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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Yami no era nada tonto y esa pregunta del sacerdote le dio mala espina.

 

“¿Por qué?”

 

La cuestión era porque el sacerdote estaba reticente a perder al esclavo. La mente del próximo Faraón era un laberinto que estaba recorrido por miles de caminos, muchos de los cuales no llevaban a ningún lugar pero había uno que era inequívoco y correcto y casi siempre, guiado por su instinto, era el que Atemu tomaba.

 

Así que a partir del día siguiente a que le ordenara a Seth que le diera su esclavo a Yugi, envió a uno de sus guardias a seguirle constantemente sin ser descubierto.

 

Devlin se enteró de que uno de sus guardias sería usado con tal fin de la misma boca del príncipe y a él le fueron dados los datos recabados por ese guardia para que se los comunicara a éste.

 

El Capitán se sentía confuso y molesto por estar en ese brete ya que conocía al joven esclavo y… le agradaba. Tal vez demasiado. Tal vez lo justo para que decidiera ponerle sobre aviso.

 

 

 

 

 

 

 

 

Yugi sonrió al joven Capitán al verlo entrar.

 

Su alteza, desearía hablar con vuestro esclavo si me lo permitís—le dijo el ojiverde.

 

Algo sorprendido el doncel no tuvo problema y dejó solos a ambos.

 

Debo comunicarte algo. No sé muy bien porque lo hago y quiero que entiendas que al hacerlo cometo una gran infidencia que puede costarme el cuello—dijo el pelinegro.

 

Los ojos mieles se abrieron más y más con cada palabra presintiendo que estas eran el preámbulo para algo que debía temer.

 

El príncipe Atemu a mandado a seguir al hijo del sumo sacerdote de Ra no sé porque pero presiento que lo que ha averiguado mi soldado puede hacerte daño. Si te lo digo es porque tal vez sabiéndolo hagas algo para rehuir lo que tal vez sea algo indeseable para ti—le dijo el Capitán.

 

Los ojos melados miraron hacia el suelo perdidos. Una profunda tristeza embargó su alma y la necesidad de consolarlo se hizo inmensa dentro de Devlinut que sin pensarlo acudió a sus labios con los propios.

 

El otro lo empujó de inmediato, aún sorprendido de que el ojiverde le besara. –Lo… lo siento, yo…--dijo Jouno titubeante.

 

Lo  entiendo—afirmó el pelinegro algo descorazonadamente le pareció a Yugi que no se había podido resistir a observar entre las telas de una gran cortina esa reunión.

 

Creo que tengo la solución al problema de ambos pero deberán hacer lo que les diga—dijo él de pronto saliendo de detrás de la cortina con una mirada decidida.

 

Tanto Jouno como Devlin le miraron sorprendidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Has olvidado tus deberes?—dijo una voz a la figura que caminaba por los pasillos de palacio.

 

¿Quién me habla?—preguntó la figura con varonil voz.

 

¡Yo! ¡Tu único y verdadero amo!—dijo la potente voz en las mortecinas luces del pasillo.

 

La figura inmediatamente se postró con las manos en el suelo.

 

Me parece que estas disfrutando demasiado de tu vida y has olvidado el propósito con el que te he traído aquí—dijo la voz.

 

De ninguna manera mi señor. Estoy concentrado en lo que debo hacer para conseguir los propósitos que me habéis encomendado—contestó la figura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Faraón estaba durmiendo cuando presintió que alguien desde la oscuridad le observaba. Abrió los ojos y a punto estuvo de gritar pidiendo ayuda a los guardias de palacio al ver esos ojos amarillos observándolo desde la penumbra pero no alcanzó a cometer tal acto ya que una filosa hoja cortó su garganta. Borbotones de sangre manaron de la traquea abierta y solo soplidos inentiligibles escaparon de la boca de Aknotep que vio su vida extinguirse en segundos sin que nada pudiera hacer para evitarlo.

 

El intruso sigilosamente inspeccionó la habitación buscando algo que no encontró y se fue de allí muy frustrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A esas horas nocturnas, el sumo sacerdote de Ra optaba por leer antiguos escritos diligentemente buscando  acrecentar su poder. Estaba solo en la biblioteca del templo y ningun alma le molestaba con asuntos mundanos. Siempre había hecho. Necesitaba pocas horas de sueño así que se retiraba tarde de allí.

 

Inmediatamente sintió la presencia del intruso y le invitó a salir de su escondite ya alerta.

 

¡Sal ya, seas quien seas!—dijo.

 

Padre—dijo Seth saliendo de la penumbra. –Quiero vuestro consejo—añadió.

