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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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De pronto estaba cruzando esos grandes portales, cargaba una pesada bolsa. Alguien le grito porque iba muy despacio y le golpearon la espalda. No importaba porque él buscaba algo importante. No supo que era hasta que le vio.

 

Era su hermano. Si. El mismo que lo dejó en aquél canasto. El mismo que siguió hasta allí. Estaba parado frente a un hombre con muchos ornamentos. Y de pronto algo impensable sucedió. De la tierra brotó un monstruo y atacó a su hermano. Y algo aun más increíble sucedió luego.

 

Un monstruo salió… de su hermano.

 

Él vio como el otro perdía y su monstruo pasaba a encasillarse en una piedra que brotó del mismo modo de las profundidades de la tierra.

 

El cuerpo de su hermano cayó a tierra sin vida y el intentó acercarse pero no le dejaron. Este no es lugar para esclavos—dijo el guardia que le impidió el paso.

 

¡Ese rostro! Lo conocía.

 

Luego estaba en un callejón y lloraba. Un extraño se acercó y puso su mano sobre el hombro derecho. --¿Por qué lloras niño?—preguntó.

 

¿Lo mató? ¿Mató a mi hermano?—dijo lloroso.

 

Entonces el hombre hizo una pregunta que le tomó por sorpresa--¿Qué darías por vengar a tu hermano?—

 

¡Daría lo que sea!—respondió el niño después de pensar un momento si podía o no confiar en ese hombre.

 

¡Entonces tenemos un trato!—dijo el hombre disolviéndose en la oscuridad.

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto no podía creer que estuvieran en uno de esos estúpidos juegos que parecían perseguir al fulano faraón ese. Pero lo que le molestaba más era que aunque el tipo ese hablaba una lengua que debía serle desconocida le entendía perfectamente.

 

De pronto una gran cantidad de arena se hizo presente como un tornado.

 

¿Se está derrumbando de nuevo?—preguntó Tristán.

 

No—respondió Yami. Los pelos de su nuca se habían erizado recordando una situación similar.

 

¿Y que pasa?—preguntó Taylor.

 

Espero equivocarme pero creo que es él—dijo el joven Faraón.

 

¿Él, quién?—preguntó el castaño mientras Seto los escuchaba atentamente.

 

Unos ojos amarillos pasaron de pronto delante de ellos. Esos ojos no podían ser que los de aquel.

 

Se hace llamar el chacal de Anubis—dijo Yami.

 

Se ve molesto—dijo el ojos marrones.

 

El y yo tuvimos un duelo—dijo Atemu mirando como la sombra seguía hacia delante sin darle importancia. Iba por Amenón que convocando el poder de Ra mantenía la arena atrás.

 

Debió dolerle perder—dijo Tristán.

 

¡Él no perdió!—informó el ojos violetas.

 

¿        Qué dices?—preguntó el pelinegro.

 

¡El ganó! ¡Él fue el que me encerró en el puzzle del milenio!—contestó Yami llamando la atención de los otros tres.

 

¿Qué? ¿Ese tipo había vencido a Motou?, se preguntó Seto. Mirando hacia la figura que se alejaba en pos del sacerdote.

 

No podrás negro mago vencer el poder de Ra—dijo el sumo sacerdote y convocó a su hijo agregando--¡Ayuda a tu padre Seth! Juntos podemos vencer su poder fácilmente—

 

Él no puede ayudarte. No es tu hijo. Esta es otra época y él…--dijo Atemu pero otra voz le cortó.

 

Él carece de fe. Esa es parte de mi venganza pútrido sacerdote. Su fe. La verdadera fuente de su poder le fue negada por mí. Él, tu orgullo fue maldito por mí. Él que me atacó por la espalda ahora no ostenta ningun poder en la tierra y es gracias a mí—dijo con sumo orgullo la figura.

 

¿Por qué has hecho esto?—preguntó Amenón a la figura que se le acercaba.

 

¿Por qué? ¿Acaso creíste que podrías dañar tanta gente sin que los quedamos atrás quisiéramos vengarlos?—preguntó el chacal.

 

¿De que hablas?—preguntó el Faraón interesado.

 

¿No lo sabías Faraón? ¿Con que crees que engrosaba sus arcas de monstruos Faraón?—preguntó el de brillantes ojos y el otro se quedó callado— ¡Pregúntale  a tu sacerdote! El sabe de donde viene sus ojos azules aunque no quiera admitirlo—

¡Tengamos un duelo!—dijo el sumo sacerdote.

 

¿Para que? ¡Tú no tienes nada para mí!—contestó la figura.

 

Eso despertó algo en Kaiba.

 

Esa misma voz diciéndole prácticamente lo mismo y la rabia volvió a hervir en sus venas y su mente se nubló un poco.

 

¿Me temes porque ahora el que fuera tu pariente es de nuevo mío?—preguntó Amenón y las venas de otro, ardieron.

 

Tengamos un duelo de las sombras. Después de todo fui yo quien venciera a tu príncipe y lo encerrara en su artículo del milenio.

