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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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¡Muy bien! Tú ganas—le dijo Seth.

 

¡En eso te equivocas! Serás tu el que ganas pues tendrás a tu amado esclavo contigo—le dijo Yami con toda razón.

 

Siguieron para encontrar en medio de una cueva un enorme obelisco y en este al rubio atado con cadenas espinosas que cruzaban por todo su cuerpo. Estas cual una serpiente se movían arrastrando con sus púas la piel del otro que se retorcía de dolor.

 

Seth sintió el impulso de rescatarlo al igual que Ojos Rojos pero el ojos violetas los detuvo. Al castaño agarrándole con fuerza y al dragón gritándole— ¡Es  una trampa!—

 

Pero el corazón del dragón que era más impulsivo no le oyó y siguió su camino. Una serpiente mucho más enorme que las anteriores apareció desde arriba y engulló de una al dragón.

 

Jouno que había visto todo gritó con todo su dolor.

 

La serpiente mucho más dorada y con ojos azules le dijo al antiguo esclavo--¿Te duele verdad? Después de todo hiciste tanto por tu hermano y ahora todo lo que sacrificaste tiene un amargo final—luego acercó su enorme cara al pequeño cuerpo atado para añadir—Nunca traiciones a un dios mortal. Puedes renacer mil veces pero mil veces te haremos sufrir. ¿O por que piensas que en cada una de tus vidas desde entonces no has podido ser feliz con tu ser amado?

 

El castaño y el rubio sintieron todo el peso de esas palabras.

 

Seth sufrió al descubrir que el asesino de su padre era Jouno pero sufrió de igual manera cuando descubrió que había perdido a su ser amado y más al saber que por su propia mano jamás le volvería a ver en esa vida. Quizás por eso su vida rutinaria y vacía se apagó pocos años después.

 

Jouno sufrió al oír tales palabras dichas por su amado a su padre. Se sintió un muñeco usado y tirado por el ser que más amaba. Pero también sufrió cuando sintió la fría lanza cruzar su corazón. Supo en ese momento quien había sido pero no lo quiso creer por eso al verlo ante si, satisfecho por su accionar sintió como si el otro hubiera sabido quien era él y que en efecto se había deshecho de él a conciencia. Por eso le maldijo. Porque así se maldecía a si mismo por quererle y evitaba que si se encontraban en otra vida estuvieran juntos. Lo que nunca imaginó es que aun con la maldición la fuerza de su corazón sería más fuerte. Que haría trampas que buscaría la forma de estar con él aunque los mismísimos dioses se interpusieran.

 

Como Phillip y Jean Baptiste apenas pudieron estar juntos pues al día siguiente de tocar para la corte donde el Conde no le vio por estar ocupado en otras actividades movido por el impulso de contarle todo lo sucedido se fue en su caballo en medio de la noche hacia él. Así fue que su corcel tropezó en medio del camino y ambos rodaron por el suelo. Partiéndose el cuello del joven músico que fue encontrado al otro día y enterrado en una tumba sin nombre pues en el pueblo que cruzaba nadie le conocía.

 

El Conde al no tener más noticia de él le buscó pero nadie sabía nada más que que había desaparecido. El corazón del ojos azules le dijo que algo malo le había pasado pero aún conservaba la pequeña esperanza de que algún día volvería. El resto de su vida esperó. Nunca se casó aunque no le faltaban pretendientas y debía prolongar su linaje pero eso de pronto dejó de importarle. La vida había perdido su color, su música.

 

Y ahora les decían que todo eso era culpa de alguien más. Empecinado en mantenerlos sin el otro. ¡Que injusto sonaba eso! Sus miradas cambiaron tornándose decididas y Yami que percibía el dolor de ambos sonrió porque presintió que esta vez todo sería diferente porque esos dos no iban a rendirse sin luchar. Hasta el mismo Apophis debería tener cuidado.

