempo nos han tomado por tontos? Sabías perfectamente que el chico era hijo de tu hermano pero quisiste hacerte a un lado y fabricar una mentira para que tu hermano no saliera perjudicado. Eso está fuera de orden, Kaiba—dijo el mayor.
Perplejo el ojos azules preguntó--¿De que rayos estás hablando?—
No intentes seguir con el engaño. Tu hermano ya lo confirmó. El hijo que esperaba Tea era de él—dijo el cabeza del clan Gardner.
¡No!—exclamó Seto y luego reparó en el uso del pasado. --¿Esperaba?—dijo.
Seamos claros. Ese bebé no tenía ningún futuro. Como tu hijo no lo tendrá jamás—dijo John.
Eso sulfuró al castaño. --¡Mi hijo si tiene futuro!—dijo antes de poder reparar en sus propias palabras.
¿Tiene?—preguntó colapsado el abuelo de Joey.
Seto se fue de allí amenazado por John Gardner que exigió saber en donde se había hallado todos esos años y porqué se le había ocultado el que este sobreviviera a su madre. Lleno de furia contra si mismo el castaño se alejó en su coche. Sabía lo que sobrevendría. Los Gardner exigirían ver al niño primero y cuando se enteraran de todo pondrían todo su empeño en quitarle a los Wheeler el muchacho pues querrían criar al único heredero de John ellos mismos. Él como padre que abandonó a su hijo y lo pasó por muerto era incapaz de obtener su custodia por más que quisiera.
La batalla legal por el niño se aproximaba y ni él ni los Wheeler saldrían victoriosos. Justo ahora todo se complicaba y además de eso… debía darle a su hijo la noticia.
Debes tomarlo con calma Joey—dijo el castaño después de anunciarle que le daría una noticia nada agradable. El rubio pensó que de su condición física pero se equivocaba. –Tu hijo ha fallecido—anunció el ojos azules.
¿Qué?—preguntó el chico preocupado. --¿Y Tea?—
Ella está bien—dijo Kaiba sumido en sus preocupaciones.
¿Qué pasó?—preguntó el joven.
No te preocupes. Lo importante es que ella está bien—dijo intentando no mentir al ojos mieles.
¿Fueron ellos, cierto? La obligaron a abortar—dijo lleno de ira.
¡Cálmate!—le pidió Seto agarrándole por los hombros.
¿Lo harías tú? ¡Han matado a mi hijo!—replicó el adolescente visiblemente afectado.
Seto intentó explicarle pero extrañamente no pudo porque al estar su cara a milímetros de la suya su razón se detuvo como la del rubio. Ambos se quedaron mirando la boca del otro con visibles deseos de acortar la distancia entre los dos y fundirse como ya lo hicieran antes.
El mayor fue el primero en recuperar la compostura y alejarse poniendo cara de terror por la repentina emoción que lo embargara. Joseph sentía lo mismo pues él había sentido de nuevo esa atracción física inexplicable y ambos descubrieron así anonadados que esta persistía sin importar que ambos supieran que eran padre e hijo.
Esto… esto está mal—dijo el joven rubio que aún no podía asimilar lo que había estado a punto de hacer.
Seto se sentía más culpable todavía. Intentó irse pero una mano se aferró a su brazo fuertemente. Volteó y sintió el impacto de la cercanía del otro nuevamente. Miró por un momento el rostro angustiado de Joseph para después acariciarlo con el dorso de sus dedos sin apartar sus ojos de los mieles. Luego de un segundo haló su brazo y se fue.
A la semana llegó el masazo. Gono llamó a Kaiba para avisarle que John Gardner había interpuesto otra demanda contra los Wheeler. El CEO le había instruido para que estuviera disponible para la familia del rubio esperando esos acontecimientos y a Karl Wheeler le dijo que llamara al abogado si tenía algún problema.
Ni que decir que el abuelo del ojos mieles quería su custodia. Seguro había hecho seguir al castaño para que lo llevara hasta su nieto.
