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Corazón Delator por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

La derrota: El último conflicto a superar. 

 CAPITULO 19


¿Te odio… o te amo?


 


Entró con la cabeza gacha a los vestidores y dejó caer su cuerpo con pesadez sobre una banca. Su cabeza aún permanecía agachada, por lo que el lacio y rubio cabello le caía sobre el rostro, ocultando su mirada del resto del equipo.


El día del partido de práctica había llegado y ellos, habían perdido otra vez frente a Touou. Se sentía terriblemente frustrado, no podía creer que habían perdido de nuevo, mucho menos frente a Aomine.


Las miradas acusatorias que le habían dirigido sus compañeros durante todo el partido no fueron nada comparado al desprecio que le dejaron sentir cuando éste finalmente concluyó. Kise los entendía. No sólo había sido una derrota, sino que había sido una humillación. Una humillación por la que él no pudo hacer nada por evitar.


Si en el partido oficial de la Interhigh le había costado realizarle el marcaje al moreno, en este partido de práctica había sido una misión imposible. Por más que lo intentó, su cuerpo no estuvo a la altura de las exigencias y fracasó estrepitosamente. No podía seguir el ritmo de los movimientos del moreno, no podía saltar para hacer clavadas pues sus piernas no respondían, no podía correr con normalidad pues se sentía adolorido, su cuerpo no resistió todo el esfuerzo y se quedó sin energías en el último cuarto.


Lo peor de todo y lo que ahora le hacía hervir la sangre, era que Aomine no había tenido ningún problema, había jugado con normalidad como si la noche anterior no se la hubiera pasado en vela “ejercitándose” junto a él. Kise por el contrario, con esa cumplió la tercera noche sin poder dormir: si antes la preocupación por el moreno le impedían conciliar el sueño y se pasaba las noches mirando el techo y suspirando melancólico; anoche el moreno en persona se había encargado de no darle tregua ni un segundo, recuperando con creces todo el tiempo que habían perdido a causa del dichoso campamento.


Era cierto, él había sido un inútil prácticamente todo el partido ¡Pero no era su culpa! ¡No había nada que pudiera hacer!


Sin embargo, sus compañeros de equipo vieron esto como un acto de traición. Pensaron que el rubio había elegido su amistad con Aomine por sobre el equipo y Kise no dijo nada para sacarlos de su error ¡Tampoco podía decirles que por poco necesitaba una silla de ruedas luego de la intensa sesión de sexo de anoche!


Suspiró con pesadez y se levantó de golpe. Provocando que todas las miradas del resto del equipo se posaran sobre su persona.


—¡Oye Kise! ¿Estás bien? —su capitán preguntó preocupado.


—Senpai, voy a salir un momento al baño —su voz se oía desganada y su cabeza aún estaba gacha, ocultando su dorada mirada.


Salió con paso lento de los vestidores y se dirigió al baño con las manos en los bolsillos, tratando de disimular el dolor que sentía a cada paso que daba, pero esto lograba hacer que sus movimientos parecieran mecánicos. Cuando entró al lugar, estaba absolutamente vacío. Él se dirigió directo hacia los lavamanos y recargó su derecha sobre la blanca baldosa, haciendo que el peso de su cuerpo se fuera hacia adelante. Levantó la mirada, buscando su reflejo en el espejo y lo golpeó con fuerza, lastimándose levemente los nudillos.


—¡Maldición!


Ya no aguantaba más la sensación de frustración que sentía. No podía soportar haber perdido de nuevo. No contra Aomine.


La puerta se abrió con un chillido a sus espaldas, haciendo que el rubio desviara su mirada del espejo, ladeando la cabeza para fijar su atención en la persona que entraba al baño en ese momento, para ver justo frente a sus ojos la imponente figura del moreno. Éste, al percatarse de la presencia del rubio en los sanitarios, sonrió de lado y cerró la puerta.


—¡Vaya! No pensé que te vería aquí —habló con arrogancia.


—¡Maldito! —Kise se incorporó enfadado y lo encaró—. ¿Por qué no te largas? La última persona que quiero ver en el mundo es a ti-


—Tú y yo sabemos que eso no es cierto —el moreno negó con la cabeza.


—¡Estúpido! Por tu culpa apenas podía correr durante el partido —le gritó indignado.


—¡Ups! —Aomine rio abiertamente.


