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Bello durmiente por desire nemesis

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Creo que es hora de que nos vayamos—dijo rudamente Seto Kaiba a Joseph Wheeler. Por alguna razón los ojos del castaño lucían más oscuros pensaba el rubio.

 

¿De que…?—preguntó el melado.

 

¿No dijisteis que debería volver a Francia antes de que se enteraran del engaño? Bueno, es propicio ahora antes de que vuestro primo intente otra estratagema o que descubran nuestra verdadera apariencia. ¿No es eso lo que os preocupa, alteza?—preguntó silenciosamente furioso el francés.

 

¡Es cierto todo lo que decís pero…!—dijo el joven sajón advirtiendo algo raro en sus palabras.

 

Entonces emprenderemos la marcha mañana mismo—dijo el ojos azules.

 

¿Por qué la prisa?—preguntó el otro tomando su mano que el más alto quitó de inmediato demostrando la certeza a su presentimiento--¡Decidme! ¿Qué os sucede?—reclamó.

 

¿Por qué tendría que pasarme algo? Es solo que no soporto estar fingiendo todos los días que soy mujer, que no hablo como hablo…--se excusó Seto.

 

Lo sé bien—dijo el rubio recordando su época como “Ladybell”.

 

Kaiba puso una cara que no le veía desde su castillo en Britania, mezcla de desagrado y furia contenidos y no supo porqué pero sabía que estaban dedicadas a él.

 

¿Por qué no sois sincero conmigo?—preguntó Joseph.

 

¿Justo vos me habláis de sinceridad?—preguntó furioso el otro.

 

 Wheeler le respondió—Sé que no fui sincero con vos allá pero…--

 

¿Solo allá?—preguntó el ojos azules con su mirada oscura.

 

¡Decid lo que vais a decir o no digáis nada! ¡Os comportáis verdaderamente como una señora!--rugió el rubio en su habitación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Suena como si los dos tuvieran problemas—dijo a espaldas de Fye una voz por demás conocida y el otro volteó para ver sus fríos ojos rojos.

 

¿Qué habéis hecho?—preguntó el rubio.

 

El pelinegro solo lo miró en silencio sin negar ni afirmar nada y el ojos azules entendió. El otro por alguna retorcida razón le había declarado la guerra.

 

¿Por qué os comportáis así? Yo nada os he hecho—declaró el otro.

 

Hay algo que no me cuadra de vos por más que canten loas a vos por vuestras grandes hazañas tengo el presentimiento de que escondéis cosas peligrosas que podrían dañar a vuestro entorno y no quiero que nos afectéis—dijo Kurogane.

 

Para sorpresa del pelinegro el otro sonrió de una triste manera y le dijo—¡No sois tan cerrado como aparentáis! Sois inteligente, meticuloso y desconfiado. ¡Cuidáis bien de vuestro príncipe! Eso lo reconozco. Pero ten por seguro que nadie aquí está en riesgo más que yo mismo—

 

Entonces es cierto lo que yo pensaba. ¡Sois un delincuente buscado!—afirmó el ojos rojos acercando su rostro al del otro.

 

El ojos azules sonrió--¿Eso es lo que ha estado pensando esa cabecita vuestra? Bueno, tal vez no estéis tan errado después de todo. Pero debéis saber algo, lo que pensáis y la verdad tal vez son más dispares de lo que crees—le dijo.

 

¿Qué decís? Eso es totalmente contradictorio—dijo confuso Kurogane mirando como un perro confundido que ha perdido la pista.

 

La sonrisa de Fye se volvió sincera y dijo--¡Así me gustas más!—para cuando el otro se percató de lo que había dicho los labios del rubio cubrían los suyos y se desempeñaban con la desenvoltura propia de un experto. Cuando los separó de los del capitán le dijo—Ahora hacedme un favor y dejad de cometer travesuras en contra de los principitos. ¡Dejadlos ser felices un tiempo que ya pronto conocerán más desventuras—y después se fue dejando mudo al impresionado pelinegro que jamás había besado a otro hombre.

 

Aunque…

 

…para ser justos…

 

…ya lo había hecho aunque sin saberlo cuando besó fogosamente a la bella “Fluorite” en Britania.

