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Bello durmiente por desire nemesis

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Esperaron a que la patrulla pasara por allí escondidos tras unos árboles mientras el caballo seguía su camino al horizonte espantado por Joseph para que alejara a sus perseguidores, lo que funcionó.

 

¿Y bien? ¿Ahora qué?—preguntó el de ojos azules.

 

El otro le miró de arriba abajo y exclamó—¡Creo que funcionará! Pero tendréis que hacer un esfuerzo—

 

¿Qué funcionará? ¿Qué es esa mirada vuestra? No me agrada nada—dijo Fye oliendo trampa.

 

¿Qué? ¿No confiáis en mí?—preguntó el príncipe poniendo sus brazos en jarra y con una gran sonrisa en el rostro.

 

Sé que no me enviaréis al cadalso pero esa sonrisa vuestra me preocupa—respondió el más alto.

 

La sonrisa de Wheeler se ensanchó y su mirada zorruna se volvió un poco más pagada de si misma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Conde! Hemos localizado a vuestra doncella. Está en los límites norte de vuestra propiedad—dijo uno de sus soldados dando alcance al noble con un cansado caballo en las tierras de uno de sus vecinos.

 

¡Guiadme!—ordenó Seto dando vuelta su caballo para seguirlo al igual que los soldados que le acompañaban.

 

El cansado soldado volteó el suyo y apuró el paso de su bayo.

 

¿Se encontraba sola?—no pudo evitar preguntar Kaiba.

 

No, mi señor. Se encontraba acompañada—respondió el otro poniendo algo nervioso el ojos azules.

 

¿De un hombre?—preguntó.

 

No, mi señor. De otra doncella—respondió el soldado tranquilizando al castaño y provocando su curiosidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando se acercaba Seto no pudo distinguirlas con claridad pues estaban encapuchadas. Por ello al llegar pidió sin mucha cortesía que se descubrieran. La acompañante de Ladybell era también rubia y de ojos azules. Sonreía intensamente y tenía un deje descarado que agradó a Kaiba.

 

¿Votre apelle, mademoiselle?—preguntó el ojos azules a “la segunda rubia”.

 

Mon apelle sui Fluorite—respondió “la doncella” y revoleó las pestañas causando que a su “amiga” le dieran ganas de patearla. En verdad estaba disfrutando de eso. Casi “la” odiaba.

 

Hermoso nombre—dijo después el ojos azules. Evidentemente galanteaba con “Fluorite” pero en vez de sentirse “aliviada”, “Ladybell” estaba algo picada aunque trató de no demostrarlo era insultante que le dejaran de lado por otra persona, el príncipe estaba acostumbrado a ser el centro de atención a donde iba.--¿Y pueden decirme el porque de este encuentro en solitario y en la noche?—preguntó después el noble.

 

Joseph iba a contestar pero Fye se le adelantó—Lo siento si ha sido una molestia pero dije a los que me acompañaban que volvieran a casa pues ya estabamos en vuestras tierras y no quería crear falsas apariencias y que terminaramos heridas pues mi hermana me dijo que tiene un enorme contingente a vuestro comando y pensé que se vería mejor dos mujeres solas que un pequeño contingente, podríamos ser muy amenazadores. ¡Jeje!—dijo “ella” tapándose la boca con una mano y riendo con delicadeza.

 

Su “hermana” suspiró frustrada de la desfachatez de la “otra” y Seto lo notó claramente por lo que rió. Era obvio que se trataba de la mojigata de la familia lo que le daba cierto cariz atrayente aún contra sus habituales instintos.

 

Por favor, seguidnos al castillo. Es tarde y la brisa nocturna puede causaros daño—dijo el elegante castaño.

 

¡Oh querida hermana! ¡Este hombre es un encanto!—gritó alegremente “Fluorite” para enojo de “Ladybell”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La cosa se desarrolló felizmente y terminó de forma agradable por lo que las hermanas se retiraron a los aposentos de “la menor”.

 

Alteza—susurró aliviado el baluarte e iba a dar la bienvenida a Fye cuando el príncipe le interrumpió.

 

¡Ni una palabra!—le dijo y lo empujó sacándolo así de la habitación.

 

¿Qué creéis que hacéis?—preguntó el furioso heredero al trono sajón.

 

¡No sé de qué te alborotas! Hay  que tener a ese hombre contento  con sus “inquilinas” o podría fijarse bien en que no somos “tan” femeninas—dijo el otro sentándose sobre la cama y cruzando las piernas debajo del gran pollerón.

 

¡Lo lamentarás! Ése hombre es un díscolo—dijo su amigo.

 

¡Con que ya os ha avanzado! ¡No lo culpo! ¡Lucís hermosa “Ladybell”!—exclamó con acertado tino el más alto.

