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Capacidades por Yoshita

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Notas del capitulo:

Mil y mil gracias a todos los que dejaron un amable review. 

Estoy tan feliz que le haya gustado que he decidido por completo hacer el lemon, al principio era solo una opicón... Ahora es el delicioso final. 

Ahora, veo que todos están especulando sobre la capacidad de Zoro; ¡vamos, dejen sus teorías! Los invito a que me digan, ¡descubran por si mismos la capacidad del Marimo antes que Sanji, ¿no les parece divertido?!

Sin mas ni mas, el capítulo 3. 

3. 
 
Se revolvió y de tanto moverse, cayó de la hamaca y del golpe se levantó de sopetón. Miró a su alrededor, estaba en la habitación de los chicos. 
-Mierda, el desayuno- el rubio salió disparado a su cocina y abrió la puerta. Todos lo miraron confundidos, ¿qué había sobresaltado al chico para reaccionar así?
-¿Qué ocurre, Cocinero-san?
-Por un momento olvidé que el Marimo era quien cocinaba... Oi, Marimo. 
-¿Hmmm?
-¿Me llevaste anoche a la habitación?
-Si, lo hice- cerró la nevera- me debatí entre dejarte afuera o entrarte, entonces mi sentido de supervivencia le ganó a mi crueldad y te entré. 
-Sentido de supervivencia, ¿eh?- preguntó Usopp. 
-Si, si no entraba al cocinero de mierda, Nami me echaría la bronca todo el jodido día y eso es quedarse corto. 
-¿Dónde está mi Nami-swan?
-Navegante-san no tiene ánimos para venir. 
-Yohohohoho, hay que animar a Nami-san, de pronto me muestre sus bragas...
-¡Cállate!
-Vale, si no viene, no desayuna. 
-¡Zoro!
-¿Qué? Yo no voy a llevarle la comida, que ella venga. 
-Yo se la llevo. 
-No Robin- Usopp la detuvo- lo haré yo, la idea es que Nami coma. 
-Oh...
-Bueno, ya decidirán eso luego. Cocinerucho, ¿podrías devolverme mi yukata?
-¿Eh?
Voltearon a ver a Sanji. Sujetaba la prenda del espadachín como una cobija. 
-¿¡Eeeeeeh?! ¿¡Por qué tengo esto?!
-Anoche te la puse mientras dormías- se la arrebató de las manos y se la puso- agradece. 
-Gracias Marimo- dijo bajito y de color carmín. 
-Ahora, ¿piensas desayunar o que Robin vuelva a hacerlo?
-Fo fe de fe hablaf, yo no eftoy comienbdo ofra fe. 
-¡Robin!
La chica tragó. 
-Dije que no se de que hablan, yo no estoy comiendo otra vez. 
Zoro alzó una ceja. La puerta se abrió. 
-Sanji. Comida. 
Suspiraron. Luffy ya había cambiado de libro y aun no notaba que era Zoro quien le alcanzaba la leche y las galletas. 
-¿No hay café?
-¿Y desde cuándo tomas TU café?
-Desde siempre. Ahora Sanji, café. 
Ni siquiera reconoció la voz profunda del contramaestre. Zoro sacudió su cabeza y le pasó un poco del café que había hecho temprano para... Para el que quisiera. 
-Gracias Sanji- y salió campante y sonante con el nuevo libro en sus narices. 
-Sigo sin poder creerlo- musitó Usopp mientras terminaba lo que Robin había dejado en su plato. 
-Yohohoho, voy a llevarle la comida a Nami-san. 
-Voy a ayudar al Marimo con la cocina. 
-¿Vamos a pescar?- Franky miró a Usopp y a Chopper, quienes asintieron encantados y no demoraron en salir a cubierta a disfrutar del mar y el sol. 
-Yo iré a broncearme un rato, Espadachín-san, ¿podrías...?
-Ya, no lo digas- le dio una enorme bandeja de comida y rascó su nuca- no me acostumbro. 
-Nadie lo hace, gracias- y la chica salió. 
 
