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Bello durmiente por desire nemesis

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Por el resto del crucero los príncipes compartieron camarote y cuando se divisó la costa sajona fueron informados. Joseph no paraba de pensar en que no quería entregar a sus rehenes a sus parientes, principalmente por Seto. Era una forma de dejarlo ir y de ponerlo en peligro. No sabía si los demás aceptarían su idea de intercambio.

 

Estaba observando la costa desde la cubierta con mirada preocupada cuando Fye se le acercó y al adivinar sus sentimientos sonrió ampliamente con sus ojos brillando.

 

Sé lo que te preocupa—dijo.

 

No sé como evitarlo—admitió Wheeler.

 

¿En serio?—preguntó su amigo como si fuera lo más obvio del mundo. El otro le miró de hito en hito—¡Pero si es muy fácil!—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡De ninguna manera!—ladró el guardián de su alteza el Delfín—No permitiré que nos obliguen a cometer tal bajeza—

 

Bien. Entonces preferís que vuestro príncipe sea hecho prisionero antes de menguar vuestro orgullo. ¿O qué? ¿Pretendéis luchar contra todos los ejércitos de Sajonia y llevar a vuestro heredero a Francia vos solo? Sabéis que de todos los males este es el menor—dijo el muy calmado rubio ante el enfadado Kurogane que le miró como si con ello pudiera fulminarlo—Tendremos que trabajar con esa mirada vuestra. Una señorita debe tener modales más finos—añadió sonriente el que sostenía un vestido negro de solterona en las manos.

 

¡Cuando tenga una oportunidad os mataré!—amenazó el ojos rojos.

 

¡Lo sé! ¡Lo sé!—dijo el ojos azules con esa mirada suya aparentemente despreocupada pero en el centro de su pecho un puño apretaba muy fuerte al ver esos ojos llenos de rabia dirigidos a él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Primo! ¿Qué hacéis aquí? ¿Os han echado de vuestro territorio tan fácil?—preguntó un joven mayor que Wheeler pero un poco mas bajo y rústico con los ojos verdes. Joseph le iba a responder pero el otro dejó de atenderle para prestarle atención a su acompañante--¡Que encantadora visita nos has traído!—dijo acercándose a “la” joven castaña que le acompañaba y tomó sus manos para preguntarle su nombre y en seguida se fijó en la señora que estaba a su lado, tenía una mirada terrorífica, de seguro era su dama de compañía o alguna tía solterona, le recorrió un escalofrío ante su siniestra mirada y después preguntó sin más--¿Cuál es vuestro nombre querida fraulain?—

 

Para que no tomaran represalias tan pronto contra su acento francés el ojos mieles se puso entre ambos y además debía admitirse que sentía ciertos celos pues la mirada que el otro dedicaba a su acompañante rebosaba de sentimientos sospechosos—Ella es una dama que me acompaña. Ha sido envuelta en este caos a su pesar. Por favor primo, dejadla en paz de momento pues aún tiene mucho de que reponerse—

 

Francamente Kurogane se sorprendió de la manera como el sajón cubrió a su príncipe. Tal vez esa no había sido la peor de las ideas en un país enemigo. El baluarte y los sirvientes les seguían mudamente. Habían acordado con su amo mantener el secreto y parecía que todo iba bien.

 

Primo. ¡Que descortés! Yo solo quiero conocer a la dama después de todo pretendéis que se quede en nuestra casa. Además es una falta de cortesía que me tratéis así siendo que yo soy el hijo del hombre a quien pedís cobijo—dijo Fielder Wallenhein von Sturdoff.

 

Wheeler estaba por explotar pensando que ir allí había sido una mala idea aunque no tenía a nadie más a quien acudir, todos pudieron verlo y temieron que su reacción destapara todo.

