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Cuando los sueños se hacen realidad por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola!!!!

Perdon por terminar esto taaan tarde, es que se me alargaron las fiestas xD Asi que por fin aqui les dejo el ultimo capitulo. Ojala les guste tanto como a mi.

Viva la Imperial!!!

Capítulo 9: El Día en que mis Sueños se Hicieron Realidad

 

La mañana siguiente fue ajetreada, nos despertamos muy temprano y salimos de la casa apresuradamente, sin tomar desayuno y en el auto personal de Keigo, sin el chofer que siempre le acompañaba, ya que no queríamos tener que dar explicaciones a nadie, queríamos disfrutar de nuestro amor, de este amor que tanto nos había costado conseguir y que por fin era nuestro.

Keigo manejaba un Ferrariplateado último modelo rápidamente por la carretera de vuelta a Tokio, pues la mansión Atobe se encuentra alejada de la ciudad. El amanecer comenzaba a despuntar, así que podíamos ver el sol nacer en medio de las montañas coloreando las escasas nubes que a esa hora adornaban el cielo, mientras adelantábamos todos los autos que encontrábamos en la ruta.

Keigo me llevó a Seigaku, pero como llegamos demasiado temprano, tuvimos que esperar dentro del auto, hasta que el establecimiento abriera sus puertas, lo cual no fue ningún problema para nosotros, porque todo el tiempo que podíamos pasar juntos era una bendición. El día que se avecinaba sería largo y pesado, pero el haber amanecido junto a él, era como haber recargado baterías.

Cuando hubo estacionado, me quité el cinturón de seguridad, y me senté de lado, para quedar mirándolo, estiré mi brazo para acariciar su cabello, colocando un mechón de las plateadas hebras detrás de su oreja derecha, pero éstas volvieron porfiadamente a su posición inicial, adornando sus cienes. Sonrió ante tal gesto y me miró con cierto dejo de tristeza en la mirada, lo que me preocupó un poco. Yo no podía sentir nada más que felicidad, pues sentía que por fin todos mis sueños se hacían realidad, pero al parecer algo le incomodabaa él.

-¿Qué ocurre? Te noto preocupado por algo- pregunté.

-No es nada, sólo pensaba en todo lo que se viene por delante- habló con cansancio en la voz.

-Tienes razón, lo más difícil será explicar esto a nuestras familias- dije pensando en sus palabras.

-Es verdad, será difícil, pero no dejaré que nada se interponga entre nosotros- dijo mirándome a los ojos con su mirada cargada de seguridad.

-Ni yo- dije con decisión en la voz.

-Lo importante es que estamos juntos- dijo mientras tomaba mi mano.

-Tienes razón, si estamos juntos podremos superarlo todo- le dije sonriendo.

Él también me sonrió en respuesta mientras nuestras cabezas se acercaban y chocaban nuestras frentes, permanecimos así, tomados de las manos, con los ojos cerrados, sin despegar nuestras cabezas, simplemente disfrutando del sutil contacto entre nuestros cuerpos.

Cuando comenzamos a ver el movimiento de apresurados alumnos que se acercaban al colegio, supimos que había llegado la hora de la despedida. Tomé su cabeza entre mis manos y lo besé tiernamente, sin querer despegarme de sus dulces labios. Fue Keigo quien rompió el beso diciendo.

-Ya tengo que irme o llegaré tarde a clases-

Era verdad, lo sabía muy bien, por lo que lo besé fugazmente una última vez y salí del coche, tomando mi bolso y colgándolo sobre mi hombro derecho, agachándome hasta la ventanilla para decirle:

-Nos vemos pronto… te amo- dije sin poder creer con la facilidad que esta última frase salía de mi boca, nunca imaginé que el decir te amo podría llegar a ser tan natural y fácil para mí.

-Te amo- respondió

Luego de eso, me incorporé y me dirigí rumbo a Seigaku, repasando en mi mente todas las obligaciones que tenía que hacer, tratando con todas mis fuerzas de mantener mi concentración, pues sentía que mi mente divagaba y se perdía en dulces sueños, por tierras lejanas, donde el amor dura para siempre y no existen ni complicaciones ni obligaciones.