Tocó la puerta. 
-Siga. 
Brook entró a la habitación y vio a Nami acurrucada en su cama. 
-¿Todo bien, Nami-san? Mira, te traje el desayuno, Zoro dijo que si no ibas a la cocina no comías. ¿Quieres...? 
-No- y comenzó a sollozar. Brook la comprendió al momento. 
-No te preocupes, sabremos quién tiene tu capacidad y volverás a ser nuestra navegante- puso una mano en su hombro- la mejor de todas- e intentó que en su cadavérico rostro se notara una sonrisa. 
-Gracias Brook- sorbió su nariz y se secó las lágrimas. 
-Ahora, ¿podrías mostrarme...?
-¡Largo! ¡Fuera!
-Yohohoho...- se escuchó mientras volaba en dirección desconocida por la fuerte patada de la chica.  
Miró la comida y suspiró. Zoro, a pesar de haber cambiado con Sanji, seguía siendo el terco y grosero espadachín. 
Secó sus lágrimas y comió un poco de la tortilla que había hecho Zoro. Se sintió tan deprimida de no poder hacer lo que tanto le gustaba y hacía bien que una delicada melodía salió de sus labios, una triste y melancólica que la sorprendió. ¿Ella cantando? Sacudió la cabeza. Por lo menos ya sabía con quién había cambiado. 
Sonrió levemente y salió con cuidado de no ser vista por nadie en el pasillo y caminó con sutileza a la habitación de los chicos. Abrió con toda la cautela del caso y sonrió. No había nadie. Cerró tras de ella y observó la habitación, escrutando lo que buscaba, hallándolo detrás de una de las hamacas. 
Suspiró, antes de cambiar con Brook, iba a cumplir uno de sus sueños secretos. 
 
-Navegante-san no está en su habitación- informó cuando vio a Sanji y a Zoro salir a cubierta- acabo de ir a buscarla. 
-¡Mi Nami-swan ha desaparecido!
-¡Nami! ¡Ay no Nami! ¿Qué vamos a hacer sin Nami?
-Cállate Chopper, Nami debe estar por ahí, ahora me voy a dormir. 
-¡Nadie dormirá hasta que hallemos a mi Nami-swan!
-Sanji...
-Nada Usopp, busquen a Nami-swan. 
-Pero Sanji...
-¡Calladito Franky! ¡Todos, busquen a Nami-swan!
No hubo remedio mas que hacerle caso al histérico rubio. 
-Oye cejillas...
-¿Qué?
-¿Por qué tanto alboroto?
-Porque no sabemos dónde está Nami-swan. 
-Mira, Nami no pudo haber salido del barco, no se por qué armas caos.  
-Nami-swan no estaba bien, estaba deprimida porque había perdido su capacidad de navegar. 
-Pero sólo necesitamos saber quien la tiene y ya, no es para tanto. 
-¡No sabes lo que se siente perder la capacidad de la que te sientes mas orgulloso porque no estás orgulloso de nada! ¡Apuesto a que simplemente se manejar tus estúpidas espadas y ya! ¡No tienes nada increíble!
-¡Lo dices porque no sabes la capacidad que tienes, la que me arrebataste! ¡Era lo único completamente mío que...! ¡Mierda, como te aborrezco! ¡Anda y date cuenta de lo que me quitaste, luego ven y dímelo en la cara... Si eres capaz! ¡Afronta la realidad cuando lo sepas Sanji y espero no te tardes, aunque mi capacidad jamás va a cambiar! ¡Ahora voy a buscar a TU Nami-swan antes que mueras de un infarto!- cerró la puerta de acceso a la parte inferior del barco con un golpe. 
-Mira nada mas, es la peor pelea que han tenido- Usopp se acercó a Sanji y colocó su mano en uno de los hombros del rubio- es tu culpa y lo sabes. Además te dijo Sanji, de verdad está dolido. 
-Maldito Marimo...- dijo bajo y no pudo evitar llorar- Usopp yo... Voy a buscar a Nami-swan y...
-Nada, tu vas a pensar lo que acabas de hacer, yo buscaré a Nami. 
-Nosotros buscaremos a Navegante-san. El nido de cuervo es un buen lugar, si aceptas mi opinión- le sonrió y se llevó a la boca el último emparedado. 
-Robin-chan...
-No me obligues a subirte- se carcajeó. 
-No- les sonrió con los ojos enjugados en lágrimas y subió al nido del cuervo con prisa. 
 
