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Hermosos y malditos por Kitana

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Milo contemplaba con gesto desesperado la puerta de la oficina de Shion, sabía que iría a la cárcel, que toda esa felicidad que había imaginado al lado de Kanon estaba desvaneciéndose cual espejismo y no podía hacer nada... Se aferró a la mano de Kanon como intentando recobrar la cordura, esperando que aquello no fuera sino un mal sueño del que pronto despertaría.

Como si presenciara una película, Milo se dejó llevar hacia la oficina del director. No había nada que hacer... Kanon se sentó a su lado y le tomó la mano, Milo lo miró con lágrimas en los ojos, ¿qué más podía pasarle ahora? Tuvo miedo, no solo por él y Kanon, también por la incipiente vida que dentro de él se gestaba, ¿qué sería de él ahora?

Shion los miró un segundo, y luego comenzó a hablar.

- Muchachos, lo que ha ocurrido con Isaac es algo muy serio... él perderá el ojo. Lo que sucedió allá en el corredor es grave, demasiado grave como para pasarlo por alto y ustedes dos lo saben... así que necesito que me digan que fue exactamente lo que pasó para poder ayudarlos. Así que no se queden callados, estoy al tanto de las cosas que ocurren en la escuela, así que ya no tiene sentido que se queden callados. - dijo Shion con el gesto paternal que le caracterizaba.

- Ninguno de nosotros sabe nada. - dijo Kanon sin soltar la mano de Milo. - Y de lo que pasó con Isaac...

- Fue mi culpa. - se apresuró a decir Milo. - Él iba a lastimarme y yo... estoy esperando un bebé y entonces yo...

- Él me llamó y yo hice lo que tenía que hacer para quitarle a ese animal de encima. - dijo Kanon, Shion los miró con tristeza, ninguno de ellos se merecía lo que estaba a punto de sucederles, y el más joven esperando un hijo, definitivamente aquello no era justo.

- Creo que será necesario llamar a tus padres Milo... la policía llegará en cualquier momento, ¿estás consciente de lo que eso significa Kanon?

- Lo estoy. - dijo el muchacho con una entereza que sorprendió a Shion.

- Pero... tú no... - dijo Milo llorando. - Tú no puedes culparte por esto...

- Cálmate, piensa en nuestro hijo... - dijo Kanon, Milo lo abrazó sin dejar de llorar, Kanon se limitó a abrazarlo, ninguno de los dos podía hacer más. - Milo... en tu estado no puedes ir a la cárcel... no lo soportarías... ni tú ni nuestro bebé, promete que no mencionarás siquiera que has sido tú... promételo Milo. - le dijo al oído.

- Kanon... no puedes pedirme esto... no lo hagas por favor...

- Hazlo por mí, por nuestro hijo, no soportaría verte ahí dentro...

- ¿Y crees que yo soportaré verte a ti encerrado por algo que yo hice?

- Si me amas no me importa tener que ir a la cárcel... si me amas a mí y a nuestro bebé te quedarás callado y cuidarás de nuestro bebé.

- Kanon... debe haber alguna forma...

- Sabes que no la hay... le diré a papá que cuide de ti mientras yo salgo, no será mucho tiempo, hay atenuantes, estaremos bien, ya lo verás.

- Quisiera creerte... pero tú sabes que ellos...

- Tú no debes preocuparte por nada, ¿entiendes? Tú ocúpate de cuidar bien a nuestro hijo y yo me encargo del resto, ¿de acuerdo? - el lloroso Milo contempló el rostro confiado de Kanon... se resignó a permitirle hacer eso, pero aún así se sentía mal, era demasiado, los separarían quien sabe por cuando tiempo... sería difícil, demasiado difícil.

El padre de Kanon hizo llamar al mejor abogado que el dinero pudo pagar, estaba demasiado nervioso, Alcestes tuvo que hacerse cargo de los trámites de la  salida del colegio no solo para Saga y Mu, también para Milo.  El rubio no paraba de llorar en los brazos de Kanon. No quería separarse de él, no podía pensar siquiera que sería la última vez en mucho tiempo que se encontraran juntos.