 

¿Qué buscas ahora sombra?—preguntó el sumo sacerdote.

 

No necesito nada ya. Los artículos del milenio ya no existen. Ya cumplí mi cometido. Egipto y el culto de Ra yacen olvidados bajo las arenas del desierto—dijo el de ojos brillantes.

 

¿De que habla?—preguntó Duke.

 

Es lo que pretendía él y logró lo que quería, tal vez. Egipto y la religión de Ra desaparecieron del mundo conocido por varias generaciones después de eso—dijo Atemu.

 

Todos quedaron mudos ante estas revelaciones. ¿Ese era el hombre que había vencido a Yami? ¿Qué había desterrado a Ra y al poder de Egipto del mundo? Si era así era el enemigo más poderoso que jamás hubieran enfrentado.

 

¡No te temo!—dijo la figura— ¡Tendremos un duelo! ¡Te venceré fácilmente viejo y tiraré tus huesos a los perros! Ya no existe la momificación. ¡Esta vez no podrás sobrevivir!—

 

El duelo empezó y el sumo sacerdote sacó su propio monstruo para atacar al otro.

 

Invoco a la “Devoradora de almas”—llamó el chacal.

 

Al ojos azules se le hizo familiar ese monstruo aunque nunca lo había visto antes. Eso lo llevó a otra época.

 

Recordó sin quererlo el duelo en que el Faraón perdiera y otras cosas más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Faraón yacía en los brazos de su doncel mientras este lloraba desconsoladamente. Seth se acercó a la pareja y gritó de inmediato al Capitán— ¡Traiga al esclavo del esposo del Faraón!—

 

¡Si, eminencia!—contestó el ojiverde y salió a impartir órdenes y buscar él mismo a su vez.

 

Mientras Kaiba acompañaba a la pareja real el amanecer aparecía en el horizonte. El prófugo, detenido había sido llevado nuevamente a los calabozos mientras los sacerdotes de Seth se ocupaban de los preparativos para quemar al enemigo de Ra.

 

Pasaron un par de horas antes que el Capitán Devlinut apareciera agitado.

 

¿Y bien? ¿Dónde esta Jouno?—preguntó enfadado el castaño ante la espera y la tensión.

 

Lo siento sumo sacerdote, pero no hemos podido hallarle en todo el palacio—informó el pelinegro.

 

¿Cómo que no…?—entonces un extraño presentimiento contrajo el corazón del castaño quien corrió de pronto siendo seguido por el Capitán.

 

En la plaza frente al edificio las ramas habían sido puestas a la vez que el cadáver de ese oscuro sujeto. Las flamas prendidas ya devoraban la figura de amplias vestiduras negras que coronaba una máscara de malos presagios.

 

Antes que alguien pudiera detenerlo el ojos azules se acercó a esta y manoteando arrancó la máscara del cuerpo en llamas mientras sus sacerdotes se acercaban.

 

Seth se detuvo en seco mirando esa cara. Los sacerdotes halaron de pronto de él para alejarlo del cuerpo y entonces el joven Capitán vió lo que el otro veía y también quedó impactado.

 

Los ojos sin vida miraban sin ver a los ojos azules que le observaban. Su cabello era como el trigo recién segado y sus ojos eran mieles muy dulces que lucían fríos ahora. El fuego de pronto cobró intensidad y arrebató de la vista la figura del esclavo de los ojos de Kaiba.

 

 

 

 

 

 

 

¡Jouno!—mencionaron inconscientemente los labios de Seto.

 

¿Qué?—preguntó Duke.

 

Jouno era el esclavo de Yugi en la otra vida. Joey—informó el ex Faraón. Luego recordó algo y miró a la figura mientras Amenón invocaba a otro monstruo para atacarla.

 

El monstruo invocado no era otro que el legendario Dragón negro de ojos rojos.

 

Siempre con tus trucos—dijo la figura mientras el Dragón iba por él y las demás bestias peleaban entre sí. –Usas trucos sucios para ganar—añadió mientras el sumo sacerdote le ordenaba a la bestia que usara su fuego infernal contra su rival.

 

El fuego inundó a la figura mientras la boca del monstruo se alargaba hacia ella.

 

El Kaiba mayor sonreía por la derrota de su oponente pero se dio cuenta que la “Devoradora” no había desaparecido. Si su rival había muerto su monstruo se hubiera desvanecido.

 

¡Creíste que su fuego me quemaría! Pero no es así, porque esté bajo tu poder o no el jamás me lastimaría—dijo la figura saliendo del fuego mientras sus manos lo acariciaban.

 

Y así apareció el chacal de Anubis ante los anonadados ojos de los concurrentes a ese ancestral enfrentamiento.

 

¡Lo liberé de ti una vez! Y lo haré de nuevo—dijo Joseph Wheeler mientras sus ojos centelleaban de furia.

 

¡Joey!—dijo el Faraón mientras los ojos de Kaiba se abrían a más no poder.

 

Notas finales:

espero les guste

^^ saludos 

mata ne


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