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Juegos de poder por desire nemesis

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Estaba sentado bajo el cerezo más viejo del jardín que ya empezaba a florecer. La luna se dibujaba en el cielo azul trayendo la calidez de su luz sobre el rostro del joven monje que miraba hacia allí.

 

De pronto una figura espigada apareció ante él. Por un momento pensó que era víctima de una alucinación.

 

Vas a pescar un resfriado si sigues así al sereno—le dijo el hombre cuyo apellido contaba con el nombre de la flor que admiraba.

 

¿Qué haces aquí?—preguntó Subaru sin levantarse victima de la sorpresa.

 

Sakurazukamori se sentó a su lado—He venido a pedirte algo. Sé que no debiera pero…--sus palabras alertaron a su primo que de inmediato puso su mano sobre el antebrazo del mayor.

 

¡No digas eso primo! ¿En que puedo ayudarte?—preguntó el ojos verdes.

 

Es sobre Hokuto—le indicó el otro haciendo crecer su curiosidad—Ha venido a mi oficina hoy y hemos charlado—el menor no entendía de que iba el asunto y así se veía en su rostro—Quisiéramos celebrar nuestras nupcias aquí y que tú las oficies—

 

Tan repentino pedido tomó desprevenido al otro. Hokuto vivía en el exterior. ¿Cómo era que de repente se iba a casar con  su primo?

 

Sé que no lo entiendes pero será lo mejor para ambas familias. El momento económico…--decía el mayor cuando fue cortado por el otro.

 

¡No los casaré!—gritó Subaru sorprendiendo al otro.

 

Pero…--dijo el ejecutivo con cara de sorpresa.

 

¡Debes casarte con la persona que amas no por conveniencia!—declamó Sumeragi.

 

Sé que te es difícil de entender pero…--dijo Seichirou y otra vez fue cortado por su primo.

 

¡Claro que es difícil de entender! ¿Acaso tú no amas a nadie?—preguntó el monje tomando por los hombros a su primo. Los ojos del otro perdieron el poco brillo del que gozaban.

 

Es mejor dejarlo así. Le diré a tu hermana que…--dijo el mayor tratando de levantarse pero el otro se lo impidió y lo obligó a mirarlo a la cara.

 

¿Qué sucede?—preguntó preocupado el más joven.

 

No podremos estar juntos—dijo el ojos chocolate.

 

¿Por qué? ¿Quién lo dice? Si amas a esa persona deberías darle la oportunidad de ser amada por ti. Tal vez ella…--Subaru trató de buscar las palabras y de pronto oyó algo que lo sorprendió mucho.

 

¿Y si no fuera una ella?—preguntó su primo.

 

Sumeragi jamás esperó eso. Tragó en seco y le miró por un segundo. ¿Su primo estaba sugiriendo lo que él creía? Después de un segundo de reflexión exclamó calmadamente—Eso no importa. Si le amas debes darle la oportunidad de estar juntos. Tal vez él…--¿Por qué le molestaba pensar que su primo estaba enamorado de otro hombre? El jamás había sido homófono. Trataba a todos por igual, pero se le hacía difícil conectar las palabras necesarias por ese hecho.

 

¿Y si él no quiere?—preguntó el mayor y eso hizo que el otro le mirara de nuevo pues había bajado el rostro, pensativo.

 

¿Alguien lo había rechazado?

 

¿Por eso se veía tan diferente del Seichirou que creció con él?

 

¿Él te lo ha dicho?—preguntó nervioso por molestarle el monje.

 

No—respondió su primo.

 

Entonces debes darle la oportunidad. Él merece saber que tú…--dijo el menor mientras se preguntaba porque le molestaba tanto esa situación. Su primo era una persona querida para él. Debía apoyarlo. Lo que estaba sintiendo no estaba de acuerdo con su posición. Él debía llevar equilibrio a las cosas no colapsarlas.

 

De pronto sintió la tibieza de sus labios sobre los suyos y la sensación de sus brazos rodeándole y apretándole contra si.

 

Con sorpresa Subaru descubrió que era la persona amada por Seichirou. El otro lo llevó a yacer sobre la fresca hierba mientras su beso se volvía más intenso y demandante y la sensación del muslo de su primo entre sus piernas se volvió más intensa de lo que él hubiese querido.

 

¡Primo!—alcanzó a decir con entrecortado aliento mientras una mano del otro se internaba por debajo de su yukata y acariciaba sus muslos hasta llegar a su ropa interior y su boca sedosa y seductora se arrastraba cual serpiente por su cuello, en un momento el mayor mordió levemente la piel expuesta, sobre la yugular del otro mientras su mano se extendía sobre la tela del bóxer ubicada sobre su entrepierna.

 

La conjunción de ambas sensaciones provocaron un gemido y un arqueo en la espalda del monje.

 

¡No lo hagas!—pidió el ojos verdes ya con las lágrimas del deseo pujando por salir de sus ojos.

