Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bello durmiente por desire nemesis

[Reviews - 100]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Estaban acampados cerca de su lugar de destino. Un pequeño puerto en donde Wheeler pensaba tomar una embarcación prestada. Con el heredero de Francia en sus manos tendría el camino a casa asegurado pues los normandos no se atreverían a liarse con Francia en una pelea. Si acaso debían cuidarse de los conjurados.

 

Ahora la luna clara brillaba en lo más alto mientras reunidos junto a las fogatas todos comían. Ambos rehenes estaban atados hacia delante y sostenían sus tazones de sopa mientras miraban sombríamente a sus captores.

 

¿Y? ¿Cómo está vuestra cena?—preguntó Fye acercándose con su habitual sonrisa.

 

¿Y todavía os atrevéis a hablarnos?—preguntó el taciturno Kurogane—¡Después de que él os hospedó y mantuvo fuera de peligro haced esto! ¿Y os atrevéis a llamaros a vos mismo caballero?—

 

Las crueles palabras quitaron algo de brillo de los ojos del joven ojos azules pero no filo a su lengua—Agradecemos vuestra ayuda alteza pero no somos tontos y sabemos que de saber nuestra procedencia no lo habríais hecho así que ahorradme los discursillos baratos que no son para nada vuestro estilo, capitán. ¡Además, sabed que su alteza el príncipe Joseph es también bondadoso con vosotros pues de ser otro os habría liquidado aún a costa de su vida! Recordad que vuestra presencia en esta tierra responde al destrozo que vuestros aliados han hecho con nosotros. Su alteza Wheeler perdió toda la familia que le quedaba en un día así que no habléis de bondades—

 

Quiero saber… ¿Por qué no aprovechasteis a escapar en el primer ataque? Si no hubieran ido por mí…--Seto habló con verdadero interés y Fye no supo que responder, no por no saber la respuesta sino porque no podía cometer tal infidencia.

 

Es obvio que sabían quien era y planeaban esto. Si hubierais muerto no podrían escapar de la isla—aseveró Kurogane que aún sentía rencor porque le habían visto la cara de tonto.

 

Solo vos capitán podéis pensar de una forma tan retorcida. Dejadme deciros que nada de ello es cierto—criticó Fye.

 

¿Qué? ¿Vuestro príncipe salvó al Delfín por el gran corazón que tiene?—preguntó el sarcástico pelinegro.

 

Os diré que solo hoy nos enteramos de vuestra identidad, Delfín. Lo demás lo dejaré a vuestras cabezas—dijo molesto el rubio mientras se alejaba de ellos.

 

¿Le crees?—preguntó Kaiba.

 

Por supuesto que no. Es un mentiroso experimentado. Como su alteza sajona. Nos tomaron por tontos antes, no permitáis que lo vuelvan a hacer—respondió el ojos rojos con mirada sombría

 

 

 

 

 

 

 

 

Abrió los ojos lentamente y miró por las rendijas que dejaban sus párpados y vislumbró un mundo en penumbras y callado del que se preparó a tomar ventaja.

 

Un sirviente joven semi dormido los vigilaba, a él y al príncipe, apoyado en el tronco de un árbol. En un segundo rodó y estuvo sobre él antes de que sus adormilados ojos se percataran de sus actos. Le desmayó con un certero cocazo de frente a frente y agarró el cuchillo que portaba para amedrentarlos para con él cortar sus amarras.

 

¿Qué estáis haciendo Kurorin?—preguntó una voz detrás suyo y muy cerca sobresaltándolo—Los niños buenos deben dormir de noche—añadió el ojos azules.

 

¿Qué te piensas que…?—dijo el capitán volteándose con el cuchillo en posición de ataque pero el otro fue rápido y atrapó su muñeca en vuelo para llevarla hacia detrás mientras con su mano libre empujaba al otro que le arrastró al ir hacia atrás, luego intentó darle un puñetazo pero el otro también atrapó su puño y así  quedaron mirándose mientras luchaban, uno por sobrevivir, el otro por matar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un ruido mínimo lo despertó y no supo a que se debía. Sus ojos azules escrutaron a su alrededor y de pronto una figura se hizo presente.

