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Standing for you… por Kitana

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Notas del capitulo: Hola, despues de tener mil años abandonado este pobre fic, al fin lo he actualizado, espero que les guste, bye y mil disculpas por haberme tardado tanto
 

El sol al fin despertaba de su siesta nocturna, Afrodita se desperezó en su cómoda y tibia cama. Iba a estirarse cuando escuchó sonar el teléfono. Levantó la bocina creyendo que sería de nuevo la empleada de la tienda avisándole que volvería a llegar tarde.

- ¿Hola?- dijo con voz somnolienta.

- ¿Eres tú Afro? - dijo una vocecita dulzona al otro lado de la línea, Afrodita reconoció esa voz de inmediato.

- ¿Shunny?

- Ay dioses no te imaginas cuanto me alegra escuchar de nuevo tu voz. ¿Se puede saber por qué escapaste y no me dijiste a donde ibas? ¿Te volviste loco o algo así? ¡Me asustaste!- la voz de Shun iba in crescendo, Afrodita solo pudo sonreír, había cosas en el mundo que jamás cambiarían.

- ¿Cómo estás?

-Pues en este momento podría decirse que feliz, ya te encontré, ¿por qué me dejaste abandonado?

- No te dejé abandonado, te quedaste con tu maravilloso Milo.

- No es lo mismo y tú lo sabes. Eres mi mejor amigo y te quiero demasiado y con tu escape lo único que hiciste fue ponernos a todos con los nervios de punta.

- ¿Que quieres decir  con todos? Mis padres siempre supieron que yo estaba bien.

- Ellos no tonto, me refiero a Milo y a Shura.

-¿Shura? Pero... ¿por qué?

-Pues no sé, yo creo que esta loco por ti, no se ha olvidado de ti en todos estos meses.

- Eso si que no te lo creo.

- Pues deberías. Por cierto, ¿a que no adivinas quien se casa en dos semanas?

- No me digas que te casas con Milo, ¿de verdad?

- Si, ya te contaré, ahora necesito que me hagas un enorme favor.

- Si pienso salir de mi encierro y ayudarte con los planes de tu boda.

- No me refería a eso, pero acepto la ayuda, la madre de Milo me está ayudando, Yanis tiene un gusto excelente, te va a caer bien. - dijo Shun.

- Si te agrada a ti que eres tan quisquilloso para eso de las amistades, entonces estoy seguro de que me agradará también, así que ¿qué favor quieres pedirme?

- Que salgas de tu departamento, solo sal al corredor, ¿lo harías por mí?

- ¿Qué planeas Shunny?

- Nada malo, eso te lo puedo asegurar. Solo hazlo ¿sí?

- Está bien, salgo.

- En ese caso te llamo después. Pronto iré a visitarte. - Shun no dijo más, solo colgó, Afrodita un poco confundido se puso una bata y salió de la habitación, la duda pudo más que su natural desconfianza a los planes de Shun, así que salió al corredor. Se imaginó que seguramente el que le esperaba afuera era el peli verde, su sorpresa fue mayúscula al encontrarse con Shura recargado en la pared mirándole con una enorme sonrisa en los labios. Se le veía cansado, pero esa sonrisa le bastó a Afrodita para saber que quizá se había equivocado con la apreciación que había hecho de las  intenciones del español.

-Hola... al fin pude dar contigo, te escondiste muy bien. - dijo el español aproximándose a Afrodita, el sueco no sabía que hacer, si hablar o correr al interior de su departamento.  Pero Shura fue más rápido que él, supero la escasa distancia que los separaba y abrazó a Afrodita con fuerza. - No te imaginas lo preocupado que estuve por ti, todas las cosas que me vinieron a la cabeza cuando no pude encontrarte por ningún lado... - Shura dejó de hablar cuando se percató del abultamiento en el vientre del jovencito.- Pero... tú... estás...

