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Capacidades por Yoshita

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Notas del capitulo:

He llegado con el tan esperado capítulo. Tengo que admitir que la escrna del cambio de Zoro y Sanji fue la primera que escribí, incluso antes del primer capítulo o el resumen. Creo que inclusoantes de hacer la historia, sólo imaginé la escena y me encantó. 

Vale, no les quito mas tiempo, con ustedes y para ustedes el capítulo 6: la capacidad de Zoro. 

PD: pido perdón de nuevo si el formato del capítulo se ve mal o feo o pegado, actualizo desde un dispositivo móvil y este suele dañar el formato del capítulo. Editaré cuanto tenga la oportunidad. 

6.   

 

Únicamente faltaban ellos dos por cambiar. Ellos dos. Y todavía no tenía pista de que era lo que le había robado al verde Marimo. Era frustrante. 

-No se que hacer. 

Al contrario del día anterior, esa mañana soleada era perfecta para estar en cubierta y sin tanto abrigo, así que salió sin la chaqueta negra y con la corbata suelta bajo los dos botones libres que había dejado de la camisa azul de la noche anterior. 

-¡Nami-swan y Robin-chan están hermosas!- se fijó que las chicas llevaban una falda y la parte superior de un diminuto bikini. Ver a sus dos lindas damas le subía los ánimos, lo volvía a deprimir un poco ver la pañoleta de Zoro aun en su muñeca. La mañana cálida lo había despertado temprano y primero que el espadachín (luego que se quedara dormido en el hombro de Zoro, hasta donde recordaba, y despertar en el sofá sabiendo que era el Marimo quien lo había puesto allí). Lo mas bonito y confuso de la agradable mañana fue ver a Zoro recostado en la cabecera del mueble, dormido. Sonrió cuando se percató que Zoro había tomado su turno de vigilancia ya que, luego de bailar, había caído dormido en el hombro del espadachín. 

Miró al cielo. Supuso que el Marimo aun estaba dormido. 

-¿Cómo amanecieron hoy mis lindas damiselas?  

-Bastante bien, Sanji-kun, ¿y tu? Te noto feliz. 

-Pues si- confesó- tuve una noche muy... Agradable. 

-Vaya, vaya- Robin lo miró por entre las gafas- ¿qué tanto verde estuvo involucrado? 

Sanji se coloró, Robin rió satisfecha y Nami intentaba entender. 

-¿Pasó algo con Zoro anoche?- murmuró Nami curiosa.

-Digamos que logré convencer al Zoro de bailar conmigo. 

-¿¡Qué?!- exclamaron ambas sorprendidas, ¿quién diría que el rudo espadachín bailaría? 

-Déjenme decirles que no lo hace nada mal. 

-Hmmm...- Nami sonrió- hasta no ver, no creer. 

Sanji bajó la mirada, ¿cómo convencería a Zoro de bailar con él, de nuevo, en frente de las chicas? Si tuvo que hacer una oferta para que bailaran solos, eso le iba a costar.  

-Tal vez luego.  

-Cuando Espadachín-san recupere su capacidad. 

-¿Qué quieres decir?- inquirieron curiosos. 

-Nada- se subió las gafas- nada.   

 

Se despertó cuando el sol le dio de lleno en la cara. Vio el sofá vacío.  

-El cocinero se despertó temprano...

Bostezó y se estiró, poniéndose de pie y bajando, encontrando al rubio hablando con las chicas. 

-Buenos días Zoro- saludó Nami- que curioso verte con esa ropa, no eres de esos que visten elegante. 

Bufó. No iba a darle explicaciones a la bruja ladrona. 

-Espadachín-san, ¿por qué tan callado?

Bufó de nuevo. Las chicas comenzaron a reír. 

-Sanji-kun ya nos contó, vamos Zoro, quiero verte bailar.

 Gruñó por lo bajo, el cocinero no podía quedarse callado. 

-Pues quiérelo mucho, Nami. 

-Zoro...- le rogó con la mirada.

-No. 

-Espadachín-san...

-No. 

-Marimo- demandó. No podía dejar a sus chicas con la curiosidad de ver a Zoro bailar. 

-Joder cocinero...- sacudió la cabeza y abrió los brazos. 

Nami aplaudió y entonces notó algo. 

