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Juegos de poder por desire nemesis

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Otra vez solo en su despacho miró la tarjeta sencilla. En ella rezaba el nombre de una persona que hace tiempo no veía. Inquieto se paró y fue a la ventana recordando la última vez que le viera.

 

No pudo evitarlo. Después del trabajo llevó su auto a las inmediaciones del templo y se estacionó por un rato en su entrada. Apagó el motor más no bajó. La última vez habían discutido. Ellos jamás habían discutido antes, pero es que la decisión que había tomado la otra persona había sido demasiado nefasta para él. Separaba sus caminos tajantemente.

 

Después de pasar media hora a oscuras en el automóvil sin necesitar del aliado de la calefacción pues la primavera estaba entrando lentamente y los cerezos vespuntaban ya con pequeños retoños aún sin florecer, Seichirou encendió el vehículo y enfiló a su casa. Normalmente el no pensaba en el pasado pero lo normal no abarcaba a esa persona.

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto necesitaba devuelta a Kaiba Corp y a Sakurazukamori fuera de allí ya. No estaba dispuesto a dejar que la suerte o el destino o quien rayos estuviera a cargo se encargaran de quitarlo del camino. Y menos estando Joseph en la periferia así que había contratado a un investigador privado para que le dijera paso a paso lo que el otro hacía y buscara pruebas de su inescrupulosidad.

 

Cuando ese hombre gris le relató los hechos ocurridos la noche anterior con su “socio” algo del relato llamó mucho su atención y pidió explicaciones.

 

De hecho no es nada anormal que lo haya hecho. Según es bien sabido el viene de una familia que tiene varios templos a su cuidado, uno de los cuales es el de Tsumanomiya—dijo el investigador.

 

No tenía idea de eso. No se ve como un tipo de ese género—contestó Kaiba.

 

En realidad su familia se dedica tanto al sacerdocio como a los negocios. Algunos se dedican al sacerdocio y otros a las empresas. El señor Sakurazukamori se decidió por los negocios y… por ejemplo, su primo, el sacerdote del templo de Tsumanomiya se decidió por la otra rama—

 

Quisiera conocer a ese hombre—dijo el castaño de pronto interesado en él. Algo inquietaba a Sakurazukamori. Tal vez traer a ese tipo ahí molestaría al otro y sin querer develara alguna cosa oculta. O, en último caso, le mostraría que el podía jugar a su nivel.

 

Bueno. No es raro que las corporaciones pidan que un sacerdote bendiga de vez en cuando sus instalaciones para asegurar una buena marcha de sus negocios—le dijo el investigador.

 

Me gusta su idea—arguyó Seto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El joven reposado de ojos verdes pizarra entró en las instalaciones de Kaiba Corp con una sonrisa amable en su rostro. Era joven y pelinegro y el de la recepción pese a su ropaje de sacerdote le preguntó su nombre.

 

Soy Subaku Sumeragi, yoroshiku (encantado)—se presentó el gentil monje.

 

Joseph pasaba por ahí y le llamaron para que condujera al joven invitado en su recorrida. Los jóvenes se cayeron muy bien. Algunos miembros del consejo se consolidaron alrededor del joven monje preguntando amablemente sobre si se sentía a gusto con su profesión y su trayectoria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sakurazukamori entró entonces al hall del edificio desde la calle y sus pasos se detuvieron al detectar la presencia del otro pelinegro que al verlo mostró alegría, se acercó y le dijo—Primo, que alegría verte. ¿Has estado bien?—

 

Si, muy bien, Subaku—contestó el otro parcamente y trató de no mirarlo—Disculpa pero debo arreglar algo—añadió y le dejó allí parado mientras los otros miembros del consejo le preguntaron al monje si en verdad era primo del jefe.

 

 

 

 

 

 

¿Qué crees que haces?—dijo el furibundo pelinegro entrando sin previo aviso en el despacho de Seto—Puede que te creas muy astuto. Pero te advierto Kaiba, si pretendes meter a mi familia en esto lamentarás llevar las cosas a este nivel. Recuerda que aunque poca tú también tienes familia a quién proteger—

 

¿Es eso una amenaza?—preguntó el castaño con sus ojos reluciendo como navajas.

 

Si tú no amenazas a los míos, yo no amenazaré a los tuyos—concluyó el otro antes de marcharse sin más.

 

 

 

 

 

 

 

 

Subaru bendijo todo el edificio en sus lugares más importantes y los empleados le expresaron su gratitud. Terminado el ritual el joven sacerdote le pidió al rubio que le condujera con su primo. Este le llevó al piso donde las oficinas de Seichirou y Seto, iban hacia la del pelinegro cuando el castaño les llamó.