- Sí, estoy embarazado...- dijo Afrodita separándose de Shura, definitivamente el encanto se había roto. Afrodita retrocedió unos pasos en dirección a la puerta de su departamento. Estaba confundido, una vez más no sabía que hacer, aquella situación lo estaba rebasando por completo y no supo que hacer.

- ¿Cuánto tiempo tienes?

- Cinco meses.

- Eso significa que... es mío, ¿verdad?- Afrodita solo asintió en silencio. Shura no supo que decir pero la enorme sonrisa que se dibujó en su rostro bastó para hacerle saber a Afrodita que no estaba molesto sino feliz de saberlo. - No esperaba algo así, de verdad que no... pero no puedo evitar sentirme feliz...

-¿Feliz? - le interrogó Afrodita.

- Sí, feliz, todos estos meses no he hecho sino pensar en ti, desvelarme pensando que debía encontrarte, pensando que me había enamorado de ti, en lo que te diría cuando te encontrara y... simplemente con esta noticia me has dejado sin palabras, sin argumentos y sin defensa. No sé que puedo decirte, no sé como describir lo que siento Afrodita.

- Estás loco, ¿cómo puedes decir eso?

- Tal vez sea una locura, tal vez de verdad haya perdido la razón, pero créeme que no había sido así de feliz a causa de nada ni de nadie... y nadie me había hecho sentir lo que tú me haces sentir Afrodita. Te amo... entenderé si crees que miento pero esa es la verdad, todo este tiempo me he aferrado a la esperanza de encontrarte, y ahora que te tengo frente a mi no puedo sino decirte que no pienso dejar que te me escapes de nuevo. - dijo, lo abrazó y con timidez al principio, Shura besó los delicados labios de Afrodita. El sueco se dejó llevar por el momento, por todos los sentimientos que en su interior se habían albergado por ese hombre de hermosos ojos verdes y rebelde cabellera negra. No podía mentirse a sí mismo, él también lo amaba. Se aferró al abrazo de Shura y correspondió el beso que poco a poco se tornara apasionado. - Te amo Afrodita.

-  Y yo a ti Fernando... - murmuró el sueco apoyando su frente en la barbilla de Shura. El corazón del español latió a mil por hora, ¿había oído bien? ¡Estaba diciéndole que lo amaba!

- No te imaginas lo feliz que me haces... este sin duda es el mejor día de mi vida.

- Comparto eso contigo. - dijo Afrodita con una preciosa sonrisa en sus labios.

- Necesito saber algo... ¿por qué no me dijiste que estabas embarazado?

- Yo... si no te molesta preferiría que habláramos adentro, me canso fácilmente con lo del embarazo y creo que necesito sentarme.

- Tienes razón, soy un bruto, se supone que debería cuidarte y lo único que hago es acosarte con preguntas absurdas.- dijo Shura, sin dejar de abrazarse se dirigieron al departamento de Afrodita.

 

En cuanto entró, Shura se sintió como en casa, la atmósfera que ahí reinaba era de una paz y una calidez que le encantaron. Afrodita se sentó en el sofá y Shura se sentó a su lado, entrelazó sus manos con las del sueco sin poder dejar de sonreír, estaba tan feliz como nunca lo había estado. Y es que con Afrodita todas las cosas eran como nunca habían sido. Él, tan habituado a estar solo, tan resistente a aceptar a alguien a su lado, en ese momento no concebía la existencia sin poder mirarse en esos hermosos ojos que esperaban anhelantes a que él comenzara a hablar.

-  Afrodita yo...

- Espera, deja que te diga algo... yo lamento haber desaparecido así como lo hice... es que estaba asustado. En cuanto desperté esa mañana supe que aquello no había sido solo sexo para mí, ¿me entiendes? Yo tenía miedo de que tú solo me vieras como uno más y no iba a poder resistirlo porque para mí tú no habías sido uno más sino ese único al que tanto había esperado. Tampoco iba a resistir que rechazaras al bebé... después de que hablé con mis padres sentí que lo más correcto era esperar a que el bebé naciera y luego decidir que hacer con mi vida.

