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Hermosos y malditos por Kitana

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- ¡Vamos! ¡Todos bajen! - gritó el guardia. Kanon sintió que la decisión de culparse por lo ocurrido con Isaac era sin duda lo mejor que pudo hacer... aquél sitio era sencillamente horrible. Bajo con desgano del autobús que le había llevado desde la delegación de policía hasta la prisión, ya llevaba puesto el uniforme de la prisión. 

Sin quererlo llamaba la atención, no tenía mucho en común con el resto de los prisioneros.  Llevaba colgando al cuello el crucifijo que Milo le diera aquella primera vez que hicieron el amor. Se formó en la fila junto con el resto de los nuevos reos. Pronto le llegó el turno, se mantuvo callado y sereno. Recordó las palabras de Alcestes, "no demuestres miedo ni inquietud o te harán polvo". Su hermano nunca se había equivocado. Avanzó con paso lento pero firme hasta el sitio donde los guardias revisaban a los nuevos reclusos. Al verlo se aproximó uno de los guardias, le dijo al oído al que parecía estar a cargo. El sujeto solo asintió.

- A ese déjalo pasar así, está con el Lobo. - gritó señalando a Kanon para que los demás lo oyeran. Kanon se sorprendió pero no lo demostró.

- Ven conmigo, te llevaré a tu celda. - dijo un guardia. Kanon no se esperaba semejante recibimiento y estaba sorprendido. Se dejó guiar por los  interminables corredores de la prisión hasta cruzar un patio. - Entra en la segunda celda de la derecha, ahí estarás, pero antes ve a visitar al Lobo, esta en la celda junto a la tuya. - dijo el guardia y se alejó inmediatamente. Kanon no sabía que pensar, ¿quién era ese Lobo y por qué tenía tantas atenciones con él?

Se dirigió a la celda donde le habían dicho el ese tal Lobo estaría. Entro, estaba oscuro, no se veía absolutamente nada.

- Llegas tarde. - dijo la figura que se encontraba sentada al fondo de la celda. Aquella voz le sonaba tremendamente conocida, pero con tanta oscuridad no podía identificar al propietario. - Me dijeron que llegabas ayer.

- ¿Quién eres?

- Oh vamos, no me digas que me has olvidado. - dijo y encendió la luz, ¿cómo olvidar a ese hombre? Junto con Alcestes, Penrill había sido quien se encargara de hacer de él y Saga un par de máquinas de guerra, como solía decir el propio Alcestes.

- Pero... ¿qué demonios haces tú aquí?

- Pues aquí vivo, este es mi domicilio actual. - dijo Penrill con una sonrisa burlona.

- Alcestes dijo que te habías ido del país...

- Y así hubiera sido si no me hubiera pescado la policía... en fin, luego hablaremos de eso, lo que sobra aquí adentro es tiempo... mejor cuéntame, ¿qué demonios haces tú aquí?

- Hice algo estúpido...

- A mi me dijeron otra cosa...

- ¿Quién?

- Ya sabes, tu latoso hermano, vino a visitarme ayer.

- Alcestes...

- Si, es lo que se espera de alguien como él, trata de cuidarte.

-  Cualquiera diría que de verdad está loco... pero no lo está.

- Cierto, simplemente ha sufrido más de lo que podía soportar. Bien, ahora que seremos vecinos por no sé cuanto tiempo, creo que tendré que ponerte en claro como son las cosas acá.

- Adelante. - dijo Kanon, Penrill estaba sorprendido con el temple del muchacho, a pesar de la situación, no daba muestras de estar atemorizado o desesperado como muchos que llegaban a Cabo Sunion.

- Ven, siéntate. - dijo Penrill señalándole un cómodo diván que a Kanon le pareció estaba bastante fuera de lugar en un sitio semejante. Penrill se acercó a una mesita cercana y se sirvió algo de vino.  - Como puedes ver este sitio es un basurero, sabes cuando llegas, pero jamás sabes cuando te irás y eso es porque en este maldito infierno ponen a la gente de la que quieren deshacerse, no son pocos los "accidentes", pero tú no tienes de que preocuparte. Aquí adentro me respetan y como ya casi eres parte de la familia, también te respetaran a ti.

- ¿A qué te refieres con que soy casi parte de la familia?

- De todos modos vas a saberlo... me caso con tu hermano.

- ¿Tú con Alcestes? - dijo un muy sorprendido Kanon.

- Pues sí, ¿tienes algo que objetar?