Zoro caminaba directo a la habitación de los chicos, no quería hablar con nadie. ¡¿Cómo se atrevía ese cocinero a decir lo que dijo?! Como si lo único en él fuera usar las espadas... Podía tomar sin caer borracho, podía dormir como un ermitaño, podía tocar el piano y podía mantener su palabra toda su vida. Y había podido, también, la capacidad que tenía Sanji. Refunfuñó, no lo podía creer, pero lo que le había dicho al rubio era cierto, su capacidad no cambiaría, ni aunque la tuviera el mismísimo Pierna Negra. Abrió la puerta y no esperaba hallar lo que encontró. 
-¿¡Nami?!
De pie cerca a la ventana, sostenía y tocaba el violín del esqueleto. Cuando se vio descubierta, no supo que hacer ni que decir. 
-Esto no... Es que yo...
-¿Qué pasa?- se cruzó de brazos luego de cerrar la puerta y apoyarse en la pared- ¿no estabas deprimida?- amenazó con una sonrisa ladina. 
-Si... Pero yo...- la ceja alzada del espadachín le dio a entender que no tenía escapatoria- lo admito. Estaba triste. Pero cuando supe que era con Brook... No podía dejarlo así como así...- comenzó a llorar de nuevo- Bellemere-san no pudo enseñarme a tocar violín ni pudo conseguir a alguien que lo hiciera. No habían libros de música en mi pueblo ni nada parecido. Desde que vi a esa chica en el puerto, en un atardecer, supe que quería aprender, pero... Es un sueño frustrado, ¿sabes?- secó sus lágrimas y dejó el violín en una de las mesas de la habitación- supongo que arrebatándoselo a alguien es la única manera de alcanzarlo- rió, pero fue una risa amarga- es para lo que soy buena, ¿no? Para robar cosas. 
-Eres una tonta- lo miró- por abandonar algo tan preciado para ti de esa manera. 
-¿Qué...?
-Mira, voy a decirte unas cosas, y se que me arrepentiré luego, pero eres mi nakama Nami, y cuando alguien necesita apoyo... Pues... Eh...- se sonrojó de manera imperceptible- soy malo con las palabras y lo sabes. 
-Si- carcajeó suave y sorbió su nariz- pero lo intentas- se dejó caer en el suelo y Zoro la acompañó. 
-Tienes una errónea concepción de ti misma. Sabes que no sirves sólo para robar. Eres lista y perceptiva, eso no te quita lo bruja... ¡Déjame terminar! El golpe no era necesario...
-Lo era- le dijo cruzada de brazos. 
-Vale ya, tienes cualidades y no voy a decirlas, te inflaría el ego y luego nadie te aguantaría. Pero debes tener confianza en ti misma. Mírame, no hay nadie mas fuerte que yo. 
-Y por eso tienes la cicatriz que te dejó Mihawk de recuerdo y además te falta un ojo... Tiene sentido. 
-... Arpía venenosa...
Lo golpeó de nuevo. 
-Lo que quiero decir es que podías haberle pedido a Brook que te enseñara, era sencillo. 
-Si, pero... 
-No hay excusas. Por cierto, ¿comiste? 
-Lo se... Y si, si comí- exhaló- gracias Zoro.
-Ni lo menciones. 
-Je. 
-Es en serio, no digas nada. Ahora, ¿puedo pedirte un favor?
-No veo por qué no. 
-Sal y dile al cocinero de mierda que no estás muerta ni nada parecido. 
-¿Disculpa?
-Tuvimos una discusión luego de que Robin dijera que no estabas en tu habitación, fue irritante. 
-¿De nuevo pelearon?
-No, no fue físico, fue verbal. Pero lo tenía merecido. 
-¿Esta vez si que te cabreó?
-Dijo que no sabía lo que era perder una capacidad especial porque no tengo. Y está muy equivocado. 
-¿Sabes que capacidad tuya tiene Sanji-kun?
-Totalmente. 
-¿Por qué no le dices?
-Que él mismo se de cuenta- se acostó en el suelo y Nami se puso de pie. Antes de salir le hizo una pregunta. 
-Tu estás enamorado de Sanji-kun, ¿no es así?
Su mirada dijo todo. 
 