Fue la voz de Fuji la que me sacó de ese mundo de ilusiones y me hizo fijar a la atención en él, que se acercaba a mí desde atrás.

-Así que te vinieron a dejar- dijo

-No sabía que me vigilaras- contesté

-Tranquilo, no me crucifiques- dijo sonriendo y levantando las manos en señal de inocencia –Noté que ayer se fueron juntos luego del Torneo Amistoso-

-Así es- respondí cortantemente

-Y… ¿siguen siendo amigos, o ya son algo más?- insistió

-Somos novios- respondí suspirando derrotado ante su insistente curiosidad, sabía perfectamente que Fuji siempre conseguía lo que quería.

-Vaya!!! Felicitaciones- dijo alegremente

-Gracias- respondí con sinceridad

-Pero… ¿Qué van a hacer ahora que te vas?- preguntó algo preocupado

-O no!!! Lo había olvidado completamente- dije parando mi caminar en seco y hablando más para mí mismo que para Fuji.

Era verdad, en estos últimos dos días habían pasado tantas cosas en mi vida, que el tema del Centro de Rehabilitación en Alemania se me había olvidado completamente. Aunque ciertamente ese tema era algo que debía solucionar lo antes posible.

Me excusé con Fuji y me dirigí a mi salón, ya había pensado en lo que debía hacer, sería sincero con mi doctora y le confesaría que no podía volver a Alemania, le explicaría que sería inútil tratar de volver, porque aunque lo hiciera, ya no podría soportar la vida estando alejado de él. Estaba seguro que mi doctora lo entendería y aunque no lo hiciera, yo había tomado mi decisión, había hecho mi apuesta y había apostado por el amor y no estaba dispuesto a dar marcha atrás, aunque esto significara que deba renunciar al tenis para siempre.

Pero, debido a la diferencia horaria con Alemania, no podía hacer la llamada a esa hora, por lo que esperé hasta el receso del almuerzo para hacerlo. Cuando por fin pude comunicarme con mi doctora, le expresé mi decisión de permanecer en Japón.

Me resultó tan difícil creer en su respuesta, ya que me parecía increíble que mi suerte haya cambiado tanto en tan solo un par de días. Ella me comunicó que no era necesario volver a Alemania, pues la rehabilitación había concluido exitosamente y los dos largos meses que permanecí alejado del tenis, de mi país, de mi familia, de mis amigos y de mi amor, habían dado frutos, pues ahora me encontraba completamente recuperado.

Parecía ser que cuando la vida realmente decide premiarte, lo hace de una manera espectacular, ya que en ese momento me sentí pleno en todos los aspectos de mi vida.

 

Quise darle la noticia personalmente a Keigo, fue por eso que ese día falté a los entrenamientos en el club de tenis y me dirigí hacia Hyotei Gakuen, dispuesto a esperarlo en las afueras del establecimiento y compartir junto a él mi alegría.

Cuando por fin me encontré afuera de las puertas de Hyotei, había varios alumnos a esa hora saliendo de sus actividades curriculares y al parecer, yo no le era indiferente a nadie, muchos paraban de caminar y se quedaban conversando en pequeños grupitos, los que crecieron hasta formar una multitud a mí alrededor. No entendía muy bien lo que estaba pasando, hasta que un joven castaño de cabello lacio se me acercó, pude reconocerlo enseguida, se trataba de Taki Haginosuke, amigo de Keigo.

Él nunca había sido de mi agrado y siempre creí que el sentimiento era mutuo, por lo que me sorprendió la amabilidad en su actitud y me alegré de constatar mi error. Yo me encontraba afirmado en la reja de la entrada principal, llevaba mi bolso de tenis colgado en el hombro izquierdo y fijaba mi mirada en el vacío, para evitar prestarle atención al centenar de curiosos que me rodeaba, ya que no me sentía particularmente a gusto con la situación.

