4 AÑOS ATRÁS
Cursaba su último año en la universidad. Se movía desde el campus hasta su dormitorio. Era una noche especialmente linda ya que la luna y las estrellas brillaban.
Se cruzó con un compañero con el que había hecho un trabajo recientemente y le saludó con la mano. El otro hizo lo mismo. Siguió caminando mientras oía música en su Mp3, cargaba su mochila en la espalda y quería llegar pronto a su lugar porque llevaba solo una chaqueta ligera y tenía frío. Era noviembre y ya el invierno estaba cerca.
Caminaba tan ensimismado que no notó al hombre que desde dos cuadras atrás le seguía. De pronto sintió una puntada en sus ijares y un brazo le tomó por detrás el cuello, el otro tiró hacia atrás y el rubio se sacó un audífono.
¡Hey niño bonito! ¡Dame todo lo que llevas o hoy no llegas a casa!—le dijo el hombre con un acento barriobajero y aliento alcohólico. Por su nerviosismo Joey dedujo que había algo más. Le alargó su reproductor y sacó su celular del bolsillo mostrándolo en alto—No. ¡Yo no quiero esa mierda! ¡Dame plata chaval!—le dijo, agitado, el delincuente.
Es todo lo que llevo—dijo el estudiante en contestación.
¡Suelta la pasta o te quedas sin ojos!—gritó el otro poniendo ahora su navaja junto al ojo derecho de Joseph.
¡Lo juro! Yo no…--dijo el ojos mieles.
Jurar en vano está mal, idiota y vas a arrepentirte—le dijo furioso el ladrón y levantó en ángulo hacia el ojo del otro su reluciente arma blanca.
Joey se paralizó. Iba a resistirse. A gritar. Cualquier cosa antes de que…
…y entonces pasó…
De pronto el hombre se retiró y cuando miró hacia atrás no vio nada. Estaba impactado y asustado. ¿El otro se había asustado o planeaba jugar al gato y el ratón con él?
Mientras miraba indeciso alrededor oyó un gemido lúgubre. No quería pero su curiosidad fue mayor. Descubrió entre los arbustos un pie y después de despejar a su alrededor descubrió el cuerpo del tipo que podía ser muy bien quien le atacó. Tenía la garganta cercenada y sus ojos vidriosos lo miraron atentamente.
Caminó hacia atrás despavorido y después de mirar hacia los lados para ver si quien lo hizo estaba cerca o alguien que lo auxiliara intentó gritar.
Te mueves por lugares peligrosos—dijo una voz a sus espaldas y Wheeler volteó.
Un tipo de su edad pero más alto, de pelo castaño y ojos oscuros le miraba, estaba muy cerca.
¿De donde había salido?
¿Por qué le hablaba como si se conocieran?
¡Hay un tipo…!—trató de decirle.
Lo sé—dijo con voz tranquila el otro y Joseph comprendió que él lo había hecho.
¿Vas a…?—preguntó retrocediendo el ojos mieles.
No. Si fuera a hacerlo no estaríamos hablando ahora. Es que… tengo curiosidad—admitió el castaño.
¿De que?—preguntó curioso Joey.
Quería saber como era hablar contigo—le respondió el otro, sorprendiendo al joven Wheeler.
¿Cómo es hablar conmigo?—preguntó el rubio.
Si. Hace mucho que no hablo con alguien como tú. Deberías sentirte privilegiado. No a muchos como tú se les permite hablar con nosotros—exclamó el otro.
¿Cómo yo? ¿Quién eres?—preguntó confundido el muchacho.
¿Yo?—preguntó el otro—Yo soy tu dueño. Mi nombre es Kuran Kaname—añadió el castaño un segundo antes de que sus ojos relucieran como rubíes.
EN LA ACTUALIDAD
Cuando despertó se encontraba en una habitación toda iluminada. Por un momento pensó que se encontraba en el hotel pero después se dio cuenta de que la habitación, aunque similar en lujo era distinta. Trató de hacer memoria de lo último que recordara y entonces se sentó.
Salió al pasillo y empezó a recorrer la casa que no conocía. En un momento se frustró por no poder llegar a donde quería y entonces…
¡Señor, señor!—dijo una empleada al verlo perdido.
¡Lléveme con su jefe!—ordenó, el siempre cortés, Kaiba.
