Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bello durmiente por desire nemesis

[Reviews - 100]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sobre él unos ojos rojos escudriñaban el camino con la mirada de un tigre en persecución de una gacela que no dejará escapar ni con su último aliento. Tras él, un escuadrón entero luchaba por seguirle el paso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La espada se aproximó a la yugular mientras el arco de hierro fundido servía de tope a esta. Era la única arma con que contaba el conde.

 

Moriréis como un perro—dijo el que le había dicho que todo acabaría pronto.

 

Sus ojos azules relumbraron mientras sostenía el arma de dudoso valor entre sus manos y su faz demostraba el esfuerzo al que estaba sometido.

 

De pronto la puerta se abrió, dando paso a dos muy bien calzadas damas con sendas espadas en las manos. Por la intempestiva entrada el jefe de los forasteros perdió su concentración, lo que le fue fatal porque Seto aprovechó para tomar su arma y atravesar su estómago con ella. Luego fue hacia las damas y al verlas todas sucias de sangre mientras se interponía, espada en mano, entre ellas y los agresores, les preguntó--¿Estáis heridas?—

 

No—dijo dubitativamente Joseph.

 

¡No debieron venir aquí! ¿Qué hacéis poniéndoos en peligro?—dijo molesto el castaño.

 

Picado el príncipe le contestó—¡Si queréis nos vamos!—Para sorpresa de éste, el otro lo miró y sonrió, con una sonrisa linda y diferente a la que usualmente usaba, le conmovió tanto verla que se sonrojó. Fye se sorprendió un poco de verlo así pero luego entendió.

 

¿Qué? Sois tan débil que las mujeres tienen que protegeros, D…--dijo uno de los atacantes de los que momentáneamente la atención de los tres había pasado. Era grande y barbudo y su sonrisa hablaba a las claras que se estaba burlando de Kaiba.

 

¡Idos! Yo he de contender con ellos mientras pueda. ¡Escapad! ¡Rápido!—ordenó Seto.

 

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Wheeler y viéndolo tan solo, dispuesto a dar su vida por ellos, que le habían mantenido engañado y abusado de su buena voluntad para curar sus heridas y esconderse, se conmovió y dijo a su amigo--¡Ya lo habéis escuchado!—

 

Fye se sorprendió. ¿Pretendía dejar peleando solo al otro contra esos delincuentes? Ese no era el príncipe que él conocía.

 

¡Idos!—añadió el ojos mieles cabeceando para que entendiera que pretendía que se fuera mientras él se quedaba ahí.

 

¡Confiáis demasiado en vuestra suerte, hermana mía!—dijo de pronto sonriendo el rubio de ojos azules—Además debéis recordar que soy vuestra hermana mayor. No puedo descuidaros ni un momento—agregó con una gran sonrisa y después de un momento su alteza se la devolvió.

 

¿De qué parloteáis tanto vosotras? ¡Os he dado una orden!—gritó el conde, se sentía nervioso porque no sabía por cuanto los contendría y ellas no se habían ido aún.

 

¿Qué pretendéis preciosidades?—preguntó el grandulón a “las chicas”.

 

¡Yo os daré clases de espadas! ¡Jajajja!—dijo otro.

 

Yo tengo algo mejor que enseñaros—gritó otro.

 

Los ojos mieles relucieron de cólera y caminó para asestarle una herida mortal al más cercano pero Joseph no estaba acostumbrado a pelear con esos largos pollerones y cuando retrocedió para adoptar la postura de ataque su pie pisó el dobladillo y cayó justo en los brazos de quien planeaba proteger. Seto se desprotegió al cogerla en ellos y los delincuentes se aprestaron a atacar al unísono.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llegó al castillo y frenó su caballo con la misma potencia con que le había conducido allí. Se quedó mirando en derredor pues algo había alertado a sus instintos de conservación.

 

Sus hombres venían llegando, cansados y en tropel. Se detuvieron a su señal de alto mientras sus ojos recios escrutaban la oscuridad buscando algún indicio de lo que temía.

 

¡Capitán!—le gritó uno de sus soldados, el logró distinguirlo solo por la voz. Era una oscura figura en la noche. El otro señalaba un lugar en el piso y él se acercó para distinguir también la figura tendida de un soldado muerto.

 

¡Movilizáos!—gritó y bajó de su caballo con su espada en mano. Sus hombres siguieron su ejemplo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La espada que caía sobre su cabeza por poco le arranca una oreja pero de pronto distinguió otro filo que con ella se cruzaba y los atacantes retrocedieron sin que al principio los tres entendieran lo que estaba pasando.

 

Creyeron que esto sería pan comido. ¿No es así?—preguntó un vozarrón por el trío conocido.

 

Fye volteó y sus ojos se encontraron con los rubíes. Sus manos temblaron mientras se dio cuenta de que la habitación se había llenado de soldados normandos. Normalmente esa visión sería cuando menos inquietante. Pero el saber que el otro estaba ahí. Que vaya a saber porqué azares del destino se encontraba allí protegiéndolos con sus fuertes brazos. Hizo que un gran peso escapara de los hombros del amigo del príncipe sajón.

 

Una señorita en su posición no debe empuñar algo tan peligroso—dijo este quitando la espada de las manos de “Fluorite” que sin saber muy bien porque lo permitió.

