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Corazón Delator por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Y he aquí el pic de amor de este fic. 

 CAPITULO 12


¿Y ahora…?


 


Como si se tratara de un truco de magia, las lágrimas que inundaban sus ojos y que le hacían ver todo nublado, cesaron automáticamente al oír las seguras palabras salidas de la boca del moreno. Sentía los latidos de su corazón tratando de salirse a través de su pecho, bombeando con fuerza la sangre por todo su cuerpo, haciéndolo olvidarse del frío que sentía segundos atrás e incluso sentir algo de calor, producto del leve sonrojo que se le instaló en las mejillas.


Sencillamente no lo podía creer ¿Había dicho que lo amaba? Había dicho que lo amaba… ¡Había dicho que lo amaba!


El moreno lo continuaba mirando con una expresión seria en el rostro, expectante de la reacción que provocaron sus palabras en su interlocutor, pero sin ser capaz de dar un juicio al respecto. No tenía idea de lo que estuviera pensando Kise en ese momento. Tragó seco con dificultad y desvió la mirada hacia la puerta ante el silencio del muchacho, mientras sentía sus ojos arder y el nudo que tenía en la garganta le impedía respirar normalmente.


Estaba dispuesto a ponerse de pie y salir de la habitación cuando sintió que su cabeza fue atrapada entre las frías manos del rubio y fue obligado a girarla, para verlo nuevamente a la cara ¡Ese estúpido rubio se veía condenadamente bien!  El leve rubor que cubría su rostro era una verdadera tentación divina, su boca estaba entreabierta y sus ojos brillaban tenues al mirarlo.


Kise comenzó a cerrar el espacio entre ambos lento, frente a la mirada incrédula del moreno, hasta que finalmente lo besó con sutileza. Sus suaves labios se posaron con delicadeza y ternura en la ardiente boca de Aomine, dándole con ese gesto todas las respuestas que necesitaba. Después de unos segundos se despegó de él y mirándolo a los ojos susurró:


—Yo también te amo.


Aomine, que no había movido un solo músculo en todo ese tiempo, o más bien, no había podido moverse de la impresión, sonrió con incredulidad tomando entre sus manos la rubia cabeza de Kise y lo besó. Este beso sin embargo, fue apasionado y posesivo. Era una reclamación de propiedad, eran sus más profundos instintos desatándose por fin, eran las ansias de devorarlo sólo con un beso.


Kise se dejó llevar por la intensidad del beso. Se abrazó a la ancha espalda de moreno y abrió la boca, permitiendo que su indiscreta lengua explorara cada centímetro de ésta, mientras su mano le sujetaba la nuca posesivamente, para impedir todo movimiento.


—Te amo, Kise… te amo… —susurró entre besos.


Kise puso sus manos en el pecho de Aomine, separándolo para preguntar con una ceja levemente alzada.


—Un momento. ¿Qué pasó con Kurokocchi?


—¡Nada pasa con Tetsu! Sólo somos amigos —Aomine respondió exasperado, frunciendo visiblemente el ceño al lanzar una contra-pregunta— ¿Y qué pasa con Kagami y tu estúpido senpai?


—Nada pasa con… —no pudo terminar de hablar, ambos se largaron a reír animados.


Sólo les bastaba mirarse a los ojos para saber que se amaban, que ese amor era mutuamente correspondido y que eran unos verdaderos idiotas por no haberse dado cuenta antes.


—Yo sólo te amo a ti —mientras hablaba, Kise se sentó sobre las piernas del moreno y pasó los brazos por su cuello, volviéndolo a besar.


Aomine rodeó con sus brazos la estrecha cintura del rubio y tomando todo el peso de su cuerpo en los brazos, lo depositó con suavidad sobre la cama, sin que sus bocas se despegaran, quedando sobre su cuerpo. De una manera casi instintiva o dejándose llevar por sus deseos, comenzó a realizar suaves movimientos pélvicos, embistiendo a Kise a la vez que su mano derecha se metía bajo su camisa para acariciar por primera vez en su vida la suave piel de ese vientre.


—…Hmm… —un suspiro salió de la boca de Kise cuando el pulgar del moreno se entretuvo acariciando circularmente una de sus tetillas.


Aomine sonrió de lado al oír ese primer y tenue gemido que lo volvió loco. Nunca pensó que un simple suspiro fuera a excitarlo tanto, pero ahora se sentía completamente endurecido. Su miembro palpitaba dentro de su pantalón, reclamándole con urgencia su liberación y sentía su cuerpo arder. Se despegó de la dulce boca de Kise y se incorporó sobre la cama para quitarse el sweater y la camiseta con un solo movimiento, quedando expuesta la marcada musculatura de su abdomen.


Kise dejó escapar un jadeo de su boca al verlo así, se incorporó súbitamente y comenzó a besarle el torso con ansias y desesperación, provocando que la piel del moreno se erizara visiblemente. Sin poder contenerse más, Aomine tomó a Kise por la barbilla, obligándolo a alzar la vista y mientras lo besaba le quitó la camisa con frenesí, casi desgarrándola, desesperado por sentir el contacto entre ambos cuerpos.


