Poco después que los demás dejaran la posada, Yugi tomó una siesta y su abuelo a Yami, para hablar a solas. El pobre Faraón no se hallaba ni sabía que hacer dado que estaba solo en el mundo moderno con un cuerpo propio pero con nada más.
Así que mi Yugi era tu doncel. ¿No?—preguntó el pequeño profesor con sus brazos en jarra.
¡No me mire así! ¡Usted sabe que hace poco recuperé la memoria!—argumentó el más alto.
¡Bien! ¿Y que piensas hacer con mi nieto?—preguntó Motou.
¿Hacer?—preguntó el de pelo colorido.
¿Era tu esposo o no?—preguntó a su vez el otro.
Si—admitió el Faraón—Pero yo…--
¡Ten cuidado Faraón! ¡Te estaré vigilando!—dijo el más viejo poniendo un dedo en un ojo.
Dos semanas habían pasado desde que todo había culminado y el abuelo no perdía de vista a esos dos. Había dado al mayor de los muchachos su dormitorio y el dormía en la cama al lado de su niño.
Cuando estaban a solas el viejo se aparecía de improviso e inventaba excusas para que uno de los dos fuera con él a hacer algo. La estricta vigilancia del profesor divertía un poco al ex mandatario de Egipto.
Entonces un día ambos se fueron a la excavación y Yugi exclamó--¡Me gustaría saber como eran esos días aquí dentro!—
Había una gran plaza y un enorme jardín. Todo el día y la noche el aire olía a sándalo y mirra—informó nostálgico Yami mirando sin ver las ruinas. Recordaba aquellas paredes y de pronto recordó cierta escena de la noche de bodas poniéndose colorado.
¿Qué pasa Faraón?—preguntó el menor al notar el sonrojo del otro.
Es que…--trató de decir.
¿Es que me acorde de…?--dijo Atemu.
¿De que?—preguntó el más joven
De mi abuelita—dijo el otro para salir del paso.
¡Ah, que tierno! ¿Y como era?—preguntó el igualito.
¿Mi abuela?—preguntó Atemu. El otro asintió. –Eraaaa eraaaaa bajita—añadió.
¡Como mi abuelo!—saltó el bajito.
Tenía los ojos violetas—dijo Yami.
¡Como mi abuelo!—saltó Yugi.
Y barba—añadió el otro pensativo.
¡Como mi…!—dijo Motou pero luego puso mirada de extrañeza. --¿Barba?—preguntó.
Es que tenía un problema con el cabello—trató de arreglar el otro.
Se habían parado dentro de la cueva ruina y Yami estaba tan aliviado de salir del paso que no se fijó a donde caminaba el otro, cuando se dio cuenta le gritó su nombre corriendo a su lado para impedir que cayera por el precipicio.
El chiquito quedó colgando de los brazos del elegante Faraón y ambos se quedaron un rato mirándose sin darse cuenta.
Etooo, Faraón. ¿Me puedes llevar a la orilla?—dijo el más joven.
¡Claro, claro!—dijo dándose cuenta Yami de la situación y colorado a más no poder.
Esa forma en que lo miraba ahora el faraón era algo más intensa de las miradas que le dirigía antes de irse.
¿Te molesta algo de mi Yami?—preguntó el niño.
Entonces Atemu recordó una escena de su vida pasada.
¡Muy bien! ¿Qué quieres?—preguntó Yami con educación sentándose en el trono del gran salón.
Quisiera saber… esto… ¿Cómo llevaremos esto?—preguntó dubitativo el mas pequeño.
¿Llevar es…?—preguntó algo impresionado el príncipe y luego se echó a reír con ganas. Después de unos momentos se calmó y miró con serenos ojos al otro. –Creo que debo alegrarme de que hayas decidido preguntarme. Te explicaré lo que sucederá entre nosotros una vez nos hayamos unido en matrimonio—dijo acercándose intimidantemente al otro. Tomó su barbilla con fuerza para que los ojos del otro no se apartaran de los suyos—Una vez estemos casados la única atención que recibirás de mí, será cuando me acerque a ti para tener descendencia. ¿Lo has entendido? Tu solo eres el medio para lograr un fin. No eres nada más para mí—dijo el próximo regidor de los destinos de la tierra del Nilo.
Los ojos del Faraón están tristes.
Es mejor que vayamos con tu abuelo—le dice antes de voltear e irse sin darle más explicaciones a Yugi que se lo queda mirando.