-Anda- se acercó a Sanji y le tomó la muñeca- pero que bonito detalle, ¿qué no es tu pañoleta? 

-Si, lo es.  

-¿Y por qué la tiene Sanji-kun?

-No te importa, ahora, si me disculpas, tengo una pieza de baile pendiente. 

-¡Qué decente! Creí que no querías bailar. 

-Tengo mis razones- añadió mirando al cocinero (a quien ya sostenía de la cintura, por cierto), pensando en el banquete de onigiri que había ganado. Claro que los otros presentes no lo captaron de esa manera. 

Robin y Nami intercambiaron significativas miradas entre ellas y voltearon a ver a la pareja. 

-¿Qué esperan?

-Nada- en el momento que dieron el primer paso, la puerta a cubierta se abrió, mostrando a Usopp recién levantado. 

El tirador miró fijamente a Zoro y a Sanji y luego frotó sus ojos. 

-Volveré dentro, me acostaré en mi hamaca y volveré a despertar... Si, eso haré- se dio la vuelta. 

-¡Alto ahí Usopp!- gritó la navegante- Zoro y Sanji-kun si están bailando. 

-Oh...- la captó y le sonrió a Sanji- ¡pero qué blasfemia!- exclamó de repente, sorprendiendo a los cuatro tripulantes- ¡no deberían bailar sin música! No se muevan, voy por Brook- y salió corriendo hacia el camarote de los chicos.  

-Música...  

-¿Cómo hicieron anoche?- preguntó Robin- todos estábamos durmiendo.  

-El cejillas se puso a tararear. 

-Ah, no me metas a mi solo, tu me acompañaste en la última. 

-Sólo porque conocía la canción- seguían en posición de pareja de baile, pero se gritaban entre ellos.  

-Ya, ya, entendimos, ahora esperen, Brook va a venir. 

Zoro suspiró derrotado y soltó la mano de Sanji, descansando ambas manos suyas de manera desprevenida en la cintura del cocinero. Todos lo notaron. 

-Eh, Zoro.  

-¿Qué quieres Nami?

-¿Estás cómodo?

-Si, ¿por...?

-No- intentaba contener la risa- nada.  

-Arpía- comenzó a cambiar su peso de una pierna a otra mientras esperaba. 

Sanji, por su parte, descansó ambas manos en el pecho del espadachín. Acariciaba despreocupado la pañoleta en su muñeca y pensaba las extrañas razones que pasaron por el Cabeza de Aloe para que hiciera eso y lo que pasaba en ese momento para tenerlo de esa manera sin que estuvieran bailando. No le molestaba (tenía claro que no le molestaba en lo absoluto), pero era curioso. O tal vez no se hubiera dado cuenta (porque era Zoro). 

Usopp volvió al rato arrastrando a un adormilado esqueleto en pijama y con el estuche del violín a medio abrir. 

-Adelante Brook, has tu magia. 

El músico abrió completamente el estuche sin decir ni una sola palabra y luego miró a la pareja en frente. 

-¿Ustedes dos? Yohohohoho, no se que hizo Sanji-san para convencer a Zoro-san de hacerlo. 

-No te importa- masculló el espadachín. 

-Yohohoho, nos importa a todos- terminó de preparar el arco y afinar un poco el violín. Lo puso en su hombro y lo sostuvo con el mentón (así como un esqueleto toca violín, de esa manera) y comenzó con una bonita y alegre melodía de tonos mayores y fuertes. Nami y Usopp palmoteaban y Robin reía al compás con el que bailaban el par que aun no habían cambiado sus capacidades. 

La cara de Sanji era de felicidad y diversión, sus ojos, a veces cerrados, a veces abiertos, emanaban alegría y su contagiosa risa pronto los inundó a todos e hizo que la tripulación faltante llegara. Chopper y Franky no lo creían tan pronto lo vieron, pero luego se vieron invadidos de la algarabía. Luffy lo disfrutó desde que los vio y saltaba también, tomado de gancho con Usopp. 

El rostro de Zoro, en cambio, era imperturbable. Se divertía, si, pero había algo en él que lo hacía lucir incómodo o tal vez molesto. Pero no se apartaba del cocinero ni cuando la música paró. Seguía tomando su cintura, seguía sosteniendo su mano. Miró a Brook de manera determinada y el esqueleto comprendió, iniciando una nueva canción.   

