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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Estaba comiendo con Duke cuando sonó el teléfono y Joseph contestó.

 

¡Hola!—dijo con desinterés pues cuanto mas demorara menos quedaría de la pizza.

 

¿Está ahí Joey Wheeler?—preguntó una voz por demás conocida para el rubio.

 

¿Abuelo Motou?—preguntó este mientras su novio dejaba de comer.

 

¡Joey! ¡Que alegría encontrarte! ¡No sabía a quien recurrir!—expresó el anciano.

 

¿Qué sucede?—preguntó el ojos mieles pues hace años que no oía nada de ellos y que el otro lo hubiera ubicado significaba que algo muy importante estaba pasando.

 

¡Yugi, Joey! ¡Yugi!—dijo el abuelo en un ataque de desesperación.

 

¿Qué pasa con Yugi?—preguntó tenso Wheeler mientras Devlin se paraba e iba a su lado.

 

¡Alguien le arrebató el alma a mi nieto!—lloró el profesor Motou.

 

¿Quién fue?—preguntó Joey alerta.

 

No lo sé. No lo vi. Cuando llegué del campamento mi Yugi estaba así—respondió el preocupado abuelo.

 

¿Quiere que vaya para allá?—preguntó Joseph preocupado.

 

Si puedes. Y trae a tus amigos. Me parece que se ha iniciado un juego de las sombras—dijo el anciano.

 

¡Estaré más puesto que un calcetín! Encontraré a Tristán a Tea no puedo. Esta en América—dijo el joven preocupado.

 

Gracias Joey—agradeció el otro.

 

¡Por Yugi lo que sea viejo!—contestó el ojos mieles. Luego de arreglar los detalles para que lo fueran a buscar colgó.

 

Duke le dijo— ¡Ni pienses que vas a ir sin mí!—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto volvía de un viaje de negocios a Sapporo cuando en medio del aeropuerto oye un aviso.

 

“Pasajeros de Egipcian Airlines por favor presentarse en puerta 9 para el embarque del vuelo 879 con destino a El Cairo”

 

Involuntariamente mira a su alrededor para ver a la gente y sus ojos encuentran a cierto rubio, acompañado de Devlin y de Taylor.

 

Al verlo el ojos mieles sintió un impulso y siguiéndolo le dijo--¡Oye Kaiba! Vamos a Egipto a un juego de las sombras. Alguien le arrebató su alma a Yugi. ¿Vienes?—

 

¿No estás grande para seguir creyendo en cuentos de hadas?—preguntó el castaño fingiendo un desinterés que no sentía.

 

¡Siempre serás un idiota! No sé ni porque te lo dije. Solo recuerda que si Yugi no se recupera jamás lograrás ganarle. ¡Siempre serás el segundo!—dijo cabreado Joey, utilizando las mismas palabras que Seto usó para con él cuando perdió la final, para luego irse con los demás.

 

Kaiba miró sus espaldas hasta que llegaron a la revisión de pasajes. Inmediatamente tomó su celular y volteó en dirección a donde había venido. Le ordenó a su guardaespaldas--¡Dígale al piloto que hable con la torre! Volvemos a salir—El guardaespaldas que todo lo había oído, asintió seguro del destino.

 

Del otro lado del teléfono contestaron—Mokuba. Voy a volver a salir, por tiempo indefinido. Cualquier cosa contáctame. Estaré en Egipto—dijo.

 

¿Estas bien hermano?—preguntó preocupado el peque.

 

Todo está bien Mokuba. Es algo que debo arreglar—le contestó el otro Kaiba.

 

Llegados a El Cairo, Joey estaba tan emocionado que bajó las escaleras que lo llevaban al suelo demasiado rápido, por eso resbaló y se lastimó el tobillo.

 

¡Que cosas, Joey! Siempre tan ansioso—dijo Tristán riéndose de cómo saltaba en una pata.

 

De pronto Devlin llega y lo agarra poniendo su hombro bajo el del rubio. –Así no puedes caminar—aseguró. Repentinamente agarró al otro y lo levantó en sus brazos. El ojos mieles protestaba así que le dijo—No importa. Así ensayo para la noche de bodas—

 

Entonces es cuando Seto llega por un lado y el abuelo Motou por otro, escuchando el comentario. Al castaño le cayó mal y el profesor no supo que pensar.

 

Como Tristán le mirara raro, el rubio argumentó--Se pasa de broma—

 

Un poco herido, Duke dice--¿Por qué no les dices la verdad? ¿Acaso no piensas invitarlos? ¿Cuándo quieres que se enteren?—

 

Joseph se sentía mal por lo que le había hecho a Duke y mal porque era medio raro decirle a esta altura del partido a Tristán y al abuelo que era gay.

 

¿Joey? ¿Es cierto?—preguntó su amigo castaño y él asintió silenciosamente. –Pero tú no eras así cuando estábamos juntos hace años. ¿Cierto?—preguntó. El ojos azules esperaba la respuesta ansioso, quien sabe movido porqué. El otro asintió.

 

¿Acaso tienes algún problema con eso, Tris?—preguntó Duke algo enojado.