Al estar sobre él se dio cuenta de lo perfectamente que calzaban ambos cuerpos, como si estuvieran hechos el uno para el otro en un contraste ideal que sólo hacía resaltar lo bien que se complementaban ambos. Sus manos morenas recorriendo el níveo cuerpo del rubio. El choque de sus caderas en cada movimiento. El roce de sus pieles. El sudor de sus cuerpos que se mezclaban como uno solo. El olor de ambos fusionándose, era la sensación más alucinante que había experimentado.


—…ah… —un mordisco demasiado fuerte provocó la deliciosa queja del rubio.  


Besaba su boca, mordía su cuello, lamía su piel, aspiraba su aroma, sentía un hormigueo en cada parte de su cuerpo que era acariciada por el rubio, sentía como era jalado del cabello y cómo las uñas del otro se enterraban suave y deliciosamente sobre su piel cuando las sensación que le provocaba eran demasiado intensas.


Su mano se movió hasta el pantalón de Kise y lo desabrochó, introduciendo su mano dentro del bóxer de éste, provocándole un leve sobresalto.


Kise se movió incómodo bajo el cuerpo de Aomine, desacostumbrado a la sensación de sentir tales caricias, pero lentamente se fue relajando, dejándose llevar por los efectos que éstas tenían sobre su cuerpo. El moreno había apretado su pene firmemente con la mano y la movía con lentitud, arrancándole más de un suspiro que se ahogaba en su boca antes de salir.


Muy despacio, Aomine se despegó de los dulces labios del rubio y comenzó a dibujar un camino de besos desde ésta, pasando por el cuello, bajando por el vientre, hasta llegar a sus pantalones abiertos, donde se detuvo para aspirar el masculino olor que emanaba de la entrepierna de Kise e irguiéndose para mirarlo fijamente a los ojos, quitó el pantalón y el bóxer, exponiendo una evidente excitación en el rubio. Aomine dejó escapar un jadeo contenido al verlo completamente desnudo y a su merced, con una mirada que lo invitaba a continuar hasta el infinito. Se desabrochó los pantalones y se puso de pie para quitarse la ropa. Al bajarse el bóxer sintió cómo su pene se erguía libre por fin, saliendo abrupto de la prenda que lo contenía.


Al verlo así, desnudo y excitado, un súbito temor invadió a Kise, perdió el valor que tenía segundos atrás y los nervios lo invadieron. Tragó seco y abrió los ojos con impresión, incorporándose súbitamente sobre la cama y retrocediendo hasta chocar con la pared.


Aomine tenía muy claro que él era el de la experiencia. Era obvio que Kise era virgen, que estaba nervioso y que tenía miedo. Sabía que debía ser extremadamente cuidadoso, pues lo último que quería era lastimarlo. Gateó sobre la cama hasta llegar a él y atrapándolo entre sus brazos, lo movió, de modo que Kise quedó bajo él de nuevo, pero el rubio se veía incómodo.  


—Tranquilo, todo va a estar bien —susurró bajito mientras llenaba de besos cada centímetro de piel del rostro del rubio.


—No, no… Aominecchi… —ladeó la cabeza evadiendo los besos del moreno.


Aomine se alejó un poco de su rostro, dándole el espacio que necesitaba y acariciándole suavemente las sedosas hebras doradas.


—Yo nunca te haría daño —le dijo con voz suave.


—Lo sé… es que…


—Tienes miedo, lo sé… Pero no tienes nada que temer. Yo te amo —al decir esto, lo besó delicadamente—. No te tenemos que hacerlo si no quieres.


Kise se mordió el labio inferior y su mirada se veía concentrada, pensando seriamente en las palabras del otro muchacho, que lo miraba expectante, en espera de una respuesta.


—No. Lo siento… siento haber reaccionado así —su expresión facial cambio por una segura—. Yo quiero hacer el amor contigo.


Aomine se acercó lentamente y besó con suavidad los labios de Kise. Éste se dejó besar y rodeó con sus brazos el cuello del moreno. Sintió como Aomine se acomodaba para quedar sobre él, a la vez que profundizaba el beso. Abrió sus piernas, para darle cabida al otro muchacho y comenzó a recorrer su espalda con sus manos, sintiendo con cada toque una deliciosa sensación, al recorrer la piel suave de la marcada espalda de Aomine. Sintió como el muchacho tensaba cada músculo de su cuerpo con cada caricia suya y se dedicó ahora a recorrer sus brazos musculosos, mientras con su boca pedía más y más de esos ardientes labios.


Aomine lo besaba con exigencia, sintiendo la urgencia de sentir los labios de Kise contra los suyos, de sentir sus lenguas entrelazarse, a la vez que recorría su cuerpo con las manos y sus miembros se rozaban, provocando un escalofrió debido a la fricción de los cuerpos. La sensación le pareció exquisita, se sentía realmente excitado y con mayor razón aún al oír al rubio gemir suavemente.