Podía recriminarse todas la veces que quisiera, pero eso no lograría quitar la culpabilidad de su cuerpo y mente. Había sido un imbécil por hablar tan... Es que ni él mismo se perdonaba. Eso había sido cruel con Zoro, decirle algo así. Sabía que el Marimo tenía unas capacidades increíbles... Y unas algo dudosas, pero que su orgullo por lo que hacía era enorme. Exhaló el humo del tercer cigarrillo y se quedó mirando el cielo. ¿Sería capaz de disculparse? Ya ni le importaba hallar a Nami. 
-Joder, que fui un imbécil...
¿Y así se jactaba de estar enamorado del espadachín? Vaya amor. De nuevo comenzó a llorar. 
¿Así que descubrir la capacidad que tenía de Zoro? No podía ser tan difícil, el Marimo no era alguien complicado. 
-Puede ser la incapacidad de caer borracho...- enumeró con un dedo- ... O poder dormir... No, esa no era... Tal vez... Ser un gran, gran, gran espadachín...- alzó otro dedo- ... Puede ser... Su determinación- el tercer dedo y suspiró- no es sencillo. 
El cambio no le había quedado fácil, además se dio cuenta de lo poco que conocía a su querido Marimo. 
-No conocer exactamente a la persona que amas, gracioso, ¿verdad?- se dijo mientras botaba el cigarrillo y encendía el siguiente. No logró contener las lágrimas por mucho tiempo. 
 
No supo la hora. No se dio cuenta de nada. Simplemente se levantó y estaba cubierto con una sábana ligera aun en el nido de cuervo. Miró el cielo: estaba anocheciendo. ¿Por cuánto había dormido? No había oído siquiera el grito de Zoro llamándolos a comer. No sintió a Robin pedir comida ni a los chicos quejarse. No había sentido nada. 
Tal vez hambre si. 
Su sentido común lo hizo levantarse del suelo y sentarse para poder ponerse de pie, pero al ver la bandeja cubierta, no pudo disimular una sincera sonrisa. La pequeña nota ondeaba con el viento vespertino y antes que saliera volando, la tomó. 
"Traga", rezaba el trozo de papel y volvió a sonreír. Zoro había adquirido TODO lo que tenía que ver con la cocina. Incluso el no poder dejar a alguien sin alimentos. Incluso estaba seguro que lo que había dicho de que Nami no desayunaría era una broma. 
Destapó el almuerzo. Zoro había hecho pasta con... ¿Carne? No podía distinguir, pero estaba seguro que era carne... Se sintió inútil de nuevo, pero tomó los cubiertos y cambió el color de su rostro a un encendido carmín. 
-Que se aproveche...- murmuró. 
 