-Hola Tezuka!!! Que milagro tenerte por aquí- dijo

-Hola Taki ¿cómo estás?- contesté forzando una sonrisa

-Bien, bien… sobre todo ahora que por fin tú y Keigo están juntos, eso me tranquiliza mucho- contestó sonriendo

-Gr… gracias…- contesté algo descolocado por su comentario, ya que no creí ser de su agrado -Pero dime ¿de qué se trata todo esto?- dije señalando a la multitud que nos rodeaba

-jajaja pues como verás, el chisme de que tú y Keigo están juntos se ha esparcido por todo el colegio y… ahora tú lo confirmas con esta visita- contestó divertido

-Ya veo- respondí

-¿Supongo que te das cuenta que atrapaste a la persona más deseada de todo el colegio?- preguntó alzando una ceja y yo sólo pude sonreír frente a su pregunta

-¿Y Keigo?- pregunté

-Ya debe venir en camino, así que mejor los dejo solos, no quiero ser un mal tercio- respondió

-Gracias Taki- dije sinceramente

-No hay problema, nos vemos- dijo mientras se encogía de hombros y se marchaba.

Sólo tuve que esperar unos minutos más hasta que Keigo apareció entre la multitud, los demás alumnos le abrieron el paso, hasta llegar adelante y poder verme, en ese momento, un gesto de absoluto asombro se fijó en su rostro, sus ojos y boca se abrieron ligeramente en un signo de evidente sorpresa y hasta dejó caer el bolso que llevaba en su hombro. Nunca esperé ver esa expresión de inocencia en él.

Sonreí al ser consciente de lo afortunado que era por tener esa vista y recordé las palabras que Taki me dijo minutos antes “Supongo que te das cuenta que atrapaste a la persona más deseada de todo el colegio” Yo estaba seguro de que Keigo era una persona deseada por muchos y no sólo en su colegio, pero nadie en este mundo lo amaba tanto como yo.

Me levanté de la reja en la que estaba apoyado y caminé con paso firme a su encuentro, él aun no podía salir de su asombro, por lo que cuando me paré frente a él, lo besé suavemente en los labios y dije:

-Te estaba esperando-

-¿Qué haces aquí Mitsu? No me esperaba tu visita- dijo extrañado

-Te vine a buscar ¿Acaso te molesta mi visita?- pregunté sorprendido de su reacción, ya que me esperaba una recepción más efusiva que esta.

-Nooo… claro que no. Es sólo que me sorprendió un poco- dijo moviendo la cabeza y recuperando a expresión de seguridad en su rostro

-La verdad es que tengo algo importante que decirte. Algo que no podía esperar y quería contártelo en persona- dije feliz mientras tomaba sus manos.

-Más sorpresas!!! No sé si pueda aguantar otra más ¿Qué ocurre?- respondió

-Hoy hablé con mi doctora en Alemania. Me acaba de informar que he sido dado de alta. Estoy completamente recuperado… Ya no debo volver- dije

Vi como sus ojos grises se abrieron de la impresión y brillaron con intensidad expresando la alegría que sentía y que se fijaba en la sonrisa de sus labios, se abalanzó sobre mí, abrazándome por el cuello. Yo le abracé en respuesta, tomándolo por la cintura y levantándolo unos centímetros del suelo, sin poder parar de sonreír. Me sentía en el paraíso, sintiendo el calor de su cuerpo tibio junto al mío, sintiendo el exquisito olor que emanaba de su piel y sabiendo que por fin todo estaba bien, que él era sólo mío y que no nos volveríamos a separar nunca más.

-Nunca voy a dejarte… Te amo- le susurré al oído

 

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte

Cubrirme con su fúnebre crespón;

Pero jamás en mí podrá apagarse

La llama de tu amor.

(Gustavo Adolfo Becquer)

 

Fin Flashback

-¿No vas a comer? Yo estaba muriendo de hambre- habló sacándome de los recuerdos en los que me había perdido.

-Puedo verlo- respondí riendo sin probar bocado aun.

