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Juegos de poder por desire nemesis

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Le fue difícil ubicar al rubio. Este no estaba ni en su casa, ni en la Universidad. Todo había sucedido el día anterior. Un poco aturdido por lo que el ex monje le dijera se dirigió al apartamento que compartiera con este y la soledad que allí encontró le reavivó ciertos recuerdos.

 

Las palabras de Sumeragi ayudaron.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después que le contó como el otro ayudó a la pareja que ahora este formaba con su primo, cosa que no dejó de sorprender al castaño, le preguntó--¿Soportará que Joey encuentre a otra persona después de usted? ¿Qué lo olvide a su lado? ¿En verdad está dispuesto a dejar ir a Wheeler para siempre?—

 

Seto se paró y giró para mirar el ventanal donde la clara luz del día entraba para bañarlo y sus piernas se apoyaron en el escritorio tras él mientras el ojos azules enterraba sus uñas en la madera del mueble ante esa inesperada idea.

 

Dejarlo ir.

 

¡No!

 

Con otro.

 

¡Jamás!

 

 

 

 

 

Es por eso que después de su infructuosa búsqueda se fue ante un dilema y debió bajar la cabeza como nunca lo había hecho para solicitar la ayuda de su odiado enemigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Kaiba?—preguntó la sorprendida voz añiñada del “Rey  de los duelos”.

 

Necesito preguntarte algo Motou—dijo el otro con toda la dignidad que pudo juntar aunque hacer eso iba en contra de todo lo que él se había jurado.

 

Dime—dijo el siempre bien dispuesto Yugi.

 

 

 

 

 

Es por eso que ahora estaba allí. En su sedán negro particular viendo la fila cada vez más larga de aspirantes a un puesto de trabajo de cadetes.

 

El rubio se había rehecho en un tris. Pensó con algo de ira el castaño. Si tanto le había dolido su desdén podía haber esperado un tanto más para buscarse otro trabajo y reiniciar su vida.

 

Reiniciar su vida, pensó el ojos azules y eso lo retrotrajo a las palabras del pelinegro. Reiniciar su vida con alguien más.

 

Impulsivo como siempre dirigió su auto hasta que estuvo al lado del ojos mieles y frenó. Bajó y de un saque fue hasta el otro y tomándolo de un brazo lo haló hasta el automóvil.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué estaba pasando?

 

En un momento estaba tratando de no pensar en su dolorosa despedida pues la espera en la fila le llevó a recordar como había terminado su último trabajo y al siguiente veía bajar a Seto de un auto y secuestrarlo.

 

¿Qué rayos crees que estás haciendo?—preguntó furioso el rubio—¡Para o me bajaré en movimiento!—le advirtió.

 

¡No te lo recomiendo!—le contestó el otro con impasible voz.

 

Tal vez estés demasiado acostumbrado a hacer lo que quieras con las personas pero yo no soy así de fácil. ¿Qué pasó idiota? ¿No eras tú el que no quería verme nunca más? ¡Déjame en paz! ¡Voy a hacer mi vida! ¡Y sin ti!—dijo Wheeler desafiante y lo último fue la gota que derramó el vaso para el otro.

 

Frenó a un lado de la avenida y con su brazo lo agarró de la manga—No vuelvas a decir eso nunca más—dijo Kaiba.

 

¿Qué? ¿Qué haré mi vida sin ti? No creí que te importara señor yosoylomásimportanteenelplanetatierra. No entiendo que haces aquí. Después de todo ese “malentendido” te vino de perlas—reclamó el ojos mieles.

 

¿De que estás hablando?—preguntó el ojos azules.

 

¡No te hagas Kaiba! Hacía rato que venías pensando la manera de quitarme de encima y esto te vino de perlas. ¿O creías que no me iba a dar cuenta?—le contestó Joseph.

 

¡No sé de qué hablas! Yo no…--dijo el CEO pero antes de que terminara la frase el otro se había bajado del auto. Se bajó y corrió detrás de él.

 

Joey intentó aporrearle pero el otro siempre fue más diestro en artes marciales y le detuvo. La ira y el dolor en los ojos de Joey eran tangibles.

 

Sumimasen—pronunció de pronto el empresario para sorpresa del otro.

 

¿Crees que con pedir disculpas todo se arreglará?—preguntó Wheeler tratando de desacelerar su corazón. Oír esas palabras de Kaiba, así, era algo a lo que jamás se había enfrentado. Había sincero arrepentimiento en su mirada. Tanto que le temblaron las piernas pero mantuvo su voz adusta al preguntar.

 

Tal vez no pero es un comienzo—dijo el otro en contestación--¡Ahora ven conmigo!—añadió mientras lo halaba.

 

Joey se deshizo de él—¡No! He terminado contigo—respondió.

 

Esto no termina antes de que yo lo diga—aseguró el otro volviendo a ser el Kaiba de siempre.

 

¡Eso es lo que tu crees!—le increpó Joseph con su rebeldía natural.