 

No, no. Es que nunca me lo pareció y quería saber. Lo que me duele es que no me lo dijeras de primeritas, Joey. ¡Creí que éramos amigos!—dijo lastimado el castaño. Tomó sus valijas y se marchó rumbo a la aduana.

 

El pelinegro apretó un poco fuerte entre sus brazos al alicaído ojos mieles mientras eran seguidos por Motou, que una o dos veces miró al ojiazul pero como estaba ceñudo optó por no decirle nada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La vista desde la carretera era solo desierto y algún puesto o tienda a lo lejos, también vieron una caravana de camellos y una aldea muy lejana. Ni rastros de civilización. Joseph y Duke comentaron todo el viaje y tomaron fotos como turistas. Kaiba los miraba, taciturno. Tristán seguía molesto y el abuelo preocupado.

 

Cuando llegaron y vieron el estado de Yugi, el rubio se puso tenso y quiso despertarlo pero no lo logró aunque le gritaba muy fuerte.

 

Devlin lo abrazó protectoramente e intentó calmarlo. Al rato se fueron a una habitación, juntos. Los demás los vieron irse sin acostumbrarse a la idea de que esos dos fueran pareja.

 

 

 

 

 

 

 

 

El abuelo insistió en llevarlos a la excavación, diciendo que para él lo que había atacado a su nieto debía tener que ver con eso ya que era el primero que entró en ese lugar y todos sabían lo afín que era a caer en las trampas del antiguo Egipto.

 

Allí, parado en frente de la entrada abierta en la tierra por el pequeño Yugi estaba una persona parada.

 

¿Disculpe, puedo ayudarle?—preguntó el abuelo sospechando de ese hombre.

 

Entonces éste volteó y ninguno no pudo creer lo que sus ojos veían.

 

¡Faraón!—escapó de los labios del anciano.

 

¿Qué haces aquí, Yami?—preguntó Joseph anonadado.

 

Algo me despertó. No sé decir que fue. Solo sé que necesitaba venir aquí—dijo Atemu.

 

¿Te vestiste para la ocasión, no?—preguntó Taylor mirando las fachas del otro, pues el Faraón lucía una corta falda, sandalias, solo un collar en el pecho y un tocado faraónico, además de tener los ojos pintados.

 

¡Tristán! Esa era la vestimenta de los faraones—informó el profesor.

 

Pues a eso le llamo ahorrar tela—dijo el castaño.

 

Yugi está en problemas—avisó el rubio y vió la preocupación en los ojos del otro. –Alguien ha robado su alma—añadió.

 

¡Entonces fue eso!—dijo el Faraón habiendo encontrado una explicación a ese extraño presentimiento que le había despertado. Ya había recordado su pasado y tenía una idea de quien podía haber arrebatado su alma a su doncel.

 

Entraron al lugar mientras Joseph y Devlin caminaban juntos admirando todo, de más atrás Seto los miraba fijo y enfurruñado. Duke hizo un chiste y Joey primero se enojó pero al final sonrió, entonces el otro lo abrazó con fuerza.

 

El Faraón se dio cuenta de la actitud de Kaiba y como gracias a su reciente experiencia con ellos había cambiado mucho a lo que había sido, decidió intervenir.

 

¡No esperes o lo perderás!—dijo.

 

Los ojos azules le miraron fijamente. –¡No sé de que hablas ni me interesa, Atemu!—dijo Seto con su semblante muy serio.

 

Eran evidentes los celos en la mirada del castaño. Y Yami presentía que el otro estaba sufriendo pero que no era capaz  de exteriorizar sus sentimientos. Si seguía así, Kaiba perdería algo que era posible que tuviera en esos momentos. A Joey.

 

De pronto todo comenzó a temblar y el techo a derrumbarse. Todos sintieron temor y comenzaron a correr hacia la salida. De pronto un raro presentimiento hizo presa de Seto y se detuvo. Miró a todos los que corrían y se dio cuenta de algo. Volteó y corrió hacia las sumergidas ruinas.

 

Al salir del derrumbe Devlin se dio cuenta de lo que faltaba.

 

¡Joey!—gritó.

 

¿Y Kaiba?—preguntó Tristán mirando a su alrededor mientras Duke corría hacia el derrumbe.

 

Wheeler estaba en medio de ese gran salón que se venía abajo. Apenas lograba ver algo pero aún así buscaba. De repente sintió una presencia y alerta volteó.

 

Sus ojos se encontraron con los azules faros de un mar insondable.

 

Un nombre escapó de sus labios.

 

¡Seto!

 

Entonces siguiendo los latidos de su corazón Kaiba besó al ojos mieles con todo el deseo de que era capaz bajo una lluvia de arena, en un lugar que se venía abajo y por extraño que pueda parecer…

 

La lluvia de arena se detuvo en ese preciso instante, mientras los apasionados labios se buscaban mutuamente. Las manos del ojos mieles buscaron la cara del otro, mientras este le abrazaba fuertemente como si temiera que un viento le arrancase de los brazos su tesoro más preciado.

 

Entonces Devlin salió del pasillo que conducía desde la entrada de la cueva al recinto y les vió, besándose, amándose.

Notas finales:

ESPERO LES GUSTE

^^

MATA NE


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