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Bello durmiente por desire nemesis

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Llegaron a la escalera frente a los portales y mientras ya abajo el DauContress se preparaba Fye bajaba las gradas.

 

¡Aguarda, no vayas!—le pidió su gentil amigo Joseph muy preocupado.

 

¿No te das cuenta? ¡No tendrás oportunidad! ¡Es un DauContress!—dijo Grötten de igual forma.

 

El rubio de ojos azules miró a sus amigos con ojos algo fríos para su habitual estado.

 

¡No se preocupen!—dijo Elric mientras se preparaba para el combate—Él también lo es!—reveló para asombro de todos el suizo e impactados todos lo miraron mientras le miraban bajar las gradas.

 

Eso explica muchas cosas—dijo meditabundo Rudolff mientras veía la espalda de aquel que un día condujo en sus huestes—Solo un DauContress podía sobrevivir al infierno de Al-Bazir y alzarse con una victoria—

 

El rey francés miraba con aprehensión todo eso no previsto. Un azar del destino. Algo olía mal en Dinamarca. Aunque, se dijo, ¿Qué podía hacer ese hombre solo para estropear sus sofisticados planes? Desechó sus preocupaciones y se preparó para ver un espectáculo muy raro. Dos suizos peleando entre sí. Sonrió satisfecho pues sabía quien ganaría.

 

Su hijo le miró y luego a los dos debajo que se preparaban para matarse con sentimientos encontrados. En verdad no sabía si quería o no que Fye sobreviviera a ese duro combate.

 

Kurogane no tenía palabras por lo impactado que estaba. Había temido algo malo del otro pero… ¿Un Daucontress? Eso explicaba muchas cosas también. Si era un exiliado, un paria, su clan le estaría buscando para aniquilarlo y eso era algo que ningún corazón soportaría. Seres tan retorcidos y malditos tras tus pasos para…

 

Esperad… ¿Fye DauContress?—dijo Wallenhein pensando en voz alta—Debe ser una broma—

 

¿Qué sucede?—preguntó Grötten.

 

Fye DauContress era el hijo mayor de Sigfrid DauContress—dijo el mayor y al rey francés se le pusieron los ojos como platos—Pero se dijo que murió—

 

Todos conocían el historial de Sigfrid DauContress. Era el peor y más aclamado de los líderes de su clan. Mató a todo el sector de sus  opositores para llegar a tal puesto. Una bestia sedienta de sangre para aquellos más temidos. Había matado a sus opositores, a sus familias y quemado sus casas hasta sus cimientos para que los demás aprendieran lo que pasaba a los que le daban la contraria. Era el más salvaje, el más cruel y el más venerado. Su hijo mayor heredaría su clan si…

 

Terminaré con vos y con la deshonra de nuestra familia—dijo Elric en un tono de escupitajo.

 

¿Conocéis esa palabra?—preguntó Fye en su tono burlón de siempre. Joseph confiaba en que pudiera con el otro y le alegraba oír que estaba tan confiado aunque…--¡Hermanito! ¿A que viene tanta arrogancia? Los dos sabemos que no me llegáis ni a los talones—agregó con su habitual máscara sonriente pero con palabras que sorprendieron a los que creían conocerle—Vuestras habilidades siempre fueron la desdicha de nuestro padre, siempre habéis sido el fracasado de nuestra familia, un mediocre, Fuistéis encontrado deficiente, siempre en mi sombra. Que seáis el líder solo prueba que es porque yo no estaba ahí y aún así os atrevéis a retarme. Nunca os di crédito por vuestra inteligencia pero jamás creí que fuerais tan imbécil—

 

Wheeler estaba aturdido como los demás. Ese no podía ser su amigo. El siempre alegre a pesar de las dificultades. El que siempre le apoyara. El gentil. El dadivoso.

 

Esa persona oscura que era tan cruel con su propio hermano no podía ser Fye.

 

El mundo decayó a sus pies mientras miraba la tenebrosa y arrogante mirada en los ojos del que hasta hace unos minutos era la más dulce y animosa persona.

