Monsier Lamaison. Según hemos constatado el joven presenta una particularidad que puede ser muy bien resultado de un fuerte golpe en la cabeza. Usted dice que piensa que fue asaltado y eso es muy probable—le dijo el asistente social al joven empresario.
¿Y bien, que sigue?—preguntó Gerard.
Bueno. Hasta que podramos definir su identidad quedará bajo la tutela del estado—le informó el administrativo.
El ojos azules miró al joven sentado en un banco en la sala de espera. Lucía algo perdido.
¡Quisiera hacerme cargo de su tutela!—aseveró el pelinegro.
Como usted quiera pero deberá firmar los papeles correspondientes y cualquier cosa que el joven haga o le pase quedará bajo su responsabilidad. Le digo esto por si quiere reconsiderarlo—dijo el asistente.
Gerard miró a Jean Baptiste. –Quiero su custodia—dijo.
Yugi habló por teléfono con Duke. – ¿Joey esta allá?—preguntó.
No. ¿Por qué?—preguntó el joven pelinegro.
Estaba aquí. Pensé que podía haber reconsiderado su pelea. Que tal vez decidió ir a verte de improviso. Duke… desapareció de pronto y su ropa esta en el armario—dijo el pequeño tricolor.
¡Tranquilo Yugi! ¡Voy para allá!—le respondió el ojiverde y colgó.
Pero antes de irse debía sacarse una espina del zapato así que fue a Kaiba Corp y entró en la oficina del CEO sin anunciarse, causando revuelo entre los empleados de Seto y los asistentes a una reunión que este tenía en esos momentos.
¿Qué diablos te sucede Devlin?—rugió muy molesto el ojos azules.
Duke no le prestó atención al insulto y encarando al otro le preguntó--¡Dime! ¿Tu tienes que ver con la desaparición de Joey?—
¿De que hablas, dado? Sabes muy bien que yo el fui el primero en irte a preg…--dijo Kaiba.
No. Me refiero a ahora—le cortó el más bajo. –Estaba con Yugi en Egipto y desapareció de pronto—le informó.
¡Señor Kaiba!—le llamó una de sus visitas.
¡Fuera!—gritó la cabeza de KC.
¿Perdón?—preguntó el hombre que quedó confundido por a quien le gritaba el castaño.
¡Váyanse! ¡Váyanse todos!—gritó ahora Seto volteando para ver a sus visitas.
¡Esto es un atropello!—gritó sintiéndose insultado el ejecutivo.
¡Fuera!—rugió de nuevo el ojos azules y sus empleados se llevaron a sus visitas. Inatentaron llevarse a Duke también pero el lo evitó y luego de que estuvieron solos le preguntó— ¿Te dijeron porque fue hasta allí?—El otro negó con la cabeza.
Llegaron a Egipto en el avión de Kaiba. Directamente junto al hostal.
¿Qué hace Kaiba aquí?—preguntó el joven Motou a la defensiva.
¡No te pongas idiota enano que no es contigo!—le advirtió el CEO.
¡Kaiba cuida tu lenguaje!—le advirtió el Faraón.
¡A ti quiero preguntarte! ¿Qué hacía Joey aquí?—preguntó el ojos azules.
¿Qué qué hacía aquí? ¡Alejarse de ti Kaiba por supuesto!—dijo Yugi. Al ver como el otro le miraba agregó--¿No te das cuenta? Él descubrió tus trampas. Tienes suerte de que solo se haya ido. De otra manera hubiera arreglado cuentas contigo a los puños—y todos sabían que Joey era capaz de eso.
Seto sintió el impacto de las palabras del otro mientras se preguntaba de qué manera Wheeler se habría enterado. No tuvo que pensar mucho para recordar las dichosas fotos.
¿Cuando desapareció?—preguntó sin hacer caso del berrinche del otro.
Anoche—respondió Atemu. Lo vimos por la tarde cuando se fue a dormir cansado del viaje y al otro día ya no estaba.
Pensé que tal vez tomó un vuelo para ver a Serenity—dijo el más joven de los iguales.
¡No lo hizo!—dijo el castaño tajante.
¿Y tú como lo sabes?—preguntó Devlin.
Tengo contactos en Japón que se comunicaron con la policía egipcia. Wheeler no ha salido del país. Al menos legalmente—respondió Kaiba con mucha seguridad.
¡Vaya! ¡Has pensado en todo!—dijo Yami impresionado.
Por supuesto. Estoy acostumbrado a eso—dijo el ojos azules.
¡Pues acostúmbrate a que si le pasa algo a Joey será tu culpa!—dijo el pelinegro.
Seto no quería que se lo recordaran. Volvió sobre sus pasos y Yugi vio que la mirada de Yami lo seguía.
¿Qué pasa?—le preguntó.
No sé. Kaiba se comporta diferente. Es como si en realidad le importara Joey. El antiguo Kaiba ni siquiera se hubiera molestado en venir—afirmó el Faraón.
Como Etienne decía que sabía tocar el clavicordio, Gerard le llevó al conservatorio de París donde con amabilidad aceptaron tomarle una prueba.
Las virtudes del muchacho se vieron ni bien sus dedos se apoyaron sobre las albas teclas del piano que usaba la institución para tal actividad. Fue muy conmovedora su interpretación de Haidn.
Gerard quedó absorto y casi creyó que ese chico decía la verdad sobre su pasado. La cara que ponía cuando se sumergía en la música que salía del instrumento. Sus ojos cerrados, sus manos volando por el teclado con rapidez y elegancia hacían pensar en una danza sincronizada que daba incluso más vida a la sinfonía interpretada.
¿Crees que volveremos a ver a Joey?—preguntó tímidamente Yugi a Yami mientras su abuelo iba al baño.
Atemu sonrió lleno de confianza—Estoy seguro que sí—le respondió y pudo ver su sonrisa de regreso, tranquilizando su corazón.
Esa noche el menor escapó del cuarto que compartía con su abuelo y de improviso se metió a la habitación del Faraón que al verlo se asustó un poco.
¿Qué haces Yugi?—preguntó Atemu.
Necesito saber—dijo el más bajo.
¿Saber qué?—preguntó el algo confundido Yami.
Sin previo aviso el más joven le besó en los labios con un beso casto que el mayor no esperaba. Cuando separó su rostro con las mejillas enrojecidas se veía adorable para el más alto pero el más chaparro solo pudo ver su cara de sorpresa.
¡Eto! ¡Lo siento! ¡Yo, yo, creí que si estabamos casados, eto ya sé que tu no estabas interesado y y…!—dijo todo nervioso el chibi.
Entonces el mayor no se contuvo más y su boca se posó rauda sobre la de Yugi que con los ojos bien abiertos se enteró de lo que era ser besado por un Faraón.
Por su Faraón.