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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Notas del capitulo:

Y bien le falta poco para terminar

gracias por el apoyo

Lo vio irse con un sentimiento de impotencia tal que sus músculos se tensaron al punto de que no podía moverse. ¿Cómo era posible que habiéndolo encontrado le hubiera dejado partir tan fácilmente?, se preguntó Jean Baptiste observando la espalda  del otro al marcharse.

 

Le había dicho a su amante que no pasaba nada pero claro era mentira. Estaba aterrado de la reacción que tendría Gerard de él ir en pos de su Conde pero… si lo dejaba ir ahora quizás jamás volvería a verle.

 

Ese pensamiento le dio el coraje necesario para salir corriendo tras el que había esperado con tantas ansias. Lamaison le miró irse casi con pánico y corrió tras él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto se dirigía fastidiado hacia su vehículo cuando oyó una voz gritar.

 

¡Conde!  ¡Conde!

 

Solo la curiosidad hizo que volteara al no sentirse distinguido por ese apelativo. Para su sorpresa Joey venía corriendo tras él y le llamaba de esa manera. Estaban casi en la entrada del hotel.

 

¿Qué te sucede, perro? ¡Primero te haces el músico y ahora me llamas así! ¡No estoy p…!—trató de advertirle cuando el otro llegó hasta él pero se detuvo al sentir las manos del rubio que firmes le agarraban por los brazos y sus ojos buscaban algo recóndito en los propios como si examinara a alguien tratando de llegar a saber si esa persona tenía o no lo que había venido a buscar.

 

¡Pardon monsier Kaiba! ¡Etienne esta confundido nada más! ¡Arretê Jean!—dijo Gerard después de llegar junto a el músico para luego tratar de arrancarlo de al lado del empresario.

 

Eso activó el pensamiento del millonario que vio atentamente los ojos mieles para descubrir en ellos que quería permanecer con él y que se lo llevaban a desgana lo que hizo que Kaiba se interpusiera en la decisión del pelinegro.

 

¡Podrá decir lo que quiera pero él quiere decirme algo y lo hará!—dijo halando un brazo del músico.

 

¿Cómo podría? No sabe su idioma—dijo el otro halando del brazo de Etienne.

 

¡Traduzca entonces! ¿No es para ello que esta aquí?—preguntó Seto con mirada de superioridad.

 

¡No me ofenda! Yo no soy su traductor—aseveró el de ojos azules más pálidos.

 

¿Entonces que es?—preguntó el castaño.

 

Por turnos el otro dirigió su mirada al rubio y al empresario para luego responder—Soy su manager y su pareja—

 

Esto motivó que Seto agudizara su ingenio--¿A que le tiene miedo?—preguntó.

 

¿Yo? A nada—respondió Gerard claramente nervioso.

 

Entonces haga el favor de traducir. Si no le gusta lo que oye tal vez sea mejor buscar un traductor de verdad pero se perderá saber a que ha venido su joven amante—dijo el cruel Kaiba.

 

Lamaison estaba en un aprieto porque si se iba se vería como un hombre inseguro, además quería saber que tenía el otro para decir y no iba a dejarlo solo con ese hombre que claramente estaba interesado en su Etienne.

 

Muy bien. Traduciré pero le advierto que Jean Baptiste a veces no habla coherentemente ya que hace un tiempo sufrió un accidente—le dijo el pelinegro y el castaño por supuesto no le creyó.

 

El músico habló y el manager le dijo a Kaiba—El pregunta si se acuerda de él—

 

Seto sonrió confiadamente y mirando desafiante a Lamaison asintió.

 

El otro habló de nuevo y Gerard pareció recuperar su ánimo tranquilo lo que disgustó un poco a Seto.

 

Dice que le ha buscado desde el accidente que no sabe porqué no se hallaba con el en Francia cuando sucedió y que temía que algo malo le hubiera pasado—tradujo el francés.

 

El castaño frunció el entrecejo. --¡Dígale que yo jamás he estado en Francia!—dijo. Algo raro le pasaba al otro. Quizás su mente confundida lo había situado en Europa cuando estaba en Egipto.

