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Bello durmiente por desire nemesis

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Grötten salió a tomar el fresco en la terraza que daba al jardín y la joven “Annette” casualmente se le acercó.

 

¡Vosotros parecéis llevaros muy mal!—indicó “la pelinegra” buscando indagar más en la vida del rubio.

 

¿Mal?—preguntó el canela sorprendido, sorprendiendo a su vez al otro--¿Lo dice por lo de adentro?—preguntó luego y relajó su rostro en una sonrisa—Esa solo es la forma en que nos saludamos después de tanto tiempo sin vernos. Fey es depositario de toda mi estima y creo merecer la suya. Es solo que ese Elfo revolucionario gusta demasiado de sacar de quicio a la gente con sus jugarretas—

 

Si, eso ya lo sé muy bien—dijo el otro por lo bajo pensando que su apariencia era una de tales jugarretas que el otro gustaba de hacer. Su timbre bajó considerablemente al decirlo por lo que fingió aclararse la garganta por alguna carraspera.

 

¿Os encontráis bien madam?—preguntó el caballeroso sajón.

 

Si, gracias—respondió “ella” con vos suave ahora.

 

Me alivia un poco el hecho de ver su sonrisa de nuevo—dijo el otro soñadoramente.

 

¿Por qué lo dice?—preguntó Kurogane interesado, si se había acercado al sujeto era para saber más del ojos azules.

 

Cuando nos vimos la última vez su sonrisa estaba casi extinta—respondió el otro.

 

El pelinegro intentó imaginarse al otro sin su habitual gesto displicente y pícaro pero fue infructuoso, así que dijo—Sé que su sonrisa no es sincera pero me cuesta pensar que ese individuo pueda estar sin reírse de alguien un momento—estaba algo molesto al recordar las bromas de las que fuera objeto.

 

Los ojos canelas se posaron en él por un momento poniéndole realmente nervioso. ¿Sé habría dado cuenta de algo o no era tan caballero como él pensara?

 

Debe haberlo observado en profundidad si se ha dado cuenta de eso. ¿Es usted su prometida o algo de eso?—se admiró Gröten.

 

¡Rayos, no!—gritó con fuerza “la francesa” haciendo sonreír al castaño rojizo.

 

¡El suele causar ese efecto! Pero volviendo a lo que hablábamos…  Si, por alguna extraña razón cada vez que está en Europa empieza a tornarse taciturno. No sé de qué pero de algo está escapando nuestro común amigo. Pero aún nadie conoce sus secretos. Ni siquiera el dueño de casa quien fue su general o yo, su comandante. En Tierra Santa se comportó como ahora pero al venir aquí su carácter cambió gradualmente. Es por eso que esconde que creo que se fue hacia Britania. En verdad creo que se sintió aliviado de que Wheeler le invitara y que se hubiera ido tarde o temprano de todas formas. Creo que algo muy duro debió pasarle como para que un hombre tan valiente tenga miedo de permanecer en el continente—dijo el canela.

 

¡Tal vez cometió un delito! Una persona tan retorcida y engañosa como él, es lo más probable—dijo Kurogane pensando para sus adentros sin pensar que estaba ante uno de los defensores de Fye.

 

El rostro de Gröten se volvió tan duro como la roca—Creo que me he equivocado al hablar con vos. ¡Disculpadme madam!—dijo evidentemente molesto.

 

¿De que habláis? ¡Sé que es el héroe de Al-Bazir y que…!—trató de alegar “la pelinegra” pero el sajón la cortó.

 

Él no solo se lució en Al-Bazir. ¡De eso nadie fue testigo! Pero en Berziba, en Al-Kadan, en Bizbera y en la mismísma Tierra Santa sí y yo fui uno de ellos. Luchó con todo lo que tenía en todos esos lugares. Nadie creería lo fuerte que es al verlo tan delgado y alto pero eso es solo un engaño. Yo mismo le vi partir en dos una piedra de un metro de diámetro con solo un golpe de su espada y esos brazaletes…--dijo pensativo el otro.

 

¿Brazaletes?—preguntó “ella curiosa”.

 

¡No es nada! Es por eso que lo identifico con esos elfos de la mitología que a pesar de su apariencia frágil y no nociva llevaban en sus venas la sangre de los verdaderos guerreros—dijo el otro bajando la voz y la vista hacia la pierna de la que sufría cojera.

 

¿Él tiene que ver con eso también?—preguntó el ojos rojos.

