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VAMPIRE LEGACY por desire nemesis

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Le recuesta en la mullida cama poniéndose sobre él como es su costumbre. Sus labios hacen mella como lo hicieron antes.

 

¡Va a matarme! Estoy muy débil y…, piensa el cazador con angustia mientras el calor de su cuerpo va en aumento al sentir el dulce aroma que emana del otro.

 

No tienes de que preocuparte que no me alimentaré de ti hoy. En tu estado sería demasiado riesgoso—dice el joven de ojos azules.

 

Joey le mira angustiado preguntándose si podrá adivinar su pensamiento y lanza un gemido cuando el cuerpo del otro se arrastra solo un poco contra su enervada piel.

 

Será difícil contenerme si haces esos sonidos—le dice el dueño de casa mientras besa la piel de un lado del cuello para luego moverse con un poco más de impulso lo que hace temblar a su presa y lanzar, sin poder evitarlo, otro gemido lleno de puro disfrute. –Deberé acallarte entonces con mi boca—dice Seth mientras su cara se coloca sobre la del otro y procede a besarle.

 

Es más fuerte que él. Sus cuerpos se atraen. Su piel, su aroma, su calidez que parece ir subiendo más y más a la par de la suya.

 

¿Por qué? ¿Por qué a mí?—pregunta cayendo en las redes de la lujuria el de dorado cabello.

 

Porque te deseo. Te deseo como mi presa desde que entraste a esta casa. Al menos sabía que me engañabas. Eres demasiado joven para investigar solo en el Scotland Yard. No sabía que eras pero me intrigabas y eso no me sucede a menudo. De hecho eres el primer hombre al que hago mi presa pero… no pude contenerme. Hay algo en ti que deseo—responde Kaiba.

 

¿Qué?—pregunta el muchacho.

 

Aún no lo sé con seguridad pero no me canso de buscarlo—dice el más alto arrancándole otro beso intenso como el mismo mar embravecido.

 

Mientras Joseph sucumbe al deseo mutuo que ambos sienten preguntándose si no será por obra de ese extraño ser, su cabeza no deja de pensar.

 

¿Tú desapareciste a esas jóvenes?—pregunta.

 

No. De hecho tu eres mi primera presa en mucho tiempo—le responde el noble volviendo a besarle mientras sus manos arrebatan del sutil cuerpo bajo suyo las prendas de su vestuario sintiéndose atraído por la blanca piel que ahora es claramente visible.

 

¿Cómo puedo…? ¿Cómo puedo creerte?—pregunta el joven cazador.

 

¡Tendrás que hacerlo! No tienes opción. Eres mi presa. Soy el dueño de tu cuerpo, de tu voluntad, de tu alma—le dice el vampiro mientras sus labios recorren la piel desde la clavícula hasta el vientre haciendo que el otro se arquee vivamente.

 

Joseph se siente ahogarse con cada centímetro que el otro gana. Su cuerpo le deja hacer todo lo que desea. Llegados al momento del éxtasis el ojos mieles está abrazado fuertemente al cuello del otro que no puede evitar más llegar al culminante momento.

 

Ese cuello ante él se vuelve más y más irresistible. Emana su aroma ya que la noche anterior lo ha marcado como suyo. Ya no despide el hedor de otro que antes le repugnaba. Supo así que el otro le mentía en parte. Y ahora desea con todo su ser ese líquido escarlata que sus venas emanan.

 

Pero debe contenerse. Él es de los pocos que conoce que logra hacerlo y el único que lo hace en la práctica. Cierra los ojos y trata de respirar menos aunque eso le sofoca. Ellos no son como los humanos piensan. La inmortalidad cabe solo si algo no les mata. Son inmunes a enfermedades y  a la vejez pero eso es todo.

 

Con cada embestida aumenta su deseo de probar el dulce néctar del joven cazador. ¿Quién lo hubiera supuesto? Que terminaría enredado con un hombre y cazador. Era una locura. Pero esa locura se siente tan bien entre sus brazos.

 

El calor que mana, lo bien que sabe, lo que le produce cada roce con su piel. Mientras piensa en esas cosas sucede, no pudo contener más lo que puja por salir de él y entre los jadeos propios y de su amante se viene dentro del rubio.

 

Estuvo todo el tiempo deseando y temiendo que los finos colmillos volvieran a clavarse en su piel. Era extraño todo, su actuar y su pensar estaban siendo afectados por ese monstruo que lo seducía, que lo embriagaba.

 

Nunca supuso que quedaría enredado en la fina telaraña del deseo por un vampiro. Nunca supuso que tal existir era posible. Siempre pensó que eran unas bestias sedientas de sangre que simplemente se alimentaban de los humanos a los que dejaban muertos a su paso y ahora…

 

…ahora todo eso había cambiado. Había descubierto que eran algo más. Podían hacerlo a uno esclavo de sus deseos y de su piel, su aroma se tornaba irresistible para sus sentidos y los volvían tan sedientos de él como él lo estaba de su sangre. Era horrible y liberador también. Era una extraña mezcla de libertad y esclavitud y estaba descubriendo que no le disgustaba la idea de estar con ese castaño. De ser suyo. Quizás al morderlo también cambió sus gustos.

 

Kaiba descansaba en su pecho reponiéndose de todo lo acontecido cuando Joseph le pregunta--¿Tú me mordiste hace unos días?—Quería saber si él era el asesino de su maestro.

 

Después de respirar cansadamente y con el sopor del extenuamiento el ojos azules responde—No. Es lo que más me desagradó de ti al verte por primera vez. Hedías a otro. Sé que te mordió hace una semana porque en la noche perdiste su olor, por eso pude hacerte mío sin complicaciones—

 

¿Complicaciones?—pregunta Joey en parte aliviado de que el otro no fuera el culpable de la muerte de su maestro. Le creía sin dilación aunque su cerebro intentara hacer parecer lo contrario. Su corazón se había debilitado ante ese ojos azules.

 

Cuando mordemos a nuestra presa le imprimimos nuestro aroma para que éste avise que somos sus dueños—le responde el vampiro sin abrir sus zafiros mientras descansa la mejilla en su pecho.

 

Nos marcan como a ganado—dice algo ofendido el cazador.

 

Dudo que los dueños marquen al ganado en las mismas circunstancias que lo hacemos nosotros—retruca Seth con una leve sonrisa de satisfacción en los labios. No ve al otro enrojecer porque sigue en la misma posición con los ojos cerrados. –El morder la presa de otro es algo así como un delito y podría derivar en que el otro tenga el derecho a matarte—le informa el noble.

 

¿El aroma en si no evita que lo muerdan?—pregunta el curioso rubio mientras acaricia los mechones que descansan en su pecho.

 

A veces, no siempre—responde el vampiro sintiendo con esa caricia relajante que su sangre retorna a hervir. –Deja ya de hacer eso cachorro si no estás preparado para las consecuencias—le advierte el ojos azules mientras levanta de su pecho su cabeza y al terminar de hacerlo abre las puertas de su alma dejando verla, azul gatuno.

 

Yo no pretendía…--dice como disculpándose el joven bajo él.

 

Lo sé, pero todo lo que haces me provoca—le dice mientras se acerca a sus labios despacio para devorarlos lentamente mientras el otro que tenía sus manos sobre sus brazos recorre su piel hasta sus hombros y luego hasta su cuello.

 

No pueden evitar comenzar de nuevo pero esta vez más tranquilamente. Como las olas de mañana cuando suavemente van y vienen sobre la arena y el sol recién empieza a bañar la costa.

Notas finales:

espero les guste

^^

me estoy esforzando

mata ne


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