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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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Ante los horrorizados ojos de ambos hombres el rubio cayó por el borde de la grieta que a sus pies se abrió. Corrieron para hallarlo aferrado a la rocosa pared de la brutal pendiente. El músico extendió su mano a Seto quien la tomó con fuerza y al ver ese acto lleno de celos el manager hizo algo detestable, les separó golpeando el brazo del magnate que por el dolor soltó al otro.

 

Ambos miraron al unísono al que estaba en peligro. Este blandía sus manos mientras se iba para atrás y Kaiba fue de nuevo el primero en reaccionar tomando sus manos pero se impulsó tanto para llegar al otro que su cuerpo estuvo tentado en caer del precipicio si no fuera que recibió una inesperada ayuda.

 

Gerard lo tomó de la cintura y lo haló con todas sus fuerzas. El joven y el millonario respiraron aliviados al sentir cierta seguridad pero eso pasó cuando Seto vio algo venir desde el fondo del precipicio.

 

Empezó a gritarle al francés--¡Sácanos rápido!—

 

Enojado por tener que hacerle caso a ese idiota Lamaison haló con todas sus fuerzas y los dos metidos en el hoyo salieron un segundo antes de que una gran serpiente se alzara desde este.

 

Mon die! Che pass içi? (¡Mi dios! ¿Qué pasa aquí?)—dijo Gerard atónito por lo que veía.

 

¡Devolvédmelo Sacerdote de Ra!—dijo la de viperina lengua. –O devoraré vuestras entrañas por conseguirlo—añadió en una lengua que Seto no debería entender pero entendía. Detrás suyo Lamaison halaba al músico aterrorizado para llevárselo a lugar seguro. Definitivamente Japón no era conveniente para ambos. Pero el rubio se agarraba con fuerza al castaño. Temía por él más que por si mismo.

 

Para asombro de todos los presentes el ojos azules le respondió en el mismo extraño lenguaje--¡No os atreváis a tocarlo!—le advirtió.

 

¡Que gracioso! Un humano dándome órdenes—dijo la dorada serpiente. –Os comeré y regurgitaré vuestro cuerpo a medio digerir para verlo semi descompuesto por mis ácidos retorcerse de dolor—le amenazó la venida del subsuelo.

 

¿Quién eres? ¿Qué quieres?—preguntó el joven millonario mientras Gerard se le acercaba.

 

¿Qué quiere?—preguntó mirando temeroso a la bestia.

 

¡A Joey!—respondió el castaño.

 

¿A él? ¿Por qué?—preguntó el pelinegro.

 

¡Es lo que intento averiguar!—dijo con tono molesto Kaiba enervando al otro.

 

¿Acaso no es evidente? ¡Quiero al Chacal de Anubis!—explicó el reptil.

 

¿Para qué?—preguntó Seto desafiante.

 

¡No tengo porque daros explicaciones!—dijo lanzándose en pos de los tres.

 

¡Entonces se lo diréis a mi Dragón Blanco de Ojos Azules!—le gritó Kaiba lleno de confianza en si mismo como no se había sentido desde el día aquel tres años atrás.

 

La mítica bestia del color de la luz más pura y del cielo más brillante hizo su aparición y se interpuso entre la serpiente y su amo lanzando un terrorífico rugido.

 

Gerard estaba pasmado. ¿De que iba todo aquello? ¿De donde salían tantos monstruos? Ese parecía defenderlos. ¿Qué estaba sucediendo?

 

Los ojos mieles estaban fijos en la espalda de esa enorme bestia. De algún modo se sentía reconfortado de verlo. ¿Pero por qué?

 

“Porque sabes que él nos protegerá de forma definitiva. Porque sabes que él protegería a Seth hasta su último aliento y además porque sabes que es uno de los monstruos más fuertes del mundo”.

