¿Qué crees que estabas haciendo?—dijo con tono enojado el castaño al rubio al cual había tirado sobre la cama sobre la que rato antes estaba dormido.
¿Y quién te crees tú para pedirme explicaciones?—preguntó furioso el ojos mieles aunque tal vez estaba más enfadado consigo mismo por lo que había estado haciendo.
¿Escucha idiota! ¡Tú me metiste en este lío así que más vale que te andes con más cuidado o yo…!—exclamó el furioso dragón de ojos azules.
¿O tú que?—preguntó el combativo Wheeler.
¡No hay caso! ¡Debí irme cuando ese idiota me plantó la posibi…!—dijo el mayor dando la espalda al otro.
¿Y por que…?—preguntó sorprendido Joseph, de que el otro habiendo tenido la oportunidad de salirse de todo eso hubiera preferido quedarse.
¡Tranquilo perro que no fue por tu linda cara si eso piensas! ¡Ese estúpido tiene razón en algo! Esos tipos me buscan también ahora y no será seguro correr por ahí para mí—le contestó el castaño.
Ya sabía yo que no era por tu gran corazón—dijo el menor.
El peor error que cometí fue aceptar cenar en tu casa—aseveró Kaiba.
Pues estoy libre de esa culpa porque yo no te invité. Fue mi padre. A mi nunca se me hubiera ocurrido invitarte. Además, si mal no recuerdo en este lío te has metido tu solo por besarme—le indicó con certeza Wheeler y sus ojos adoptaron un brillo lobuno.
Había sido una mala decisión dejarlos ir antes de tener atado nuevamente al vampiro. Este le miraba con claros signos de querer embobarlo para que entrara al círculo que lo mantenía encerrado.
¡Deja eso ya que no sirve conmigo, chupasangres!—dijo el peliplateado.
Tengo curiosidad. ¿Por qué no?—preguntó Kuran tratando de sopesar al otro.
Tengo algunos ases bajo la manga—dijo crípticamente el ojiamatista--¡Kaiba! ¡Ven, con un demonio!—gritó luego.
¡Oh! ¡Ya veo! Tu ya no eres una presa dócil—dijo el purasangres sabiendo lo que causaría.
Los ojos del otro se encendieron como dos piedras incandescentes debido al furor extremo que experimentaban y acercándose dijo mientras le apuntaba a la cara con su arma todo el tiempo.
¡Yo nunca seré una presa…!—dijo.
Pero no pudo terminar su parlamento ya que el vampiro recién alimentado mostró su destreza y agilidad una vez este estuvo dentro del círculo.
Le arrebató su arma y le puso boca arriba en la cama con él encima y apretando sus muñecas. Se veían a los ojos directamente.
¡Olvidas que no puedes morder dentro del círculo!—dijo el cazador.
No. Pero no lo necesito. No puedo morder pero si puedo lastimarte. ¿Lo olvidas? Cercenar un cuello con los dientes no es lo mismo que infligir los colmillos para alimentarse—le dijo el otro y Kiryu tomó una pose adusta. Era su error. Tenía que pagar por su equivocación y su vida sería el precio. Los ojos de Kaname perdieron algo de intensidad antes de continuar diciendo—Pero una duda me carcome. Hubiera sido más facil matarme estando inconsciente. ¿Por qué me salvaste?—
Digamos que por un bien mayor—dijo el cazador algo furioso consigo mismo de estar dando al otro data después de que este dijera que planeaba cercenarle el cuello.
El demonio—adujo el otro y aflojó un tanto el apretón como si pensando en una idea—Los dos queremos quitar al tal Sebastian del camino. ¿Qué tal una tregua?—preguntó.
No creo en su palabra—dijo el cazador.
Es mejor mi palabra que un cuello cercenado. ¿No?—adujo el vampiro.
Yo no hago tratos con ustedes. Tal vez me rebanes el cuello pero otro vendrá y te dejará sin cabeza—respondió el peliplateado dejando en claro que su vida bien valía la pena de ser sacrificada para acabar con cualquiera de ellos.
Esos cazadores bien que le enturbian la cabeza a sus niños. Poneros esas ideas cuando…--dijo el castaño que no se esperó la siguiente reacción.
Mientras se retorcía el ojos amatista le dijo con furia no contenida--¡Lávate la boca antes de hablar de los cazadores! ¡Bestia inmunda!—
Kaname furioso lo soltó y dando dos pasos atrás se vio fuera del círculo que supuestamente lo había mantenido prisionero todo el tiempo. Angustiado y pasmado el otro se lo quedó mirando.
Los gritos resonaron muy fuertes para ser desoídos esta vez y ambos volvieron sus cabezas hacia la habitación vecina. Seto fue el primero en salir en pos de ella.
Al entrar se quedó duro.
El vampiro estaba en mitad de la habitación, suelto y fuera del área que supuestamente lo mantenía cautivo.
¿Cómo crees que un simple hechizo como este puede mantener encerrado al rey de los vampiros cuando ha recuperado sus fuerzas?—preguntó Kuran y luego volteó. Desde la puerta lo observaban Seto y Joey.