- No... es solo que... sinceramente no te imagino a ti con Alcestes.

- Pero así va a ser, como no tengo para cuando demonios salir de este condenado lugar, nos casamos aquí mismo la próxima semana.

- Ese Alcestes, seguro que no le ha dicho a nadie... aunque se me hace raro... él siempre ha sido bastante boca floja.

- Digamos que es una de sus áreas de oportunidad... en fin. Sigamos con nuestro asunto... te decía que aquí vas a estar a salvo mientras estés conmigo, por lo que me dijo Al, estás en problemas con los italianos, aquí hay muchos, pero no son tantos como nosotros, nosotros controlamos este sitio. Así que no te preocupes demasiado, pero me interesaría que me ayudaras a mantenerme en forma, no es fácil toparse con alguien que sepa pelear en forma decente, ¿aceptas?

- Dalo por hecho.

- Y tú da por hecho que no voy a ser tan suave como lo era cuando tenías doce.

- Ya no tengo doce Penrill y soy más alto que tú.

- Mañana probaremos que tanto has mejorado niño. - dijo Penrill con una sonrisa retorcida, la misma que Kanon recordaba bien plantada en los labios de ese ruso mal nacido como solía llamarle Alcestes en tono de broma cuando conseguía derribarle.

Por su parte Milo se encontraba ya instalado en la casa de la familia Geminni. No podía quejarse, a pesar de las circunstancias todos habían sido muy amables con él, en especial Altea, la madre de los gemelos. No se sentía bien, entre el embarazo y las emociones de los días pasados no se sentía con ánimos de nada.

Mu entro en la habitación con una sonrisa. Era su primer día en el nuevo colegio en el que el padre de los gemelos lo había inscrito. Milo tomaría clases con profesores particulares, nadie quería ponerlo en riesgo después de que el médico le ordenara reposo absoluto debido a su embarazo.

- Hola Milo. - dijo Mu sentándose en la cama de su rubio amigo.

- Hola corderito, ¿qué tal el nuevo colegio?

- Oh muy bien, Saga se encargó de cuidarme muy bien. Y todos me recibieron muy bien. Creo que es un gran lugar, tal vez el año próximo puedas ir conmigo. - dijo Mu.

- No lo creo, el bebé nacerá en septiembre y no creo que vaya a poder dejarlo solo tanto tiempo. - dijo Milo.

- Ya verás que podrás volver a la escuela.

- El señor Geminni dice lo mismo. - dijo Milo con una triste sonrisa. - Extraño mucho a Kanon.

- Lo sé... Saga también, no es el mismo sin su hermano cerca.

- Hasta donde sé jamás se habían separado.

- Sí, debe ser duro para ambos, y también para ti. No debe ser  nada fácil estar esperando un bebé y además soportar lo que tienes que soportar.

- Le prometí que sería fuerte, pero en realidad no sé si podré hacerlo, esto es demasiado para mí...

- Bichito, sé que tú puedes con esto y con lo que sea, confío en ti. - dijo Mu tomando las manos de su amigo entre las suyas. Milo le dedicó una sonrisa triste e intentó ponerse en pie. No se sentía bien, había estado vomitando prácticamente toda la mañana. - Tal vez deberías quedarte en la cama, traeré la comida y comeremos aquí juntos.

- Gracias Mu, no sé que haría sin ti. - dijo Milo y volvió a recostarse. Mu lo miró con cierta tristeza asomándose a sus ojos verdes, Milo estaba peor de lo que se hubiera imaginado.

Los dos chicos comieron en silencio, la tristeza que emanaba de Milo era demasiado para poder intentar siquiera ocultarlo. Mu supo que tenía que ayudar a su amigo o terminaría sumergiéndose en una depresión tan terrible como la que había tenido cuando llegaron al Ateniense. En esos momentos sentía que la vida se escapaba de los hermosos ojos de su amigo sin poder hacer prácticamente nada por evitarlo.

En el Ateniense se había citado a los padres a una junta de emergencia. El asunto de los negocios sucios de Arles se le había salido de las manos a Shion, la Junta Directiva había intervenido y había resuelto cerrar el colegio sin importar las consecuencias, aquello era un asunto de suma gravedad. La reunión con los padres tenía por objeto informarles del cierre del colegio en tanto se realizaban las investigaciones  pertinentes para deslindar responsabilidades en ese espinoso asunto.  Todas las miradas apuntaban a que Shion estaba tan involucrado en el asunto como su hermano a pesar de que no se contaba con pruebas fehacientes de la culpabilidad de ambos ya que ninguno de los involucrados quería hablar.