- Cariño, por favor deja de llorar. - le dijo Kanon con una sonrisa.

- Sabes que no puedo, no puedo... ¿y que va a pasar si mis padres no quieren dejarme ir con tu familia?

- Eso no pasará, tú lo sabes.

-Es cierto... es la mejor ocasión para deshacerse de mí... - dijo Milo con una triste sonrisa.

- Debes tener paciencia, saldremos de esta, te lo prometo.

- Es que no deberías ser tú sino yo quien...

- Prometiste no volver a mencionarlo, ¿recuerdas? - dijo Kanon y lo abrazó con fuerza, Milo ocultó el rostro en el pecho de su novio y se dejó llevar por el dolor.

Cuando lo separaron del pelinegro, Milo gritó y gritó, nada ni nadie podía hacerle callar, contempló con impotencia como Kanon era subido en una camioneta de la policía para ser llevado a la delegación... no lo vería en mucho tiempo. Milo se dejó caer en los brazos de Alcestes que solo atinaba a acariciarle la cabeza. También lloraba, solo que lo hacía en forma silenciosa. Milo no pudo más se deshizo en llanto, ¿cómo era posible que les estuviera pasando algo así?

- Será mejor que se vayan a casa... yo iré con Kanon, debo cancelar mi viaje. - dijo el apenado padre de los gemelos. Alcestes y Saga asintieron con la cabeza y se dispusieron a salir. Mu guiaba a un lloroso Milo por los corredores mientras Saga los veía con tristeza.

-¿Ya sabes a donde trasladaran a Kanon? - se atrevió a preguntar el mayor de los gemelos a Alcestes.

- Si... a Cabo Sunion... hazme un favor Saga, encárgate de que lleguen bien a casa y de que estén cómodos allá, yo tengo que hacer un par de visitas. - dijo Alcestes, Saga se sorprendió, nunca lo había visto actuar de esa manera.

Saga obedeció las instrucciones de su hermano mayor y condujo en dirección a la casa de la familia Geminii, mientras Alcestes se fue en dirección opuesta a bordo de un taxi. Las cosas no estaban siendo fáciles para nadie.

Mientras tanto, Camus permanecía acostado en su cama mirando al techo, ya estaba enterado de lo que había ocurrido con Isaac, para él aquello no era sino la mejor oportunidad de obtener algún provecho, seguramente Milo estaría dispuesto a todo con tal de mantener a salvo a su adorado Kanon.  Tendría que hacer algunos tratos, repartir algunos favores, pero al final obtendría lo que él deseaba: a Milo Scouros solo para él. No puso atención a la mirada taciturna de Shura, estaba demasiado ocupado pensando en como iba a convencer a Luigi Altovelli de acceder a lo que pretendía. Luigi Altovelli, era uno de los más poderoso mafiosos de la ciudad y para mayor referencia, era el hermano mayor de Death Mask. En realidad sabía lo que debía darle para conseguir ese pequeño e insignificante favor que pediría, solo que no pensaba ponérselo tan fácil, quería que fuera algo al menos divertido para ambas partes.

- ¡Demonios Camus! - gritó Aldebarán apareciendo en la habitación. -La cosa se ha puesto fea, dicen que Shion ya está enterado de todos los negocios de Arles.

- Oh vamos, ¿de que te preocupas? A nosotros no nos va a pasar nada, además si ya se sabe lo de Arles podemos alegar que él nos obligaba.

- ¿Y si las nenas cantan?

- No van a cantar, no son tan idiotas y tú lo sabes. Despreocúpate Aldebarán no verás tu enorme trasero en una celda de Cabo Sunion si eso es lo que te preocupa. - le dijo el francés con una sonrisa retorcida. - Además, tú menos que nadie debería preocuparse, tu padre es el mejor abogado del país, seguro que te sacaría en tres patadas.

- Supongo que tienes razón...

- Por cierto, ¿dónde demonios está Death? Necesito hablar con él. - dijo Camus.

- Está en la oficina de Shion.

