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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Necesito hablarte—dijo el Faraón a Joey cuando este salía del baño de la casa.

 

¿De qué?—preguntó a  la defensiva el rubio.

 

De Yugi—no mintió el ojivioleta para alivio del ojos mieles que temía que quisiera hablarle de Seto. Yami le dijo—Quiero que sepas que no soy el mismo que el que era. Yo no…--

 

Escucha Faraón, yo no voy a juzgarte. Solo quiero que cuides lo que haces con él. Yugi es muy sensible pero sé que lo tratarás bien—dijo el rubio. El otro cabeceó. –Quiero aclararte que yo le dije a Yugi la verdad—agregó.

 

¿Qué? ¡No tenías der…!—exclamó enfureciendo el tricolor.

 

Si lo tengo. Soy su amigo y no quiero que lo engañen. Quiero que él decida—dijo Wheeler.

 

Yo no pensaba engañarlo. Es solo que es muy joven—retrucó el ojivioleta.

 

¡No! ¡No lo soy!—gritó de pronto el joven Motou entrando en la habitación.

 

¡Estabas ahí! Yo…--trató de aclarar Atemu.

 

Intentabas engañarme—le acusó el más bajo.

 

¡No! Es solo que te podías confundir—dijo Yami.

 

No. Yo no me confundo. Sé que tú no me quieres y no voy a perseguirte por eso—dijo el joven ex doncel.

 

Yo no quería decir…--dijo el Faraón quedándose con la palabra en la boca porque el otro se fue sin más.

 

¡Viejo! Debiste ser sincero con él. Habrías ganado más confianza de su parte—le dijo el ojos mieles antes de irse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yugi estaba llorando en su cuarto y sintió unos golpes en la puerta. Luego esta se abrió y la cara de Yami pasó por la rendija.

 

¿Cómo estas?—le preguntó.

 

El chibi se limpió las lágrimas con la mano y le dijo—No es necesario que me digas nada—

 

Pero yo quiero saber como estas—dijo el otro entrando.

 

Pensé que yo no te importaba—dijo el más joven.

 

¿Cómo puedes decir eso después de todo lo que hemos pasado, Yugi?—preguntó el Faraón.

 

Pero tú…--dijo el más bajo.

 

Yo no sentía por ti nada, al principio—aclaró Atemu.

 

¿Al principio?—preguntó interesado el joven Motou.

 

Yami no supo como explicarlo y al más chico se le hizo intrigante.

 

¿Tu ibas a tener hijos conmigo?—preguntó Yugi.

 

Eto… si—respondió algo colorado Yami.

 

¿Estábamos casados?—preguntó el más bajo.

 

Si—respondió el otro parco en palabras.

 

¿Y…?—dijo Yugi.

 

¿Y?—dijo Yami y entonces… --Tengo la leche en el fuego—dijo de pronto y se fue corriendo todo morado de tan rojo. Le habría preguntado por aquello. De solo recordarlo se le armaba un problema debajo de los pantalones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Joey despertó, había tenido otra pesadilla. Pensó que después de lo sucedido con los demás la otra vez le dejarían pero se equivocó. Fue a dar un paseo. Se sentía inquieto y la imagen del río a través de la ventana llamó a su espíritu a divagar. Estaba caminando cuando empezó a sentir esos murmullos

 

Al principio sonaban inteligibles y lejanos pero con el tiempo se volvieron más claro. Eran distintas voces, muchas voces que repetían una sola palabra. Traidor.

 

Se tapó los oídos para no oírlas y más fuerte aún se escuchaban pues no venían de bocas humanas. Buscó a su alrededor pero nada veía en la noche estrellada y de pronto dijeron: “Tendrás tu merecido, traidor. No vales nada”.

 

Un vendaval de arena se arremolinó a su alrededor. Para cuando las arenas dejaron el lugar no había rastros del ojos mieles.

 

 

 

 

 

En esos momentos en París, Francia un joven despertaba con su cabeza adolorida. Estaba en el piso de concreto, desparramado. Comenzó a andar pero no reconocía lo que estaba viendo.

 

Excuse moi, monsier…--dijo a un transeúnte que pasaba a su lado pero no le registró o mas bien  le rehuyó. Luego pasó una pareja de madre e hija y les dijo—Pardon moi madam, madmoiselle, chest çe se içi? (Perdónenme señora, señorita. ¿Donde es aquí?) Pero todos le huían o ignoraban pues no tenía muy buena pinta ya que sus ropas estaban revueltas. Podía ser un ladrón, o peor, un mendigo.

 

Entonces un hombre le prestó atención. Se llamaba Gerard Lamaison y tenía una pujante empresa de importación y exportación. Había salido a la calle a tomar un taxi y le atrajo esa voz nerviosa que a gritos hablaba de alguien perdido y en problemas. Sin saber porque le conmovió y se acercó a preguntarle si podía ayudarle.

 

No sé donde estoy. No reconozco este lugar. Desperté ahí. Me duele la cabeza—dijo señalando el callejón cercano.

 

Un robo pensó Gerard. --¿Cuál es tu nombre?—preguntó.

 

Pardon moi. Je sui Jean Baptiste Etienne—respondió el joven rubio de ojos mieles.

 

Tal vez te robaron y te golpearon la cabeza—dijo preocupado Gerard.

 

Tal vez. No recuerdo. Pero no reconozco este lugar—dijo el joven y luego se quedó mirando los coches de la calle, los que pasaban y los que estaban quietos.

 

¿Viniste en auto?—preguntó Lamaison.

 

¿Qué son estos autos?—preguntó el rubio.

 

¿Perdón?—preguntó el pelinegro.

 

Estos autos. ¿Qué son?—preguntó el ojos mieles. El otro se lo quedó mirando.

 

Gerard llevó a Jean Baptiste a un café donde pidió cafés y croistants. El joven hablaba educadamente y era jovial. El empresario canceló su entrevista con un potencial comprador sin saber muy bien porque pero es que ese chico le causaba un extraño sentimiento. Puede que fuera su indefensión o su alegre y reposado hablar. O la manera en que sus ojos le miraban.

 

Esos ojos mieles, gentiles y algo tristes. --¡Cuéntame algo de ti, Etienne!—le pidió.

 

Bueno, yo hace unos días logré entrar en el favor del rey—dijo el ojos mieles.

 

¿Cómo?—preguntó interesado Gerard.

 

Soy músico. He tocado para la corte y les ha gustado—dijo Jean. –Siempre soñé con tocar para el rey. El rey Luis es exigente. Que me haya elegido es tan maravilloso—agregó con mucha alegría el ojos mieles con su mirada soñadora ocupada con los recuerdos del día en el que logró tocar para la cabeza de Francia. Recordó que su madre estaba ahí. Nerviosa como él. Le ayudó a ponerse pulcramente la ropa y le enderezó la moña. Recordó su traje azul y oro, con volados blancos con fino encaje. Recordó el fino clavicordio que usó para tocar ante los más nobles de Francia. Recordó el ambiente de opulencia. El venía de una burguesía alta que siempre quiso acceder a la verdadera nobleza.

 

Ese día fue el más feliz de su vida.

Notas finales:

espero y les guste este nuevo giro de la historia

besos

^^ mata ne


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