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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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¿Qué os creéis mortal?—dijo la primer serpiente. –Vos no sois digno de dirigirnos la palabra. ¡Traicionasteis a Anubis! Sabiendo que vuestra alma le pertenecía, osasteis ofrecerla a otro dueño. ¡Vil rata traicionera! ¡Os arrastraremos al más profundo de los infiernos del que no escapareis jamás! Apophis aceptó un trato con  Anubis para castigaros de ser necesario en su nombre y nosotras cumpliremos con la palabra de nuestro amo—añadió.

 

¡Quiero preguntaros algo! ¿Qué haréis si me entrego?—preguntó el chacal.

 

¡Nada tenemos pendiente aquí salvo vos!—respondió la astuta bestia.

 

¿De qué hablas?—dijo en idioma normal Seto agarrando con fuerza su brazo.

 

¡Suéltame! Yo no soy aquel que maltrataste ni ese débil músico. Soy el Chacal de Anubis. Nada de lo que yo haga te incumbe—dijo tratando de zafarse sin conseguirlo.

 

¡No te entregarás! ¡No te dejaré!—dijo el ojos azules muy decidido.

 

¡Tu no eres mi amo!—le contestó el otro.

 

¡Si lo soy y tú lo sabes!—dijo el castaño antes de jalarlo a si mismo y besarle con toda la pasión de la que era capaz.

 

¡No soy Wheeler!—le gritó Jouno para que entendiera de una vez y le dejara hacer lo que se proponía. Todo eso solo hacía más difíciles las cosas. Ese engreído debía entender…

 

¡Y yo no soy Seto!—retrucó el castaño para sorpresa del ojos mieles.

 

¿Cómo?—preguntó sin entender del todo el ojos mieles.

 

Soy Seth y estoy aquí para proteger lo que me pertenece como tu lo hiciste aquí hace un momento—le informó el ojos azules.

 

Pero…--dijo el confundido chacal.

 

La maldición se ha ido. Tú la borraste hace tres años. ¿Recuerdas?—preguntó el CEO haciendo enrojecer al otro.

 

La mirada del rubio se endureció nuevamente para decirle mientras se liberaba de él--¡Ya deja de mentir sacerdote que no te queda bien!—

 

¿A que…?—preguntó el confundido Kaiba.

 

Tú nunca me quisiste. Me usaste para tu diversión—exclamó el ojos mieles con ira contenida.

 

¿Qué dices?—preguntó Seth.

 

No intentes fingir. Yo mismo oí de tu boca como le decías a tu padre que te desharías de mí—le dijo el chacal con una mezcla de ira y dolor en sus ojos esta vez.

 

Seth entendió por fin mucho de lo que acaeció en ese tiempo. El desprecio que le demostró desde entonces su amado esclavo y la humillación y maldición por parte del mismo en la versión del chacal.

 

¡Yo te estaba protegiendo! De otro modo mi padre mismo te hubiera hecho daño—le aseguró el castaño como vio que la duda aún flotaba en los ojos del otro agregó—Si lo oíste todo sabrás que jamás le dije de quien se trataba. De haberlo hecho el mismo se hubiera asegurado de tu muerte—

 

¡Eso no nos importa!—dijo la bestia aprovechando que todos estaban distraídos y tomó con su cola al joven rubio para arrebatarlo de ese lugar.

 

La mano de Kaiba quedó flotando en el aire tratando de atrapar al que se llevaban mientras veía como el otro era arrastrado al hoyo el amor de su vida.

 

Pero Seth jamás permitiría que lo volvieran a separar de el ojos mieles.

 

¡Ojos azules!—llamó a su bestia preferida que fue por la serpiente rastrera. La segunda se cruzó en su camino y cuando la desesperación iba a hacer presa del castaño Ojos Rojos pasó a ambas bestias y se arrojó sobre la primera.

 

Para sorpresa y sobresalto del sacerdote de Ra los tres cayeron al precipicio. Ambos, Seth y Gerard se acercaron al borde para ver como las bestias y Jouno caían por él con la impotencia reflejada en sus ojos.

 

¿Ves lo que conseguiste? ¿Qué harás ahora?—le preguntó el francés y vio para su asombro como el otro después de mirarlo un momento saltaba al vacío.

 

Nada lo separaría de nuevo del rubio. Su vida había recobrado el sentido y no dejaría que se perdiera de nuevo lo que le hacía vibrar como las cuerdas de un  violín al son de una extraordinaria sinfonía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban tomando café con el abuelo de Yugi pues este no les dejaba a sol ni a sombra. Aunque hacía tiempo habían blanqueado su situación ante él este no dejaba de observar como trataba el Faraón a su nieto y aunque no podía quejarse no bajaba la guardia, cuando la taza de Atemu cayó al piso derramando su líquido negro.

 

¿Qué pasa Yami?—preguntó Yugi.

 

El mayor estaba tieso y se agarraba el pecho. Un escalofrío se apoderó de todo su ser y un dolor agudo se planto en su pecho mientras su visión se tornaba borrosa.

 

¡Han venido por mí!—consiguió decir.

 

¿Quién?—preguntó el joven al borde de las lágrimas, había llegado hasta él y le abrazaba, mientras el abuelo Motou corría al teléfono para llamar a una ambulancia.

 

No importa… quiero que… sepas… que he sido… muy feliz contigo—dijo con esfuerzo, pues cada palabra le costaba, el Faraón mientras se aferraba a Yugi con fuerza para luego cerrar sus ojos.

 

Yugi le abrazó con fuerza como si así pudiera conservarlo a su lado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era un mundo cavernoso y en penumbras vio Seto al llegar al suelo conducido por su fiel dragón del que bajó como si fuera el príncipe azul  en su caballo albo.

 

Estaba decidido a encontrar y llevarse al joven de ojos mieles. Encontró en su camino a Ojos Rojos que estaba atado con una especie de liana a la tierra mientras una de las serpientes que antes viera le torturaba a mordiscos.

 

Viendo al indefenso Dragón ser torturado por ese animal la rabia se apoderó de su corazón y Seth envió a Ojos Azules en su defensa. Su hermoso dragón que era claramente distinguible en la penumbra lanzó su azul rayo en contra de la serpiente que terminó a unos metros de donde estaba y luego con sus dientes liberó a su congenere. Ambos se levantaron y cual un gato enfadado se dirigieron hacia el reptil caído que también mostró sus colmillos pero de poco le sirvió contra el simultáneo ataque de ambos dragones.

 

Siguiendo su camino Seth encontró a una extraña figura a mitad de su camino.

 

¿Iras por él verdad?—preguntó el otro.

 

El castaño asintió haciendo que el otro sonriera.

 

Eso pensé—dijo Yami.

 

¿Qué hacéis aquí Faraón?—preguntó el sacerdote.

 

Este es el lugar al que pertenezco. Mi padre hizo que volviera en esperanza que le vengara pero como no lo hice, como perdoné la vida a su asesino debió maldecirme y he terminado aquí. Es lo que merezco. ¿No?—preguntó el tricolor.

 

Habéis cambiado—le dijo el ojos azules.

 

El amor nos cambia. ¿No?—preguntó el antiguo Faraón y el sacerdote estuvo de acuerdo así que asintió.

 

 

¡Te ayudaré una vez más! ¡La última!—dijo el ojivioleta.

 

¡Quiero hacer esto solo!—dijo el castaño en contestación.

 

¡No seas orgulloso! ¡Elige! Tu orgullo o tu amor—le exigió el Faraón.

Notas finales:

espero les guste

mata ne

^^


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