- ¿Eso significa que en tus planes nunca estuvo buscarme?- dijo algo dolido Shura. Afrodita aferró un poco más la mano del español.

- No... en realidad eso significa que no tenía la menor idea de que iba a hacer... no sé si lo entiendas, mi familia es sumamente conservadora, siempre me dijeron que los chicos solteros no tienen bebés y yo amo a mi bebé, no quería permitir que me apartaran de él, por eso vine a refugiarme a esta ciudad.

- ¿Es decir que por eso te escondiste?

- En parte, además tenía miedo de que tú... nos rechazaras, no lo habría soportado, ahora sé que me equivoque... pero esto no deja de ser extraño.

- Todo entre nosotros ha sido extraño... nuestra primera noche, el hecho de que nos hayamos enamorado a pesar de estar lejos todo este tiempo, el hecho de que nuestro bebé nacerá seguramente antes de que nos hagamos novios al menos... - dijo Shura, Afrodita lo miró con una enorme sonrisa pintándose en sus sonrosados labios. Sin pensarlo demasiado tomó el rostro de Shura entre sus manos y depositó un tímido beso en esos labios con los que había soñado durante meses. Los brazos del español lo rodearon y lo obligaron a acercarse un poco más, fue un beso tierno, cariñoso, exento de ansiedad y pasión, pero fue lo que ambos necesitaban para convencerse de superar cualquier barrera que pudieran haberse impuesto. El hermoso rostro de Afrodita se iluminó con una enorme sonrisa, Shura lo miró y se dijo que esa era la sonrisa que quería ver cada día de su vida. - ¿Volverás conmigo a Madrid?

- Si... volveré contigo.

- Shun se va a poner feliz.

- Gracias por venir... no sé si yo hubiera encontrado el valor para ir a buscarte.

- No tienes que agradecer nada, yo actúe únicamente en beneficio propio, ¿o es que pensabas que te dejaría escapar tan fácilmente? Nunca había sentido por nadie lo que siento por ti Afrodita.

- Te amo español demente.

- Y yo a ti sueco asustadizo. - sus labios volvieron a unirse en un beso, Afrodita sentía que no podía ser más feliz que en ese momento.

 

Shura lo invitó a desayunar, sin duda hacían una pareja perfecto y se les veía muy enamorados. Shura se sentía en las nubes, ¿desde cuando no se sentía así de pleno y feliz? No podía recordarlo. Nadie le había transmitido la calidez que emanaba de Afrodita, nunca se había sentido tan capaz de mostrar sus sentimientos como en ese momento. Y es que Afrodita simplemente había roto todos y cada uno de sus esquemas no dejándole más remedio que empezar de nuevo. Y no podía pensar en una mejor forma de comenzar de nuevo que teniendo a su lado a ese bellísimo joven.

- Afrodita, tengo que regresar hoy mismo a Madrid, pero antes quisiera que visitáramos a tus padres...

- ¿A mis padres? ¿Para qué?

-Pues para que los invites a la boda.

-¿Y no te parece que antes deberías pedirme matrimonio?

- Creí que tú...

- ¡Tonto! ¡Claro que deseo casarme contigo!- dijo Afrodita con una enorme sonrisa en sus labios. Shura lo abrazó, pensando que cada momento de soledad vivido se compensaba solo con ese abrazo.  

 

Afrodita se pasó la tarde empacando lo necesario para el viaje, Shura se encargó de contratar a alguien que se hiciera cargo del resto de las pertenencias del sueco. Shura lo miraba ir y venir por el departamento, era más que obvio que estaba nervioso y que no sentía ni la mínima inclinación a ver a sus padres. Y eso solo podía significar que ellos no sabían absolutamente nada de él.

 

El vuelo a Los Ángeles fue tranquilo. Shura se sintió más tranquilo al ver que Afrodita se tranquilizaba también. Pero no dejaba de pensar en que quizá todo estaba siendo demasiado rápido, ¿y si Afrodita se asustaba y decidía dar marcha atrás? No era una posibilidad que pudiera dejarse de lado.