—¿Es que acaso lo hiciste a propósito? —Kise afiló la mirada sobre el moreno y ladeó el rostro.


—¡Qué importa! No puedes decirme que no valió la pena el calentamiento previo de anoche.


—¡Idiota!


Aomine sonrió abiertamente y caminó tres pasos hacia adelante para cerrar la distancia con el rubio, quedando a pocos centímetros de su rostro. Kise arrugó el ceño levemente y miró la actitud arrogante del moreno con hastío.


—Si no te largas tú, entonces me iré yo —trató de pasar junto al muchacho más alto, pero éste lo sostuvo por el brazo y lo obligó a girarse.


La fuerza usada por Aomine en ese movimiento fue demasiada y desmedida, provocando que el rostro del rubio impactara de lleno contra su cuerpo y emitiera un quejido ahogado.


—¿Qué estás haciendo? —Kise preguntó enfadado, tratando de liberarse.


Aomine sin embargo, se puso serio de improviso, afilando la mirada en un gesto que hasta podría catalogarse como de enfado y sin prestarle mayor atención a sus quejas, lo jaló al interior de uno de los cubículos del baño sin soltarle el brazo, encerrándolos a ambos ahí.


—¿Qué crees que haces? —el rubio lo miró asustado por unos segundos—. Déjame salir —trató de salir, pero la imponente figura del moreno obstaculizaba la puerta.


Aomine, sin decir palabra alguna, simplemente lo tomó por los hombros y lo giró, inclinándolo sobre el baño, obligando al rubio a afirmarse con las manos sobre el frío  estanque de agua. Se acercó lento hacia él y le susurró al oído.


—No vas a poder hacer ningún ruido, recuerda que estamos en un lugar público —lentamente puso su mano izquierda en la boca del rubio, imposibilitando que cualquier sonido saliera de ésta.


El moreno comenzó a besar suave el lóbulo de la oreja del otro muchacho, para luego bajar por su cuello hasta sus hombros mientras su mano derecha, se metió bajo la camiseta y recorrió la nívea espalda descendentemente, hasta internarse en sus glúteos, donde introdujo uno de sus dedos.


Comenzó a moverlo lento y con maestría. Lo introducía hasta el fondo y luego lo sacaba, para realizar suaves movimientos circulares en el exterior del ano y volvía a introducirlo con fuerza de nuevo. Intercaló estos movimientos un par de minutos, hasta que sintió que el rubio estaba completamente excitado. Entonces lo penetró con brusquedad con dos de sus dedos, simulando con ellos fuertes estocadas.


Él mismo se sentía desfallecer, su pene se había endurecido y lo sentía palpitar incómodo dentro de su bóxer, jadeaba suave en el oído del rubio a la vez que lamía con lujuria su oreja y se derretía al sentir el cuerpo bajo él vibrando con el movimiento de su mano.


El interior de Kise se había humedecido increíblemente, haciendo que los dedos de Aomine entraran rápido y con facilidad en su interior, pero provocando una deliciosa fricción que le producía un hormigueo que nacía en su ano y se extendía paulatinamente al resto de su cuerpo. El alto estado de sensibilidad en que se encontraba desde anoche, hacía que las sensaciones que lo invadían se multiplicaran exponencialmente. Su cuerpo se comenzó a poner rígido mientras el moreno aceleraba a un ritmo casi demencial las estocadas.


Aomine, sintiendo que el rubio estaba a punto de acabar, y en un extraño momento de lucidez, despegó su mano de la boca que aprisionaba dejándola liberar los gemidos que llevaba atorados en la garganta, y sacó varios trozos de papel higiénico que usó al cerrar su mano contra el pene de Kise, evitando así que el semen de éste ensuciara todo el baño, delatándolos.


—… aah… ahh… ¡Daiki! —gritó el nombre de su amante, sobreexcitado al llegar al clímax.


El rubio se dejó caer al suelo exhausto, sin importarle que se encontraba dentro de un mugroso baño. Respiraba con dificultad y sus ojos estaban cerrados. Luego de unos segundos, giró su cuerpo sin levantarse del suelo, para ver al moreno. Éste estaba de pie apoyando la espalda en la puerta, lo miraba con lujuria, evidentemente excitado mientras se olía los dedos que usó para penetrar a su novio.