 

¡Quisiera hablarle por un minuto!—le dijo y Subaru después de mirar la puerta cerrada hacia donde se dirigía, asintió y sonrió.

 

Una vez estuvo adentro, sentado en una poltrona, Kaiba le dijo—Estoy muy agradecido de que aceptara nuestro pedido—

 

Era mi deber ayudarlos. Todo es por el bien de la gente—aludió el otro.

 

Usted es muy diferente de su primo. No sabía que esperar cuando le mandé llamar—expresó el ojos azules.

 

El otro se sorprendió--¿Usted me mandó llamar porque soy primo de Sei?—preguntó.

 

En cierta medida si. Es cierto que necesitábamos una limpieza en la corporación…--dijo Seto mientras pensaba que al primero que quisiera limpiar era al primo de su oyente--…pero también tenía curiosidad por conocerle. Como le he dicho no me imaginaba a su primo con un vínculo como el suyo. Cuando pienso en Sakurazukamori no pienso en alguien vinculado al sacerdocio—

 

El otro le miró curioso y algo sorprendido--¿En verdad? No entiendo. Mi primo es un hombre de carácter, pero es amable y generoso en su interior—dijo.

 

Definitivamente usted y yo conocemos a dos personas distintas—exclamó el CEO con una mirada penetrante.

 

 

 

 

 

Al salir de la oficina de Kaiba, Subaru preguntó a Joseph que le esperaba fuera—Al señor Kaiba no le agrada mi primo. ¿No es cierto?—

 

El otro se sintió algo incómodo pero decidió ser sincero—Si. Es lo que pasa cuando te quitan el control de la compañía que levantaste—le defendió el ojos mieles.

 

Subaru aunque no tenía vela en ese entierro, se sintió mal por lo que su primo significaba para el ojos azules.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Señor Sakurazukamori, el señor Sumeragi desea verle—indicó la secretaria de este en el interfono.

 

Seichirou estaba preparado, había deseado que ese momento no llegara, que su primo se fuera sin visitarle pero era demasiado pedirle al gentil ojos verdes.

 

Estaba mirando de nuevo por la ventana, su figura se recortaba contra la silueta de la ciudad que ya encendía las primeras luces. En su mano tenía esa tarjeta con la que jugueteara todo el día. Despacio volvió al escritorio y puso la tarjeta sobre el mueble con una mano mientras con la otro presionaba el botón del interfono.

 

¡Hágalo pasar!—fue su orden y de inmediato la puerta se abrió dando paso a la figura de su secretaria a la que siguió la del joven sacerdote que vestía su vestimenta de época, habiendo ya guardado los aparejos ritualistas y dejándolos en un salón de descanso acudió allí.

 

La mujer y el invitado se inclinaron uno hacia el otro y ella se fue cerrando la puerta.

 

¡Primo!—dijo el recién llegado.

 

Siéntate por favor—le pidió el anfitrión--¿Deseas beber algo?—preguntó luego. El otro sacudió la cabeza—Me sorprendió mucho verte aquí hoy, aunque puedo entender porqué te llamaron—dijo después.

 

El señor Kaiba—dijo el muchacho.

 

La mirada del ojos castaños cambió ostensiblemente--¡Aléjate de ese hombre!—le advirtió el mayor.

 

¿Te odia, no es cierto?—preguntó el ojiverde.

 

Tu presencia aquí es una advertencia de que me sigue el rastro pero ya le he dejado en claro que no moleste a mi familia—dijo el decidido Seichirou.

 

Tú… ¿Le sacaste su empresa?—preguntó el menor con una cara que recordaba al otro a un gato curioso. “La curiosidad mató al gato” recordó el primo con un escalofrío corriendo por su espalda y luego se molestó por lo oído.

 

¿Eso te dijo?—preguntó el pelinegro más adulto.

 

¡No! ¡Él no!—respondió Subaru y el otro recordó a quién había visto con su primo. Mas adelante pediría explicaciones.

 

No te preocupes por ello. Son cosas de los negocios. No perteneces a este mundo. Mejor es que te mantengas aparte o podría dañarte. Sé bien que las cosas materiales te incomodan—dijo Sakurazukamori con talante gentil pero esas palabras hirieron a su interlocutor porque de alguna forma le estaba diciendo que no compartían el mismo mundo y lo estaba apartando de él.

Notas finales:

mi retraso corresponde a situaciones tanto atmosfericas como personales graves

les solicito que entiendan

espero sus revs

ja ne

^^


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