 

Una vez en el aeropuerto de Los Ángeles, Afrodita volvió a su habitual calma, se dijo que después de todo solo eran sus padres y que sin duda no sería peor de cómo había sido cuando les dijera de su embarazo. Abordaron un taxi, Afrodita le dio la dirección al conductor y se acomodó en el asiento con una enorme sonrisa en los labios.

- ¿Ya estás mejor? - le preguntó Shura.

- Si, de hecho sí. La verdad es que los extraño, nunca había dejado de verlos por tanto tiempo a pesar de que vivía solo.

- Siempre es difícil estar lejos de quienes quieres.

- ¿Y tus padres Shura?

- Yo... solo tengo a mi padre, mamá murió después de que yo nací y mi padre y yo nunca logramos superar eso... él se volvió a casar cuando yo tenia 15, casi no nos vemos.

- Lo siento... yo no tenía idea.

- No te preocupes, sé que no tenías la intención de lastimarme. - dijo Shura sonriendo. - Además, no tenías por qué saberlo, nadie más que Milo sabe de eso.

- Él es tu mejor amigo, ¿cierto?

- Sí, es un hombre algo extraño, pero un gran amigo.

- Ya llegamos.- les dijo el conductor. Instintivamente las manos se buscaron, y en cuanto se unieron, ambos voltearon a mirarse con una enorme sonrisa en los labios.

- ¿Estás listo? - preguntó Shura, el sueco asintió con la cabeza. - Entonces hagámoslo de una vez. - dijo. Bajaron del taxi y se acercaron al edificio donde los padres de Afrodita vivían.

 

En silencio subieron las escaleras. Afrodita no podía ocultar su nerviosismo.

- Tranquilízate, todo va a salir bien, ya lo verás. - dijo Shura y le abrazó antes de tocar a la puerta. La madre de Afrodita fue quien abrió la puerta. Era una mujer de no más de cuarenta años, impecablemente vestida y arreglada, cada detalle de su persona cuidado al máximo, definitivamente no era de ella de quién Afrodita había heredado esos hermoso ojos aguamarina, la mujer los tenía intensamente verdes. Era rubia y los miró con cierta confusión, pero la duda solo fue un instante, llorando a raudales abrazó a su hijo.

- Dioses... gracias a los dioses que has vuelto... - dijo la mujer besando la mejilla de su hijo. - Él es... - dijo al reparar en la presencia de Shura.

- Sí mamá, él es el padre de mi bebé. - dijo Afrodita con una sonrisa encantadora.

- Perdóname hijo... me dejé llevar por mis prejuicios y no te di oportunidad... lo siento de verdad. - dijo la mujer y volvió a abrazar a su hijo.

- ¿Quién es Ingrid? - dijo un hombre bastante parecido a Afrodita solo que unos años mayor, era su padre.

- Nuestro hijo Soren.

- ¿Afrodita? - dijo el hombre saliendo del departamento, Shura pudo notar que Afrodita había heredado todos y cada uno de los rasgos de su padre. Afrodita se abrazó a su padre y comenzó a llorar.

-Lo siento papá... yo no quería... nunca quise decepcionarte...

- Y yo nunca quise lastimarte... fui un tonto... pero ahora estás aquí... con mi nieto...

- Y mi futuro esposo... - añadió el joven extendiendo la mano hacia Shura, el español se acercó lentamente.  Afrodita tomó su mano y mirándolo les habló a sus padres. - Mamá, papá, él es Fernando Cervantes, es el hombre al que amo y vamos a casarnos. Él es el padre de mi bebé.

 

Entraron en el lujoso departamento, después de una larga conversación en la que tanto Shura como Afrodita se empeñaron en ocultar las circunstancias en que su bebé fue concebido, se despidieron, no sin antes prometer solemnemente que tendrían una boda "decente" y nada tan apresurado como la boda de Shun, a la que ya habían sido invitados y que se celebraría precisamente dentro de dos semanas en Madrid.