 

¡Escucha bestia sin patas! ¡Puedes creer lo que quieras pero no me vencerás!—dijo el ojos mieles lleno de valor aunque se sentía algo débil ya que había perdido mucha sangre.

 

¡Que estúpido animal!—se burló el maligno Apophis.

 

Seth iba a decir algo pero el Faraón se le adelantó—Tengamos un duelo—

 

¿Y yo porque iba a querer un duelo contigo?—dijo el enorme animal al pequeño Atemu.

 

Tengo entendido que el alma de un Faraón es más valiosa que la de un simple hombre pues tú no puedes tocar a la descendencia de Ra—le dijo Yami.

 

¡Yami no!—le gritó Joey.

 

¡Tranquilo Joey! ¡No creo que el cobarde Apophis acepte!—exclamó el ojivioleta.

 

¡Te arrepentirás de haber dicho eso!—dijo la serpiente quien hasta entonces había estado tentada pero que dudaba. – ¡Tendrás tu duelo, y yo, tu alma!—añadió.

 

Si yo gano no solo me devolverás a Joey sino a su hermano—le dijo el tricolor.

 

Suena injusto. Yo solo obtengo un alma y tu dos—dijo la gran  serpiente.

 

¿Tan seguro estas de perder?—preguntó el astuto Faraón.

 

La gran bestia se enfadó tanto que Seth temió que se echara para atrás y decidió— ¡También tendrás la mía!—

 

¡Seth!—gritó el amarrado mirándole con sus melados ojos bien abiertos. Tenía miedo de que algo malo le pasara corroboró para su alegría el sacerdote. Solo por esa mirada valía la pena arriesgarlo todo.

 

Apophis que detestaba a la humanidad tomó esa forma para el duelo. Este fue largo. Atemu perdió varios de sus monstruos y sus puntos de vida y mientras invocaba a sus chivos expiatorios para esperar que el corazón de las cartas le diera la victoria comenzaron a aparecer las piezas que más necesitaba para obtenerla.

 

Es por eso que después que muriera el último chivo de Yami, Apophis le dijo— ¡En el próximo turno tu alma será mía!—

 

¡Lo siento pero no habrá próximo turno para ti!—dijo el Faraón liberando al más invencible de sus monstruos. --¡Destruye a su Serpiente Esmeralda, Exodia!—comandó el gobernante del antiguo Egipto terminando ese duelo de forma terminante.

 

Apophis volvió a su apariencia original y regurgitó al dragón y después liberó al débil rubio que cayó hacia delante pues estaba a varios metros de altura.

 

Seth llegó y le atrapó antes de que su cuerpo diera por tierra. Se miraron a los ojos y estos dijeron todo lo necesario mientras sus labios empezaron a buscarse para terminar encontrándose en el más tierno de los besos.

 

¡Váyanse ahora mismo antes que decida mataros por mí mismo!—dijo lleno de ira la serpiente.

 

El castaño se llevó en brazos al otro mientras el Faraón y los dragones le seguían. En la boca del submundo el ojivioleta se quedó parado.

 

El ojos azules le miró con el otro dormido en brazos pues la debilidad ya le había vencido.

 

Yo me quedo. Estoy feliz. He vivido más de lo que me tocaba. Yugi será feliz sin mí. No me queda duda de que encontrará a alguien que le quiera y cuide de él mientras yo le espero—dijo el ojivioleta.

 

¿No te enfada que alguien más le toque?—preguntó el sacerdote pues esa no era la actitud del príncipe que él conocía.

 

Esa es nuestra diferencia ahora. Me dolería que él amara a alguien más pero no voy a permitir que él pase solo el resto de su vida por mi culpa. Quiero demasiado su felicidad para eso. He esperado miles de años para verle, puedo esperar unos más. Sé que él vendrá por mí—le dijo el tricolor.

 

Seth asintió y al hacerlo se despidió de su guía y salvador sabiendo que el otro tenía la razón.

Notas finales:

espero y les guste

^^


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