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Bello durmiente por desire nemesis

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Joseph bajó mas temprano de lo previsto para el desayuno con la intención de ver como marchaba la despedida del ojos rojos cuando sin querer se lo encontró de frente en un pasillo. Lucía terrible. Su mal semblante combinaba con su cabeza vendada.

 

¿Qué sucedió, mi capitán?—preguntó preocupado.

 

No es nada. Me he caído del caballo, mademoiselle—contestó él y de inmediato el otro se dio cuenta de la verdad.

 

Pues espero que dejaréis de intentar hacer cosas con ese “caballo”—le dijo el ojos mieles con doble sentido y Kurogane lo captó todo en el acto.

 

¿Qué le ha dicho ella?—preguntó preocupado el pelinegro aunque era por el estado de nervios en que debía estar por lo que lo estaba y no por su reputación.

 

Mi hermana no me ha dicho nada. Me enteré porque alguien de mi confianza os vio. Ella puede parecer algo… alegre pero no es la mujer que usted piensa. Algún día va a casarse con un gran hombre y no dejaré que una persona como vos empañe su futuro—le reprendió Ladybell.

 

¡Estad tranquila, que yo y mis hombres estamos preparando nuestra partida! Si no es demasiado pediros os ruego que entreguéis esta carta con mis disculpas a vuestra hermana. Me siento muy apenado por lo sucedido—dijo el capitán.

 

¡Y debe estarlo!—respondió Wheeler aunque no sabía de que se trataba, tomó el sobre que el otro extendía ante el con rostro adusto y le miró mientras se retiraba.

 

¡Una persona de vuestra confianza! ¿Ah?—preguntó una voz desde detrás paralizando a “la”· joven.

 

¿Qué, qué hacéis? ¿No sabéis que es de mal gusto escuchar conversaciones ajenas?—preguntó el rubio con ceño arrugado y brazos en jarras.

 

Vos sois la menos indicada para recordarme eso—retrucó el conde aludiendo a lo que ella le dijera la noche anterior.

 

¡Eso… eso fue diferente! ¡La puerta… estaba abierta y yo no quería escuchar pero…!—se defendió “ella”.

 

…pero escuchó—terminó él con mirada astuta.

 

No veo porque debo conversar con vos de esto, yo…--trató de pasar al lado del castaño pero este se interpuso en su camino.

 

¡Moveos de mi camino!—le dijo “Ladybell”.

 

¡No!—respondió él conciso haciendo que el corazón del príncipe se detuviera.

 

¿Qué queréis decir con…?—dijo pero fue “interrumpida”.

 

Quiero decir que no deseo apartarme de vuestro camino porque ese camino lleva a mí—dijo el otro y antes de que pudiera defenderse “la melada” estaba entre sus fuertes brazos siendo apretada y sus labios, que se resistían a la tentación, siendo abrasados por los del conde. Los suyos ahora eran toques ligeros que iban incitando a los sentidos, de a poco se volvían más intensos y duraderos.

 

Cuando se vio tentado a que siguiera, el príncipe se dio cuenta de que estaba por caer en los brazos del lobo y trató de escapar pero el otro insistía en “tenerla”entre sus brazos por lo que optó por la decisión más lógica y….

 

¡Auuuuuuu!—gritó el pasmado ojos azules cuando su ingle fue aplastada por la rodilla del otro mientras caminaba casi de rodillas hacia atrás.

 

¡Para que aprenda a tratar a una dama de veras!—le dijo el rubio con mirada altiva y se fue revoleando su pollerón con el intempestivo giro que dio y una sonrisa en los labios por haber dado su merecido a ese granuja con título.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto es para ti—le dijo su “hermana” estirando su mano con un sobre hacia Fye. Él miró a su amigo algo desorientado porque recién despertaba—Es del capitán Kurogane. Se esta yendo ahora. Puedes sentirte más tranquilo—añadió Wheeler.

 

Fye como siempre sonrió y agradeció y el otro siguió su camino a sus habitaciones. Miró la carta por largo rato antes de decir—Supongo que tengo que abrirla—

 

“Mademoiselle:

 

                         Esta misiva os la envió con  el único propósito de asegurarle que jamás se repetirá tan terrible acto. Ahora en mis cabales he reflexionado en mi accionar y me he dado cabal cuenta de lo imperdonable de mis actos. No os ruego me disculpéis por ello mismo y porque sé que un pecador que no se arrepiente no se merece el perdón y aunque os aseguro que me siento terriblemente por mi metodología debo admitir que me siento atrapado por vuestra hermosura y por vuestra gentil frescura por lo que en mi interior estoy algo feliz de haberos tenido en mis brazos.

 

                        Sé que lo que os digo es imperdonable pero es lo que siento. Lamento que por esta situación que hemos atravesado y por los avatares de la guerra, nuestra estancia en cercanía no fuera ni más duradera ni más amena.

 

                       Sintiéndolo terriblemente,

 

                                                                  Atte.,

 

                                                                             Kurogane

 

                                                 Capitán del Regimiento 8vo. del Rey Luis de Francia”

 

Los ojos del joven noble sajón estaban húmedos y vidriosos al terminar de leer la misiva. Era demasiado atento y lamentado para ser una víctima de un engaño, a la vez que lo que le expresaba… que no se arrepentía de haberlo hecho por haberle tenido en sus brazos era una aseveración con un deje sentimental que estaba aniquilándole.

 

Era a él y no era a él a quien estaba dirigida. Su corazón se alegraba con las palabras a la vez que su cabeza lo hería con la evidente verdad. El capitán le escribía a una mujer, no a él. Él era incluso tal vez su ser mas odiado en esos momentos por haber escapado de su calabozo y haber arruinado su impecable reputación.

 

¡Que dura puede ser la vida!

 

¡Levantaos! ¡Vamos a…!—dijo Wheeler asomando la cabeza por la puerta pero se detuvo al ver la expresión de dolor y los ojos húmedos del otro--¿Qué os sucede?—dijo acercándose—¿Es por lo que os ha hecho ese capitán?—preguntó tratando de atrapar la carta que de pronto el otro arrolló y alejó de él mientras permanecía aún en la cama.

 

¡No! No es por eso. ¡No tiene nada que ver con vos así que dejadme solo!—dijo el ojos azules levantándose y alejándose de él dándole la espalda cosa que le enfureció además de preocuparle.

 

Yo soy el príncipe así que debéis…--dijo estirando su brazo desde detrás hacia la carta pero el otro tuvo la reacción más rara que Joseph le viera desde que le conocía, volteó, le agarró por el cuello y lo azotó contra la pared más cercana.

 

¡Dejad esto en paz! No tiene que ver con vos. Son mis asuntos personales y yo veré como arreglarlos. Podéis hacer casi cualquier cosa pero con esto no os metáis. No es de vuestra incumbencia. Mi príncipe, hay cosas que ni siquiera el cielo puede ver—dijo Fye, para sorpresa del otro ni bien empezó a hablar su arranque de furia dio paso a una mirada de cansancio que no atinó a entender.

 

Cuando el otro fue al vestidor sin mirarle Joseph se dio cuenta de que la nota se le había caído y que descansaba en tierra a unos pasos de él, arrollada y mal querida por lo que después de mirar la puerta por la que el otro desapareciera dijo bajito—Lo siento amigo pero debo saber que es lo que os afecta tanto—

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que os guste mis vasallos

^^

ja ne

quiero revs!!!!!!!!!!!!


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