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Juegos de poder por desire nemesis

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¿Por qué estas dudando? ¿Es que ya no le quieres?—preguntó Sei.

 

¡No es eso! ¡Es que sé que no me lo perdonaría! Lo de antes… Yo no estaba con él así que… pero ahora… sería imperdonable—fueron las palabras de Joseph que conmovieron el congelado y herido corazón del pelinegro. Esa clase de sentimiento…

 

…era el que sentía por Subaru. Era lo que él había querido que el otro pensase. Que mientras estuvieran juntos jamás le haría algo como eso, pero Subaru…

 

…se había ido sin dejar que se lo demostrara.

 

¡Aunque para él puede que eso ya no importe!—las palabras de Wheeler se parecían tanto al sentir de Seichirou con tal exactitud que se sintió reflejado. Vio esos ojos melados que miraban su propio interior sin mirarle y se dio cuenta de que los dos estaban pasando por la misma situación.

 

Dejó libre el brazo del otro--¿Entonces por que…?—preguntó Sei.

 

¡Sencillamente no puedo!—contestó el otro—Aunque Seto no sienta más nada por mí yo… no podría—

 

¡No te preocupes! ¡Yo tampoco puedo!—dijo el ojos avellana antes de dar un suspiro y sentarse en su poltrona preferida mirando el vacío como lo había hecho todos esos días—Solo le quiero a él—

 

¿Quieres que yo…?—preguntó sin saber que hacer realmente el recadero y es que el otro se veía tan deprimido, tan débil.

 

Nada puedes hacer—sentenció Seichirou--¡Él te odia! Nos odia a los dos. Pero más a mí por mentirle. Pude haberle dicho antes pero se lo oculté porque tenía miedo de que si lo sabía él…--dijo el pelinegro recordando el doloroso momento en que el otro partió y dijo”Yo nunca estaré en tu lugar”.

 

Fue una afirmación tan tajante.

 

En ese momento supo que el otro había decidido separar sus destinos irremisiblemente.

 

Era lo que siempre él había temido.

 

Que Subaru le odiara.

 

Y sin embargo seguía en este mundo.

 

Solo había una respuesta a eso.

 

Su corazón aguardaba.

 

No transigía.

 

Subaru tal vez volviera.

 

 

 

 

 

 

 

 

Sumeragi sama. Un señor pide verlo—dijo el mayordomo de la mansión del mismo nombre.

 

El joven que se encontraba leyendo el diario, levantó la vista de este y miró a su sirviente—Dice que se llama Joseph Wheeler—informó.

 

El pelinegro se sorprendió un poco y luego con mirada vacía respondió--¡No quiero verle!—luego volvió al papel y mientras su empleado se iba para rechazar al visitante no pudo concentrarse en las noticias.

 

¿Qué estaba haciendo él ahí?

 

¿Seichirou le habría enviado?

 

No. Después de lo que había pasado… pero el ya no reconocía a su primo.

 

De pronto oyó un alboroto y el rubio llegó hasta él todo agitado mientras su mayordomo llegaba por atrás.

 

Creí haber sido cl…--trató de reprendar a su empleado pero Joey lo cortó.

 

¡Sumimasen! No es su culpa. Yo… lo evadí para llegar aquí—dijo el ojos mieles.

 

No me importa lo que tienes que decir—dijo levantándose de su asiento el dueño de casa.

 

Eso es lo que dijo Seichirou san—dijo Joseph.

 

Ante la mención del otro en labios del ojos mieles el ojiverde dejó su expresión indiferente y volteó sus ojos como piedra de jade hacia el otro con una mirada corrosiva.

 

Estaba celoso. Eso era seguro, se dijo el rubio mientras miraba esas finas estalactitas dirigidas a él. Esa era la misma mirada que Seto fijaba en Sakurazukamori cada vez que se le acercaba. Nada estaba perdido. El corazón de Subaru, aunque estaba herido, aún le pertenecía a Seichirou.