 

Kurogane era el único de los conocidos de Fye que no se sorprendió tanto pues siempre había esperado algo siniestro del tipo aunque… para ser francos jamás a este punto. El ser que ahora veía no era el delincuente o truhán que él había imaginado, sino un ser lleno de ansias de sangre y crueldad que no imaginó.

 

Elric perdió los estribos y se lanzó sobre él con un grito atronador que recordó al ojos rojos rojos cierta escena en el bosque. El ojos azules se quitó a su hermano con la facilidad con que se quitaría un mosquito y estirando una pierna y agachándose a la vez giró su cuerpo pegando con su pie la pierna de su pariente que se derrumbó cuan largo era.

 

Pero el otro no era un fardo y recuperándose con rapidez cargó contra Fye primero con su espada y a la vez con un puñal engarzado de batalla que hubiera dado en la indefensa frente del rubio si este no hubiera levantado su brazo.

 

Para sorpresa de todos al atravesar la tela de la manga el metal sacó chispas contra un mineral de igual contextura y el atacante dio dos pasos atrás ante su infructuoso intento.

 

Os protegéis muy bien para alguien que se tiene en tan alta estima—dijo el otro ojos azules.

 

El mayor de los DauContress se levantó y erguido le miró para cuando el terminara mirar la zona de su manga rota.

 

¿Qué? ¿Esto? Había olvidado de lo que tenía. Creo que es mejor que me aligere para esto—dijo y a continuación se arremangó y mostró lo que llevaba en el brazo, era una especie de brazalete de metal duro que iba desde un poco mas alto que la muñeca hasta casi el codo, lo destrabó y este cayó muy pesadamente al suelo. Kurogane recordó aquello que dijera Grötten y que en su momento no entendió: “…esos brazaletes…” Fye se quitó después otro y para más sorpresa tenía otros iguales en las piernas.

 

Plomo—dijo Rudolff admirado—Es increíble que se moviera con tanta agilidad con tanto peso—

 

Siempre los lleva. Para que en una situación de verdadera emergencia sea más ágil—explicó Grötten y a todos les vino a la mente dos palabras “Al-Bazir”.

 

Si se comportó veloz y feroz antes ahora era diez veces más y en un “plis pas” envió a su hermano al suelo mientras la punta de su espada descansaba en la garganta del menor.

 

¿Y así te arrogas el derecho de dirigir a estos hombres?—preguntó el mayor de los hermanos con todo desdén.

 

Entonces Kurogane comprendió al igual que despacio fueron comprendiendo los demás, incluso el rey francés. Fye era el mayor de los hermanos. Si mostraba la incapacidad del otro, su debilidad ante él, el amigo de Joseph se convertía en el mejor candidato a tal puesto. Y si obtenía el mando de los feroces suizos, la batalla estaba ganada sin necesidad de ir al combate.

 

El maldito rubio estaba en realidad protegiendo a sus amigos como hacía de continuo. Observando su entorno el ojos rojos se dio cuenta que si el otro se comportara como lo hacía habitualmente sería un error. Se estaba moviendo entre crueles asesinos que solo respetaban al más fuerte y al más cruel.

 

Joseph dejó escapar un grito en su desesperación por no perder a su amigo de siempre—¡No le mates!—

 

¿A este bastardo? No es necesario terminarlo. Ya todos los hombres se han dado cuenta de su verdadera estatura. No me ensuciaré las manos con esta basura. Sería rebajarme—dijo Fye luego miró a los hombres detrás de las rejas de la entrada al palacio--¿Arriesgaréis la vida por él?—

 

Los suizos se movieron un poco, indecisos.

 

¿A quien seguiréis? ¿A él o a mí?—dijo el ojos azules poniendo las cartas sobre la mesa, estaba dando un golpe de estado brutal en el clan  de su familia.

Notas finales:

Espero les haya sorprendido este giro

que les parece un fye malo y cruel?

juro que reparare el daño y les dare lo que quieren al final

ja ne

^^


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