Joseph despierta con sed y hambre. Esta bien dormido y relajado. Baja de la cama. Por lo que puede ver fuera ha dejado de llover y ya es de noche.
Ha dado dos pasos cuando todo lo sucedido le ataca de golpe. El dueño de casa es un vampiro y su…
¡Veo que despertaste!—dice una voz que conoce bien y mira a la puerta. El castaño esta en el vano de la puerta con una bata sobre ropa de andar. Su rostro tiene algo gatuno que antes no vio.
Debo… volver a la asociación de cazadores o…--dice algo dubitativo el rubio buscando una buena excusa para alejarse de todo eso. Aún no comprende como terminó así.
De pronto el otro está ante él y le besa. Sus fosas nasales se llenan de él.
¿Estás seguro de que quieres irte?—pregunta Seth sonriente.
El ojos mieles agacha la mirada e intenta apartarse pues se ha sonrojado y en verdad no quiere contestar. Entonces siente un jalón del otro.
¡Vamos abajo! Tienes que alimentarte como es debido—dice el ojos azules y lo arrastra escaleras abajo.
Al llegar al comedor Joey se encuentra con un banquete servido como para 10, una pierna de jamón, ensaladas, pollo rostizado, T-bones, vino y postres.
No sabía que tenías invitados. Tal vez es mejor…—dice el rubio con cara de incomodidad pero al voltear ve que el otro sonríe.
¡No seas tonto! Esto es para los dos—le asegura el castaño para su sorpresa.
Pero…--dice el ojos mieles.
¿Es poco?—pregunta Kaiba.
Wheeler lo mira mal. –No es eso. ¿No dijiste que no sabías mucho de cocinar?—pregunta él.
El noble sonríe más, molestando al otro. –No hay forma de que yo cocinara todo eso cachorro. En vista de que necesitas comer bien contraté a alguien para cocinar—admite.
¿Por…?—queda impresionado el cazador.
¡Por ti!—responde la inconclusa pregunta el castaño sonriente.
Pero… no era necesario—dice el rubio sintiéndose totalmente cohibido por lo que agacha la cabeza.
El castaño eleva su mentón con su mano mientras acerca su cara a la del otro—Tengo que cuidar bien de mi presa—le dice roncamente evocando en la mente del otro escenas de la noche anterior que no son aptas para menores.
Se sentaron y el rubio empezó a comer despacio pues estaba en la mesa de un noble y aunque jamás nadie le enseñó modales de alta sociedad pues era huérfano, lo que sabía lo vio de otros, trató de comer con la mejor pulcritud que podía.
El castaño le miraba mientras tomaba con su delgada mano la copa de cristal llena del líquido carmesí. Joseph lo observaba mientras con los ojos cerrados bebía de la alta copa. Al terminar una gota de ese líquido manó de la comisura del ojos azules y se descubre pensando en lamerla para después ir por esos labios lo que le hace enrojecer.
Seth toma la servilleta y mientras está secando a la fuguista lágrima de alcohol ve que el otro esta todo rojo y le pregunta--¿Está todo bien?—mientras lo hace se levanta y se acerca para poner una mano en su frente y ver si no tiene fiebre. Wheeler enrojece más y trata de apartar su mano pero con la otra el castaño la detiene y baja su cara para decirle mirándolo a los ojos—No tienes derecho a alejarme de ti. Ya no—y luego lleva la mano atrapada a sus labios para besarla con intensidad.
Joseph enrojece todavía más mientras sus mejillas parecen el infierno por lo calientes que están.
Así no se puede uno dedicar a la comida—se queja el ojos azules mirando ese tentador rubor. –O más bien se me antoja comer algo que no es comida—agrega–Dime… ¿Te gusta que un hombre te haga suyo?—pregunta.
El otro trata de alejarlo incómodo con su incipiente aroma, su cercanía, sus insinuaciones y su pregunta.
¡Dime!—exige el noble sorprendiendo al cazador pues la demanda fue hecha con un grito.
Lo mira a los ojos--¡No digas esas cosas!—exclama.
Mientras una de sus piernas se entromete entre sus rodillas y la mano sigue presa de la suya, sin apartar un milímetro más su cara de la del otro, Kaiba le dice--¡Dime! ¿Aceptarías que otro hombre te tomara así como así?—
El rubio se siente en el deber de responder--¡No! ¡No lo haría!—la presión del otro sobre su mano se relaja a la vez que su rostro, en donde aparece una sonrisa como de alivio.
Come. Necesitarás tus fuerzas esta noche—dice el castaño.
Estaban en la habitación pero en la del noble que sorprendió al cazador porque contrastaba con el resto del castillo el cual era espartano. La habitación de Kaiba por el contrario era ostentosa, con una cama de bronce con dosel y amplio cubrecama blancos como la nieve. Las sillas gemelas que descansaban junto a una mesilla de desayunador en la ventana eran de fina hechura como la mesa, detrás de ellas estaba un espejo ancho con marco de plata.
Joseph está tan nervioso que el ojos azules le instiga a ir hacia la cama halándolo levemente para después hacerlo voltear de golpe y dejándole entre él y la cama con su cara a milímetros de la suya. Seth abre la boca y absorbe su esencia mientras con sus manos le despoja de la chaqueta, luego le recuesta y se pone sobre él.
La mano del ojos azules se introduce dentro de los pantalones del joven Wheeler que se agarra muy fuerte a sus hombros y la mirada del castaño volviéndose astuta le observa.
¡Voy a estar contigo de todas las maneras posibles!—le promete siendo regalado por ese dulce rubor que aparece en las mejillas del rubio cuando se siente incómodo y exitado. Va a replicar. Se lo ve venir y para no darle tiempo le besa de nuevo mientras su mano sigue arrancando gemidos de esa dulce boca.
Las manos de Kaiba sacan los restos del pantalón de Joey mientras su boca se separa de esos dulces labios y termina así ese ósculo que es tan deseado. Mientras su cabeza se dirige hacia el lugar más íntimo de Wheeler este se siente estremecer más y más.