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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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En la limosina que lo conducía al evento de caridad Seto simplemente observaba el mundo exterior sin otra premisa que pasar el tiempo cuando en un semáforo los vio.

 

Iban de la mano muy contentos, sonriéndose mientras sostenían bolsas de las compras con sus manos libres. Su sangre hirvió y salió del auto dispuesto a lo que fuera.

 

¡Kaiba!—dijo Yugi con mirada impresionada. Las ojeras en el rostro del otro hacían evidente su cansancio y mal humor.

 

¡Ya para de tonterías enano y dime donde está!—exclamó Seto a voz en grito.

 

¿Dónde está qué?—preguntó el más joven de los tres.

 

¡Deja de idioteces! ¡Por supuesto hablo de tu amigo el perro! ¡Si tu estás aquí el no debe andar muy lejos!—le respondió el castaño.

 

¡Kaiba cálmate!—le exigió Yami hablando por primera vez al ver el talante enfurecido del ojos azules que amenazaba con una tormenta.

 

¡Cálmate tú! Y aparta de mi camino Faraón de quinta—dijo Kaiba tratando de traspasar la barrera que el otro había puesto entre el enano y él pero Atemu no se movió y tomándole del brazo le hizo retroceder.

 

¡Aparta tú! ¡No tocarás a Yugi!—le dijo cortante.

 

¿Uh? ¿Qué? ¿Tú y Motou son ahora novios o qué?—preguntó con sorna el ojos azules a lo que el más grande de los ojivioletas respondió con una penetrante mirada dando a entender al otro que así era. --¡No puedes hablar en serio! ¿Acaso no te da asco? ¡Parece incesto!—añadió el millonario arrugando la nariz.

 

¡Déjanos en paz Kaiba!—dijo el mayor de los tricolores.

 

¿O si no que?—preguntó Seto beligerante.

 

¡Déjanos en paz! ¡Que Joey se alejara de ti no es nuestra culpa! ¡Es tuya! ¡Tú lo engañaste! ¡Así que no vengas a molestarnos a nosotros! ¡No nos culpes por ser infeliz! ¡Tú lo lograste por tu cuenta! ¡Si tú no fueras tan taimado él aún estaría a tu lado!—explotó el más pequeño dejando alelados a los otros dos.

 

Seto llenó de frustración se alejó camino al auto al cual subió para marcharse. Lo que más le sacaba de quicio era que todo lo que dijo el enano era cierto.

 

Yami miró al más pequeño con ojos sorprendidos.

 

¿Hice mal?—preguntó Motou con su mirada inocente.

 

El otro acercó su cara hasta que sus narices se tocaron—No. Hiciste muy bien cariño. Le cantaste sus cuatro verdades. Solo hubiera querido…--dijo el mayor.

 

¿Qué?—preguntó Motou pensando que tal vez algo disgustó a su Faraón.

 

¡Hubiera querido tener una cámara para filmar la cara que tenía Kaiba! ¡Era un momento histórico!—aseguró  Atemu con cara feliz. El sorprendido menor se sonrojó por el implícito halago en sus palabras y Yami no lo soportó más y abrazándole con todas sus fuerzas le besó dejando caer la bolsa de la compra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La velada comenzó con una soprano que acompañada de un pianista dejó oír su cultivada voz con esplendor en toda la sala de eventos del Waldorf Astoria de Tokio. Seto no les prestó atención a ninguno de los dos, encabronado como estaba simplemente se fijaba en su bebida y en los que le rodeaban que por momentos se fastidiaban de sus sarcasmos y pedantería. Kaiba no se volcó  a la bebida porque simplemente no era su estilo caer tan bajo.

 

La música culminó y el ambiente se llenó de charlas y risas hasta que los ecos del piano siendo nuevamente tocado acallaron el alboroto.

 

Ese pianista no se cansa—dijo molesto el CEO.

 

No es el mismo—anunció su compañero de mesa un hombre entrado en años.

 

Su mujer que leía el programa anunció— ¡He oído de él! Al parecer es un nuevo talento que se esta desarrollando en Francia—

 

¡A mí no me importa!—exclamó su hija sentada a un lado. --¿Vieron lo lindo que es? Si tocara música más moderna estaría lleno de fans—exclamó luego mientras las notas de “Claro de Luna” empezaron a llenar la habitación y a embelezar al público que quedó mudo.

 

Seto no quería mirar pues estaba harto de todo aquello pero como nadie más le prestaba atención y no tenía otra cosa que hacer miró.

 

Tenía un traje azul y una pequeña cinta tras la nuca del mismo color que le hacía parecer un músico de la antigua corte parisiense pues el traje tenía bordados dorados y volados en el cuello y las mangas.

 

Sus ojos estaban cerrados mientras dejaba fluir las notas que tenía dentro pero Kaiba no necesitaba verlos para saber su color. Su dorado cabello hacía juego con los bordados de su traje.