- Umm esto ya no me está gustando... - murmuró el francés. - ¿Sabes que pasó con Milo? - el brasileño miró a su compañero con una sonrisa de lo más burlona, a Camus no le agradó aquello, el toro era bastante estúpido pero no tanto como para no haber notado su interés en el joven griego.

- Se lo llevaron, la familia de Kanon, ¿a que no sabes por qué? ¡Tu rubio está esperando un hijo de Kanon! - la sonrisa se le borró del rostro a Aldebarán cuando miró la mueca de furia en el pálido rostro del francés.

-¿Qué demonios estás diciendo? - preguntó un furioso Camus.

- Pues lo que todo el mundo dice. La secretaria de Shion escuchó cuando Kanon le decía a Milo que debía cuidarse él y su bebé. - dijo un sorprendido Aldebarán.

- ¡Maldita sea mi suerte! ¡Ese imbécil se me adelantó! - gritó furioso Camus. - Pero esto no se va a quedar así, ¡ese infeliz! ¡Maldita copia barata! Y Milo también va a pagar las consecuencias de esto o dejo de llamarme Camus Mont Claire.  - Shura y Aldebarán lo vieron salir furioso. El francés estaba más que iracundo, todos sus planes se habían ido al demonio gracias a la intervención de Kanon Geminii, y eso no iba a quedarse así. Tenía que hacerlo pagar, lo mismo que ese rubio estúpido que se había dejado embarazar por ese imbécil.

Se apresuró a llegar a las cercanías de la oficina de Shion, tenía que interceptar a Death de inmediato. Y también tenia que desquitarse de su tío. Daniel tenía que pagar, aún cuando no fuera culpa suya el que Milo quedara embarazado de Kanon.  Tenía que moverse, y tenía que moverse rápido. Sabía que con toda seguridad Kanon iría a parar a Cabo Sunion, la prisión más temible de todo el país, no solo por las terribles condiciones de vida para los presos, sino por la peligrosidad de los internos. Eso sería un punto a su favor, a nadie le extrañaría que Kanon sufriera un "accidente".

Finalmente vio aparecer a Death Mask. El italiano estaba particularmente malhumorado ya que había tenido que interrumpir su "conversación" con Afrodita por haber sido llamado a la oficina del director. Estaba furioso, a alguien se le había ido la lengua y en cuanto lo averiguara, ese alguien sabría lo que significaba la palabra furia.

- Al fin te encuentro. - le dijo Camus.

- ¿Qué quieres? Te advierto que no estoy de humor para idioteces.

- Ja, no me hagas reír.- le dijo Camus en tono retador. -Por si lo olvidaste italiano, estamos en el mismo barco, así que si se hunde uno, nos hundimos todos, ¿entiendes o tu diminuto cerebro no puede procesar tanta información junta? - la sonrisa burlona en los labios de Camus se tornó cruel.

- ¿Qué es lo que quieres?

-  Dos cosas, la primera, ¿qué tanto sabe el decrepito Shion? Y la segunda, ¿tu hermano está en el país?

- Luigi esta en el país y el viejo sabe todo... es decir que estamos en problemas.

- Corrección, tú estás en problemas. Por si se te olvida, aquí yo soy un alumno modelo. Y por cierto, ¿qué le dijiste al viejo?

- No mucho, me aferre a la historia de que yo no sé nada.

- Eso es lo mejor que puedes hacer, nadie se atrevería a decir nada, aunque si me preguntan, Arles y tu tienen toda la culpa en esto.

- ¡Maldito francés¡ ¿Serías capaz?

- Si tengo que salvar el pellejo de alguien ten por seguro que será el mío. Aunque no creo que tenga necesidad de decir nada. - murmuró al ver que Arles salía hecho una furia del despacho de Shion. - Por lo que se ve ya tenemos a nuestro chivo expiatorio, ¡excelente! Ese tipo nunca me cayó bien. Habiendo solventado esto, me voy, por cierto, no dejes que interroguen a Aldebarán seguro que a ese se le va la lengua y a ninguno de nosotros le conviene, ¿no lo crees? - dijo Camus con toda la intención de hacer que Death Mask comenzara a sospechar del brasileño.  No le había gustado la forma en que le dio la noticia del embarazo de Milo. El primer paso estaba dado, tenía las cosas a su favor. Ahora tenia que hacer uso de influencias externas para deshacerse de Kanon. Y no tenía a nadie mejor en mente que el hermano de Death Mask.