 

¡Dormíos!—le dijo su igual.

 

¿Dónde está mi capitán?—preguntó el ojos azules de pronto percatándose de que el otro no estaba donde se acostara.

 

¡No os preocupéis, él está bien!—respondió Joseph  haciendo fuerza por dentro para que esto se hiciera realidad porque había visto la pelea en que su amigo y el otro se estaban enfrentando aunque confiaba en la astucia y experiencia de su amigo pues le había conocido en las cruzadas.

 

¡Vuestro amigo no me respondió y quiero que ahora que estamos solos vos lo hagáis!—exigió el Delfín--¿Por qué fuisteis en mi auxilio cuando atacaron el castillo por primera vez?—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El filo sacó sangre de la desarmada palma del ojos azules y Kurogane embistió con su hombro y su fuerza superior sobre el otro. Fye se vio trasladado hacia un tronco y se dio cuenta que el filo se hundía en sus ropas, para su suerte solo rozó su costado pero el otro en la penumbra no tenía como saberlo así que hizo lo que cualquier zorro hace en una situación desventajosa, fingió y cayó de rodillas ante su agresor.

 

Kurogane al ver lo que había logrado con sus actos puso una mirada severa y luego caminó para volver por su príncipe.

 

¿Piensas dejarme así? ¿Qué clase de hombre deja un adversario vivo a sus espaldas?—dijo el rubio apoyado en sus manos. Era una trampa para cuando volviera a darle el golpe final. Si le preguntaran si quería ese enfrentamiento, de seguro respondería que no pero era algo inevitable. Tal vez quería llevar a termino tal por agotar todo lazo que los una.

 

Kurogane detuvo sus pasos pero no volteó—No vales la pena—dijo deteniendo el corazón del ojos azules que no esperaba esa respuesta. Después que el otro diera dos pasos un grito terrible se oyó y para cuando volteó el ojos rojos se encontró con la mirada fiera de Fye que se le venía encima.

 

Jamás había visto esa mirada en él. De continuo era un hombre reservado y aparentemente alegre, jamás  se imaginó una mirada así en sus ojos. Supo que era diferente cuando le tuvo prisionero pero se había olvidado de aquel hombre que no temía morir.

 

El cuchillo le fue quitado de las manos por ese vikingo endemoniado que por un momento paralizó su corazón pero aún así el pelinegro presentó dura pelea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eso no interesa ahora—respondió el sajón.

 

¡A mí si!—dijo el francés.

 

Os debía una. Me asilasteis así que debía devolveros el favor—respondió Joseph e intentó levantarse.

 

No os creo—respondió el ojos azules y con sus manos amarradas tomó una de las suyas para evitar que se fuera—Sabéis bien que no lo hice desinteresadamente—añadió.

 

El porqué lo hicisteis o no, no es importante. Os lo debía y os lo pagué. No os preocupéis cuando estemos con mis parientes abogaré por vuestra vida y estoy seguro de que os cambiarán por algo. Sinceramente creo que estaréis más seguro que entre vuestros aliados—dijo el ojos mieles.

 

No me preocupa mi vida—dijo el castaño sorprendiendo al otro.

 

¡Debería!—dijo Wheeler.

 

No se exactamente porqué pero confío en que no dejaréis que me hagan daño—dijo sonriente el delfín mientras lo miraba con esos penetrantes ojos azules, tan profundamente que pusieron nervioso a su igual.

 

Debo…--trató de decir Wheeler y las manos del otro no lo soltaron, entonces…

 

¡Aaaaaaaaaaaarrrrrrggggggggghhhhhhhhh!—fue el grito que puso el pelo de punta a todos los acampados y lo siguiente que vieron fue al rubio y al pelinegro volar por el espacio hacia el medio de ese claro.

