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Bello durmiente por desire nemesis

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No era un barco muy amplio pero tenía dos camarotes y la nao central en donde la tripulación dormía en hamacas. Los rehenes se quedarían en uno y los sajones en otro, mientras que los sirvientes en la nao principal con la tripulación.

 

A los franceses se les dio la libertad de salir por el barco mientras no armaran alboroto y así lo hicieron. Pasaron dos días de viaje cuando Seto que había dejado a Kurogane en la cubierta se encontró por uno de los pasillos a su igual.

 

Debo hablaros ahora—le dijo y agarrándole del brazo se lo llevó a su camarote mientras el otro le pedía que esperara. Asombrado de su actuar y curioso de sobre que se debía este.

 

Ni bien cerró la puerta el ojos azules le miró fijo pero no habló.

 

¿Y bien? ¿Qué deseabais de mi?—preguntó el melado tratando de fingir que no le interesaba demasiado lo que el otro pretendía decir.

 

En respuesta el otro se le acercó de golpe y abrazándole tomó sus labios por sorpresa. Joseph trató de separarse empujando al otro pero este no se movió, sus labios continuaban poseyendo a los suyos con intensidad y poco a poco las fuerzas del sajón disminuyeron.

 

No voy a perder la oportunidad de haceros mío—explicó Kaiba para asombro de Wheeler mientras le llevaba y recostaba en el camastro.

 

¡Espera! Somos hombres—aludió el otro.

 

Eso no me importa y sé que a vos tampoco—respondió el castaño—Puedo sentiros con claridad, siempre habéis temblado en mis brazos—

 

El otro estaba siendo llevado por la lujuria y el rubio temió que le pasara lo mismo por lo que para detener tan terrible acto dijo—Es por el asco que me provocáis—

 

 ¡No finjas!—dijo con voz seductora el otro—Sé porque es y no es por asco. Sentís lo mismo que yo cuando nuestros cuerpos están juntos—le miraba directamente a las orbes meladas desde arriba y el otro se veía algo apanicado.

 

Te equi…--trató de protestar Wheeler pero sus labios fueron sellados de nuevo de tal manera y su entrepierna fue rozada por la otra tan abruptamente que un grito escapó de su boca introduciéndose en la del otro mientras sus manos se aferraron con más fuerza a las ropas del Delfín--¡Parad esto ya!—exigió sin aliento Joseph.

 

¡No lo haré! ¿Acaso no os dais cuenta de que esta puede ser nuestra única noche juntos?—preguntó Seto para sorpresa del sajón que de pronto miró a un costado. Kaiba se inclinó hasta que su boca casi rozó el cuello desprotegido bajo la oreja del otro y acariciando con su aliento tan sensible parte le dijo—Y yo necesito haceros el amor más que nada—

 

Sorprendido el otro se paralizó mientras el francés tomaba entre sus dientes el lóbulo de su oreja—Apuesto a que no habéis estado con otro hombre antes ni tampoco una mujer—dijo soltando este.

 

No es cierto. Yo he tenido m…--protestó el rubio.

 

¡No quiero saberlo! ¡Por esta noche quiero fingir que solo has sido mío!—dijo Kaiba de pronto atrapando entre sus manos ambas posaderas del otro haciendo que su cuerpo se arquee hacia él y hundiéndose en su melada boca.

 

Era cierto. De seguro no habría otra oportunidad y su cuerpo ardía de ganas de conocer al otro de determinada forma así que tomando impulso le volteó para colocarse encima suyo.

 

No, yo debo estar arriba—dijo el castaño algo confundido por el repentino accionar del otro.

 

No, yo lo necesito—dijo el rubio empezando a besarlo intensamente.

 

Entre beso y beso el más alto le dijo  al otro—Mientras sepáis que yo voy a ser quien va a poseeros—sus manos se deslizaron sobre la espalda del otro y lo atrajeron hasta que no hubo espacio entre sus pechos mientras los brazos del otro se enredaron en su cuello para posar sus manos en sus cabellos y enredar sus dedos entre las maderosas esquirlas que nacían en la cabeza del delfín. Wheeler jamás se sintió así antes. Tan vivo y lleno de ganas de darse que hasta escalofríos le reportaban las acciones que llevaba a cabo en nombre de estar con el otro. 

 

Seto le alejó un tanto y se quedó mirando intensamente el rostro que enrojecía frente suyo—No me asombra que me halláis engañado pues debisteis haber sido mujer—Joseph trató de discutir pero el prosiguió esta vez acariciando su mejilla y cuello delicadamente—Vuestra sedosa piel, vuestro fino cabello, pero sobretodo esos melados ojos que pueden ser arrogantes como certeros y también honestos y gentiles, pero sobre todo vuestro olor—

 

¿A que os referís?—preguntó sorprendido el ojos mieles.

 

No sé exactamente qué pero oléis como algo que quiero—dijo antes de besarlo de nuevo con renovada pasión.

 

Si, se sentía paralizado. Comúnmente le hubiera dado una soberana paliza a cualquiera que se hubiera atrevido a sugerir tal cosa pero en sus labios… esa idea no sonaba tan mal.

 

Si, se estaba volviendo loco.