 

Kaiba recordó algo importante. Algo que había olvidado. Sus labios se fundieron con los del otro y este se estremeció todo con el contacto. Sus manos se agarrotaron sobre la ropa del castaño e intentó con todas sus fuerzas negarse a lo que estaba pasando pero su cuerpo reaccionaba de tal manera que el ojos azules no podía dejar de advertir lo que en verdad sentía por él.

 

¡Espera! Estamos en la calle. La gente… nos mira—alegó Wheeler.

 

¿Y que importa eso?—preguntó el otro con su seductora voz de barítono.

 

No le importaba que le vieran con él. Estaba besándolo públicamente y sin el menor reparo. No podía haber una declaración más clara de que Joey se había vuelto importante para Kaiba.

 

Mientras su cabeza flotaba en una nube de bruma el ojos azules lo empujó dentro del auto.

 

 

 

 

 

 

 

 

Joseph pensó que lo llevaba a su apartamento pero en vez de eso se encontró frente a una mansión. Iba a preguntar adonde estaban pero antes de que pudiera hacerlo ya se encontraban cruzando la reja.

 

Por inercia igual lo hizo.

 

¿Dónde estamos?—

 

En mi casa—respondió simplemente el otro develando que estaba acertado en lo primero que se le había ocurrido y que pensaba que era un imposible.

 

Seto… ¿Estás seguro de que…?—trató de decir Wheeler y el castaño le cortó.

 

¡Tú déjamelo todo a mi!—dijo el otro muy serio y el ojos mieles se calló. Estaba muy nervioso.

 

¡Seto!—pronunció su hermano al verlo llegar. --¿Joey?—preguntó al ver quien era el acompañante de su hermano.

 

Mokuba, debo decirte algo—le dijo el hermano mayor al menor. El rubio abrió mucho los ojos. ¿Iba a decirle la verdad? Sus nervios estaban a tope y se desplomó una vez hubo escuchado—Joey y yo estamos saliendo—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despertó despacio como si hubiera sufrido un largo letargo y al abrir sus ojos se encontró con la cara del ojos azules que le miraba desde muy cerca mientras los dedos de una de sus manos jugueteaban con su flequillo.

 

¿Qué…?—trató de preguntar Joseph.

 

¡Te desmayaste!—respondió el otro—Supongo que fue la impresión—

 

De inmediato el rubio recordó lo último ocurrido antes de perder la conciencia--¡Le dijiste!—era casi una acusación.

 

Es lo que vine a hacer—respondió el CEO.

 

Pero…--trataba de entender. Eso le hablaba de que el otro iba en serio a por él--¿Cómo lo tomó?—preguntó un poco preocupado por el menor de los Kaiba.

 

Es un chico listo. No me haría problemas por eso. Además estamos en el siglo XXI y eso no es tan inesperado en la gente—respondió Seto. Sus palabras parecían hasta dulces mientras lucía una seria serenidad. Sus ojos se mantenían en el espigado cabello y Joseph se preguntó si habría algún problema.

 

Luego trató de levantarse mientras preguntaba--¿Dónde…?—

 

¡En mi cama!—respondió muy serio el otro.

 

La cara que puso Joey le hizo gracia—No me dirás que eso te asusta—

 

No. Es que… no entiendo. Tú ya no…--dijo el otro tratando de explicarse, su mirada era algo aturdida.

 

Entiendo. Creo que es hora de decírtelo—dijo Seto y los ojos mieles le miraron interesados—Hace unas semanas tuve que ir al médico y bueno… algo no salió del todo bien. La cuestión es que el músculo cardíaco tenía serias probabilidades de quedar mal por lo que me mandó un medicamento experimental—el corazón de Joey se detuvo de manera momentánea. ¿Seto estaba enfermo del corazón? Con tantos problemas no era raro que él no tuviera tiempo de estar a su lado. Quizás hasta le habían prohibido. Nunca se le ocurrió pensar en eso—Resulta que uno de los efectos secundarios del dichoso remedio es la disminución del apetito sexual. Es por eso que…--explicó Kaiba. Joey apoyó sus dedos sobre los labios del otro para que dejara de hablar.

 

Yo… lo siento. Metí la pata. Pensé que…--dijo el rubio compungido.

 

No lo sientas. No podías adivinarlo y además puedes resarcirte—le contestó el otro.

 

Wheeler le miró y un segundo después sus labios eran besados mientras su cuerpo era empujado para acostarse mientras el del otro se ponía arriba suyo.

 

Dijiste…--trató de decir.

 

Debí tomarlo hace dos horas. Las cosas que hago por ti cachorro—exclamó el castaño y el otro le empujó.

 

¡No juegues con eso!—dijo el rubio genuinamente preocupado por lo que el ojos azules sonrió.

 

No te preocupes. Es para disminuir el stress. Mi corazón está aún sano y algo me dice que en los siguientes minutos no me faltará relajación—dijo la sexy voz de Seto Kaiba un minuto antes de tomar a Joseph para sí.

Notas finales:

se que dije ue no pondria hoy

pero no pude evitarlo

ja ne

^^


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