 

Como era propio de un padre y más de una postura como la suya y conociendo también que su hijo mayor no lo molestaría innecesariamente Amenón indicó con la mano a Seth que se sentara en la silla delante suyo mientras el se sentaba en la propia.

 

¡Dime, hijo!—exclamó.

 

Deseo confiaros esto que es sumamente secreto, tanto que es peligroso que tú lo sepas—dijo el castaño.

 

¡Prosigue! Sabes que es hasta inmoral guardarme secretos a mí como potentado de Ra ante los hombres—dijo algo molesto de estar por fuera su padre.

 

Esto es una orden de la misma casa de Ra. Es por eso que he guardado el secreto—dijo el joven y paso a contarle la relación que le unía con el príncipe temiendo que este se enfadara pero muy por el contrario su padre se sintió feliz.

 

Esto es grandioso para ti, hijo mío—exclamó  Amenón. –Con esto te aseguras de por vida del favor del Faraón—añadió todo henchido de orgullo.

 

Lo que pasa padre es que es posible que pierda su favor si el príncipe Yami llegara a enterarse de que no es el único para mí—dijo algo nervioso el sacerdote.

 

¿De que hablas?—preguntó el sumo sacerdote con todas las antenas desplegadas ante el peligro que olía para su progenie.

 

Es que hay alguien padre por el que siento algo que no puedo controlar y que puede acarrearme futuros problemas y sin embargo…--explicó el ojos azules.

 

¡Sin embargo nada!—exclamó furioso su padre. --¡Deshazte pronto de esa persona! Ella te hará caer. Y si no puedes tú, dime de quien se trata y yo me encargaré de desaparecerla—añadió.

 

Seth estaba muy confundido. Si no hubiera sido así no hubiera acudido con él en primer lugar. Y ponerlo ante semejante decisión lo ponía peor.

 

Utilizó el único escape al que podía acudir— ¡Yo me desharé de esa persona padre!—dijo.

 

Eso espero—dijo Amenón antes de despedirse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cierta figura esperó a que el más joven saliera para salir a la luz.

 

¿Y tu que haces aquí?—preguntó el sumo sacerdote enfadado y extrañado.

 

Fue lo único que pudo decir antes de que una certera daga le atravesara el corazón.

 

La figura caminó hasta donde el cuerpo había caído y en sus manos tomó el sagrado cetro que el sumo sacerdote portaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un extraño presentimiento se apoderó de Seth ni bien dio diez pasos fuera de la biblioteca. Volvió para encontrar a su padre tendido en el suelo y a una persona que junto a él que recogía el sagrado cetro.

 

¿Qué sucede aquí?—preguntó en voz alta el castaño e intentó llegar hasta el otro levantando su mano para lanzar un conjuro, más no pudo porque de pronto las arenas del desierto entraron al cuarto y lo llenaron de oscuridad apagando las sutiles antorchas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La figura salió del lugar por la ventana mientras medio ahogado por la arena el sacerdote clamaba por los guardias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yugi despertó al oír que personas corrían y gritaban por los pasillos. Jouno acudió a su lado y le preguntó si sabía de qué se trataba.

 

No. No lo sé—afirmó el otro igual de preocupado y presuroso a la vez que temeroso acudió al pasillo y vio guardias ir hacia las habitaciones reales pero no pudo hablar con nadie pues los guardias no repararon siquiera en él. De pronto pasó el Capitán y Jouno se animó a llamarle para preguntarle que sucede.

 

¡Han matado al sumo sacerdote de Ra!—le informó.

 

Jouno dejó de respirar y abrió mucho los ojos. ¿El padre de Seth había sido asesinado?

 

Un soldado llegó junto al Capitán con cara de espanto.

 

¡El Faraón ha sido asesinado!—informó angustiado impresionando a sus oyentes. De pronto Jouno oyó que caía algo a sus espaldas y miró. El pequeño Yugi miraba impresionado en su dirección, en el suelo al lado suyo había un bastidor con un pañuelo a medio bordar.

 

¡Yami!—exclamaron sus labios.

 

El padre del que sería su esposo había sido asesinado el día justo antes de partir en una comitiva nupcial. Eso era como si Ra mismo se opusiera a su casamiento y en verdad eso le quitaba el aliento. Porque muy dentro de él quería casarse con ese príncipe que lo desdeñaba y solo lo veía como una fábrica de descendientes. Ese egoísta y hermoso príncipe.

Notas finales:

estoy llegando tarde al trabajo x uds

^^

pero no me hace infeliz

escampo y aqui estoy

besos


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