 

 

¿Jamás?—preguntó el rubio a través de su manager. Y luego… --Pero tú eres el Conde de DesChartes—

 

Seto pudo haber intuido que el otro le engañaba si no fuera por el simple hecho que la mitad de lo dicho fue muy evidente en las palabras del propio rubio.

 

En sus ojos se apagó un poco la esperanza y renació la ofuscación--¿Acaso me estas tomando el pelo Wheeler? ¿Para eso has venido aquí?—gritó mientras lo agarraba de los hombros para verlo directamente a los ojos pero en los ojos mieles no encontró burla sino simplemente indefensión. La misma indefensión que le hacía hervir las venas pero por algo distinto a la furia.

 

Pero más allá de todo, el otro no actuaba como Wheeler porque aunque le hubiera gustado sabía que el rubio no era así de retorcido o maquiavélico, el idiota era frontal y directo por eso le había creído en primer instancia al tal manager cuando le dijo que el ojos mieles era un músico francés.

 

Le soltó e iba a irse cuando sintió la mano del otro y se volteó para quedar de nuevo de frente a esa mirada que parecía pedirle ayuda.

 

¡Ya basta Etienne!—le gritó Gerard y le agarró fuertemente del brazo de tal manera que el rubio hizo un gesto de dolor y entonces el castaño miró furioso al pelinegro y empujándolo lo separó del ojos mieles.

 

¿Qué cree que hace?—preguntó el manager.

 

Hace un momento dijo que lo tratara con cuidado por ser un músico y ahora le maltrata. Veo que no sigue sus propios consejos—dijo Kaiba.

 

¡Métase en sus asuntos! ¡Etienne debe venir conmigo!—exclamó Lamaison.

 

¿Así? ¿Por qué?—preguntó el ojos azules.

 

¡Porque yo tengo su tutela! ¡Jean Baptiste está a mi cargo!—dijo el furioso francés creyendo que eso le pararía los pies a Kaiba.

 

Se ve bastante grande para estar bajo tutela—dijo el empresario no creyendo del todo las palabras del otro.

 

¡Se lo dije! ¡Jean tuvo un accidente muy grave hace tres años y fue declarado incompetent! ¡Yo soy su tutor debido a eso!—le respondió Gerard activando las neuronas de Seto que miró al joven músico.

 

¿Tres años has dicho?—preguntó mirando después al otro.

 

Tarde el pelinegro se dio cuenta de su error. Por extraño que fuera el destino parecía que esos dos se conocían.

 

El castaño empujó suavemente al ojos mieles hacia su limosina.

 

¿Qué hace?—preguntó el manager entrando en pánico.

 

Llevaré a su genio del piano al ministerio del interior de aquí para cotejar algo. Si quiere puede venir tras nosotros pero si es verdad lo que creo le recomiendo que no lo haga—le dijo el de ojos intensamente azules con una de esas miradas de “si te atraviesas en mi camino te aplastaré” que ponía en situaciones límites.

 

Gerard no dio su brazo a torcer. No perdería a Etienne tan fácil. Intentó asirlo pero el japonés con su mano le golpeó de tal forma que dio tres pasos hacia atrás tambaleándose.

 

Los guardaespaldas de Seto que observaban desde junto al auto el desarrollo de la conversación se pusieron tensos cuando era evidente una discusión y acudieron a su lado cuando su jefe atacó al sujeto en cuestión, interponiéndose entre Seto y el sujeto.

 

Kaiba ayudó al asustado joven aparentemente francés a entrar en la limo mientras veía a Lamaison con disgusto, luego él y los guardaespaldas subieron para irse.

 

Gerard vio el auto alejarse con un sentimiento de que le habían arrebatado todo cuanto tenía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En los ojos del otro había decepción, podía verse a leguas. Seto sin pensarlo estiró la mano hacia la suya y la posó sobre ella.

 

Los ojos sorprendidos del músico le miraron y se sostuvieron la mirada mutuamente por un par de minutos hasta que inconscientemente sus rostros comenzaron a acercarse hasta que sus labios deseosos del contacto se detuvieron a milímetros de distancia como queriendo pedir a los otros permiso para un beso.

