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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Nii san, yo…--dijo el chibi cuando vio a su hermano.

 

¡Ahora no Mokuba!—dijo el castaño con talante hosco antes de azotar la puerta de tal manera que la araña del techo se meneó peligrosamente.

 

Seto estaba en el parking de la universidad, sabía que pronto el estúpido del dado dejaría al rubio allí pues el otro tenía una clase pronto y había estudiado su rutina.

 

Cuando vio al auto azul oscuro aparcando no fue ningún alivio para el otro pues contaba con ello. Lo que provocó su ira fueron los cinco minutos que ambos tomaron para besarse dentro del transporte.

 

Al voltear hacia donde tenía que ir para su curso el rubio lo vio y no le cayó en gracia que el otro le estuviera mirando así. Intentó pasar sin siquiera dirigirle una mirada pero Kaiba no lo dejó como temía.

 

Así que estas disfrutando de nuevo  de tu noviazgo—dijo el presidente de una de las compañías más prósperas de Japón.

 

Como dije esto no es de tu incumbencia—dijo un poco alejado Joey mientras caminaba al edificio. Le faltaba poco para separarse de ese idiota, pensó, cuando una mano tiró de su brazo y lo hizo trastabillar y casi caer para atrás.

 

¿Pero que rayos…?—expresó el ojos mieles antes de que su boca fuera tapada por la del otro en un pasional beso. Después de un segundo de inconsciente disfrute trató de empujarlo sin éxito.

 

Y como yo te dije tú eres de mi incumbencia perro. ¡Todo tú lo eres!—dijo con voz algo lasciva el CEO haciendo enrojecer al otro.

 

Joseph iba a replicar cuando oyó unas voces decir--¡Pero que tiernos se ven juntos!—

 

Ambos miraron alrededor para ver a tres tipos con pasamontañas y automáticas en las manos. Una camioneta negra se encontraba estacionada muy cerca de ambos con la puerta de atrás abierta y un cuarto tipo que les dijo--¿Vienes cariño?—

 

¿Lo llevamos a él solo?—preguntó uno de los tipos junto a Kaiba.

 

¡No seas estúpido! El idiota ya nos vio—le contestó el de la camioneta. –Además siempre me gustó llevarme la parejita—comentó después.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban en un pequeño sótano y los encerraron sin más.

 

¡Ya les dije que yo no tengo nada que ver con este estúpido!—dijo el rubio defendiéndose acaloradamente de un actuar que le parecía impensable.

 

Pues entonces… ¿Por qué te estabas besando con él?—preguntó el último secuestrador que quedaba en la habitación.

 

Joey enfureció y contestó--¡Él me besó!—

 

Pues se te veía muy a gusto—dijo el sonriente secuestrador tras la lana negra antes de cerrar la puerta tras él.

 

¡Espero que esa cosa te dé urticaria y que tengan que cortarte la nariz!—gritó el de ojos mieles.

 

Se sentó en una esquina y de pronto el castaño estaba arriba de él.

 

¡Kaiba!—dijo algo cohibido, algo enfadado Wheeler.

 

¿Qué?—preguntó el millonario sin en verdad importarle mucho la respuesta.

 

Cualquiera diría que no te importa ser secuestrado—dijo el ojos mieles.

 

Estoy aprovechando el tiempo. En cuanto se comuniquen con KC ellos se encargarán del asunto y estaremos libres—le explicó el ojos azules.

 

Suenas muy  convencido—exclamó Joey empujando al otro para que no alcanzara sus labios. Algo molesto por eso el castaño pasó su atención al cuello de Joseph. Este empezó a gemir en aumento para luego empujarlo con toda su fuerza de golpe.

 

¡Kaaaaiiiiba!—le dijo el rubio.

 

¿Qué tienes?—dijo Seto de pronto rígido pues no obtenía lo que quería.

 

¡No lo entenderías!—dijo alejándose Wheeler.

 

¡Intenta explicar!—le gritó algo exhausto el millonario de que el otro lo alejara constantemente. Quería saber que mantenía al otro apartado de él para solucionarlo.

 

¿Quieres saber?—preguntó Joey.

 

De otra forma no lo preguntaría—respondió Kaiba.

 

Pues te lo diré. Ese sacerdote, en que no crees pero que se parece físicamente y hasta que tenía tu mismo nombre. Ese tipo, se parecía mucho más a ti de lo que crees—dijo el ojos mieles. Sus ojos se tornaron opacos y añadió—Ese tipo engaño a Jouno. Le hizo pensar que le quería y cuando lo tuvo en su poder intentó deshacerse de él porque le estorbaba. Cuando él lo escuchó decirlo su corazón se destrozó—evocaba un dolor que jamás sintió y que sin embargo le era muy familiar.

 

¡Escucha Wheeler! Aún si fuera cierto no puedes culparme por algo que hizo otro—dijo Seto pensando que era una locura que el otro se dejara llevar por esas tonterías y tratando de evitar que el otro evitara lo que le deparaba.

