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EL CHACAL Y EL DRAGÓN por desire nemesis

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15 años han pasado desde aquél triste día en que Yugi Motou perdió a su amado en sus brazos y Seto Kaiba recuperó un amor que le llevó cinco mil años en alcanzar.

 

¡Ay! Estoy ansiosa de que empiecen de una vez—dijo la castaña a su marido. Estaba sentada en la platea de Ciudad Batallas.

 

¡Uy, uy, uy! Me suena a que tienes problemas Daddy—dijo Elisabeta, sus padres la habían criado en Nueva York por motivos de trabajo ya que la empresa de su mamá había abierto una sede allá y como ella estaba habituada al ambiente por vivir de joven allá, le pidieron que asumiera el puesto de gerente, cosa que aceptó. A su papá no le gustó mudarse y menos que su única hija empezara a llamarlo Daddy, por eso ella lo hacía. Porque sabía que podía. Porque hiciera lo que hiciera, siempre sería la hija consentida de papi.

 

¡Que bueno!—dijo un recién llegado. –No me permitiría perderme esto. Adoro que le pateen el trasero al engreído de Kaiba—exclamó después.

 

¡Joey! ¿Qué haces tú aquí?—preguntó Tea.

 

Él la miró como si hubiera hecho la pregunta más tonta del universo. –Mirar el duelo, claro—respondió el ojos mieles. Se veía igual que siempre, salvo que tenía el pelo corto y la cara un poco más redonda. Tenía un chupa chupa en la boca.

 

¿No estas viejo para eso?—le dijo Elisabeta al otro señalando la golosina.

 

¿Y tú no estás muy chica para meterte en los asuntos ajenos?—le dijo él a la niña de diez años.

 

¡Oye viejo! ¡Cuidado como le hablas a mi hija!—dijo el padre de esta haciendo que su niña se inflara por sentirse apoyada por su padre.

 

¡Tú ten cuidado! ¡O te hago echar del estadio!—dijo engreídamente el rubio.

 

Los dos se miraron intensamente y la niña temió por un momento que se pelearían allí mismo aunque ella confiaba que su padre le ganaría a ese tipo.

 

El enfrentamiento ocular terminó con un zape en la cabeza de cada uno. Ambos se la sobaron mientras la culpable de los golpes cruzaba los brazos.

 

Se me esta acabando la paciencia—aseguró.

 

¡Sabes que no lo haría!—se quejó Wheeler.

 

¡Duele!—se quejó su marido.

 

¡Para que aprendan!—dijo Tea satisfecha de si misma. –Y tu hija ve aprendiendo como se debe tratar a los bakkas—añadió. Elisabeta cruzó los brazos y se puso en la misma pose que su madre. Su padre rodó los ojos.

 

¡Daddy trae limonadas! Mamá y yo tenemos mucha sed—le dijo la menor. Su padre suspiró ceñudo para irse sin chistar.

 

Joey y Tea miraron su espalda mientras subía por las gradas.

 

¡Quien diría que Tristán terminaría así de mandado!—dijo el alegre ojos mieles ganándose una mirada de desaprobación de las Taylor.

 

Volviendo al asunto… ¿Tú no deberías estar en el palco de Kaiba Corp? Digo… a tu amado y egocéntrico marido no le importará que…--dijo ella.

 

¡De Setin me ocupo yo!—dijo muy confiado el ojos mieles.

 

¡Uy! Se ve que su relación ha cambiado un poco—dijo admirada la castaña.

 

¡Claro! Lo tengo comiendo de la palma de mi mano—aseguró Joseph.

 

¿Hablan del millonario Seto Kaiba?—preguntó la niña.

 

¿De quien más? Hablamos de ese soso embustero. De ese idiota engreído. De ese rábano mal pelado—dijo el ojos mieles torciendo el gesto.

 

¿Qué te hizo?—preguntó Tea percibiendo la ira en sus palabras.

 

No seas tan melodramático, solo olvidé recogerte—dijo el castaño parado tras Joey mientras todos lo miraban con la boca abierta. Ver a Seto Kaiba en persona y a milímetros de distancia era un lujo que pocos mortales podían darse.

 

¡Oye! Tienes un duelo en un minuto... ¿Qué haces aquí?—preguntó casi enojado el rubio mientras se paraba.

 

El otro alargó su mano tomando la chaqueta del otro y halándolo para terminar besando sus labios muy posesivamente.