 

¡Olvidas quien eres aquí! ¿Sinceramente crees capitán que mereces respeto?—dijo el ojos azules mientras agarraba de las ropas al ojos rojos para mantener su cara bien cerca de la suya. Después le soltó como si fuera un saco de papas y se irguió para mirar al otro de una forma que le hizo sentir por primera vez que no solo era su rival sino un enemigo de temer.

 

 

 

 

 

 

 

 

Kurogane tenía su orgullo herido. Pero no por perder ante el otro sino por haberle subestimado tanto. Ya era de mañana y le miraba desde su posición, sentado en el suelo esperando que le trajeran su pocillo de café, con una manta sobre los hombros.

 

Ahora el rubio lucía su habitual talante despreocupado que hacía pensar que nada tenía que ver con la guerra que a su alrededor se desarrollaba y hacía chistes a su alteza sajona que rodaba los ojos y le dejaba hablar como todo buen amigo con un amigo molesto.

 

En realidad Fye trataba de animar al deprimido Wheeler que estaba algo turbado por su conversación con su colega de Francia.

 

¿Qué sucedió? ¿Intentó besaros de nuevo? ¿Lo dejasteis?—preguntó el ojos azules.

 

¡Dejad de parlotear ya! ¿Estáis enfermo?—preguntó con sus mejillas algo  más coloradas el otro sajón.

 

El más alto sonrió más ampliamente y después desvió la mirada, mirando en derredor y de pronto encontró esos ojos que lo estaban taladrando desde hacía rato. Esos ojos de bestia al acecho y dejó de sonreír para poner un semblante serio con ojos un tanto tristes. Había una brecha insalvable y él lo sabía pero no podía evitar que su corazón sangrara por ello.

 

Joseph dio con su mirada y después de percatarse de su expresión no tenía que ser un genio para saber a donde apuntaban sus azules orbes, igual miró hacia donde la vista del otro se dirigía y escrutó los faros rojos con expresión de tigre enjaulado.

 

Tiene una expresión temible. Ten cuidado—le advirtió a su amigo.

 

Tranquilo. No pienso darle oportunidad de que me mate—respondió Fye y esa frase causó gran dolor en el corazón del príncipe porque esa situación estaba mal. La persona que su amigo quería pretendía matarle. ¿Qué estaba pasando con este mundo? Eso era demasiado injusto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la tarde llegaron al puerto y esperaron el atardecer escondidos en los montes cercanos. Mientras vigilaban Seto le habló al melado—Dijiste que estuviste en las cruzadas pero no creo que seas mayor que yo—

 

Alteza no…--trató de advertirle el capitán pelinegro pero el otro detuvo su hablar levantando una mano. Quería ante todo oír su respuesta.

 

Mi hermano viajó cuando yo aún era niño. Él era importante para mí así que sin la anuencia de mi padre fui a escondidas tras suyo—respondió el rubio sorprendiendo a los franceses.

 

Siempre habéis sido demasiado impulsivo—dijo Fye sonriendo.

 

¡Así que fuisteis de joven y estuvisteis tres años!—dijo pensativo el castaño admirado de la valentía del otro quien siendo un miembro de una casa real había escapado para ser tratado como los demás en una guerra tan cruel y despiadada. Había oído comentarios, no dirigidos a su persona, porque a él siempre le hablaban de las heroicas gestas cristianas como si poemas de homero se trataran.

 

¡Vamos!—dijo el otro príncipe sintiendo que ya era la hora de empezar su propia gesta. Armados tomaron un barco y pagó al capitán del navío con las pocas bolsas de oro que quedaban pues necesitaban una tripulación experimentada para surcar el mar sin perderse.

 

Notas finales:

^^

saludos

espero sus revs

tengto mas sorpresas preparadas

ja ne


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).