Los chicos que aún quedaban en el dormitorio 79 se encontraban encerrados ahí contemplando sus maletas, sabían que nada volvería a ser igual pasara lo que pasara.

- ¿Alguna noticia de tus padres Shaka? - preguntó Afrodita tratando de no pensar más en lo que estaba ocurriendo en ese momento. No podía sentirse sino aliviado, al fin terminaría el calvario, de una forma u otra ese era el final.

- No, nada, mis tíos no podrán venir porque no pueden regresar, tío Kunti no esta muy bien, al parecer tendrán que quedarse en Corea hasta que nazca su bebé.

- Eso no es bueno, ¿a don de irás entonces? - dijo Mime. - Hagen me va a dejar con una de sus amigas mientras me encuentra otro colegio, se llama Fleur, es muy linda, la conocí hace poco pero me cae muy bien. - dijo el rubio mientras contemplaba el  cielo nublado a través de la ventana. - ¿Y tú Sorrento?

- Pues yo tengo que volver a casa y esperar a ver que sucede conmigo, el señor Shion dijo que me conseguiría una beca en otro colegio.

- Vaya, si que estamos en una pésima situación. - dijo Afrodita. - ¿Qué hay de ti Shunny?

- Ikky vendrá por mí, él y Shaina están furiosos conmigo porque no les dije de lo que pasaba aquí adentro.

- Ya se les pasará. - dijo Mime. - Los hermanos tienen la pésima costumbre de meterse donde no los llaman. - dijo un poco molesto.

- ¿Y por qué lo dices?- le preguntó Shaka sin dejar de cepillar su sedosa cabellera.

- Pues porque mi hermanito me ha prohibido que vea a Sigfried, dice que es muy mayor para mí, ¡pero si tiene su edad! - exclamó Mime haciendo un puchero.

- ÉL solo trata de cuidarte Mime, no deberías ser tan malagradecido con él. - le dijo Sorrento.

-Pues no necesito esa clase de cuidados, a ese paso moriré soltero. - dijo Mime entre las risas de sus compañeros.

La reunión con los padres concluyó finalmente, por los altavoces se dio instrucción a los alumnos de abandonar los dormitorios y acudir a donde sus padres los esperaban para llevarlos a casa. Shaka estaba demasiado nervioso, comenzó a buscar a sus padres o a alguien conocido pero no había nadie.

Por los altavoces se repetía una y otra vez que ningún alumno debía permanecer en el colegio puesto que éste sería cerrado hasta nuevo aviso. Shaka sostenía sus enormes maletas con cierta desesperación asomándose en sus hermosos ojos azules.

- No vinieron... debí suponerlo. - murmuró Shaka ya al borde de las lágrimas al notar que el patio comenzaba a vaciarse y sus padres no aparecían por ningún lado. En ese momento se sentía más abandonado que nunca, más olvidado de lo que jamás se hubiera sentido. Sintió que no le importaba a sus padres, si solo Kunti hubiera estado en el país... pero no estaba y él tendría que arreglárselas por sí solo, como de costumbre desde que tenía memoria. Sin embargo estaba tan afectado por la situación que no podía pensar.

- Shaka... yo noté que tus padres no vinieron, ¿te gustaría quedarte con nosotros un tiempo? - dijo Shun intentando no incomodar al rubio. A Shaka se le iluminó el rostro con una encantadora sonrisa.

- Eso sería perfecto. - dijo el rubio sin dejar de sonreír. No era tan malo, al menos tenía amigos como Shun. El grupo se redujo, la amiga de Hagen ya se había llevado a Mime, Shun, Afrodita, Sorrento y Shaka se acomodaron como pudieron en el pequeño auto de Ikky. Definitivamente el moreno se veía mucho mejor que la última vez, pensó Shaka, recordaba claramente aquella tarde, Ikky había pasado a recogerlos para llevarlos a un paseo por la ciudad, no se veía nada bien pero estaba feliz, había conseguido el título de campeón en su categoría y estaba más que feliz por ello. Shaka lo mirò con cierta ilusiòn flotando en sus azules ojos.

Notas finales: Como veràn ya comenzò el acercamiento entre Shaka y el Fènix, a ver que pasa, je je y para el pròximo cap evil Camus ¡¡¡¡¡¡

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