Todo estaba mejor ahora para ambos y eso estaba bien, pensó el pelinegro mientras se dirigía con los víveres recién comprados al departamento de Seichirou. Una buena convivencia se llevaba en la oficina desde que todo se había arreglado entre las parejas.
Todo lo que preocupaba a Sakurazukamori y a Kaiba era la dichosa demanda que habían puesto contra el inventor por poner en peligro los puestos de trabajo de cientos de personas al irse sin previo aviso de la compañía y por incumplimiento de contrato.
De lo segundo se libraría pagando la multa de la que su nueva empresa se haría cargo. Pero lo primero era algo que de no prosperar se llevaría muy buena parte de las ganancias de KC y esta se vería en la necesidad de recortar todo lo posible. Eso por supuesto incluía despidos a lo que ninguno de los dos socios quería arribar.
Era casi una solución de última hora que los abogados de la empresa habían encontrado justo a tiempo. De prosperar le daría a la empresa beneficios tácitos que le ayudarían a solventarse el tiempo que le llevara reacomodar sus instalaciones para nuevos proyectos y productos.
En eso estaba pensando Subaru cuando bajaba del ascensor en su piso. Era sábado y el mayor volvería en la tarde pues tenía varias reuniones con inversores que posibilitarían la buena evolución de la empresa en tiempos difíciles.
Él decidió que quería comer en casa pero como no estaban acostumbrados no había mucho por lo que fue a una tienda de conveniencia.
Casi se le caen las bolsas cuando vio a sus padres parados en la puerta.
¿Qué hacen aquí?—preguntó.
¿Esa es forma de saludar?—preguntó su siempre formal oto san.
Sumimasen. Por favor pasen—dijo el hijo abriéndoles.
Tu primo nos ha dicho que estarías aquí aunque por un momento lo dudamos—dijo su madre antes de sentarse en el living comedor--¿Qué traes ahí?—preguntó mirando con el ceño fruncido la bolsa de compras.
He decidido hacer la cena—declaró su hijo.
Me alegra que seas agradecido con tu primo pero no veo que debas convertirte en su ama de llaves—dijo disgustada la oka san.
Cariño. No seas así con Subaru. Aún debe estar algo aletargado por lo sucedido—dijo el padre de este—Dime hijo. Hemos venido a saber cuando volverás a casa—
¿Volver?—preguntó sorprendido el menor.
Si. Naturalmente no pensarás quedarte a vivir aquí. Seichirou es un hombre joven y por más que sea tu primo tu estancia aquí debe serle algo… perjudicial pues un hombre necesita tener su intimidad—dijo el mayor.
Como tu mismo has decidido no volver al templo hemos pensado que tal vez…--mientras su madre hablaba el ojos verdes se dijo que ese razonamiento por supuesto que no era nada inesperado. No había forma que vieran con buenos ojos que se quedara con su primo teniendo su casa esperando. Los motivos de su dimisión al templo también serían revisados exhaustivamente cuando tuvieran la seguridad de que el estaba bien de su dolencia.
¿Cómo explicar convincentemente su presencia ahí? No había duda de cómo terminaría aquello.
Sakurazukamori apuró su auto por las calles de Tokio de manera de llegar lo más pronto posible a su departamento. No era tonto. Sabía lo que pretenderían sus tíos. Su idea había sido llegar pronto con ellos al dichoso hogar pero un imprevisto se había cruzado en su camino. Un choque múltiple le había obligado a desviarse y los lentos semáforos no habían mejorado la situación.
Cuando bajó del ascensor su pulso estaba al menos a doscientos diez y su respiración acelerada era obviamente un signo más de su ansiedad.
Sacó las llaves y entró pero ni bien penetró en el departamento el silencio reinante se le hizo ominoso.
Llamó pero nadie le respondió. Discó de inmediato el número de Subaru pero la llamada entró en buzón de inmediato.
A cierta distancia un pelinegro de ojos verdes sentía su teléfono y lo abría para mirar al que llamaba en el identificador. “Sei” rezaba este. De inmediato cortó. Luego miró por la ventanilla del auto que raudo corría por las calles de Tokio a su casa. Seichirou llamaría muchas veces más con el mismo resultado.
Tres horas más tarde el ojos avellana se presentó en la mansión de sus tíos con un claro objetivo.
¡Quiero verlo!—dijo Sakurazukamori.
Su tía se le acercó y sin aviso golpeó su rostro para después decir--¡Que descaro el tuyo! Presentarte aquí después de lo que has hecho—
Estaba indignada y eso indujo a p ensar al pelinegro que ellos se habían enterado de que tipo de relación unía a su primo con él y por eso habían ido con el expreso objetivo de llevarlo de su lado.
¿Dónde está? Yo asumo toda la responsabilidad—dijo el ojos avellana preocupado por el menor.
Por supuesto que la tienes—dijo ofendida su tía—Nuestro Subaru ha cambiado mucho. Antes él… ahora lo desconozco—
Eso preocupó un poco más a Seichirou. Tal vez ellos estaban tan enojados que…
¿Qué le han hecho?—preguntó.
¿Qué sugieres? Ten cuidado de cómo me hablas muchacho—dijo ella más ofendida aún—Subaru se fue de esta casa por su propio pie. Ha insultado a su familia—
Si se refiere a que me ha elegido a mí en lugar de…--dijo el menor.
Me refiero a lo que dije. Nos insultó. Dijo que nos aborrecía por como pensábamos acerca de lo que nos confesó sobre ustedes dos y se fue—explicó la señora Sumeragi. En su cara había dejes de consternación.
Seichirou se sintió aturdido.
Nunca pensó que el otro actuaría de esa manera.
Subaru no solo les había dicho todo sino que lo había puesto por encima de su familia. Volvio a llamarlo. Otra vez el buzón.
Debía estar consternado por lo que había hecho, pensó su primo. Pero tenerlo lejos solo aumentaba la ansiedad del mayor. Recordaba la última vez que había tenido un disgusto tan trágico y desaparecido. Solo podía implorar porque no le sucediera algo malo.