 

Al recordar eso se incomodó y dejó la puerta después de dirigir una mirada ceñuda hacia ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué yo me comporto como una señora? ¿Vos sois consciente de lo que decís?—dijo furioso Seto—Pero si queréis sinceridad ahí os va... Odio darme de narices con semejantes cosas—

 

¿De que…?—trató de decir el rubio.

 

¡Dejadme hablar pues vos mismo lo pedisteis! ¿Cuándo ibais a decirme que alguien más os pretende?—preguntó el ojos azules aparentemente calmado pero hirviendo como una caldera.

 

¿De que…? ¿Es por Grötten?—dijo el ojos mieles.

 

¡No! No es por él pero que bueno que me lo aclaráis. Pensé que eras distinto pero veo que todo lo que habéis afirmado era mentira—dijo, inflamado de celos, el castaño.

 

¡No entiendo! ¿De que habláis? Nadie me pretende. Dije lo de Grötten porque vinisteis con esto después de su visita pero en verdad no os entiendo. ¡Yo fui sincero! Vos sois el único hombre con el que he estado. No me importa que seáis el mismo Delfín, no tenéis el derecho de desconfiar así de mí después de todo lo que hemos pasado, después de que os he protegido como lo hice—reclamó con sincera frustración el melado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Detrás de la puerta los ojos esmeralda de Fielder se abrieron con estupor al entender de lo que estaban hablando y lo que sucedía. Esas jóvenes francesas… Tenía que dar la voz de aviso a su padre de inmediato y detener esta traición. Joseph había rebasado toda barrera de cordura y honor por ese tipo al que recordó que había besado y que el otro se atreviera a golpearle. Esta sería una venganza perfecta a la vez que su padre ganaría más jerarquía cuando se enteraran que había hecho prisionero al mismo Delfín de Francia.

 

Corrió por los corredores a toda prisa en busca de la habitación de su padre pero llegado a un pasillo que quedaba en la parte externa de la mansión, sembrado de arcos y enredaderas que poblaban estos para una apariencia de jardín colgante una sombra se cruzó en su camino.

 

¿Tú? ¡Dejadme pasar o…!—fue lo último que dijera Fielder antes de ser aventado hacia fuera por debajo de un arco. El citado pasillo estaba en una zona alta de la casa por lo que la caída fue fatal.

 

Como nadie lo vio caer su cuerpo quedó solo y aislado en el pasto del patio hasta que fue encontrado. Desde su posición en las alturas el homicida le observó por un momento antes de desaparecer de nuevo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto llegó a su habitación e iba a hablar con Kurogane pero se percató que allí no estaba.

 

¿Dónde estaría?

 

De pronto llegó, fatigado y molesto.

 

¿Donde estabais?—preguntó el real.

 

El otro inspiró fuerte para borrar la fatiga de su respiración y después de soltar el aire respondió—He debido dar un paseo para quitarme las ganas de matar a un bastardo, alteza—

 

Esta proposición os pondrá de buenas entonces. Prepara todo porque nos vamos—dijo el ojos azules haciendo que el otro le mirara un momento antes de sonreír.

 

¡Muy bien! Entonces pondré manos a la obra—dijo el capitán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alguien golpeó a la puerta y Joseph fue a atender.

 

¿Estáis solo?—preguntó el ojos azules.

 

Wheeler abrió la puerta y asintió, invitándolo a pasar.

 

¡Se irá! Lo presiento y no puedo hacer nada para detenerlo—dijo con pesar el sajón.

 

¡Sabíais que llegaría este momento!—le retrucó su amigo.

 

Si, pero eso no hace que duela menos—le respondió el melado.

 

¡Con el tiempo sanaréis!—le dijo Fye.

 

Por alguna razón no lo creo—respondió Joseph.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al otro día entre la noche y el amanecer el cuerpo del hijo del dueño de casa fue descubierto por los guardias que dieron la alarma. Toda la mansión fue conmovida por el suceso y después de dos días de idas y vueltas, “las jóvenes francesas” desaparecieron misteriosamente.

Notas finales:

Y?

se volveran a ver?

que creen?

Quien habra matado a Fielder?

mata ne

^^


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