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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Jouno no levantó la mirada ante su nuevo amo pues era la sangre de Ra. El joven Motou ordenó a los demás sirvientes que les dejaran solos y el rubio se preguntó la razón.

 

Lamento que todo haya sido tan brusco pero… necesitaba mucho de un  amigo—le dijo una voz que el ojos mieles creyó reconocer. –Puedes mirarme, si lo deseas—agregó con su voz infantil.

 

Jouno lo miró y se sorprendió mucho— ¿Tú eres…?—dijo no pudiendo creer que el muchacho con que hacía dos días había hablado estaba destinado a ser la madre de los hijos del mismísimo Faraón.

 

¡Perdóneme alteza! Yo no quise—dijo muy compungido y atemorizado el esclavo. Ser tan descarado con un miembro de la familia de Ra tenía un alto precio.

 

¡No, no! ¡No te asustes!—dijo igual de preocupado Yugi. --¡Te he pedido como mi esclavo porque confío en ti y porque me agradas! Me trataste bien sin saber quien era yo y eso te lo agradezco—añadió.

 

El rubio se sentía paralizado. ¿El agradecimiento de un dios viviente?

 

¡Ven!—le dijo el otro y le obligó a pararse tomándolo de una mano. Cuando el otro por fin le vio de frente le dijo--¡Quiero que seamos los mejores amigos!—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La guardia de palacio estaba siendo comandada por Mehanotep un viejo Capitan que había visto tiempos mejores y que se regodeaba de ellos. Pues el verdadero Capitán de la guardia Devlinut había escoltado a la esposa del Faraón que había llevado ofrendas a Tebas. Ella quería retornar para emprender junto a la comitiva nupcial el viaje a la misma ciudad.

 

El Capitán Devlin, como sus allegados le llamaban, era un joven escultural de preciados ojos esmeraldas y conocido por todos por ser un temerario soldado. A su joven edad ya había participado en una guerra.

 

Estaba caminando de nuevo por los recintos arbolados del jardín de palacio cuando oyó unas estridentes risas que eran como un insulto a la casa de Ra. Iba a acallar al desvergonzado que estaba causando ese escándalo cuando desde una mata vio a uno de los miembros de la familia real. Los reconocía pues el siempre los observaba por el rabillo del ojo.

 

Este parecía un pequeño pero sabía que debía ser el doncel del príncipe pues no le reconocía de nada y se había enterado que había llegado durante su ausencia.

 

Lo observó charlar muy amenamente con un joven rubio que vestía ropas de… ¿…esclavo? Ambos reían por las historias que el de los ojos mieles parecía contarle al futuro consorte del príncipe.

 

¿Quién eres?—preguntó una voz ahora desconocida para el ojiverde. Era el esclavo y lucía tenso.

 

Dirigiéndose al miembro de la familia real, explicó con su mirada baja--¡Disculpad que os interrumpiera, alteza! Es que pensé que el alboroto provenía de los sirvientes—

 

Y tenía la mitad de la razón—acotó Jouno haciendo reír un poco a Yugi. El pelinegro lo miró algo extrañado e incómodo.

 

Yo soy Devlinut, Capitán de la guardia de palacio. He venido con la esposa del Faraón desde  Tebas—se presentó muy formalmente.

 

Así que podemos decirle adiós al chalado de Mehanotep—dijo el rubio ganándose una mirada de sorpresa del Capitán al ver que tan sueltamente hablaba delante de la real presencia.

 

Es un gusto conocerlo—dijo el de ojos violetas tratando de disimular la risa que los parlamentos del otro le causaban.

 

El miembro de la guardia de palacio se sorprendió porque nunca había conocido a uno de la realeza que fuera cortés. De hecho, esa pareja era algo distinta.

 

Jouno invitó al Capitán a comer con ellos pues estaban haciendo un picnic y pasaron un rato muy ameno.