 

El joven príncipe al caer se había quedado estático, primero por la impresión de la caída y después por darse cuenta de en que posición estaba. Cuando creyó que iba a morir junto al otro sus sentidos se paralizaron pero solo un poco se sintió en el lugar justo si debía hacerlo. Ahora, dándose cuenta de la presencia de los otros en ese lugar se empezó a apartar de los brazos del otro quién le ayudó a pararse y sin soltar su mano lo condujo a sus espaldas.

 

¡Lleváoslas! ¡Esto no es algo que deban ver las señoritas!—gritó Kurogane a sus hombres y antes de que las dos “señoritas” pudieran protestar fueron arrastradas afuera y las puertas cerradas en sus narices.

 

¡Ostias!—gritó el enfurecido príncipe—Apuesto que yo he matado más infieles que ellos—susurró con coraje a la madera de la puerta.

 

Fye lo miró y trató de detener una carcajada con la mano. Es que la apariencia de su amigo y sus palabras no coincidían.

 

¿Y vos de que os reís?—gritó furioso el otro al notar su contenida risa.

 

Esto provocó mas risa, casi incontenible, al ojos azules al que comenzaron a llorarle los ojos.

 

Ver a una persona tratar de contener una risa que es a todas luces irrefrenable tiene sus consecuencias, después de un momento una sospechosa sonrisa empezó a transformar el rostro del príncipe y momentos después ambos carcajeaban como dos marinos saliendo borrachos de un bar.

 

Seto y Kurogane que salían muy serios de tan difícil y estresante situación se quedaron duros al abrir la puerta.

 

(Imaginen esto:

 

o.O? o.O?

 

O.O! O.O!

 

Silencio total.)

 

 

Los jóvenes vestidos de jovencitas se miraron uno al otro y…

 

…no pudieron evitar seguir riendo.

 

Los “adultos” les miraron sin poder comprender qué rayos les parecía tan gracioso.

 

Es por los nervios—explicó “la” joven de ojos azules ni bien recuperó el uso de su boca. Y entonces los “caballeros” entendieron el porqué las “damas” estaban tan risueñas.

 

 

 

 

 

 

Entraron a la habitación en donde se arracimaba la escolta de ambas damas, un  puñado de sirvientas y el baluarte y se detuvieron ante las dos figuras inertes que en el cuarto estaban.

 

Kurogane y Seto miraron a “las doncellas”.

 

¡Nuestro Delfonse es un bravo protector!—aludió el príncipe.

 

Todos miraron al viejo dudando mucho de que este pudiera levantar una espada, mucho menos liquidar a dos ofensores con ella pero…

 

¿Qué hombre en sus cabales creería que dos señoritas de sociedad pudieran empuñar sendas espadas y matarlos?

 

Era más lógico que fuera el viejo.

 

¡Os agradecemos vuestra hidalguía, estimado  Delfonse!—dijo el conde y todos hicieron una reverencia.

 

Cuando la puerta se cerró tras ellos el melado dijo—No pueden ser más tontos. Es demasiado idiota para ser un noble—

 

¡Escuchad alteza!—dijo de pronto su amigo de ojos azules—En este castillo se esconden más secretos de los que nosotros hemos traído. ¡Tened cuidado! Me temo que el conde no es lo que nosotros creemos—

 

¿A que te refieres?—preguntó intrigado Joseph.

 

¿No habéis notado como a veces se detienen en medio de una frase? Generalmente cuando han empezado a llamarle de otra manera que no es conde. Como uno de los atacantes. Empezó a decir algo con D y el otro día el soldado empezó a decir algo con A. Todo esto me da mala espina. Un misterio muy grande rodea a nuestro anfitrión. Algo me dice que debemos irnos antes de que tal misterio nos afecte. Han intentado matarle y nada nos asegura que no volverán a intentarlo—le contesto Fye.

 

Pensando en ello Wheeler llegó a la conclusión de que el otro tenía razón. Pero había algo…

 

No puedo irme. Idos vos si…--dijo el cabizbajo príncipe y de pronto sintió un golpe en el hombro, miró al otro y se encontró con una brillante sonrisa y unos ojos traviesos.

 

¡Lo sabía! ¡Vos habéis caído en las garras de Eros! Es un ser imperdonable ese granuja que nos empuja a hacer impensadas llevados por sus mieles—dijo “Fluorite”.

 

¡Vos debéis saberlo bien!—le respondió el ojos mieles algo cabreado.

 

¿Perdón?—dijo algo sorprendido el ojos azules.

 

Me refiero a la carta. Temo que la he leído—dijo su amigo.

 

¡No teníais derecho!—se enojó el otro.

 

Lo siento pero debía saber que os tenía tan afectado y no lo entendí hasta leerla. ¿Sentís algo por el capitán Kurogane, no es cierto?—preguntó la alteza.

 

Si estamos siendo sinceros es obvio que no voy a mentiros. He de aceptar lo que siento—respondió el ojos azules más tranquilo.

Notas finales:

Por fin los rubios aceptan lo que sienten

No estan felices?

q esconde seto?

ya lo sabran

hasta el prox

mata ne y gracias por leer

^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).