 

El ritmo de todo aquello se le antojó vertiginoso a Afrodita, apenas cuando se sentó en el avión junto a Shura fue que alcanzó a vislumbrar las consecuencias de ese encuentro. Sonrió al pensar en ello.

- ¿Por qué esa sonrisa? ¿En que estás pensando mi precioso? - dijo Shura mientras sostenía sus manos entre las  suyas.

- En que nunca me imaginé cuando entre con Shun en esa discoteca que las cosas iban a ser de esta manera.

- ¿Decepcionado? - preguntó Shura un poco confundido.

- Por supuesto que no, al contrario, agradablemente sorprendido. ¿Sabes? Mientras estuve solo no hacía sino pensar en ti... mi primer impulso cuando supe de nuestro bebé fue buscarte... pero no estaba seguro de que tú quisieras verme.

- Mi pequeño, ¿por qué no habría querido verte? Cualquiera que te ve se enamora de ti, eres más hermoso que un amanecer, eres más perfecto que un ángel y eres solo mío... - sus labios se unieron en un tierno beso, Afrodita se sentía mejor que nunca, y aún dormido no pudo desdibujar la sonrisa de sus labios, ansiaba ver a Shun, aunque seguramente se pondría histérico al saber que estaba embarazado y no se lo había dicho.

 

El avión aterrizó puntualmente en el aeropuerto internacional de Madrid, Milo contemplaba divertido la forma en que su prometido intentaba descubrir a Shura y a Afrodita entre las personas que bajaban del avión procedente de América.

- ¿Estás seguro de que este es el vuelo? - le preguntó por enésima vez Shun a un Milo que no dejaba de mirarlo.

- Claro que lo es bombón, ma se encargó de confirmar el vuelo, deja de preocuparte.

- Es que no los veo por ninguna parte.

- Ya bajaran, ahora tranquilízate y ven acá a darme un enorme beso de esos que me roban el aliento. - dijo Milo con esa sonrisa sensual que Shun tan bien le conocía. Shun no hizo esperar a su griego favorito, se acercó, rodeo con sus bracitos el cuello de su futuro esposo y depositó un apasionado beso en esos labios que solo le pertenecían a él. Milo no pudo sino abrazarlo de manera posesiva, ya deseaba tenerlo a solas, estar juntos y desnudos en esa cama tibia que olía a Shun, amaba despertar sintiendo al pequeño a su lado abrazándole y la idea de que en solo un par de semanas más ese adorable chico sería completa y absolutamente suyo no hacía sino encender aún más su pasión. Yanis los observaba desde lejos, sonrió al ver que Milo al fin había encontrado a alguien que lo apreciaba tal como era, con esa enorme colección de manías de las que difícilmente se desharía, manías que ni siquiera él, siendo su madre, había conseguido arrancarle. A sus ojos, Shun no era nada parecido a Misty o algún otro chico que hubiera llamado de forma seria la atención de su hijo mayor, Shun era algo así como un caso especial, y le divertía darse cuenta de que el muchachito era tremendamente parecido a como solía ser él de joven. En su opinión, fuera del extraño comienzo que habían tenido, eran una pareja perfecta. Apenas había llegado la tarde anterior, había tenido oportunidad de conocer a los padres del chico y aunque habían tenido cierta reticencia para aceptar a Milo por ser divorciado, habían terminado por aceptarlo. Aquella tarde Yanis había estado a punto de saltar sobre el famosísimo Mitzumasa Kido cuando le escuchó hablar de mala manera sobre Milo, pero ni él ni su hijo tuvieron que intervenir. Fue un espectáculo digno de mantenerse en la memoria ver como ese chico de apariencia tímida y bastante delicada se alzo para defender su relación con Milo como una tremenda fiera frente a su propio padre. Yanis sonrió al recordarlo, definitivamente el chico amaba a su testarudo hijo y eso para él era suficiente.

- Míralos, allá vienen. - dijo Milo sin dejar de abrazar a su prometido, Shun sonrió lleno de felicidad al ver de nuevo a su gran amigo, Afrodita, su sonrisa se ensanchó al verlo de la mano del español.