No dejarás que Gardner aleje a Joey de su familia. ¿Verdad Seto?—preguntó el joven Kaiba a su hermano. No le hablaba desde que se pelearon y sin embargo parecía habérsele olvidado del asunto al enterarse que el abuelo de Joey reclamaba su custodia.
Además presentaba a la madre de Joey, la enfermera, como una ladrona de bebés. Si Kaiba no quería caer en un proceso penal que le llevara a perder todo lo que tenía incluyendo su libertad y la custodia de su hermano no podía decir la verdad para defender la memoria de Marie Wheeler.
Seto fue a casa del rubio y ahí fue increpado por Wheeler padre como esperaba.
¡Debe decir la verdad! ¡No permitiré que la memoria de mi esposa sea pisoteada y quedemos como ladrones de niños ante la sociedad! En el barrio ya me miran como si fuera un delincuente y no es justo. Marie era una gran mujer. Si ella tomó a su hijo para sí…--decía el jefe de los Wheeler mientras su esposa lo miraba y Joey se alejó de su cuarto en ese momento para gritar— ¡Mamá no era una mala persona!—estaba visiblemente muy alterado.
En ese momento tocaron a la puerta y la tía entró para encontrar la escena. Preguntó a la esposa de su ex cuñado que sucedía.
El abuelo de Joey está peleando por la custodia de él y para obtenerla decidió atacar la memoria de tu hermana llamándola ladrona de bebés. Joey se enteró y está furioso—le indicó Nora.
¡Está bien! Les diré que yo le di a Joseph—dijo el de ojos azules mientras su hijo se enteraba que su padre biológico en verdad le había dado, sintiendo eso como un golpe tremendo. Gracias a eso y el disgusto que llevara antes su respiración se agitó y cayó de rodillas.
Alice corrió hasta su sobrino y tratando de abrazarlo pues el otro estaba doblado en dos y le decía que estuviera tranquilo pero lo veía empeorar.
¡Nunca me quiso!—le dijo el rubio a su tía haciendo referencia a Kaiba. – ¡Me regaló! ¡Y mamá se quedó conmigo por lástima!—añadió.
¡No! ¡No digas eso!—exclamó Alice.
Su sobrino preguntó--¿Por qué no? ¡Es la verdad! ¡Quizás mamá nunca me quiso!—
¡No es cierto! Ella te quiso desde el primer momento en que te vio. Eras el hijo que ella no pudo tener. Al verte nacer se puso a llorar y no podía parar—dijo la tía de Joey.
Todos quedaron asombrados. ¿De donde había sacado ese dato?
Eso no es lo que yo recuerdo—dijo el castaño.
La mujer se puso seria ante su sobrino y bajó los ojos. Ella estaba arrodillada a un lado del menor. Desde esa posición miró a los ojos a Seto y le dijo—Espero sepa perdonarme. Le he ocultado la verdad creyendo que era en beneficio de Joey pero veo que todo esto solo puede perjudicarlo y a mi hermana. Solo deseo que usted y todos sepan que ella jamás actuó de manera inadecuada—
Seto la miraba con atención como todos.
Cuando yo tenía 20 años y estaba en la facultad de medicina tuve una mala relación y mi novio cuando se enteró de mi embarazo me dejó sola con él y yo no sabía que hacer. Todavía me faltaban unos años para terminar la carrera. Debería abandonar mis sueños para criar a mi bebé y no sabía muy bien como lograrlo. Fue cuando Marie me propuso que se lo diera para que ella lo criara como suyo. Ella y Karl soñaban con ser padres y como ya estaban establecidos el ser padres no les abarcaba ningún problema—dijo después la médica.
¿Estás diciendo?—preguntó Joseph pasmado.
Si. Yo soy tu mamá biológica—le respondió la tía y madre asintiendo.
Los ojos de Seto se abrieron con estupor. ¿Joey no era su hijo? Otro acto fallido.
No quise engañarte mi amor pero comprendo y realmente deseo es que Marie siempre sea para ti tu madre pues ella siempre lo mereció más que yo. Ella… ella—dijo quebrándose Alice cuando su hijo la abrazó con fuerza, sollozando.