 

Le dijo una voz. El rubio miro a todos lados para ver al que había hablado. Todo eso lo confundía mucho y sobretodo porque la voz tenía razón. De alguna manera sabía todo eso. Tenía mucha fe en su protector alboazulado.

 

“No me encontrarás fuera de ti porque soy parte tuya, músico. Soy tu pasado y tu futuro. Soy todo lo que has sido y lo que serás. Soy tu esencia. Lo que te han negado. Esto es fruto de un castigo. Este no es tu tiempo. Ese ya fue. Ahora es el tiempo de Joey Wheeler”.

 

“¿Quién es ese?” se preguntó.

 

“¡Eres tú! ¡En este tiempo! Soy yo. Porque todos somos lo mismo. Siempre atados a ese cariño enfermizo, a esa debilidad por ese orgulloso ojos azules”.

 

El ojos mieles miró la espalda del hombre al que se aferraba con tanta pasión que sus nudillos estaban blancos.

 

“Como sea que le llames, Seth, Phillip, Seto. Todos son lo mismo. El alma a la que hemos decidido atarnos porque no nos queda otro remedio. Porque aunque luchemos con todo para no sentir eso, siempre terminamos cayendo en las redes de ese engreído”.

 

La serpiente intentó atacar pero el dragón la detuvo con su rayo y esta fue a parar de lleno contra la pared de un edificio al otro lado de la calle.

 

Gerard logró zafar las manos del rubio de las ropas del CEO y se lo llevó lejos mientras le decía— ¡Es mejor que nos alejemos de esta locura!—

 

¡Dejadme pasar!—dijo la furiosa serpiente al castaño.

 

¡Decidme porque le queréis a él!—gritó Seto.

 

El incumplió su trato con Anubis—contestó ella.

 

¿Cómo?—preguntó él mientras las sirenas de policías y bomberos se apostaban en el caótico lugar.

 

¡Su alma es de Anubis así que no puede entregársela a nadie más!—le confió la bestia.

 

¡Anubis no os manda! ¿Quién os manda?—exigió saber el CEO.

 

¿En verdad queréis saber mortal?—preguntó la enorme bestia mientras veía emerger a su hermana detrás de los ojos azules—Os lo diré, entonces—dijo después manteniendo el interés del otro en ella a modo de distracción mientras su hermana que había emergido se enroscaba.

 

Estaban llegando a la esquina más próxima cuando el rubio se dio cuenta de que algo estaba pasando porque la gente miraba de pronto espantada y aceleraba su paso para huir del lugar, algunos señalaban tras ellos.

 

El ojos mieles luchó para zafarse de Gerard con más fuerza esta vez, consiguiéndolo. A punto estuvo para ver a la otra enorme serpiente enroscada que alzaba su cabeza en pose de ataque para luego lanzarse a las espaldas de Kaiba.

 

¡Apophis!—le reveló la primer serpiente a Kaiba.

 

Apophis, el dios egipcio del mal. El más abyecto de todos ellos. De alguna manera tenía sentido. Sus instintos le avisaron tardíamente de que algo más pasaba y volteó para ver volar hacia él a otra de las serpientes de Apophis.

 

Seto cerró los ojos y enseguida oyó un enorme golpe pero no sintió nada en él así que despacio abrió sus ojos para ver la espalda de un dragón, de un dragón negro de ojos rojos que tenía entre sus fauces a la bestia enemiga que se retorcía buscando su libertad.

 

Gerard miraba como hipnotizado los nuevos monstruos que se erguían peleando cuerpo a cuerpo. Trató de apartar al ojos mieles del lugar pero este le miró penetrantemente y le habló en un idioma que él no reconoció pero que se parecía al que instantes antes hablaba el castaño.

 

Muy erguido, con paso seguro, el rubio se dirigió hasta las bestias que peleaban.

 

¡Váyanse de aquí ahora!—les gritó en Egipcio antiguo.

 

Notas finales:

espero les guste

¨¨

por lo menos hay tres caps mas

arigatou y mata ne

 


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