Habían pasado dos semanas desde el suceso y Joey la piloteaba muy bien hasta que cierta joven tocó el timbre de su casa.
¿Molesto?—preguntó con cara ingenua mostrándole una botella.
¿Quién es?—preguntó Duke saliendo de la habitación que usaba como estudio. Esperaba unos papeles de su estudio.
Es una…--dijo volteando Joseph al tiempo que ella asomaba la cabeza por la rendija de la puerta.
Después de un segundo empujó esta para entrar y le dijo al rubio--¿Esta es tu pareja?—luego a Duke, ya a su lado—Perdón es que tenía mucha curiosidad. Joey es el primer gay matrimoniado que conozco—dijo la joven.
En realidad no estamos casados—dijo Wheeler.
Pero pronto lo estaremos—afirmó el pelinegro.
¡Qué grandioso el apartamento!—dijo ella mirando el lugar mientras ellos intercambiaban una mirada.
¿Y esta quien es?—preguntaba el ojiverde. El de ojos mieles le contestó con una sonrisa de disculpa y levantando las manos como diciendo: ya que esta aquí.
Hace dos semanas Joseph y yo estudiamos juntos—afirmó de pronto ella y a Wheeler se le paró el corazón.
¡Si, recuerdo lo del grupo de estudio! ¿Así que de ahí se conocen?—preguntó el chico dado mientras Karen se ponía a mirarlo y luego a Joey. Ella no era tonta, se dijo el último. Había captado que él no le había dicho al otro que solo había estado con ella sola.
Es que Joicito me cae tan bien que decidí venir a agradecerle por como me ayudó ese día—dijo ella.
¿Ah si? ¿Y que hizo por ti?—preguntó Devlin mientras el rubio se ponía alerta. Ella le iba a contar.
La agarró del brazo mientras le decía a su pareja—No fue nada. Una tontería—exclamó Wheeler y luego—Voy a enseñarle el apartamento—
Necesito ir al baño—mencionó Karen.
¡Perfecto!—dijo el ojos mieles para luego agregar para arreglar su exclamación—Así te mostraré donde está—
Joseph se veía muy raro, pensó el ojiverde.
Cuando estuvieron fuera de la vista y oídos de Duke, Joey le dijo a ella--¿Qué haces aquí? ¿Qué veniste a hacer?—
¡Tranquilo! Vine a visitarte. Es verdad, me caes bien. Yo me di cuenta de que él no sabía nada. Solo iba a decirle que me ayudaste a limpiar cuando derramé las cocas. ¡Nada más!—dijo ella con carita de ingenua.
¿Qué ocultaban esos dos que ponía a Joey tan nervioso?, pensó Devlin a la vuelta del pasillo. Una hebra de su cabello quizás flotó demasiado y se dejo ver ante la muchacha pues Joey estaba de espaldas a esa dirección.
¿En serio?—preguntó Wheeler.
Enserio amor. Yo no le contaría que estuvimos juntos. No vine a separarte de tu novio ni nada. Solo tenía curiosidad de cómo era—contestó Karen.
Mas aliviado el rubio le dijo—Gracias. No creo que Duke entendiera lo que hicimos allá—
¿Y qué hicieron allá?—preguntó un muy enfadado pelinegro.
Eto… yo—trató de explicar sin conseguirlo Joey pues las palabras se le atravesaban.
¡Fuera! ¡Fuera de mi casa!—gritó fúrico el de ojos esmeralda mirando a la rubia.
Pero yo…--trató de decir ella pero él la agarró de un brazo, la llevó hasta la puerta, la abrió y la lanzó por ella al pasillo, cerrándola con estruendo luego.
¡Duke yo…!—dijo el aturdido el ojos mieles.
¡Duke nada! ¡Dime de frente que pasó ese día o calla para siempre!—exclamó Devlin.
Joseph le contó todo. –Yo no quería pero ella…--dijo él.
¡Pero ella te obligó a jugar a las manitos calientes! ¿Quién rayos te creería esa historia?—preguntó por demás ofendido el pelinegro.
¿Tú?—preguntó el rubio.
¡Y un cuerno! ¡Voy a encerrarme, solo! ¡No quiero verte! Así que cuando salga espero que hayas ido de paseo o estés en un lugar en que ni te vea. No sé como va a terminar esto Joey pero hasta que lo decida más vale que te esfuerces por no cruzarte en mi camino porque no me responsabilizo de lo que pueda suceder—dijo terminante Duke para luego encerrarse en su estudio.