Tal vez debería hablar con Sanji. Pero no le veía punto a verlo y terminar discutiendo de nuevo. Vale, le había dicho una gran mentira, pero ese cocinero se la había ganado. ¿Que no tenía una capacidad de la cual se sintiera orgulloso? ¡Claro que tenía! ¡Y la tenía desde hacía mucho! La había adquirido cuando llegó al Baratie... Cuando conoció al hombre con los ojos de halcón. Y de ahí en adelante había ido creciendo hasta que un día simplemente explotó y pudo darse cuenta de lo que había logrado tras tantos insulsos pensamientos y cavilaciones. El haber sopesado por tanto tiempo ese ridículo primer encuentro le dio la respuesta. Si, estaba orgulloso de su capacidad. Y si, estaba seguro que era esa la que Sanji había adquirido. Porque si, se sentía diferente de lo que debería y a lo que se había acostumbrado. Y no, no le hacía gracia que el cocinero la tuviera. 
-Jodido cocinero...- y retomó sus pesas.
Miró a su alrededor. Como siempre, Chopper, Franky y Usopp pescaban. Y Robin tomaba el poco sol y los pocos bocadillos que quedaban. No vio a Nami, supuso que la chica seguía con el violín del esqueleto. Y Brook... Bueno, él estaba dirigiendo el barco. 
-¿Y?
-Bueno, esperaré a que Nami-san quiera decirlo. 
-Te dije lo que ella quiere. 
-Zoro-san... No soy capaz de quitarle un sueño a una chica. Fuiste directo con ella, pero no puedo arrebatarle algo que ha deseado con ahínco por tanto tiempo ni puedo obligarla a que me lo de. 
-Pero ella también quiere la capacidad de navegar devuelta, ¿no es eso suficiente?
-El corazón de una chica es extraño. Tiene cambios repentinos y necesitas tiempo para comprenderlos... Mucho, mucho tiempo. Y cuando crees que la entiendes de pies a cabeza... ¡Bam! Te sale con algo totalmente inesperado y vuelves a comenzar de cero. No voy a arriesgarme a que Nami-san llore. Es una chica después de todo. 
-Entonces el jodido cocinero de mierda es una chica. 
Ambos rieron ante la afirmación. No distaba de la realidad, Sanji también era... Espontáneo, por decirlo de una manera. 
-Esa Nami...
-¿Por qué te preocupas tanto por ella?
Miró al esqueleto. 
-Me recuerda a Kuina- suspiró- arrogante y fuerte, pero es alguien que se resquebraja con facilidad, además es una chica... Es como la estúpida hermana que nunca tuve. 
-Entonces no estás enamorado de Nami-san. 
-Para nada, es un ridículo sentimiento de hermandad... Como Luffy, es el hermano que jamás deseé tener- se carcajeó junto con Brook- es muy curioso. 
-No puedo creer lo que me dices- indicó con cariño- no pensé que lograras tener sentimientos. 
-Ja- musitó y rió suave, tenue, relajado- te sorprenderías- dejó las pesas a un lado y se secó el sudor- voy a preparar la comida... Roger, aun no me acostumbro, ese jodido cejillas de mierda tiene que volver a cocinar. 
Antes de desaparecer de la vista de Brook, una pequeña pregunta lo detuvo:
-Tu sientes algo por Sanji-san, ¿me equivoco?
Su expresión lo dijo todo. 
 
Nami había sentido el momento en el que todos entraron a la cocina para comer y se escabulló fuera del camarote de los chicos con cautela, llevando consigo el violín y saliendo a cubierta. 
Como siempre, la cena se demoraba mas de lo que se debería demorar una cena normar y se sentó en la parte trasera del barco donde Zoro entrenaba. Era un lugar escondido y acogedor que se arrepentía haberle dado al espadachín para entrenar. Pero ya no podía retractarse, era lo mejor si no quería al estorboso segundo al mando en cualquier lugar de la cubierta. Sudado. Entrenando. Semidesnudo. 
Abrió el estuche y sacó el violín. Se arrepentía de no haberle dicho nada a Brook pero... Ya le diría luego. Sacó y acomodó el arco para comenzar a deslizarlo con firmeza sobre las finas cuerdas del instrumento de madera. No sólo disfrutaba del dulce sonido o del vaivén que lograba marcar con su cuerpo, el olor a pintura vieja y madera trabajada, a laca y fino metal la envolvían con una mágica calidez que se apoderaba de todo su cuerpo. Se puso de pie y soltó su cabello, que antes había estado en una coleta, y lo dejó mecerse al suave viento nocturno. Era exquisito. Un momento como ese. Pero sabía que tarde o temprano tenía que acabarse, lo supo en el momento en que oyó la puerta cerrarse. 
-Mira nada mas lo que la noche trajo, a la linda Nami-san. 
-Hola Brook- bajó la mirada. Dudó en volverla a alzar mientras escogía sus palabras con cuidado- yo...
-Hablé con Zoro-san, no hay de qué preocuparse. 
Zoro. Debió saberlo. Pero no estaba furiosa sino... Se sintió apoyada, porque Brook no estaba enojado con ella, él le sonreía... Bueno, lo que podía un esqueleto hacer. Pero no era una reprimenda sino un leve reproche que mas se entendía como una pequeña travesura realizada. 
Guardó el instrumento en el estuche y vio al músico. 
-Estoy... Orgullosa de tus habilidades como músico- le dijo con unas ligeras lágrimas asomando por sus ojos. 
-Y yo estoy muy orgulloso de la navegante que Luffy-san eligió, de ella y sus habilidades cartográficas y de navegación. 
Un sobresito de deslizó entre ellos. 
-Lo logramos- dijeron al unísono mientras, segundos después, reían juntos. 
 