Afrodita permanecía atado y amordazado debajo de la cama en la misma posición en la que Death Mask le había dejado.  Le dolían los brazos y no había podido dejar de llorar. Estaba asustado, por momentos creyó que las amenazas de Death acerca de matarlo si no le decía quien había hablado se volverían certezas y eso le tenía aterrorizado.

Escuchó los pasos de alguien entrando en la habitación. Supuso que sería Death Mask y su corazón comenzó a latir con violencia. Quiso gritar pero la mordaza se lo impedía, de sus labios solo escapó un ininteligible balbuceo que llegó a oídos de quien entraba en ese momento en la habitación. Se trataba de Shura. El español había estado buscando a Afrodita después que se enterara de que Death Mask lo había sacado de su dormitorio. 

Por mera casualidad, Shura se atrevió a mirar debajo de la cama, había escuchado a Aldebarán e Isaac comentar burlonamente que a Death Mask le agradaba esconder ahí a sus compañeros de cama.  Cuando vio al lloroso y aterrorizado rubio le quedó claro que en realidad Death Mask era todo lo que se decía de él y quizá más.

- ¿Estás bien? - dijo el español mientras intentaba sacar a Afrodita de debajo de la cama sin lastimarlo aún más de lo que ya estaba. Finalmente logró hacerlo salir del estrecho espacio. El rubio se echó a llorar en sus brazos cuando al fin consiguió deshacerse de las ataduras que Death Mask le había impuesto al rubio.

- Gracias... - dijo Afrodita entre lágrimas. - Si no hubieras entrado nadie me hubiera sacado de ahí...

- Pero... ¿por qué...?

- ¿Por qué me hace esto? Fácil, porque puede hacerlo, ¿por qué permito que lo haga? Porque no tengo otra opción. - dijo el rubio mientras intentaba por todos los medios a su alcance dejar de llorar. Se sorprendió a si mismo al verse envuelto en los brazos de Shura. - Será mejor que me vaya, se va a poner furioso pero... no puedo seguir aquí.

- Esta bien, ¿quieres que te acompañe?

-No, no hace falta, además sí se da cuenta, no solo tendré problemas yo, también tú. - dijo el rubio y se levantó con cierta dificultad. Shura lo miró, era en apariencia muy débil, sin embargo, se dijo que se requería más que fortaleza para soportar una vida como la que el chico llevaba.

Lo vio desaparecer por el corredor, no había mucho que decir, ni mucho que hacer, ¿podía hacer algo por él? En realidad no... acaso cuidar de que no lo hiriesen demasiado. Pero se dijo a sí mismo que aquello no iba a ser suficiente, ¿cómo había sucedido? ¿De donde surgía todo ese interés en ese hermoso muchacho rubio?

Shura volvió a su dormitorio pensando que algo podría hacerse para mejorar la situación de Afrodita, algo que no implicara poner en alerta a Death y su grupo.

Lejos de ahí, Alcestes comenzaba con las visitas que tenía planeado hacer. Su primera escala fue uno de los vecindarios más peligrosos de la ciudad, cualquiera hubiera tenido miedo de siquiera asomarse a ese sitio, pero no él. Tenía un propósito y debía cumplirlo a la brevedad posible. Sospechaba que la seguridad de Kanon dependería en gran medida de lo que él pudiera resolver en esas visitas.

Se adentró por las sucias y solitarias callejuelas, al fin divisó aquella cantina de aspecto deplorable que tan bien recordaba. Ahí había sido donde él y Penrill comenzaran el "entrenamiento".

Con paso decidido se dirigió al local. Estaba nervioso, no sabía si encontraría aún a los que ahí conociera. Avanzó directo hacia la barra y preguntó por Thol, el cantinero le señaló una mesa en un rincón oscuro, sobre la que descansaba un hombre de proporciones descomunales, poseedor de una larga melena castaña que en ese momento le cubría buena parte del rostro.