Su mente sólo procesaba una cosa… Quería penetrarlo.


Se humedeció los dedos para introducirlos lento en la entrada del rubio, provocándole un leve respingo de incomodidad, pero se relajó casi de inmediato, al darse cuenta de las exquisitas sensaciones que le producían esos dedos que exploraban su interior. Kise comenzó a mover las caderas al ritmo de aquella mano, dándose cuenta del leve escozor que comenzaba a sentir en el ano… Quería ser penetrado.


Aomine, al darse cuenta que Kise estaba completamente dilatado y sin poder contenerse por más tiempo, pues sólo quería estar dentro de él. Ubicó su pene en la entrada del rubio y con un movimiento rápido y profundo, lo penetró. La sensación fue deliciosa, se abrió paso en su interior mientras sentía que las paredes de su cuerpo se cerraban fuertemente sobre él, el interior de Kise era tan apretado, tan deliciosamente estrecho. Gimió con fuerza cuando estuvo completamente en su interior, la sensación era tan cálida, tan húmeda, se sentía protegido.


Un suave y casi inaudible grito de dolor salió de la garganta de Kise al sentir la intromisión, trató de ahogarlo lo mejor posible, pero era evidente por su expresión corporal que le había dolido. Su cuerpo estaba rígido, haciendo que se marcara cada músculo de su cuerpo trabajado, sus ojos estaba fuertemente cerrados, su cabeza la había tirado hacia atrás y su mandíbula estaba apretada.


—Tranquilo, vas a estar bien —Aomine lo besó suavemente en la boca—. Sólo relájate.


Haciéndole caso, Kise abrió los dorados ojos que estaba vidriosos producto de las lágrimas de dolor contenido y se dejó besar y acariciar por el moreno. Luego de unos minutos su cuerpo se había adecuado a la intromisión. Había dejado de sentir dolor y sólo podía sentir placer. Nunca había experimentado algo así en su vida, algo tan delicioso, se sentía desfallecer, como si su cuerpo perdiera materialidad en las manos de Aomine.


Éste, al ver que Kise estaba listo, apoyó las manos en la cama y comenzó a moverme, mientras lo besaba en el cuello, el rubio ladeó la cabeza, entregando su nievo cuello en completa disposición mientras Aomine lo mordía excitado. Tomó una de las piernas de Kise y la flexionó, para hacer que la penetración sea más directa, para que pueda llegar más profundo. El rubio comenzó a gemir con cada estocada, mientras sus dedos presionan con fuerza la marcada espalda del moreno, clavándose en ella. Aomine comenzó a acelerar el ritmo mientras levantaba la cabeza para verlo a los ojos. Kise lo tomó de la cabeza, acercándolo hacia él, haciendo que lo bese, a la vez que ahoga los gemidos en su boca.


Kise se sentía desfallecer. Suaves espasmos recorrían su cuerpo y su piel se erizaba. Estaba a punto de acabar al sentir cómo Aomine llegaba a lo más profundo de su ser con cada estocada y desfallecía esperando la deliciosa sensación de la próxima. Sus gemidos habían aumentado de volumen y su cuerpo se comenzaba a poner rígido.


—.. ahh… Ao-mine-cchi… voy… a acabar… ahh—habló con voz entrecortada por gemidos.


Aomine sintió cómo la entrada de Kise se contraía deliciosamente y cómo el semen que salía de su pene mojaba el vientre de ambos, provocándole un sinfín de sensaciones, sintiendo como si una corriente eléctrica empezara en la punta de su pene y recorriera todo su cuerpo. Iba a acabar.


El semen salió de su pene en pequeñas explosiones, decreciendo paulatinamente, llenando al rubio por completo. Lo besó en los labios mientras jadeos entrecortados salían de su boca y trataba de tranquilizar los fuertes latidos de su corazón.


—Kise. Te amo.


—Te amo… te amo —susurró mientras se abrazaba fuertemente al cuerpo del moreno.


Aomine salió con delicadeza de su interior y se dejó caer con pesadez a un costado. Luego de haber recuperado el aliento, movió las cobijas para taparlos y apegó el cuerpo del rubio al suyo, poniendo su propio pecho como almohada para la dorada cabeza de Kise, poniendo los ahora tranquilos latidos de su corazón como música de fondo para los oídos del rubio, mientras le acariciaba la espalda y besaba su frente. Una sonrisa adornaba su boca y sus ojos se enternecieron al ver cómo Kise se iba quedando lentamente dormido, abrazado a su cintura. Cerró también los ojos, dejando que su cuerpo descansara por fin en medio de la más deliciosa sensación que había experimentado: dormir apegado al cuerpo desnudo de Kise.


No quería despegarse de él jamás.

Notas finales:

Gracias por leer. 


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