 

-¡Eso fue magnífico!- reía Luffy en la cocina, luego del baile, un merecido desayuno.  

-¡Lo fue! ¡Además no lo creo! ¿Quién diría que Zoro bailaba?- agregó Nami. 

-Se hacer cosas que ustedes no imaginan. 

-Como cocinar- rieron todos. 

Zoro evitó gritar, pelear, enfadarse, gritar, golpear algo, gritar, pegarle a Nami, gritar... En fin, se contuvo y lo logró. 

-Hey cocinero- le señaló con el tenedor ya que el rubio estaba sentado justo frente a su puesto- estoy orgulloso de tu capacidad de cocinar y tu gusto por la cocina. 

Miraron a Sanji. 

-Lo siento Marimo- se encogió de hombros- no tengo idea de cuál es tu capacidad. 

-¡Date prisa!- se levantó enojado y salió de la cocina.  

-Esta furioso- murmuró Luffy con un trozo de carne en la boca. 

-No lo dudes- añadió Franky. 

-¡Pero no es mi culpa!- se defendió el rubio- ¡no tengo idea aun!

-Está algo irritable, además está raro. Zoro no suele perder la compostura de esa manera, usualmente se pelean, pero no de esta manera. 

-Es un completo idiota. No puede culparme de esta estupidez. ¿Cómo quiere que sepa si no he hecho nada distinto a mi? No me he notado distinto... ¿Qué acaso el Marimo no tiene capacidades?

-Las tiene- murmuró la morena en un tono serio- y cuando sepas te vas a sorprender. Mucho, diría yo. Porque incluso, yo lo hice. 

-Si algo sorprende a Robin, es importante- murmuró Chopper.  

-Basta de esto- cortó en cyborg- el día está SÚPER, no nos vamos a quedar dentro. 

-No- estuvieron de acuerdo y luego de organizar la cocina (porque Zoro se había escapado enojado), salieron a la cubierta, donde descubrieron al espadachín acostado en una de las sillas de las chicas. Lo dejaron ser. 

Luffy se quitó su chaleco y sandalias y las dejó en el suelo cerca a las cosas de Nami. Usopp lo imitó, quedando en una cómoda pantaloneta de baño naranja y comenzaron a echarse agua con unas cubetas que Franky había traído. Las chicas miraban por la borda el bonito mar y disfrutaban de las gotas que se alzaban con el pasar del Sunny. 

Usopp, en medio de toda la diversión, se acercó por detrás a Nami y la empujó, cayendo la chica al mar. Contrario a lo que se esperaría, todos estallaron en risas. 

-¡Nami-swan!- antes que Sanji se tirara, Luffy había alargado su brazo para que la chica lo tomara y subiera al barco. 

Luego, obviamente, la navegante correteó al tirador por cubierta hasta que logró golpearle y tirarle al mar. 

-Dulce venganza- murmuró. 

Los gritos seguían y Zoro se rindió, no había calma en ese barco, no iba a dormir en ese momento. Se sentó y se desabotonó la camisa negra que un tenía de cuando había bailado con Sanji, quien en ese momento veía al Marimo desnudarse de la cintura para arriba y sentía calor, distinto al del ambiente. 

Se situó al lado de Robin, quien aun estaba apoyada en el barandal. 

-¿Cómo lograste hacerlo bailar?

-Le prometí tres meses de onigiri y sake- le dijo encendiendo un cigarrillo. 

-Tiene sentido... Pero lograste que bailara frente a todos.  

-Dudo que hice en ese momento- dio una nueva calada- el caso es que bailó. 

-¿Cómo no te has dado cuenta de la capacidad de Espadachín-san?

-¿Cómo te diste cuenta tu?- preguntó.  

-Por algo que dijo cuando le pregunté una cosilla. 

-¿Se puede saber qué es?

-No- rió- tienes que descubrirlo solo. 

Tan ensimismados estaban en la conversación que no se fijaron el momento en que una rauda silueta morena arrojó al cocinero por la borda. Sanji cayó al agua acompañado de las risas de la tripulación. De nuevo, Luffy estiró su brazo y lo ayudó a subir. 

Estaba mojado y furibundo. Se acercó, goteando, al espadachín y le dio una fuerte bofetada en pleno rostro. 

-¿¡Y a ti que mierda te pasa, jodido espiral?!