 

¡Déjenos solos!—ordenó con voz de mando el rubio al mayordomo que le miró como “¿Qué rayos está diciendo? ¿Este insurrecto pretende mandarme?”

 

¡Kodori, vete por favor! Hablaré a solas con este sujeto—dijo el verdadero jefe y el otro tras inclinarse obedeció.

 

¿Sujeto, ah? ¡Como ha cambiado todo!—dijo el ojos mieles algo aturdido de que el joven amable que antes conociera le tratara con la misma frialdad con que lo había tratado su primo cuando él fuera a visitarlo.

 

¡Di lo que quieras y vete!—ordenó el pelinegro con una mirada fría como una navaja en la noche.

 

¡Seichirou san está muriendo!—le dijo el ojos mieles y pudo observar el gran cambio en la expresión del otro que se le tiró encima.

 

¿Qué ha hecho Sei?—preguntó Sumeragi en un estado de total pánico pues recordó lo que unas semanas antes intentara su primo. Y él lo había dejado solo. Su pecho dolía con un profundo temor y el presentimiento de que algo muy malo le había pasado a él.

 

No.

 

Se dio cuenta ahora.

 

No quería que nada malo le pasase a Seichirou. Si algo malo le sucedía a él… sus manos colapsaron sobre los brazos del otro agarrotadas por el temor que invadía todo su cuerpo.

 

Entonces Subaru descubrió lo que era el temor a perder a la persona amada. Era lo que debió sentir su primo cuando… recordó esa noche y a él diciendo “¿Qué hubieras hecho en mi lugar?”, luego  su respuesta.

 

¡Que tonto había sido!

 

“¡Yo nunca estaré en tu lugar!”, había respondido.

 

Jamás había intentado siquiera pensar en que se sentiría.

 

Ahora lo sabía.

 

Está dejándose morir—dijo simplemente su visitante y el dueño de casa le miró—¡Falta desde el mismo día que tú! No deja de beber y no ha comido nada—añadió.

 

El otro le soltó--¿Y como sabes tú eso?—preguntó.

 

¡Fui a verlo!—respondió francamente el ojos mieles.

 

Si tanto te preocupa… ve y cúralo tú—dijo el ojos jade con una mirada celosa que Joey vio claramente.

 

¡Él no quiere nada de mí! Solo te necesita a ti—le respondió su rival.

 

¡Admites que él te interesa!—dijo Subaru lleno de ira.

 

No debería pero si—respondió para mayor ira del otro—Me interesa porque alguna vez fue amable conmigo y porque sé que sufre. ¿A ti no te interesa Sei san?—

 

Los ojos verdes se abrieron con estupor.

 

Yo…--trató de proferir Sumeragi y descubrió que para su asombro su cuerpo entero estaba temblando.

 

Si tanto le amas ve a salvarlo—dijo el rubio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tenía una llave.

 

Seichirou se la había dado cuando vivían juntos.

 

Entró despacio sin saber que hacer realmente pero es que las palabras de Joseph le habían tocado profundamente.

 

“Si tanto le amas ve a salvarlo”.

 

Encontró el living comedor a oscuras, sucio y desordenado.

 

Este no se parecía al lugar que había habitado con él.

 

Después de permanecer un momento ahí parado se dio cuenta de que él estaba ahí.

 

Dormido en su poltrona junto a la mano caída del apoyabrazos había un vaso volcado y algo de líquido derramado en la alfombra.

 

Sintió que el suelo se desvanecía.

 

Su rostro apenas estaba iluminado por la luna.

 

Seichirou se veía demacrado y solo. Despojado de todo vigor. Sin la fuerza que usualmente mostraba.

 

Se acercó y arrodilló a su lado. Miró la barba crecida y sus labios no pudieron evitar ir al encuentro de los de su amado Seichirou.

 

Los ojos de Sei se abrieron lentamente y luego del todo, abrazó al otro con todo lo que tenía y saboreó de nuevo esos exquisitos labios. ¡No lo dejaría ir! Jamás.

Notas finales:

Espero les guste

^^

gracias por el apoyo

ja ne

^^


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