 

Los dos se vinieron en su febril fregoneo y ya cansado el sajón dijo—Debo irme o vuestro capitán…--También era una excusa para parar todo aquello.

 

Él no podrá interrumpirnos—le dijo Kaiba.

 

¿De que habláis?—preguntó el rubio estupefacto.

 

Vuestro amigo guarda nuestra puerta—le respondió el castaño.

 

¡Os habéis conjurado!—gritó el melado.

 

El comprende bien nuestro predicamento y pretende ayudaros—explicó el ojos azules.

 

¡Dejadme! Yo no caeré en vuestros engaños—exclamó Joseph deshaciéndose de sus brazos y cayendo del camastro.

 

Iba hacia la puerta cuando una mano del otro atrapó su brazo y lo arreó hacia sí, sus cuerpos estuvieron juntos de golpe y la mente de ambos se nubló al mismo tiempo.

 

¡No os dejaré ir! Esta noche es nuestra, solo nuestra y no es justo que la perdamos así nada más. ¡Dejad de hablar y actuad como vuestros sentidos os lo indiquen!—dijo el francés y el otro se hundió en su mirada azulina que lo mantuvo hipnotizado hasta que sus labios de nuevo estuvieron juntos.

 

Fueron de nuevo al lecho donde se recostaron, Joseph arriba Seto abajo, las piernas del castaño entre las del otro y sus manos buscando desnudar la piel del otro.

 

Yo, yo no sé como…--dijo el ojos mieles.

 

¡Despreocupaos! Yo os guiaré en cada paso. Seré vuestro dueño y vuestro amante. No entiendo como llegué a hacerlo pero os amo—dijo Seto.

 

Eso ya no tiene caso que lo digas pues después de esta noche estaré en vuestra cuenta—dijo el rubio con pesar de oír tales palabras pero creyéndolas ya del todo ciertas.

 

Tal vez para todos los demás pero no para vos, por vos siento un profundo afecto que no sé como comunicaros con palabras—dijo el francés.

 

De vos tales palabras deberían ser un halago pero tiendo a no creer a lo que sale de vuestra boca. Habéis ya usado ardides para atrapar a otras presas como yo—dijo Wheeler.

 

Lo merezco, lo sé pero vos tampoco sois incuestionable. Me habéis engañado—dijo el Delfín.

 

No podéis comparar, lo mío era de vida o muerte, lo vuestro era…--dijo ofendido el otro.

 

Lo sé y lo comprendo pero eso ahora podemos dejarlo para después—dijo Kaiba y volvió a sus labios. Por horas sus cuerpos se reconocieron mutuamente y los gritos apagados de la voz dulce del ojos mieles llenaron los oídos de su amante.

 

Cada embestida era recibida con los gorjeos del melado.

 

No os dejaré hasta que llegue la mañana. Marcaré en tus retinas esta noche para siempre. Seré vuestro primer hombre y el que más os tuvo—dijo Kaiba cuando la noche estaba en su inicio.

 

¡El único! ¿O acaso pensáis…?—preguntó Joseph.

 

¡Yo no pienso nada! Sé la clase de persona que sois y sé que no seríais mío de no amarme—le contestó el castaño.

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Moveos!—exigió el pelinegro.

 

¡No!—respondió el rubio—Idos a nuestras habitaciones que los príncipes están conferenciando en privado—le dijo después.

 

¿Solos?—preguntó Kurogane con temor de que el sajón engañara a su amo pues sabía por experiencia propia lo buenos que eran para engañar, trató de pasar empujando al otro pero este lo sostuvo e iba a tratar de abrir la puerta cuando un grito ahogado se oyó levemente a través de la puerta--¿Qué le hace vuestro príncipe al mío dentro? –preguntó lleno de resquemor el capitán.

 

La mirada del otro se lo dijo todo y lleno de sorpresa apartó su mano de la madera de la puerta.

 

¿Cómo es posible?—preguntó el ojirrojo y a la vez recordó aquellas palabras. “Aparentemente el corazón no sabe de esas cosas”.

 

¡No me engañáis! Sabíais tan bien como yo lo que esos dos sienten. ¡Resignaos! Es inevitable. Tratar de separar a esos dos es como tratar de separar el aire del cielo—dijo el rubio con una mirada a la vez viva y vieja como el tiempo.

 

Vos solapáis a vuestro amo. Juntos planeáis…--dijo el furioso Kurogane.

 

¡Ya basta de tales estupideces que no sois un niño de pecho para ser tan insensato! Sabíais muy bien que esto pasaría tarde o temprano. Intentar culpar a cualquiera solo demuestra vuestra poca capacidad para respetar los sentimientos ajenos—dijo el ojos azules algo cabreado.

 

¿Y vos vais a darme lecciones de moral?—preguntó el capitán furioso y frustrado.

 

¡Es cierto! No soy nadie para dignarme a hablaros de moral pero si sé respetar aquello que otros sienten aún a costa de mis propios sentimientos—dijo Fye sorprendiendo al otro.

 

¿A que se refería? Preguntose el ojos rojos mirando al otro de hito en hito y de pronto una idea empezó a flotar en su mente gracias a las palabras del otro.

 

¿No sería que…?

Notas finales:

gracias por leer

me avisan si les sigue gustando?

hoy fue un dia horrible

animadme please

ja ne

^^


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