-¿¡A mi?! ¿¡Quién fue el bastardo que me empujó del barco?!

Zoro devolvió la bofetada con una, tal vez, mas fuerte.  

-¡Yo estaba hablando con Nami! ¡No me vengas con mentiras!

-¡No metas a Nami-swan en esto!

-¡Yo no te empujé! ¡Tienes delirios, ahora me vez en todas partes!

-¡Yo...! ¡Eso no es cierto!- se coloró.  

-¡Claro que si! ¡Tienes un complejo conmigo! 

-¿¡Complejo?! ¿¡Yo?! ¿¡Quién es el que se ha venido comportando extraño?! ¿¡Ah?!

-¡Si preferías caerte al suelo me lo hubieras dicho!

-¡Estoy hablando de todo lo que ha pasado!

-¿¡Qué?! ¿Llevarte dentro luego que te durmieras a la intemperie? ¿Bailar contigo? ¿Dejarte la comida cuando dormías? ¿Decir tu nombre? ¡Nimiedades!  

-¡Estás irritable!

-¡Y tu sensible!

Se quedaron callados fulminándose con la mirada. La tensión era palpable.  

-Todo es culpa de ese maldito cambio...- entró cerrando fuerte para cambiarse de ropa, después de todo, estaba empapado.   

 

Golpeó la puerta al entrar al cuarto de chicos luego de tomar un baño. Pegó su frente con la puerta del armario y luego golpeó con los puños. 

-¡Maldición!- por mas que fuera agresivo, seguía amándolo. Pero no entendía el desespero del Marimo ante el cambio, ¿qué era tan importante? La escotilla del cuarto se abrió y una pequeña notita entró volando. 

-¿Qué demonios...?- la recogió. Era la misma letra que la carta de cambio. 

"Querido Sanji: 

Veo que estás desesperado y que no tienes ni la mas remota idea de lo que posees de Zoro. No puedo decirte, no sería justo, pero puedo ayudarte, no es tan difícil saberlo. 

Te diré esto: piensa en algo raro que te haya pasado. No algo que puedas hacer, no siempre las capacidades son habilidades, es algo que se puede lograr. No con facilidad, pero que se logra y se afianza con el tiempo. Algo que perdura. 

Piensa en lo que te ha sucedido a ti, sólo a ti, y resuelve el dilema."  

-Algo que me ha sucedido solo a mi... ¿¡Qué es eso que me ha sucedido sólo a mi?!- se sujetó la cabeza con las manos. Estaba desesperado... Y hambriento. Y cansado. 

Miró la tentadora hamaca y luego la puerta. 

Se decidió, igual, no lo extrañarían mucho en cubierta.   

 

-De verdad que te afecta- le mencionó Nami, sentada a su lado- recupérala por tu cuenta, nunca antes te había detenido que alguien no alcanzara algo, tu ibas a buscarlo, ¿qué pasa ahora?

-Es que no sabes lo que es- su cabeza yacía entre sus rodillas, seguía sentado en una de las sillas de la chicas. 

-¿Y qué es eso que es tan terrible?

-No es terrible... Es... Es... Bueno, es extraño e inesperado. 

-¿Alguna clase de capacidad ridícula como hacer malabares con 10 espadas al tiempo?

-Ojalá fuera eso...

Nami frunció en ceño, de verdad era algo delicado. 

-¿Tiene que ver con lo que te pregunté en la habitación de los chicos?

Asintió. 

-No se que decirte Zoro... 

-No necesitas decir nada. 

La chica puso una mano en el hombro decaído del espadachín, necesitaba apoyo y le daría el necesario.  

-Nami... ¿Crees que... La recupere? Mi capacidad, quiero decir. 

-Sanji-kun no es ningún idiota- Zoro la miró- bueno, lo es, pero no en esto, debes confiar que que te la devuelva. 

-Si... Estoy harto de cocinar.  

-Pero no lo haces mal- intentó animarle- vamos a jugar con el resto- le jaló de un brazo. 

Zoro, a regañadientes, se puso de pie y siguió a la navegante donde los chicos jugaban con una pelota inflable que quien sabe de dónde la habrían sacado.   

 

Cuando Luffy gritó fue que Zoro se dio cuenta de la hora y que debía estar en la cocina. Como no era su responsabilidad, olvidaba fácilmente que el cocinero y él habían cambiado de capacidades. 