- ¡Al fin!- dijo el peli verde, tomo de la mano a Milo y se acercó a la nueva pareja, Milo se dejó llevar sintiéndose feliz, adoraba a esa extravagante criatura, nunca había sido tan feliz, ni siquiera en sus mejores momentos con Misty, definitivamente lo que tenía con Shun era único.

- Bienvenidos. - dijo Milo con una de esas sonrisas tan suyas, Afrodita no pudo dejar de notar lo atractivo que era el futuro esposo de su amigo.

- Gracias. - murmuró el sueco con una sonrisa tierna.

- ¡Afro! - gritó Shun y se apresuró a abrazar a su amigo, no le pasó desapercibido el abultado vientre de su amigo, "¿desde cuando Afro esta tan gordo?" pensó Shun... la iluminación le llegó prácticamente de inmediato. - ¡Ay Afro! ¡Estás esperando!- grito Shun abrazándolo con más  fuerza. Tanto Milo como Yanis le lanzaron una mirada fulminante a Shura, el español simplemente bajo la vista.

- Si... tengo cinco meses. - dijo el sueco algo apenado.

- Tú y yo tenemos que hablar muchachito. - murmuró Yanis  cuando se acercó a saludar al español. - Será mejor que los llevemos a casa, Afrodita debe estar cansado. - dijo Yanis sin dejar de mirar a Shura en forma reprobatoria. Milo no sabía donde esconderse.  - Fernando, ve a buscar las maletas, no te preocupes por él, nosotros lo cuidaremos bien. Ve con él Milo.

- Si ma. - dijo Milo, besó a Shun y fue junto con Shura a buscar las maletas.

- Déjame verte pequeño. - dijo Yanis acercándose a Afrodita. - Pero que hermoso te ves, así que tienes cinco meses...- dijo el mayor mirando al asustado chico que se encontraba frente a él. - No tengas miedo, yo no muerdo, de verdad.- dijo Yanis regalándole una sonrisa idéntica a la de Milo. El sueco volteó a mirar a Shun.

- No te preocupes, Yanis es una persona muy agradable. - dijo el peli verde sonriendo.

- Descuida, yo no voy a juzgarte, cuando me casé con el padre de Milo estaba más gordo que tú, si hubiéramos esperado un poco más Milo nace en el banquete de bodas. - dijo Yanis para luego reír de una forma tan dulce que rompió todas las barreras que Afrodita hubiera podido tener. - Vamos pequeño, solo soy un poco sobre protector, tengo que asegurarme de que seas un buen partido para Fernando, ¿sabes? Jamás había sido tan estúpido como ha sido contigo, no me miren de esa forma, Milo me lo dice todo, por las buenas o por las malas.- dijo Yanis y se echó a reír, Afrodita lo miró, era en efecto, alguien muy agradable y no podía pasarse por alto lo hermoso que era a pesar de tener ya casi cincuenta años. - Fernando es como otro hijo para mí, y solo quiero decirte algo Afrodita: bienvenido a la familia, Fernando te hará muy feliz.- Yanis se acercó para abrazar al hermoso sueco, el chico correspondió al abrazo. - De cualquier forma hablaré con Fer, no puede ir por la vida cometiendo tantas estupideces, además de que merece un regaño igual al que le dí a mi hijo, Kanon les ha puesto un pésimo ejemplo al casarse con Mu siendo tan joven, y eso de que ya haya tenido su primer hijo a los 19 años.... Bien, vamos con ese par de locos, creo que debemos exigirles que nos lleven a comer a un buen lugar.- dijo Yanis sonriendo.

- Te dije que era buena persona.

- Pero de primera instancia da miedo, ¿no?

- Si... eso es cierto, hasta Milo le tiene miedo. - los dos jóvenes rieron. Afrodita no podía ser más feliz, todo estaba siendo como él no se imaginaba que sería, pero definitivamente era una situación bastante agradable, caótica pero agradable.


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