 

Tristán llegó entonces y viendo lo que pasaba anunció—Es mejor que me vaya. Hay cosas que solo se deben dejar a la imaginación—El brazo de su esposa fue más rápido que él. Es que Tea tenía sed.

 

Alejándose el ojos azules sonrió al ver que el otro estaba todo rojo y con la respiración entrecortada. –Vine por mi beso de buena suerte—le contestó.

 

Demo…--balbuceó el otro apenas consciente.

 

Me esperarán. Conozco al dueño—exclamó Kaiba.

 

Tea admiró el cambio surgido en el CEO. Aunque se habían visto un poco con su antiguo amigo, de Kaiba solo había oído hablar porque siempre estaba ocupado o no quería reunirse con ellos. Era un poquín antisocial aún. Pero esa relajación y demostración de afecto dejaba a la ojiazulada más tranquila. Si había cambiado así era porque quería a Joey y eso le hacía feliz.

 

¡Ahora vé a...!—dijo el ojos mieles y el otro lo interrumpió.

 

¿Con que me tienes comiendo de la palma de tu mano, no?—preguntó Kaiba arqueando una ceja.

 

Joseph se atragantó. ¿Hace cuanto estaba ahí?

 

¿Y los chicos?—preguntó el castaño.

 

Eto…--dijo el rubio con mirada de “Ojalá se me ocurra algo bueno”.

 

No tienes la suficiente fuerza de voluntad. ¿Cierto?—preguntó el ojiazul cruzándose de brazos mientras Tea se reía.

 

¿Qué sucede mummy? ¿De que chicos habla?—preguntó la joven Taylor.

 

Su padre a su lado contestó—De las fierecillas indomables—

 

Mira quien habla. Papá Cohete—le retrucó el ojos mieles al CEO.

 

Seto puso cara de fastidio y dijo—Hablaremos en casa—

 

Mientras el otro se alejaba el rubio le dijo—Te vas porque sabes lo que te conviene, ¿No es así, Papá Cohete?—Kaiba no miró hacia atrás en ningún momento y su esposo se volvió a sentar.

 

¿Y bien? ¿Qué pasó con las fierecillas?—preguntó el padre de familia.

 

Justo cuando el otro iba a responder la pantalla de mil pulgadas del estadio donde se veía la hora pues aún no aparecían los contrincantes hizo estática.

 

En la pantalla apareció un joven rubio de ojos azules y una sonrisa arrolladora—Señores, aquí la Corporación Kaiba se complace en presentar…--dijo.

 

¡No, no, no! ¡Suenas como un presentador de radio Reiji chan!—dijo una voz en off que parecía de más o menos su misma edad.

 

El joven sentado fue empujado a un lado mientras el ojos mieles en la platea se tapaba la cara de la vergüenza. Lo que faltaba, pensó.

 

Debes decir: ¡Buenos días! Estamos en este glorioso y soleado día para presentar…--dijo el castaño de ojos mieles de aparentemente la misma edad que el otro con tono muy serio.

 

¡Te he dicho que no me llames así! Además pareces un reportero dominguero de baseball—le retrucó el ojo azulado.

 

¡Bueno! Técnicamente esto es un deporte. ¿No? ¿Reiji chan?—preguntó el castaño haciendo enfurecer al otro que se le tiró encima y así terminó la presentación.

 

¿Quiénes son ellos daddy?—preguntó Elisabeta.

 

Las fierecillas—respondió Tristán sonriendo. Se veía muy digno con su bigote estilo militar acompañando su melena rala. —Tus  hijos dan la nota como siempre. ¿No Joey?—

 

Reiji y Ayato eran unos mellizos de trece años que hacían llover sangre. No de manera literal. Es que eran inteligentes como Seto y revoltosos como Joey. Buena combinación excepto para el director del colegio que los tenía todos los días de la semana sentados en la banca de la sala de espera, esperando la resolución de los problemas en los que se metían.

 

Pero en el fondo eran buenos chicos, rezaba papá Joey al verlos pues tenían muchos amigos y siempre le pedían favores a papá Seto para que ayudaran a alguien. Los revoltosos Kaiba hacían sentir su presencia adonde iban. Como hoy.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Me pueden explicar que están haciendo?—preguntó una portentosa voz y los gemelos Kaiba se quedaron muy quietos, luego de ver que se trataba de quien creían le sonrieron incómodamente.

 

Etoooo… nosotros estábamos intentando—dijo Reiji.

 

Se lo que estaban intentando Reiji kun. La pregunta es quien les dio permiso de intentarlo—dijo el estilizado chico de ojos violáceos.