¿Qué es lo que…?—preguntaba Willhem cuando su empleada golpeó la puerta de su estudio—Pase—
Asomando la cabeza la joven le dijo a su jefe—Señor. El señor Kaiba quiere hablar con usted—
¡Que pase!—le indicó Wheeler y entonces el castaño entró. Dentro estaban padre e hijo con alguien más. Parecía un empleado--¡Que bueno verle bien! Nos preguntábamos que pasó anoche con ustedes—le dijo el dueño de casa.
¿Cómo que se preguntan? ¡Wheeler! ¿No les has dicho nada?—preguntó el ojos azules mirando al de ojos mieles.
Al parecer mi hijo no recuerda los hechos—indicó Willhelm.
Seto lo miró mientras el otro desviaba la vista. ¿En serio lo había olvidado o tan solo le incomodaba lo que había sucedido entre ambos momentos antes de que eso ocurriera.
Lo que pasó es muy simple de explicar—dijo el CEO—O tal vez no tanto—
¡Decídase!—exclamó el padre de Joey mientras éste miraba a Kaiba con atención.
Pues… lo que pasó… aunque parezca inverosímil fue… que un hombre nos atacó a Joseph y a mí—dijo el castaño y lo que pareció mas raro al rubio fue que el otro hablara de él como “Joseph” y no como el “perro” o algo así.
¿Por qué va a parecernos inverosímil? Es justo lo que estábamos pensando—arguyó el patriarca de la casa.
Aún a riesgo de perder su dignidad el ojos azules sintió el deseo de advertirles—Pues lo que es inverosímil es la clase de hombre que creo que nos atacó. Creo que era un vampiro—
Willhelm se lo quedó mirando un rato y luego dijo—Decididamente usted se dio un golpe muy grande—
Señor Wheeler—intervino el desconocido por primera vez en presencia del invitado—Es probable que este hombre tenga razón—
¿Usted quién es?—preguntó Seto.
Vladimir Sikorsky. Soy miembro de… como decirlo de modo que usted lo entienda... me dedico a cuidar de los miembros del gobierno. Esto me atañe porque se realizó bajo el techo de mi estimado amigo—respondió éste.
¿En verdad crees que eso es cierto?—preguntó Wheeler padre.
Hay algo que corrobora su historia—dijo el pelinegro levantándose y yendo hacia el rubio, de un manotón bajó el cuello de la camisa. En el cuello se veían dos marcas rojas símbolo inequívoco de un ataque de vampiros para el común de la gente—Y hay otras no tan recientes—
El dijo que era su presa—dijo Seto de pronto entendiendo que no se trataba de un ataque singular sino más bien que el otro lo veía de su propiedad, que al parecer se alimentaba del otro regularmente.
Willhelm, si me dejas llamaré a alguien que entiende muy bien de esto—dijo Sikorsky al impresionado padre.
Un rato más tarde ambos hombresz mayores se fueron para despedirse en la puerta pues Sikorsky se iba.
¿En verdad no recuerdas nada?—preguntó el castaño cuando estuvieron solos.
Creo recordar a un hombre parado en la ventana pero es muy confuso—respondió Joey.
¿Y antes de eso?—preguntó el ojos azules.
El ojosa mieles lo miró a los ojos y luego desvió la vista. Signo que le decía que si lo recordaba—¡No quiero hablar de eso!—mencionó.
¡Pero yo si quiero!—exclamó Seto.
Todo es muy confuso—dijo Wheeler.
Quiero que me digas…--dijo el castaño llevándolo hasta él y colocándolo muy cerca, sus rostros quedaron a centímetros y ambos redescubrieron cuan profunda era la atracción que se profesaran. Se quedaron mirándose a los ojos unos segundos antes de que el rubio rompiera todo contacto.
Esto está mal—dijo tratando de huir.
A Seto no le agradó esa actitud cobarde--¡Quédate aquí y dame frente!—dijo enojado.
¡No lo entiendes! No es la primera vez que pasa. Antes… No le volvimos a ver… Pensé que solo se había ido pero…--dijo el ojos mieles mientras se agarraba a la puerta semi abierta con la mirada baja.
Seto entendió.
Alguien había estado en su lugar y nunca más se le volvió a ver. Wheeler tenía miedo. Mucho miedo. Y también le estaba cuidando.
Lloviznaba esa tarde cuando alguien llamó a la puerta. Seto había sido invitado a permanecer allí para contar lo sucedido a la visita.
Todos se sorprendieron al ver que a Sikorsky le acompañaba un joven de más o menos la edad de Joey. Tenía los ojos violetas y el pelo blanco.
Soy Kiryuu Zero—dijo simplemente el joven.