Se acercó con una sonrisa confiada en el rostro. Sí él estaba ahí, entonces las cosas no estaban tan cambiadas como él hubiera pensado.

- ¿Sabes? Creo que te estás haciendo viejo. - murmuró cerca del oído de Thol.

- Y tú te estás haciendo más y más ruidoso con el paso de los años,  te noté desde que entraste...

- Oh vamos si estabas perdido en el séptimo sueño...

- ¿Es que no aprendiste nada en esos meses que pasamos entrenándote?

- Además de cómo fastidiarlos... creo que no...- dijo Alcestes riéndose.

-Pedazo de animal... y ¿qué te trae por aquí? Según recuerdo Penrill dijo que no volvieras por acá a menos que fuera algo muy importante... así que dime.

- Es mi hermano... acaban de enviarlo a Cabo Sunion...

- Demonios... eso solo puede significar que la embarró en grande, ¿cierto?

- Se metió en los negocios de alguien, esto no va a ser nada bueno para él.

- ¿Y en que estás pensando gnomito?

- En pedirle ayuda a Penrill... ¿crees que me ayude?

- Tratándose de ti... claro que lo hará, aunque no se si será fácil que ayude a tu hermano en ese  maldito agujero.

- Hablas como sí aquello fuera el infierno.

- No, el infierno es un paseo dominical si lo comparas con Cabo Sunion, yo estuve ahí, ¿recuerdas? Sin las amistades adecuadas tu hermano se las va a ver negras.

- Lo sé, por eso es que necesito hablar con Penrill hoy mismo.

- Está bien, yo te acompañaré pero no creo que quiera verte, ¿recuerdas lo que dijo la última vez que estuvimos aquí los tres juntos?

- Claro que lo recuerdo... no quería visitas en la cárcel y no quería que ni tú ni yo nos involucráramos.

- Exacto, así que veremos que se puede hacer con ese necio. - el enorme Thol se puso en pie y avanzó hacia la salida con Alcestes siguiéndolo. El enorme sujeto avanzaba a paso lento en dirección al callejón detrás de la cantina. Alcestes lo seguía en silencio, confiaba en él tanto como en si mismo.

Subieron en una enorme camioneta todo terreno, Thol condujo en silencio en dirección a las afueras de la ciudad, condujo por un buen rato, hasta que a lo lejos al tomar una curva se pudo ver la enorme e imponente prisión de Cabo Sunion, el peor sitio en el planeta para vivir.

Solo en ese momento fue que Alcestes se preguntó como demonios iban a entrar si ni siquiera era día de visita.  De inmediato se tranquilizó pensando que Thol no lo hubiera llevado hasta ahí si no tuviera forma de hacer que vieran a Penrill.  Thol le dijo que esperara en el auto mientras el "engrasaba los engranes de la justicia".  Poco después salió, simplemente le indicó que lo siguiera. Alcestes no se sorprendió al ver que Thol le conducía directamente a la oficina del director de la prisión. Thol abrió la puerta y le dejó el paso libre, no se sorprendió al ver ahí a Penrill vistiendo el uniforme de la prisión y mirándole con cierta molestia.

- Hola tú. - dijo el muchacho ruso contemplando con detenimiento la, en apariencia, delicada figura de Alcestes de nuevo frente a sus ojos después de cuatro años de no verlo.

- Hola...

- Si no mal recuerdo te pedí claramente que no me visitaras, que no intentaras ponerte en contacto conmigo mientras estuviera aquí, ¿o me equivoco?

- No, no te equivocas... aunque si no mal recuerdo... también dijiste que te buscara si necesitaba ayuda.

- Pero no esperaba que vinieras hasta aquí... en realidad esperaba no pasar mucho tiempo aquí, pero ya lo ves, parece que estoy destinado a pudrirme aquí dentro.

- No digas eso, hasta donde sé tu apelación va por muy buen camino.

- Eso quisiera.- dijo Penrill con una sonrisa torcida. - ¿Qué o quién te hizo venir hasta acá con tanta premura?

- Mi hermano... Kanon será trasladado en unas horas acá.

- Diablos... eso no es bueno, ¿no se supone que tu hermano es menor de edad?

