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Tu promesa por desire nemesis

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Estaba caminando hacia el colegio. Su hermano empezaba más temprano por eso él estaba solo. De pronto una camioneta se paró junto a él y la portezuela de su lado se abrió. Un forzudo hombre saltó de ella y atrapó el pelinegro con sus garras para arrojarlo luego dentro, entrar y cerrar la portezuela. Un hombre similar le acompañaba, era el conductor y antes de que terminara de cerrar la portezuela él ya había arrancado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo llevaron a una especie de cabaña donde uno lo ató a una cama desvencijada mientras el otro preparaba un trípode y una cámara.

 

El que le ató le forzó a tomar un par de píldoras y luego fue a un cajón de una cómoda cercana. Para sorpresa y terror del de ojos violáceos que nada entendía de lo que estaba sucediendo, el pelado y con barba de  candado sacó un par de electrodos del cajón.

 

Lelouch no pudo resistirse mucho cuando el otro le subió la playera del uniforme para colocárselos en cada tetilla, luego volvió al cajón y sacó un aro. Acercándose a la cama tiró con una mano de los pantalones de Lulu que intentó patalear pero no sirvió de nada y sus pantalones acabaron en los tobillos.

 

El adulto lo semi volteó ya que estaba boca abajo y colocó cuidadosamente el aro alrededor de su pene. Mientras lo hacía el pelinegro se revolvía y el hombre le dijo—Estate quieto porque sino te reviento, pequeñajo—

 

Lulu supo entonces que estaba en problemas.

 

¿Por qué me hacen esto?—preguntó el joven.

 

Nos paga la gente a quien le hiciste mucho daño—dijo el hombre.

 

¡Yo no soy! ¡Se equivocan de persona! ¡Yo nunca le he hecho daño a nadie!—dijo el de ojos violetas creyendo haber encontrado su salvación.

 

¿Eres Lelouch Lamperouge, no?—preguntó el secuestrador.

 

El pelinegro se quedó estupefacto. Si. Era a él al que destinaban eso. Pero ¿Por qué? No lo merecía. Él nunca había dañado a nadie.

 

Dando por terminada la conversación el pelado accionó un botón en el aro y después dos colocados sobre los electrodos. Todos los aparatos comenzaron a vibrar y a emitir algo de calor.

 

Esto servirá—dijo el de la barba de candado al otro viendo como el joven miembro de Lulu reaccionaba a los “mimos” del aro.

 

¡No! ¡Quítenme esto!—gritó Lamperouge.

 

Sin responder el hombre fue de nuevo a ese cajón y de allí extrajo otra cosa mientras su compañero miraba por la cámara y ajustaba el zoom.

 

El corazón del ojivioleta dio un vuelco al ver el largo falo de color bronceado en las manos del hombre que del mismo cajón sacó un pomo de una crema transparente con que minuciosamente cubrió toda la superficie de este.

 

¡Ahora viene lo mejor!—anunció acercándose a Lulu que empezó a revolverse llevado por el pánico. --¡Quédate quieto o va a dolerte más!—dijo el secuestrador y por ensalmo el pelinegro se quedó quieto y cerró los ojos con fuerza. Esa humillación… se la pagarían.

 

El falo fue entrando poco a poco gracias a los movimientos del hombre y del gel que por él había escurrido. Cuando solo quedaba la culata de este, el malvado sonrió y apretó un botón en esta. De inmediato el aparato dentro del ojivioleta comenzó a vibrar. El de la barba candado se levantó. El otro de pelo ralo y rubio se acercó pues ya la cámara estaba lista.

 

¿Crees que funcionará?—preguntó.

 

Le dí afrodisíacos por boca y en el gel en que unté esa cosa, además los aparatos están funcionando. Vayamos a comer que a la vuelta estará mas que listo—dijo el pelado antes de que ambos se fueran. Dejando al pelinegro a merced de los vibrantes aparatos y el calor que empezaba a aflorar de su piel.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando volvieron media hora mas tarde el joven en la cama estaba arqueado y con la boca abierta a más no poder.

 

Te dije que estaría listo—dijo  el pelado a su amigo.

 

Entonces el de la barba le terminó de sacar los pantalones y le sacó el miembro robot para introducirse él mismo en la entrada del ojos violetas.

 

Creo que no puedo esperar—dijo su amigo viendo la cara jadeante de Lulu. –Tengo ganas de introducirme en su boca pero tengo miedo de que…--añadió.

 

¿A qué? No te morderá. Tiene la razón nublada por lo  que le dimos. ¡No se defendera! ¡Está sumiso y muy dispuesto!—arguyó el pelado.

 

Entonces tomando valor el pelicorto se bajó los pantalones e introdujo su miembro viril por la boca de Laelouch. Saboreando el momento hizo círculos para inspeccionar la boca por dentro deleitándose con la sedosa lengua. Luego cerró la boca de Lulu hasta que la fricción se hizo exquisita.

 

¿Te gusta, no? Dí que sí, pendejo—dijo el criminal.

 

Si—admitió el joven sintiendo que su preciado orgullo se hacía mil añicos, aunque no se oyó bien pues su boca continuaba ocupada por el rubio.

 

 Apuesto a que somos sus primeros hombres. Y pensar que nos pagan por esto. A eso llamo doble ganancia. No hay apuro, chico. Tenemos toda la tarde y la noche. Estaremos juntos un buen rato—dijo el hombre mientras lo embestía rudamente y el otro se retorcía bajo él, pero bajo los efectos del sexo y todo lo que le dieron.

 

Todos se vinieron casi al unísono. Para Lulu era la cuarta vez y estaba exhausto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A la media noche el rubio dijo—Vamos a dejarlo así, Tony. Ya fue mucho—

 

¡Está bien! ¿Te gustaría que lo dejáramos acá? ¿Eh, pendejo?—preguntó el de la barba.

 

Para entonces Lulu estaba boca arriba y desatado pues era notoria su falta de fuerzas. Él asintió porque no podía hablar ni moverse de lo agotado que estaba.

 

Bien. Entonces lo dejamos acá. Te daremos una copia del video para que veas que no somos malos y te diviertas. Y además es posible que te visitemos en otra ocasión. En tu casa. En tu cama. ¿Te gustaría?—preguntó el pelado.

 

El ojivioleta asintió porque sabía que era lo que esperaban de él.

 

Nos vemos cariño—dijo el de la barba y se fueron, dejándolo en la cama como un muñeco roto con el que un niño ha jugado. Sobre su cuerpo semivestido dejaron el CD con la película de su encuentro. Y a su alrededor los aparatos que usaron con él.


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