Llegaron a una casa que el rubio no reconoció. El otro lo había transportado todo el tiempo en su hombro. Lo dejó en el suelo y Joey trató de alejarse.
La forma en que el ojos mieles lo miraba, hizo sonreír al pelinegro.
¡No te me acerques!—gritó Wheeler.
¡Tranquilo! Yo no quiero nada de ti—le explicó el ojos rojos.
¡Ah! ¿Y me vas a decir que solo buscas mostrarme la casa para venderla, no?—le respondió con sarcasmo el ojos mieles.
¡Buena forma de conducirse para un diplomático! ‘Magnífico lenguaje!—dijo un joven de ojos azules y pelo negro entrando en la habitación mientras aplaudía lleno de sarcasmo y desdén.
¿Y tú quien eres?—preguntó Wheeler.
Eso no te incumbe—respondió el joven bajo con un mohín—Si te preguntas. ¿Por que estás aquí? Te diré que no es por ti. Tú eres un mero cebo—
¡Quieren a Seto!—exclamó de pronto comprendiendo Joseph.
¿Quién es Seto?—preguntó confundido el bajo confundiendo aún más al otro. ¿Si no era por Seto porq…?
Un ventanal se abrió de pronto. Era enorme y las cortinas revolotearon sobre el por la brisa. En medio de sus hojas entreabiertas se distinguió una figura parada.
¡Deberías aprender a usar las puertas!—dijo el bajo a la figura.
Esta se acercó a gran velocidad. De no haberse interpuesto el secuestrador de Joey esta hubiera alcanzado a su amo.
El otro le hizo frente con mirada carmesí y cara seria.
Kaname advirtió que el otro no le temía y tenía sus reservas del porqué.
¿Qué quieren con él?—preguntó Kuran apuntando sin mirar al rubio mientras él lo miraba atentamente. Algo en su interior le decía que era el vampiro que se había estado alimentando de él.
Era alto, distinguido y lucía un porte gallardo y feroz.
¿A él lo estaban buscando esos dos?
Mientras a unas cuadras de distancia Zero y Seto iban en el auto en pos de la señal que emitía el vampiro.
Es probable que el secuestrador del joven Wheeler sea también un vampiro con ansias de alimentarse. En ese caso correrá con suerte si ese vampiro llega a tiempo con él—dijo Zero mientras el castaño observaba la pantalla del celular que el otro le había dado para poder conducir sin distracciones.
Kaiba le miró un momento y el otro prosiguió—Ese tipo, sea quien sea, se alimentará de él hasta matarlo si puede—anunció tetricamente el peliplateado.
¿Qué quieren con él?—preguntó Kuran.
No te preocupes. ¡Tu cena está a salvo! Él es solo un señuelo para atraerte aquí. Sabía que reaccionarías instintivamente al verlo irse. ¡A veces hasta tú, Kuran Kaname eres predecible!—dijo el bajo sonriente.
Viendo que había caído en una trampa el otro miró a sus retadores y sopesándoles les preguntó--¿Quiénes son? ¿Por qué han hecho esto?—
¡Buenas preguntas! ¡Las dos!—el rostro del muchacho pareció relajado hasta entonces pero luego de decir eso se envileció y con mirada oscura dijo—Yo soy el último descendiente de una estirpe olvidada. ¿No me recuerdas? ¡No! ¡Porque no me viste! ¡No me viste aquel día en que mataste a toda mi familia! ¿Recuerdas a los Phantomhive? ¿Recuerdas esa noche cuando los destrozaste a todos? A todos menos uno, quiero decir. ¡Porque quedo yo! ¡Yo voy a extinguirte perro embustero!—gritó el muchacho presa de increíble ira. Sus puños bien apretados a los lados de su cuerpo.
Kaname relajó su mirada tan solo un poco. Conocía a los Phantomhive y no eran de fiar.
¡Quieres vengarte! ¡Pues bien! ¡Inténtalo!—le retó el mayor.
¿Estás loco? ¿Yo? ¿Ensuciarme con semejante sangre impura? ¡Nunca! Para eso tengo a Sebastian—afirmó el muchacho muy confiado en el resultado de la contienda.
Michaellis caminó dos pasos colocándose entre ambos.
¿Y tú crees que puedes derrotarme?—preguntó el engreído Kuran.
El otro no le respondió. Solo se sonrió y luego oyó la voz de su amo decir--¡Destrózalo Sebastian!—
Como ordene, amo—fue la sumisa respuesta del otro.