 

Los ojos de ambos habían dejado los del otro para concentrarse en la boca ajena y ahora volvieron a mirarse para descubrir si el otro se los permitía, hallando que sí el beso no se hizo esperar más. Porque dentro de sus corazones ambos tenían una tímida certeza, que el otro era la persona amada.

 

Kaiba abandonó toda compostura para abrazar al otro. Era Joey, olía como él, sabía como él. No había forma en el mundo de que dos personas fueran así de parecidas.

 

Por su parte Jean estaba seguro de que era su Conde por la forma tan imperiosa de actuar del otro, por su mirada intensa, por el timbre de su voz, todo lo que hacía vibrar las cuerdas que tenía en él. En sus brazos se sentía seguro. No era como con Gerard que tenía miedo de las consecuencias de sus actos. Con el Conde era consciente de dichas consecuencias y sin embargo…

 

…sin embargo nunca le importaron.

 

El auto se detuvo y se oyeron los portazos del chofer y los guardaespaldas. Fue lo que los separó. Etienne tenía miedo de que le harían pero estando con Phillip sabía que nada malo le pasaría así que le siguió al edificio alto y subió con él a la caja que subía y bajaba tan mágicamente que le daba vértigo.

 

Dentro del ascensor el ojos mieles le tomó tímidamente a Kaiba de la mano quien al mirarlo sonrió. No con esa sonrisa de soberbia que siempre usaba para burlarse de todos sino con otra, una tranquilizante, como diciéndole “todo va a estar bien” y el rubio creyó en esa sonrisa.

 

Bajaron de la caja mágica y se dirigieron a una sala llena de gente ocupada por la que uno de los presentes condujo al castaño y a él por un pasillo hasta un estudio lleno de fotos, diplomas y papeles.

 

Por largo rato el hombre que estaba ahí y el ojos azules discutieron. Después Seto y el hombre que los había conducido antes fueron con él a la caja mágica pero no volvieron a la entrada. Al bajar estaban en una sala llena de escritorios donde el hombre que los acompañaba le dijo algo que el ojos mieles no entendió.

 

El castaño elevó su mano y pasó a poner su mano en la tabla que el otro sostenía para indicar al músico que hiciera eso mismo, lo cual Etienne hizo.

 

Después de un momento los otros dos se miraron y luego el Conde miró la tabla que el hombre sostenía, luego le miró a él quien temió haber hecho algo malo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay dudas. Sus huellas lo confirman. Se trata de Joseph Wheeler, señor Kaiba—dijo el inspector Mori secretario del ministro Shinigami.

 

¡Muchas gracias!—le dijo el millonario con una sonrisa de triunfo. Lo demás no importaba. Lo que importaba era que por fin había encontrado al otro. Lo miró y el ojos mieles que permanecía temeroso se tranquilizó al ver su mirada.

 

La cuestión era porque no hablaba japonés y se decía llamar Etienne.

 

Saliendo del edificio encontraron una sorpresa desagradable.

 

¡Devuélvame a Etienne!—le gritó su manager.

 

¡Dirá a Wheeler farsante! ¡Ya lo confirmé! ¡Él es Joseph Wheeler!—dijo Kaiba airado mientras el rubio dio tres pasos atrás pues sentía la ira de los otros y no quería que se lastimaran.

 

¡Eso es una vil mentira! ¡Él es Etienne! ¡Mi Etienne! ¡Usted ha movido sus contactos para sacármelo pero él es mío!—dijo el pelinegro furioso y temeroso por demás.

 

Si moví mis contactos fue para demostrar sus mentiras, ¡Usted es un vividor! ¡Quiere tener la tutela de Wheeler por su talento!—le dijo Seto con cara de asesino en serie.

 

¡Eso es mentira! Yo tengo una empresa muy próspera en Francia, no necesito de Etienne por su dinero. ¡Él es mío! Debe estar conmigo—le contestó el de ojos azul claro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De pronto un gran ruido se oyó y la tierra se conmovió haciendo tambalear a todos los presentes. Seto vio como se abría esta a los pies del joven pianista.

Notas finales:

¿Y?

¿Que creen?

¿Anubis se llevara el alma de su lacayo o seto podra detenerlo?

mata ne

^^


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