Cuando Zoro llamó a la comida, dudó en bajar de su escondite, pero le escocía la gana de ver al Marimo. Menudo idiota estaba vuelto: primero lo trataba como un paria y lo dejaba como un bruto que no sabía nada, y ahora quería ver que Zoro estaba bien y que seguía siendo el mismo terco estúpido de siempre. 
-Haaa...- exhaló la última bocanada de humo y bajó con cuidado a la cubierta para ir a la cocina, no es que tuviera opción, igual, tampoco quería tenerla. 
Divisó a Nami entre las sombras ir a la parte trasera del barco, pero inmediatamente supo que la chica ya estaba bien. Eso era lo que le importaba en el momento. Eso y Zoro. 
-Desgraciado Marimo- lo insultó mientras caminaba el pasillo a la cocina. 
Abrió descubriendo la usual escena de la tripulación. Aun le extrañaba la horrorosa forma de comer de Robin. Suspiró, ojalá Luffy acabara esos jodidos libros rápido. 
Cruzó una mirada con Zoro y no vio nada reflejado en ellos. Sin embargo, sintió los suyos tan desbordantes de culpabilidad que, si hubieran estado solos, se hubiera arrojado a los brazos del hombre, llorando y pidiéndole perdón por haber sido un cabeza hueca y no poner un límite a sus palabras. Pero no estaban solos. 
Se mordió la lengua y se sentó a la mesa, donde Zoro dejó los platos con un sordo golpe y se sentó en uno de los puestos libres. Al espadachín poco le importó que estuviera entre el jodido cocinero y la glotona de Robin. Asimiló un momento la actitud de su vecino de comida y encogió los hombros, fingiendo indiferencia.  
 
A los atentos ojos de Robin nada se le escapaba, y mucho menos ese apetitoso trozo de carne a medio comer en las manos de Sanji. El rostro desganado del rubio le dio a entender que no quería mas y sin importarle que lo dirigiera a su boca, se lo quitó con una de sus muchas manos y lo llevó a su boca. Si, era una chica inteligente. Si, se fijaba hasta en nimiedades. Si, no se le escapaba nada. Pero tener hambre era tener hambre y Nico Robin no estaba satisfecha con la ligera comida que Zoro había preparado. 
-Cómete lo mío- le informó el espadachín al tiempo que se levantaba y llevaba los platos vacíos al fregadero. 
-Y lo mío- Sanji le imitó. 
Ahí fue que su cabeza y el hueso del pollo que sostenía hicieron clic. En ese momento entendió el insulso dilema interno que llevaba el rubio y luego de tragar lo observó mejor: daba claras señales de arrepentimiento, miedo y dolor. Ella podía aconsejarle, pero de ahí a decirle al pie de la letra lo que debía hacer, no. 
Una morena mano tocó el hombro del rubio y lo hizo voltear a la única persona que podía crear un brazo mas y tocarle el hombro desde la posición en la que estaba. Miró a Robin, quien, con un movimiento de cabeza, un gesto en los labios y un sentimiento en los ojos, lo animó a hablar con el hombre que lavaba la loza en ese momento. 
-Espadachín-san, deja los trastes ahí, yo me encargaré luego. 
-Vale Robin, te lo encargo- salió dando una ligera despedida con un movimiento simple de su mano. 
-Ah, mi Robin-chan, ¿qué haría sin ti?
-Probablemente acudir a Navegante-san. 
Usopp rió, seguido por Chopper y Franky que, aunque no entendían el contexto en que se producía la conversación, les causó gracia que Robin lograra, una vez mas, dejarlos desarmados. 
-Rían todo lo que quieran...- amenazó antes de salir cerrando de un portazo. 
-¿Algo va mal con Sanji?- Chopper se interesó- puedo revisarlo...
-Cocinero-san sufre de mal de amores, es todo. 
-¿Por Zoro? ¡Lo sabía!- Franky gritó y se puso de pie alzando los brazos. Se sentía tan feliz de que pudiera ocurrir algo entre esos dos que no lo ocultó- ¡qué súper! Siempre lo supe. 
-¿Sanji quiere a Zoro?- preguntó Chopper, cuya inocencia logró mover el corazón de Robin y apartarla, sólo un momento, de la comida. 
-Si, pero fue muy cruel esta mañana con él y se siente mal por eso. 
-Entonces va a ir a hablar con Zoro- afirmó el renito. 
-Si, va a ir a aclarar las cosas. 
-Espero que todo se arregle. 
 