 

¡No os burléis! ¡Hablo en serio! Ese hombre es un dem…--dijo el ojos mieles.

 

De improviso su amigo se le acercó y le abrazó—Yo también soy serio, lucís tan hermosa que podría besaros ahora mismo—declaró. Se miraron a los ojos por un momento y luego el de sangre azul le empujó.

 

¡Basta de juegos!—dijo el menor.

 

¡Está bien! ¡Tranquilizaos! Todo está en su lugar—dijo el otro causando la atención de su oyente—Yo seré vuestra hermana díscola y vos la puritana. Si monsier le conde me avanza vos estaréis al pendiente para como buena hermana ponerle en su lugar y a la vez alejaré su atención de vos—Fye jamás se lo diría pero a él en verdad le iban más los hombres que las mujeres pero eso no era bien visto entre los alemanes por lo que lo había escondido. A él le agradaba Joseph, primero le había gustado pero al conocerlo más se había vuelto un amor sin esperanza. Jamás se atrevería a confesarlo porque había visto la reacción del otro ante tales personas.

 

Después de pensarlo un momento Wheeler dio el visto bueno pero preocupado dijo--¡Esta bien! Pero si no estoy cerca gritad o algo. No quiero que esa bestia os haga nada y es preferible que paséis por loca antes de que seamos descubiertos—

 

¡Entendido mi princesa!—dijo el ojos azules haciendo una reverencia.

 

¡Fye!—gritó su amigo disgustado por eso.

 

¡Fluorite! ¡Mademoiselle! ¡Fluorite, si vu plait!—dijo su hermana con una gran sonrisa.

 

Joseph lanzó algo parecido a un rebuzno al resoplar y se sopló el cerquillo frustrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasaron dos días de relativa tranquilidad en que las noticias de la huída del supuesto príncipe sajón se esparció como reguero de pólvora y en que Fye daba largos paseos con el otro ojos azules que dejaba de prestar atención al príncipe por su “hermana” lo que debía caerle de perlas excepto porque se agarró la costumbre de preocuparse por la “reputación de su hermana” y seguirlos a escondidas.

 

Fye que se daba cuenta disfrutaba a lo grande portándose  atrevido con el conde que le seguía sagazmente. En verdad la hermana de Ladybell iba más con su estilo, pensaba él al verla.

 

Pero había algo raro.

 

En verdad disfrutaba más las reacciones de “la mojigata” que los paseos con “la díscola” pues sabía que al volver encontraría a “la menor” enfurruñada.

 

Tomaban ahora todos el té en el jardín y el noble se soslayaba con las anécdotas  de la florecida, que se mostraba divertida y extrovertida como su “hermana” jamás se había mostrado. Seto se reía a viva voz de los chistes de esta y el joven príncipe se descubrió pensando que era lindo ese sonido en más de una ocasión.

 

¿Pero que me pasa?—se preguntaba al darse cuenta de lo que estaba pensando.

 

Por su parte, Fye era un zorro astuto y como Kaiba descubrió la marca de los celos en el actuar de su amigo, solo le quedaba descubrir a quien celaba aunque ya tenía una sospecha bastante acertada.

 

…y mi tía nos dijo que no lo volvieramos a poner bajo la cama algo tan horripilante—se rió Fluorite y Kaiba con “ella”.

 

¡Mi señor conde!—se acercó corriendo uno de los soldados.

 

¿Qué acontece?—preguntó el susodicho.

 

¡Un escuadrón ha venido a repostar!—indicó el otro.

 

¿Y que me miráis? ¡Hacédlo!—ordenó el noble.

 

El capitán del escuadrón quiere saludarlos señor—dijo el otro.

 

¡Muy bien!  ¡Indicadle donde estoy!—ordenó el castaño después.

 

¡Si, al… mi conde!—dijo el soldado cosa que interesó a “las” oyentes. ¿Qué iba a decir el soldado y porqué se autocorrigió? Los soldados debían ir tras el “príncipe” así que se pusieron alertas. El soldado se marchó a buscar al capitán.

 

Si nos perdona, nos retiraremos a descansar, monsier—dijo la más alta y se levantaron de la mesa.

 

Pero no hay necesidad. Estábamos charlando tan amenamente. ¿No pueden…?—preguntó el conde algo contrariado.

 

¡Non!—dijo Fluorite inclinándose para retirarse cuando al voltear se encontró con esa mirada severa en esos ojos encendidos.

 

¡Bonjour mademoiselle!—dijo el capitán Kurogane. 

Notas finales:

^^

jeje

espero que os guste a todos 

a mi me encanto hacerlo y quiero saber que tal

no me dejeis dubitativa

ja ne!


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