 

¡No! Pero es algo que bien podrías hacer tú porque es la clase de cosas que haces. ¡Es la clase de persona que eres! ¿No lo dices siempre? ¡Estás solo! ¡No necesitas a nadie más! ¡No quiero ser como tú! ¡No quiero estar con alguien como tú!—dijo el joven ojos mieles.

 

¡No! ¡Tu prefieres a Devlin!—gritó de pronto fuera de sí el joven millonario.

 

¡Eso es! ¡Te duele que prefieran a alguien más en vez de a ti! ¡Pero yo le quiero a él! ¡No a ti!—afirmó Joey.

 

Seto se fue hacia él y agarrándolo por la muñeca le dijo—No. ¡Tu te conformas con él pero es a mí al que quieres!—

No te creas tan especial niño fresa yo…--dijo Joseph tratando de zafar su mano pero lo que hizo el otro fue agarrarlo y besarlo inesperadamente. Al principio el otro luchó pero con el pasar del tiempo, sentir esos labios, esa calidez, su cuerpo firme contra el suyo, hizo que sus barreras fueran cayendo una a una y sus labios fueron respondiendo al beso con más y más ánimo. La lengua de Seto se introdujo en la sabrosa cavidad del ojos mieles degustando palmo a palmo esta como si fuera un nuevo dueño adueñándose de una casa que recién obtuvo.

 

Las manos de Joey pasaron de estar quietas a pasearse por los duros bíceps de Kaiba y luego se dirigieron a su cuello por su clavícula. El beso se volvió más y más fogoso mientras Seto apoyaba la espalda de Wheeler en la pared.

 

¿Por qué rayos te haces el difícil… si tú eres para mí?... ¡Solo para mí!—dijo el castaño entre beso y beso mientras sus manos exploraban la espalda del otro y más abajo.

 

Fue cuando el rubio se dio cuenta de lo que hacía y lo empujó. Agitado se limpió la boca con la manga de su chaqueta mientras miraba al otro con mirada asesina por haberlo hecho caer en la tentación de besar esos labios que le estaban prohibidos.

 

Tal vez tu no lo entiendas pero hay gente que tiene palabra—le dijo al ojos azules.

 

Seto también estaba agitado y muy excitado. Quería ese cuerpo a su lado en una cama como un adicto la droga que lo calma. Era algo que ni él entendía. Era una necesidad más allá de la razón pero aún así se mantuvo en sus cabales. Tanta era su fuerza de voluntad.

 

¡Quieres decir que estas atrapado!—dijo con una media sonrisa de sabelotodo Seto.

 

¡No! ¡Yo quiero estar con él! ¡Quiero estar con él toda mi vida!—le gritó Joseph.

 

Suena más a que te estás tratando de convencerte a ti mismo—le retrucó Kaiba.

 

¡Tal vez suene así pero no lo es! ¡Y no lo perderé por tu culpa! ¡Él me perdonó y yo…!—dijo el ojos mieles un momento antes de darse cuenta que los brazos del otro de nuevo lo rodeaban.

 

¡Estás agradecido!—dijo el castaño un momento antes de que sus labios volvieran a estar sobre los suyos. Sabía que estaba ganando terreno y no desperdiciaría esa oportunidad. – ¡Eres mío cachorro y siempre lo serás!—le dijo con voz grave al oído. Vio las mejillas del otro enrojecer cuando se separó tan solo un poco y sintió su tibio aliento mientras las pupilas de miel le miraban atentamente. Se veía adorable. Una presa en las garras de un león, paralizada, con miedo pero a la expectativa. Una de sus manos fue por el tercer botón de su camisa, el primero en desabotonar.

 

El rubio reaccionó nerviosamente empujándolo y manteniendo sus manos en el pecho del castaño para mantenerlo alejado con los ojos fuertemente cerrados y su cuerpo inclinado hacia delante para mantenerlo lo más lejos posible.

 

Sentía que todo se iría de su control de un momento para otro pues todo su cuerpo le estaba pidiendo que se entregara al otro. Seto empujó y sacó sus manos del medio. La resistencia fue casi nula.

 

¡No Kaiba!—dijo bajito Joey. Seto podía sentir como el cuerpo del otro temblaba sin control. Era exquisito.

 

Lo pensaré si me lo pides por favor—dijo el castaño creyendo que el orgullo del otro no le permitiría decir tales palabras… pero se equivocaba.

 

¡Onegai Kaiba, déjame!—dijo el joven de ojos mieles disparando miles de dardos a los sentidos del otro que sin pensarlo levantó la cara del otro y le besó como jamás había besado a nadie. Oír esas palabras de un ser como Wheeler era el afrodisíaco más fuerte que se le podía ofrecer a un CEO de duro corazón.

Notas finales:

SOLO DESEO ACLARAR QUE NO HE CAMBIADO LO QUE IBA A PONER

ESTA PARTE DEL FIC HA SIDO LENTO

PORQUE EN PARTE ASI LO QUISE Y EN PARTE NO ESTABA MOTIVADA

PERO AYER ME VI UNAS FOTOS DE SEKAIICHI HATSUKOI Y BUENO

HE AQUI MI MUSA

^^

BESOS A MIS REVIEROS DEL MUNDO ENTERO

MATA NE

^^


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