Buscó a Zoro y lo halló recostado en la cabeza del Sunny. Pocas personas iban al sitio predilecto del capitán, pero a Zoro le urgía pensar. Igual que a él. 
Se acercó con sigilo y cautela. Pero no podía engañar al perfecto guerrero que le daba la espalda. 
-¿Qué?- espetó. Aun estaba enojado. 
-Supongo que nada, sólo quería pedirte perdón por lo que dije. No debí hacerlo. 
-No, definitivamente no- lo encaró y alzó una ceja. El cocinero estaba nervioso y se le notaba, pero había algo mas...
-Ya, lo siento. 
-Vale. 
-Zoro, no lo aceptaré si no lo dices en serio. 
-Digo que si- se rascó el cuello- te perdono- y súbitamente sonrió- pero no lo vuelvas a hacer. 
A Sanji se le escapó un jadeo. Apostaba a que Zoro lo hacía apropósito para ponerle nervioso y estuvo a punto de soltarle otra sarta de barbaridades que pugnaba por decirle pero se contuvo. Debía recordar que estaba enamorado de Roronoa Zoro y que debía aceptar al Marimo con todo lo que venía en el paquete. 
-Iré a dormir- le dijo al moreno- anoche no dormí mucho y... Estoy algo cansado. 
-Claro, buenas noches- le dio un ligero asentimiento de cabeza y se volvió, dándole de nuevo la espalda. El rubio suspiró derrotado. Iba a ser complicado ganarse al Marimo. Rió para si y en un arrebato, de esos estúpidos que suele darle a la gente enamorada, le envió un beso volador con la palma de su mano a espaldas del espadachín y se retiró a la habitación. 
 
Se duchó y cambió en el cuarto de baño y no pudo evitar notar el marcado sonrojo en sus mejillas al verse al espejo. Sólo pudo atribuirlo a lo recién sucedido con Zoro, pero le extrañaba que sólo se notara cuando se veía al espejo. En ninguna otra ocasión los chicos habían hecho bromas sobre su color carmesí o se habían jactado de que estaba avergonzado por algo. Sus marcadas mejillas únicamente se tornaban rojas cuando veía su reflejo. 
-Joder donde siga sonrojándome por tonterías...- y salió del baño. 
 
Miró el mar y siguió pensando. Había dejado de sentir la presencia del rubio a sus espaldas, pero no un ligero toque cálido en una de sus mejillas. El viento se arremolinó y una suavidad tibia lo rozó. Despreocupado, mandó otro beso volador al aire, a sus espaldas. 
Notas finales:

Gracias por leer. 

 

Y vamos, todos queremos alguna vez un beso volador. 


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