Refunfuñando, bajó a la cocina y piso a hacer lo que mas fácil encontró, carne en salsa de carne, arroz y patatas al horno, con una ensalada verde.  Como no se demoró mucho, casi a la media hora estaba llamando a los chicos. 

Casi extrañó el taconeo de Robin para darse prisa a comer. 

Los vio entrar a todos: a las chicas aun en vestidos de baño y a los chicos en pantalonetas, pero le extrañó ver al rubio con los ojos dormidos y una camisa amarilla elegante, con corbata, pantalón negro y zapatos usuales. Se le notaba cansado e irritado, como si hubiera pensado demasiado en lo mismo y no hubiera llegado a ningún lado.  

-Oye cocinero...

-¿Qué?

-Eh... Nada, siéntate y come, pareciera que fueses a morir. 

-No te extrañe que suceda...

-¿Pero qué te sucede?

-Sucede, Marimo, que estoy desesperado y no tengo jodida idea de tu maldita capacidad. Eso sucede. 

-¡Pues...!

-¡Yo quiero! ¡Yo quiero!

-¿Qué quieres Luffy?- preguntó Zoro. 

-Quiero probar algo- musitó poniéndose de pie. Se acercó a Zoro y le soltó las tres espadas del haramaki, dándoselas a Sanji. El cocinero las tomó, confundido- desenfúndalas. 

-¿Para...? -Solo hazlo. 

Sanji hizo lo que el capitán le pedía y dejó las tres vainas sobre su silla e intentó sostener las tres espadas con sus dos manos. 

-Ahora pon a... ¿Cómo se llama la espada que usas en la boca, Zoro?

-Es Wadou, Wadou Ichimonji. 

-Bueno, por a Wadou Ichimonji en tu boca. 

-¡¿Para qué quieres que lo haga?!

-Solo hazlo, Sanji. 

-Me voy a arrepentir de esto...- murmuró colocando la espada en sus dientes y sosteniéndola. 

-Es casi como un beso indirecto, ¿no crees Robin?

-Definitivamente. 

Sanji fingió no haberlo escuchado y escuchó a Luffy decirle que tomara las dos espadas restantes cada una con una mano, imitando a Zoro. 

-No le veo razón a esto...- dijo Zoro malhumorado, si no fuera porque era Luffy quien le había quitado las tres katana y Sanji quien las usaba, se habría lanzado a recuperarlas a como diera lugar. 

-Listo- dijo satisfecho- ahora has una de las poses de Zoro. 

Sanji bufó, le molestaba hacerlo, pero le molestaba aun mas que tenía miles de poses (que sabía imitar a la perfección) y no sabía cual elegir, además que mostraría lo cuidadoso que era al mirar a Zoro. 

-Vamos Sanji, no te de pena si lo haces mal.  

-Anda Sanji-kun, hazlo. 

-Vamos Sanji, será SÚPER divertido. 

-Yohohoho, será gracioso.  

-Espero que nadie salga lastimado... 

-Ya, ya- calmó a todos- lo haré. 

Tomó aire profundo y se agachó un poco, formando la perfecta (completamente perfecta) pose del tatsumaki del espadachín. 

-Es increíble... ¡Es igual!- exclamaron todos, quienes se habían puesto de pie alrededor del rubio. 

-Esperen un momento, Sanji-kun debe verse a si mismo- Nami salió disparada corriendo. 

-¿Qué creen que fue a hacer Nami?

-No lo se... ¡No te muevas, Sanji!

El rubio rodó los ojos, no estaba muy cómodo y la insistente mirada de Zoro lo tenía mareado.   

 

¿¡Pero cómo lo había logrado?! Estaba ahí, en frente, imitándolo. ¡Era una jodida copia de él mismo! La pose, el gesto... Todo. Sanji lo había replicado sin duda, sin temor, sin molestia... Era imposible que alguien lograra tal nivel de perfección a una imitación... A menos que lo observara de manera cuidadosa. Lo que parecía ser el caso de Sanji. Pero, ¿por qué? ¿Por qué estudiarlo tan a fondo? Sanji no titubeaba y eso le estaba haciendo perder la compostura. Si no fuera porque no tenía su capacidad...