 

Frau (Señora en alemán) vos no tenéis idea de cuantas personas salvó ese idiota. Parece todo lo contrario a lo que es. Esa vez me arrastró por dos jornadas completas para sacarme del campo de batalla en el que me habrían dado muerte de seguro después de tan fatal herida—le dijo y al ver que “ella” le miraba como queriendo decir “¿Fatal herida? Solo le lastimaron la pierna. ¿No?” levantó la pernera de sus mayas por lo que de tal manera “la” joven pudo ver la pierna de madera que sustituía su otrora (en otro tiempo) pierna de carne. Con una rígida reverencia el otro pronunció después de tapar su pieza de madera—¡Buenas noches!—

 

¡Buenas noches!—

 

Ambos miraron hacia arriba de donde había provenido la voz que ambos reconocieron. Encaramado sobre la baranda de piedra pulida del balcón del primer piso por sobre la terraza una fina figura de ojos azules les sonreía.

 

¡Buenas noches a vos también Fye! Olvidaba que también sois un buen espía—dijo el ojos canela.

 

¿Espía?—preguntó Kurogane interesado.

 

Él era nuestro explorador, mi señora. Observaba desde las sombras como hace ahora para ver que hacían los enemigos—dijo Grötten y luego advirtió--¡Comportaos Fye que veo que la señora ya os tiene en mal concepto!—

 

¡Descuidad! ¡Así lo haré, Dörmund!—respondió el otro poniendo de malas de nuevo a su camarada que se fue con paso de aplanadora por el nombrete.

 

Los ojos rojos y los azules se miraron desde sus posiciones y la sonrisa de Fye lució como la perfidia de un farsante mientras sus anavajados ojos escrutaban con cuidado al que le seguía la pista de cerca. De seguro al otro no le gustaba que alguien como él estuviera averiguando sobre su persona, pensó el capitán.

 

Fye era como un gato que se reía de su perro perseguidor desde las seguras alturas pero que le seguiría la pista desde ahora para cuidar que no le acorralase. De eso no le cabían dudas al pelinegro mientras miraba esos gatunos ojos llenos de secretos y de silenciosas advertencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ese Fye no me gusta—dijo al entrar en la habitación que compartía con “la otra francesa”.

 

¿Pero que decís? ¿No oísteis? ¿No es acaso esa gran leyenda que todos…?—preguntó el Delfín impactado por las palabras del otro.

 

¡Si, pero eso no basta! No sabemos nada de su pasado. Puede ser un delincuente de la más baja estofa. Grötten me ha dicho que estar en Europa le pone nervioso. A lo mejor lo buscan por…--dijo el pelinegro.

 

¡Dejad de conjeturar en vano! Si fuera tan mala persona nos hubiera entregado a los sajones para cobrar venganza de nuestro trato hacia él, sin embargo aquí le tenéis ocultándonos—dijo el joven príncipe.

 

Eso solo lo hace por el amor que le profesa a su alteza Wheeler—dijo el ojos rojos.

 

El otro detuvo lo que hacía al momento y prestó toda su atención al otro--¿De que estáis hablando?—preguntó.

 

¿Acaso no os habéis dado cuenta de que si os ha ayudado es para hacerle feliz, como la rata que es? En el barco me dio un sermón de respetar los sentimientos ajenos aún a costa de los propios. ¿No os suena eso a que sacrifica lo que siente por su príncipe en vuestro favor?—dijo el otro cimentando las bases de la duda en el miembro de la familia real francesa—Tened por seguro que en cuanto os vayáis vuestro ojos mieles os olvidará en sus brazos. Eso es lo que espera, estoy seguro. Os acompañará en vuestras estratagemas para estar juntos para quedar bien a los ojos de su alteza y para que cuando necesite ser consolado por vuestro retorno a Francia sea más susceptible a sus engaños—dijo el capitán. En parte era lo que pensaba pero si lo decía era en su busca de dividir la asociación que se había formado entre esos dos y cimentar las bases de la ruptura entre los príncipes. Cuanto antes esta sucediera era mejor para todos, pensaba el pelinegro pues eso les daría vía libre para irse y para que su alteza no pensara en retornar. Sabía que después de sus palabras poco quedara para que los celos hicieran estallar el acabose de esa sórdida asociación.

Notas finales:

Kurogane lograra aseparar a esos dos?

tal vez sea el fin del idilio

mata ne

^^


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