 

Cuando Fye se movió caminando despreocupadamente hasta Fielder y apoyando un brazo sobre él le dijo siempre sonriente—Fielder, por favor no empecéis con vuestros dimes y diretes. Vuestro primo ha pasado por cosas muy duras y estoy seguro que lo comprendéis aunque solo sea un poco. Además aún debemos presentarnos con vuestro padre así que os ruego nos disculpéis. Estamos agotados como comprenderéis después de tan largo viaje y podemos reaccionar imprudentemente—desde el momento en que el otro apoyó su brazo en su hombro, Kurogane no pudo entender el porqué, pero la actitud del otro cambió. Algo en su mirada anunciaba que estaba incómodo aunque su cuerpo permaneció aparentemente relajado. El ojos azules agarró de ambos hombros sonriente al ojiverde y le dijo—Ahora nos iremos a ver a vuestro padre. Con vuestro permiso nosotros y las señoritas tenemos mucho de que hablarle al viejo. Nos vemos después—sonreía divertido mientras el otro se quedaba ahí sin decir palabra. Algo raro pasaba, además esa familiaridad con el padre de ese hombre evidentemente un noble…

 

Eso le recordó a Kurogane que en realidad sabía muy poco del otro excepto que era amigo del príncipe. Nunca había ostentado ningún titulo que hubiera oído.

 

 

 

 

 

El padre de Fielder era Rudolff y lucía como esos reyes de epopeyas con una poblada barba y una barriga que cuando reía a viva voz temblaba, pero tenía un rostro de rey y cuando fruncía el ceño con esa mirada gris y feroz todos se paralizaban a su alrededor. Era un hombre severo y alegre, muy recto y difícilmente parecido a su hijo en ello.

 

Abrazó con felicidad verdadera a su sobrino nieto y dio una cálida bienvenida a Fye a quien recibió como parte de su familia--¿Y bien? ¡Presentadme a las señoritas! ¡Que no son modales Joseph!—

 

Ellas son…--dijo el rubio intentando idearles un nombre.

 

Seto habló—Soy Giselle y ella es Annette su señoría—e hizo una reverencia que “Annette” imitó a su pesar.

 

¡Ah! ¿Francesas?—preguntó de pronto interesado el viejo, los franceses eran enemigos después de todo.

 

Si, pero ellas no tienen nada que ver en esta contienda. Fueron maltratadas por los nuestros y…--trató de apaciguarlo el ojos mieles.

 

¡No digáis más, lo entiendo! No serías vos si no auxiliaras a gente en apuros. Conozco bien vuestra gentil procedencia misma de la que es nuestro amigo—exclamó el barbudo hablando de Fye, ya la curiosidad era grande en Kurogane al ver que por dos veces hablaba tan bien de él un regidor—Creo en vuestra palabra, por lo que podéis quedaros tranquilas gentiles…--en ese punto miró a “Annette” con algo de recelo. ¿Sospecharía del engaño?--…damas—terminó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La cena fue servida en el ostentoso comedor de la familia Wallenhein, las paredes eran blancas con finos labrados dorados. Seto se sentía como en casa en cambio el joven Joseph se veía nervioso pues no estaba acostumbrado a tanto lujo.

 

Mi primo se ve un poco nervioso hoy—dijo Fielder con un tono que denotaba desdén.

 

¡No lo molestes Fielder! Joseph ha pasado por mucho y debe estar cansado—dijo su padre.

 

¡No os preocupéis Herr Rudolff! ¡Todos sabemos que Fielder puede ser muy infantil a veces!—dijo riendo Fye.

 

“¡Mira quien habla!”, pensó Kurogane pero no dijo nada.

 

Todos sabemos que es muy desafortunado crecer sin poder probar el valor en un  campo de batalla. A vuestro joven hijo le falta un poco de duro entrenamiento. ¿Queréis que yo se lo dé?—preguntó después el ojos azules.

 

El pelinegro pudo ver como el semblante del hijo del dueño de casa se puso blanco como el papel y la sonrisa divertida del príncipe sajón de Britania.

 

Una escandalosa risotada escapó de los labios de Rudolff y dijo—Vaya que si podéis hacerlo—su hijo lo miró aterrorizado—Pero no creo que mi pobre Fielder pudiera aguantar vuestro ritmo. Después de todo no tiene vuestro brío.¡Jajajaja!—exclamo Wallenhein provocando de nuevo la curiosidad del capitán francés—¡Aún recuerdo ese día!—luego pasó de mirar a los hombres para terminar mirando a “las damas”—Perdonen señoritas pues los relatos que voy a contaros no están hechos para oídos tan sensibles como los vuestros—

 

 

Notas finales:

^^

empieza el relato 

se descubriran algunas cosas impresionantes sobre Fye

mata ne

^^


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