- Si... pero se metió con alguien que no debía... con el hijo menor de Enzo Altovelli.

- Ese sucio italiano... siempre supe que un día íbamos a vernos las caras. Pero me temo que no puedo hacer mucho por tu hermano sin involucrarlo en... tú sabes.

- ¿De que hablas Penrill?

- Tú sabes como se manejan las cosas con la gente a la que pertenezco, si tu hermano nos debe algo, se le tendrá que cobrar, conoces las reglas.

- Por eso vine yo y no lo mandé a él.

- Ahora soy yo quien no entiendo, ¿qué te propones Al?

- Cásate conmigo... conozco las reglas, sí me caso contigo seré parte de la familia y no podrás negarme nada.

- Maldito gnomo loco, ¿de verdad crees que me convencerás de hacer esto? Si te casas conmigo tendrás que olvidarte de tu familia.

- ¿Crees que no lo sé? Pero prefiero no verlos y saber que todos están vivos a cargar en mi conciencia que pude hacer algo por Kanon y no lo hice por miedo a separarme de mi familia. Él tiene que librarse de esta... su novio está esperando un bebé... no puedo dejar que ese infeliz lo mande matar... pensarán que él fue quien dijo lo que pasaba allá adentro.

- Es decir que finalmente hablaste...

- Sí... y no lo hice por mí, sino por esos chicos.

- Te dije una vez que hablar de eso tendría pésimas consecuencias... no quisiste escucharme... y ahora usas lo que yo siento por ti para salvar a tu hermano de las consecuencias...

- Solo dime si aceptas o no.- dijo Alcestes perdiendo la paciencia.

- Estás loco Alcestes... además se supone que debería ser yo quien te proponga matrimonio. - dijo Penrill contemplando al hermoso joven de cabellos negros que le miraba expectante. - Thol... llama a mi padre, avísale que voy a casarme.

- Dalo por hecho Penrill. - dijo el enorme Thol y salió de la habitación dejando solos a Penrill y Alcestes.

- Gnomo esto no va a funcionar... tú eres alguien decente y yo... pues yo solo soy yo, además esta el asunto de mi familia.

- Penrill, no me vengas con idioteces, te debo la vida y algo más.

- Ni siquiera sé cuanto tiempo falta para que salga de aquí...

- Eso no importa... yo estoy dispuesto a esperarte... seré un buen esposo.

- De eso estoy seguro, de lo que no estoy seguro es de que yo vaya  a serlo. Tú no eres alguien que deba estar casado con el hijo del jefe de la mafia rusa.

- Ni tu eres alguien que deba estar aquí... el que debería estar aquí sería tu padre y no tú.

- Sabes que lo hice por él. Si el viejo pisaba la cárcel seguro se moría, yo mismo he estado a punto de morirme un par de veces, la vida aquí no es nada fácil.

- Lo sé, por eso es que necesito que cuides a Kanon.

- Lo cuidaré... y cuando salga de este basurero tú y yo recorreremos el mundo, te daré solo lo mejor. Al, quiero saber una cosa, ¿al menos sientes afecto por mí?

- Eres mi mejor amigo... y ahora vas a ser mi esposo, no te lo hubiera propuesto si me fueras desagradable, ¿no lo crees?

- Mientes muy mal maldito infeliz, sé que sigues enamorado de ese imbécil de Hagen, pero te juro por mi madre muerta que haré que lo olvides. - dijo Penrill tomando en sus brazos a Alcestes, el griego se dejó hacer, después de todo, Penrill sería su esposo. - Ya verás, lograré que me ames tal como logré hacer de ti un buen peleador. - Alcestes solo sonrió, Penrill tenía razón, a pesar del tiempo, a pesar de todo, él no dejaba de pensar en Hagen. Pero se obligaría a olvidar en los brazos de ese hombre que le sujetaba firmemente por la cintura.

Notas finales: Hola hola a todo el mundo, perdonen que no haya actualizado ayer como debio ser, solo que por causas ajenas a mi voluntad me fue imposible, bien les dejò otro capitulo espero que les guste, besos bye bye¡¡¡¡

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