 

¡Ya no puedo controlarme! Eres la persona que quiero para mí. Que siempre desee para mí—admitió el otro tirando del cinturón del otro y revelando bajo la tela el cuerpo lívido y esbelto del menor que solo portaba la yukata, la ropa interior, calcetines y sandalias.

 

El más alto se hizo para atrás para verlo por entero y entonces el otro aprovechó para tratar de sentarse usando sus codos.

 

La yukata resbaló sensualmente de los hombros de Sumeragi--¿Tú siempre…?—preguntó con mirada inquieta.

 

Te venero—admitió el ojos chocolates mientras una de sus manos acariciaba la mejilla del otro—Si vas a ser de alguien… por favor sé mío—dijo antes de besarlo.

 

¿Qué era esa sensación? Ese calor que se elevaba de él y que se unía al que despedía el otro. Sus manos se elevaron de a poco y tocaron tímidamente el rostro del otro mientras Sakurazukamori le besaba con ardor y tomaba entre sus manos las posaderas del otro.

 

Los cuerpos comenzaron a frotarse. A pedir más contacto. Sei extrajo los bóxeres de Subaru con maestría, sin apartar sus labios de los del otro.

 

El cerebro del monje estaba confuso. Lleno de sensaciones nuevas e inesperadas, de deseos que nunca supo que estuvieran ahí.

 

¡Está prohibido!—dijo el ojos verdes sin ánimo para defenderse estaba enredado en una telaraña gruesa que le impedía alejarse de su captor.

 

Él tuvo novias en el secundario. No era virgen o algo así. Al menos con las mujeres, pero…

 

…esa sensación…

 

…lo dejaba sin aliento.

 

Era como estar ahogándose y sin embargo…

 

…no querer ser rescatado.

 

¡Aggghhh!—salió su voz desde sus mismas entrañas cuando un dedo intruso penetró en el más impensado de sus orificios.

 

Sakurazukamori no habló más. No podía pensar solo sentir el cuerpo bajo suyo. Era su sueño más inalcanzable haciéndose realidad. Bajo el vibraba la razón de sus desvelos. La musa inspiradora de sus más bajos instintos y del mayor de sus sacrificios. Pero más importante aún…

 

…la persona que él amaba.

 

Sus dedos habituaron el lugar deseado al contacto de un hombre y después de observar que estaba listo, sacó sus dedos y sus manos se ocuparon de liberar su erguido miembro.

 

Entre las brumas de su conciencia el monje miró al otro para saber porqué se había detenido y advirtió la liberación de aquello que entrando en él le despojaría de todo cuanto había tenido hasta el momento.

 

El susto fue patente en el rostro del menor y para aliviarlo Seichirou atinó a besarlo mientras sus manos surcaron su espalda para aliviar la tensión que acumulaba. Tuvo éxito porque todo atisbo de stress fue sustituido por sumisión y deseo.

 

Eran hombres, si.

 

Y se deseaban.

 

Tuvo que admitir para sus adentros Sumeragi.

 

De pronto sintió la mano del otro rodear su falo erguido y empezar a brindarle una atención que no podía pasar por alto. Sus gemidos se volvieron involuntariamente más altos y de pronto todo se volvió más incontenible cuando sintió la punta penetrar un poco en él. Sus manos se agarrotaron sobre la hierba húmeda en la noche cálida. Una de sus piernas fue elevada mientras el miembro viril se introducía sigilosamente dentro del joven.

 

Seichirou no pudo más al ver a Sumeragi de tan tentadora forma con su cabeza hacia atrás, exponiendo todo su cuello y se hincó para besarle y luego morderle suavemente su manzana de adán, luego la lamió con lengüetadas largas cual si fuera un gato con su leche.

 

Las embestidas de Sei se hicieron de a poco más potentes mientras Su trataba de que sus gemidos fueran menos estridentes apretando sus labios con sus dientes. Sus mejillas sonrojadas mezcladas con sus ojos cerrados, sus dientes apretados y sus manos agarrotadas eran señales de que todo iba a explotar de un momento para otro.

 

Seichirou boqueaba y expulsaba de vez en cuando un quejido grave y poco sonoro que acuciaba los oídos del menor, mientras sus ojos se habían cerrado por el esfuerzo y el placer que sentía.

 

El éxtasis les sobrevino a los dos de manera intempestiva y sobrecogedora. Dejando sus fuerzas atrás se rindieron al cansancio. Sakurazukamori por menos tiempo pues al recuperar su conciencia el saber lo que le había hecho a su primo se le hizo imperdonable.

 

Con las fuerzas menguadas el ejecutivo se elevó sobre sus pies y se arregló la ropa después de soltar un “lo siento” en el oído de su exhausto primo que quedó allí tendido mientras  él se alejaba.

Notas finales:

por ti Yare

gracias

mata ne y felices pascuas

^^


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