-Ja! Muy gracioso Tezuka Kunimitsu, al parecer estás olvidando quién manda en esta relación- dijo con voz segura y una expresión de autosuficiencia en el rostro, a la vez que movía el tenedor que tenía en su mano.

-Keigo, me temo que estás confundiendo la complacencia con la sumisión- dije cruzándome de brazos y recostándome en la silla.

Sonrió fingidamente y soltó el tenedor que sostenía en la mano, mirándome fijamente con una expresión desafiante en el rostro. Como había predicho, mi comentario le disgustó un poco. Pero a mí me encantaba hacerlo enfadar, ese se había transformado en mi nuevo pasatiempo favorito. Pues había descubierto que lo mejor de una pelea, era la reconciliación. Y para ser novio del caprichoso Atobe Keigo, básicamente hay que tener un PhD en reconciliación.

Me levanté de la silla y me acerqué lentamente a él, mientras me encontraba bajo el escrutinio de su mirada que vigilaba cada uno de mis movimientos con una expresión expectante. Cuando llegué junto a él, me arrodillé en el suelo, tomé su mano izquierda y alcé el rostro para verlo a los ojos y dije: 

-Keigo… No te enfades, tú sabes que te amo-

-Pues no estoy tan seguro- dijo soltándose de mi agarre y girando su cabeza, evitando así mirarme a la cara.

-Entonces tal vez necesitas otra demostración- dije levantándome y cargándolo en mis brazos

-¿Qué haces? Bájame- protestó

-Ni en un millón de años- contesté sonriendo y besándolo

El respondió a mi beso, abriendo la boca y permitiéndome explorar con mi lengua su interior, nos besamos con ansias, mientras él pasaba sus brazos alrededor de mi cuello para profundizar aún más el beso. Luego separó su boca de la mía, me miró con una expresión suplicante y dijo:

-No quiero que peleemos más-

-Keigo… eres lo que más amo en esta vida- respondí mirándolo a los ojos. Lo volví a acomodar en mis brazos y subí la escalera principal rumbo a la habitación.

Afuera comenzaba a llover nuevamente y el ambiente se había vuelto frío, era un día perfecto para permanecer en la casa, bajo las cálidas cobijas, simplemente disfrutando de la seguridad y tibieza de encontrarse bajo techo junto a la persona amada.

Este viaje a la casa de campo era una celebración, por fin, después de meses de luchar e insistir frente a nuestras familias, ambas casas habían aprobado nuestro noviazgo. El constatar que nuestro amor era real había sido el gatillante de la aprobación final. Nuestros padres comprendieron que aunque lo intentaran, no podrían separarnos, pues ahora nuestros corazones eran uno solo, entendieron que nuestro amor era un sentimiento que nos hacía felices, que nos permitía crecer y que le daba sentido a nuestras vidas. Por fin vivíamosen paz.

 

*****

 

Una vez me dije a mi mismo que no quería amar, que el amor sólo había significado sufrimiento en mi vida, que ese sentimiento sólo me había hecho débil e incapaz. En ese tiempo, sentí que las alas de la tragedia rozaban mi alma, pero pude recuperarme y al final del camino no desistí de mi sueño de encontrar el amor, por eso pude alcanzarlo. Y comprendí que el amor me había hecho libre al darle sentido a mi vida.

Antes que tú llegaras ¿Cuán vacía había sido mi vida? ¿Cuántas veces había visto el paisaje sin reparar en su belleza? ¿Cuántas veces había mirado el cielo sin notar que era profundo? ¿Cuántas veces había escuchado los ruidos de la ciudada mialrededor sin percibir que formaban parte de mi vida? Sólo hasta el momento en que te conocí, volví a sentir unas inmensas ganas de vivir, porque desde el primer momento en que te vi, te trasformaste en la luz de mi vida. Una sonrisa tuya es más radiante que el sol y el brillo de tus ojos es más hermoso que todas las estrellas del firmamento juntas. Desde el primer momento en que te vi, te trasformaste en mi sol y estrellas.

Gracias por haberte cruzado en mi camino.

 

 

-Fin-

Notas finales:

Gracias a tod@s mis lector@s =)


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