Kise dejó escapar un jadeo con esta imagen y lentamente, empezó a subir las manos, recorriendo en su paso las musculosas piernas del moreno, rumbo al bulto que éste tenía oculto bajo el short ¡Quería oírlo gritar su nombre de placer!


Bajó el short del moreno y se dedicó a acariciar con la mano el miembro endurecido por sobre la tela del bóxer sin dejar de mirarlo a los ojos. Bajó la tela con lentitud e introduciendo su mano, sacó la enorme virilidad del moreno. Lo tomó con firmeza y corrió el prepucio hacia atrás, descubriendo la rosada cabeza del pene.


Esta era la primera vez que practicaba una felación, por lo que se sentía realmente nervioso. Quería hacerlo bien, quería complacer al moreno, quería hacerlo temblar con su toque. Tragó seco y su mirada se llenó de convicción, trató de recordar paso a paso las acciones del moreno la noche anterior y copiarlas ahora. Tomó el miembro con sus manos y lo masturbó lento, mientras con la lengua, acariciaba en círculos el glande y el pequeño orificio en la punta.


—…mnh… —el pequeño jadeo salido de la boca de Aomine complació sus oídos y le dio bríos para seguir.


Cerró su boca con fuerza sobre la cabeza y comenzó a bajar hasta la base, empapando con su tibia salida la larga extensión del pene del moreno. Lo sacó de su boca para luego volver a meterlo dentro y comenzar un rápido ritmo de succión. Afirmó una de sus manos en la masculina y sensual cadera de Aomine, mientras la derecha se dedicaba a acariciarle y estrujarle los testículos.


—…ha…ahh…


Aomine levantó ambas manos y se afirmó con ellas en las paredes laterales del cubículo del baño, dejando que sólo el extremo de sus dedos de vea en el exterior. Llevó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por la calidez y humedad de esa boca que se cerraba sobre su carne, inundándolo de placer. Sentía que sus piernas le fallaban, temblando cada vez más producto del ritmo de la boca del rubio que se aceleraba, se afirmó con más fuerza de las manos y cerró los ojos, sintiéndose desfallecer.


El húmedo sonido que hacía la boca del más bajo contra su cuerpo. El sonido de su fuerte respiración que le rosaba la piel. La tibieza de su mano cerrándose sobre los delicados testículos; ese rubio lo estaba volviendo loco, loco de placer.


Comenzó a sentir la urgencia del orgasmo próximo y el movimiento que realizaron sus caderas se acopló a la perfección con la boca del rubio. Embestía con fuerza mientras se sentía devorar y finalmente, se corrió dentro de su boca, liberando su semilla en el cálido interior de Kise.


—…ha… Ryouta… —susurró con una voz que reflejaba al mismo tiempo dolor y placer.


Respirando fuerte para tratar de recuperar el aliento, Aomine se subió la ropa y dirigió su vista hacia abajo. No pudo evitar abrir un poco los ojos de impresión frente a vista que tenía. Kise se relamía los labios, probando aun el salado gusto de la semilla del moreno, mientras lo miraba con ojos vidriosos, brillantes y turbados de placer.


Aomine supo en ese instante que nunca había visto nada tan sublime.


Se agachó para acunar el rostro del rubio entre sus manos y alzándolo, lo besó. Pudo sentir su propio sabor en la boca del otro, un sabor salado que se mezclaba con la dulzura natural de la boca de Kise.


—Te amo —Aomine susurró contra los labios de Kise mientras el sonido de los besos resonaba por todo el lugar.


Aun se encontraban unidos, besándose con la pasión que les daba su amor, cuando oyeron la puerta del baño abrirse abruptamente y unos pasos adentrarse en él.


—Kise, ¿estás aquí? —la voz de Kasamatsu se oyó fuerte y clara.


Kise se despegó de los labios del moreno y lo miró a los ojos con una expresión entre traviesa y asustada, llevándose ambas manos a la boca, mirada que le fue devuelta por los azules ojos con una expresión de fastidio. Kise le llevó un dedo a la boca, ordenando silencio al otro muchacho, pero éste no tenía intensiones de hacerle el mínimo caso.


Tomó a su novio de la mano y salió del cubículo, encontrándose con la impresionada mirada celeste de Kasamatsu de frente, mientras Kise se mordía el labio inferior sin saber qué hacer.


—¿Qué significa esto? —el capitán de Kaijo preguntó con autoridad. 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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