 

Al otro día, el recién llegado venía del puerto donde había ido a escoltar una carga que el Faraón había hecho mandar cuando se encontró por las calles a cierto rubio cargando una bolsa muy pesada.

 

¿Quieres que te  alcance?—preguntó Devlin que venía en su caballo.

 

¿Podrás?—preguntó esperanzado el ojos mieles pues traía una carga pesada y era mediodía.

 

No lo preguntaría de otra manera. Mis deberes han terminado hasta que llegue a palacio—dijo el ojiverde.

 

De un salto el rubio subió al caballo después de alcanzar al otro su pesada carga.

 

¿Qué es lo que llevas aquí dentro?—preguntó el pelinegro una vez le alcanzó la bolsa.

 

Telas. Mi amo quiere unas nuevas vestiduras y me encargó que escogiera unas telas para él—dijo el esclavo.

 

Se ve que te aprecia—dijo el Capitán aun algo sorprendido después de la tarde que pasara con ellos.

 

Si. Él no es como los demás estirados del palacio—contestó Jouno. Devlin no dijo nada pero sonrió.

 

Para evitar caerse el esclavo se aferró fuertemente con su brazo libre de la cintura del miembro de la guardia, quedando muy junto a su bronceada piel, su mejilla casi apoyada en la dura espalda.

 

Y así les vio Seth entrar al predio cerrado del palacio. En esos momentos él salía de la parte gubernamental de éste para dirigirse hacia el templo que allí había pues debía terminar de arreglar los detalles para la partida de su padre y suya en la comitiva nupcial.

 

Verlo así, tan pegado al otro le revolvió el estómago. Frente a sus ojos el esclavo se bajó del caballo ayudado por la mano del Capitán y ambos se sonrieron. Luego el Capitán siguió su camino y el esclavo se dirigió a la parte de habitaciones del palacio sin percibir la intensa mirada de la que era objeto.

 

Entraba en los recintos principales cuando una mano aferró su brazo y lo hizo voltear. Iba a protestar pero la mirada intensamente azul lo hizo callar.

 

¿Qué te traes con el Capitán de la guardia?—preguntó el sacerdote.

 

La pregunta acongojó el corazón del rubio. --¿Qué te importa? Yo ya no soy nada tuyo—dijo éste en contestación.

 

¡Si lo eres!—exclamó Kaiba.

 

¡Que…!—iba a protestar el rubio pero sus labios y su cuerpo fueron aprisionados por el otro.

 

La bolsa cayó al suelo mientras el ojos mieles disfrutando de ese contacto tan íntimo se aferraba a las ropas del otro que lo llevó hacia sus propias habitaciones donde lo poseyó por completo. De vez en cuando repetía la palabra “mío”.

 

Lo necesitaba más allá de la razón. Era solo sexo, se trataba de convencer, pero en el fondo sabía que era mucho más que eso. Sexo era lo que tenía con el Faraón. Una experiencia vacía, carente de emociones. Todo lo contrario a lo que pasaba con él cuando tocaba la febril piel de ese esclavo.

 

Sentir sus gemidos de nuevo, bajo él. Sentir como se tensaba cuando se aproximaba la hora en que la pasión tenía su momento cúlmine era para él, lo más parecido a tocar el cielo con las manos. Estar dentro de ese cuerpo latiente que clamaba por tenerlo más y más adentro era el paraíso para el castaño que se derramó desesperadamente en ese joven esclavo de ojos mieles que al parecer su cuerpo no podía resistir.

Notas finales:

espero les gustara

 

jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AVISO MUY IMPORTANTE!!!!!!!!!

 

TAL VEZ ME VEA IMPOSIBILITADA DE ACTUALIZAR HASTA EL PROXIMO DOMINGO

jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj

en mi pais estaremos  bajo alerta meteorológica como sucedió la semana anterior

lo intentaré pero tal vez no pueda o cierren el ciber

gracias por todo su apoyo y besos enormes

mata ne

^^


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