 

De pronto la voz del otro resonó en su cabeza.

 

“¡Te amo! ¡Mi cuerpo y mi alma te pertenecen!”

 

¿Cómo había llegado a eso? Que él supiera el perro era un vago sin talento. ¿Cómo era que ahora…?

 

Detrás del pequeño escenario el joven pianista se arreglaba un gemelo luego de dejar este al terminar su actuación.

 

¿Qué rayos estás haciendo perro?—dijo una voz mientras lo tomaba fuerte de la muñeca para elevarla luego.

 

Cuando sus ojos se encontraron con los fríos mares el tiempo se detuvo por un momento pero luego otra voz le devolvió a la tierra.

 

¡Arretê!—le gritó una voz a Kaiba que miró al escandaloso como si quisiera matarlo y tuvo que aguantar que le soltara la mano al rubio. Mientras el pelinegro examinaba la mano del joven rubio. --¿No se da cuenta que sus nervios son delicados? Esta jugando con el futuro de uno de los mejores pianistas del mundo, monsier—dijo Gerard enfadado.

 

¿Qué mejor pianista del mundo ni ocho cuartos? Puede que lo haga tocar el piano pero no nació para ello y usted debería saberlo y para el caso… ¿Quién es usted y por que interfiere? Esto es entre Wheeler y yo—dijo el joven millonario y con horror el pelinegro se dio cuenta de que su interlocutor conocía la verdadera identidad de su Etienne.

 

Disculpe pero se ha equivocado monsier. Él no se llama Wheeler. Su nombre es Jean Baptiste Etienne y es un prodigioso pianista—le dijo Lamaison a Kaiba.

 

¡Oye perro! Mejor dile a este idiota que deje de meterse porque sabes de lo que soy capaz—dijo el millonario ofuscado de tener ante si lo que tanto había buscado y que otro se interpusiera en su camino.

 

¡No le llame así!—gritó el pelinegro—Y  no se gaste, Etienne no le entiende porque no habla japonés—añadió.

 

Kaiba miró a Joey, estaba ahí parado mirándole sin decir nada. Tal vez trataba de seguir con el juego pero su mirada era de alguien que no entendía que estaba sucediendo. La de alguien… completamente perdido.

 

¡Wheeler más te vale…!—amenazó Seto.

 

Ya le dije que no se llama así y que no entiende japonés—aseveró Gerard.

 

El castaño se detuvo admirando al otro, eran su cara, sus ojos, en todo era igual. ¿Cómo era que no era Joey?

 

Por su parte Jean Baptiste no sabía como actuar. Estaba impactado. Verlo así de pronto le había dejado sin palabras. Iba a hablarle cuando el otro dio un gruñido y pegó la vuelta.

 

Se quedó con la mano extendida hacia él.

 

¡Que hombre tan desagradable!—comentó Lamaison volteando y al verle así preguntó--¿Te sucede algo?—

 

Non. Nada—respondió el otro pero algo sucedía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo puso contra el sillón de la sala de lectura, sus labios se apoderaron de los suyos mientras sus brazos abrazaron fuerte su cintura para que no separara su cuerpo del suyo.

 

Gemía sin poder parar dentro de la boca de él lo que parecía gustarle sobremanera.

 

¡Las clases de su hermana!—dijo agitado el joven pianista ni bien pudo separar sus labios de los del otro.

 

No me importan. Solo te quiero a ti para mí—dijo el conde desabotonando la calza de Jean que gimió al sentir las manos del otro, desnudándole.

 

Estaba con sus mejillas sonrojadas y los ojos cerrados. Totalmente vulnerable a su voluntad. Desde el primer momento había llamado su atención y atraído a su cuerpo y Phillip Delier, Conde de DesChartes no estaba acostumbrado a dejar nada de lo que quería.

 

Sus gemidos eran tan femeninos que despertaban aún más lascivia en su ya excitado cuerpo. De pronto había deseado poseerlo como a nada más en el mundo. Pero había algo más… cierta conexión entre los dos que de inmediato había sentido.

 

Phillip en ese momento no suponía que lo que sentía era más que simple atracción pero sabía que de inmediato había caído bajo los encantos del músico.

 

Le hizo el amor allí mismo con el otro mordiéndose los labios para no gritar de placer y las mejillas coloradas a más no poder. Una visión gloriosa y pecaminosa a la vez que le llevaba al borde de la locura del deseo. Plantó marcas a lo largo de ese cuerpo esbelto para que ninguna otra persona se atreviera a querer poseer lo que ahora era suyo.

 

Porque el músico era suyo. De eso no cabía ninguna duda.

Notas finales:

espero les guste

y ahora me voy a ver

DIABOLIK LOVERS

si les gustan los animes de vampiros se los recomiendo

besos y mata ne


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