 

Primo Atemu nosotros no necesitamos…--dijo Ayato con su pose más setista.

 

Si arruinan esto los freiré en aceite y los serviré para la cena—dijo con mortal tono el mayor de los primos Kaiba.

 

Atemu Kaiba era un poco engreído, si, pero tenía una debilidad y esa debilidad estaba a punto de hacer algo importante.

 

El presentador oficial de Ciudad Batallas anunció al público desde el estudio de transmisión oficial, los Kaiba estaban en una oficina que funcionaba como estudio improvisado, como hijos que eran de Seto habían hacheado la línea interna—Señores y Señoras es un gusto presentar ante ustedes un duelo fuera de lo normal, en el vigésimo aniversario de Ciudad Batallas un duelo que nos retrotraerá a los mágicos tiempos en que el dueño de KC competía por el campeonato mundial de duelo de monstruos con el número uno del mundo. Señores les presento el duelo aniversario: Seto Kaibaaaaaaaaaaaa vs. Yugi Motouuuuuuu—dijo alargando los nombres de este a modo de presentador de boxeo.

 

Ambos cuñados salieron a la arena y se aposentaron cada uno con su deck en su atril encomendado.

 

Los ojos del mundo estaban atentos ya que varias cadenas los estaban transmitiendo por satélite. Ambos contendientes eran  aún hombres jóvenes e importantes. Era como una final del mundo de nuevo aunque más bien era un duelo de exhibición. Solo los egos estaban en juego. Pero para los involucrados eso era algo serio.

 

Como siempre por un momento el mundo dejó de girar para los contrincantes y los admiradores y solo se centraron en estrategias y monstruos y como siempre por un momento pareció que todo estaba perdido para el pequeño tricolor y entonces todo cambió radicalmente y el mejorado “Ojos Azules” cayó bajo las portentosas alas del “Dragón Alado de Ra”.

 

El duelo y el final fueron estupendos pero Seto salió de la arena furioso por haber perdido. Por un momento creyó que lo tenía.

 

¿Creíste que esta vez le ganarías, cierto? ¡Que iluso!—dijo una voz que el castaño reconoció enseguida. Su dueño estaba apoyado en el vano de una puerta algo atrás de la salida de la arena a los pasillos subterráneos.

 

¡Cierra el pico Dado o yo te lo cerraré!—dijo el airado ojos azules.

 

¡Quiero ver eso, Ricachón!—dijo con desdén el otro.

 

¿Duke?—preguntó una voz detrás de ambos y ambos voltearon.

 

¡Te ves bien, Joey!—le dijo el ojiverde cambiando el talante.

 

¿Por qué estas aquí?—preguntó el rubio preocupado.

 

¿Te disgusta mi presencia?—preguntó el pelinegro algo frustrado.

 

No es eso es que…--dijo el ojos mieles y de pronto se vio abrazado por la cintura.

 

…es solo que le disgusta que ataquen a su esposo—terminó la frase el millonario como él quería que la terminase el otro.

 

Los ojos de Devlin relucieron como navajas y de pronto una mujer llamó--¡Duke!—

 

¡Aquí estoy!—gritó el nombrado.

 

¿Esa es...?—preguntó perplejo Wheeler y entonces ambos se vieron cara a cara--¡May! ¿Qué haces…?—preguntó el joven.

 

Vino a ver a un antiguo amigo. ¿No puede?—respondió el Dado.

 

Seto entendió muy bien lo que el otro quería hacer--¡Déjalo ya, Devlin! ¡Por más que lo intentes Joey no querrá alejarse de mí! ¡No te sigas humillando así! ¡Te ves patético!—dijo con su sonrisa triunfadora haciendo que el otro se erizara como un gato enojado.

 

¡Eso lo decidirá Joey!—dijo.

 

Joseph se zafó de Kaiba y saludó efusivamente a May que estaba un poco escandalizada por el comportamiento de ambos.

 

¡Déjalos! ¡Son como un par de niños discutiendo por un juguete! ¡Cuando se aburran  se separaran!—le dijo a ella causándole algo de gracia un comentario tan adulto del sempiterno adolescente.

 

¡Ne, Seto, iré a un restaturante con la banda si te quieres reunir serás bienvenido pero si quieres pelear ve y enciérrate en una cueva!—dicho esto el ojos mieles haló a la rubia y dejó a los malhumorados solos.

Notas finales:

espero les gustara este final para la historia

disfrute mucho su compañía y les invito a leer mi nuevo fic

VAMPIRE LEGACY

ja ne y nuevamente gracias


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