-Anda Sanji, dile a Zoro que estás orgulloso de su capacidad de espadachín- sugirió Chopper contento, al fin la extraña nueva tensión de esos dos iba a desaparecer. 

-Eso...

-¡Listo!- Nami entró cargando un enorme espejo de cuerpo completo- mírate- lo puso frente al rubio. 

Sanji ojeó su reflejo y su reacción no se hizo esperar.Se coloró de pies a cabeza y su temperatura corporal ascendió unos cuantos grados. Empezó a respirar agitado y a sudar frío, con ligeros temblores espontáneos. Sentía como una estúpida sonrisa comenzaba a aparecer en su rostro y si no fuera por Wadou, el gesto sería increíblemente notorio. Sintió su pulso correr y antes de que su situación empeorara, tiró las espadas al suelo y salió corriendo de la cocina.  

-Pero... ¿Qué sucedió?- estaban confundidos. 

-Sanji se fue sin cambiar con Zoro- musitó Chopper, preocupado por la escapada de Sanji sin razón aparente. 

-Y hubiéramos podido cambiar- se agachó a recoger sus espadas y las envainó- hubiera servido- se sentó a la mesa y comenzó a comer- si en realidad la capacidad de manejar las espadas fuera la que me arrebató. 

Los chicos estaban estupefactos, ¿no había, pues, Sanji, imitado a la perfección uno de los movimientos de Zoro?

-No, no lo es- Robin imitó al espadachín, sentándose a la mesa. 

-No- murmuró alguien mas... Usopp. 

Siguiendo la acción de Robin, tomaron asiento y comenzaron a comer en silencio. Inexplicablemente, nadie se quejó cuando Luffy comenzó a robarles comida.   

 

Estaba quedándose dormido muy seguido, pero dado que no quería pensar, era lo mejor que podía hacer. Cuando despertó, vio la bandeja con la nota de "traga" y comenzó a sollozar quedo. Zoro... 

No podía. Ya no podía contenerse mas. Si seguía callándolo, terminaría por hacerse daño él mismo. Si continuaba poniéndose nervioso en presencia del espadachín, sólo conseguiría arruinar la extraña relación de amistad-odio que habían formado. Sólo lograría...

Su mente se iluminó. 

Tomó la bandeja en las manos y destapó el almuerzo. Se fijó que Zoro había calentado su almuerzo de nuevo y cuando vio la hora, el reloj marcaba las 5. ¿Qué tanto había dormido?  Pero en ese momento, eso no le importaba. 

Tomó un sorbo del té (que estaba caliente, lo que indicaba que hacía poco la comida había sido llevada al nido del cuervo, que era donde estaba) y comió de las patatas al horno. Estaban buenas. Cortó carne y la mezcló con arroz y la llevó a su boca. Terminó el almuerzo y en lugar de bajar a la cocina a llevar los platos, se recostó una vez mas en el sofá y cerró los ojos, sonriendo satisfecho y feliz. Ya había encontrado la capacidad de Zoro y se la diría en la noche. Se sentía dichoso. Además, aun tenía la pañoleta de Zoro en una de sus muñecas.   

 

Nami golpeteó la madera de la baranda una vez mas. 

-¿Pasa algo?

-Es Zoro- le informó al moreno- tiene a Sanji-kun de los nervios. 

-Debe tener sus razones- murmuró Usopp recostándose en el barandal al lado de la chica. El sol comenzaba a ponerse y la marea a agitarse mas.  

-Supongo...- añadió mirando al mar- nadie ha apostado. 

-Te equivocas- sonrió- acabo de hablar con Robin, le dije mi teoría. 

-¿¡Qué te dijo?!

-Nada, que esperara a que Zoro y Sanji cambiaran.  

-Que mal...

-¿Quieres saber?

-Pero no sabes si es esa o no. 

-Créeme, estoy seguro, esa es la capacidad de Zoro; tal como él dijo: extraño e inesperado.  

-Oíste nuestra conversación- afirmó. 

-Un poco- se encogió de hombros- ¿tienes curiosidad?

-Un poco- le dijo como respuesta. Usopp sacudió la cabeza 

-Ven- se acercó a Nami y le separó el pelo del oído con delicadeza. Luego murmuró un secreto en su oreja, causándole a Nami una expresión estupefacta y de sorpresa- pero no puedes decirle a Robin, no lo descubriste por ti misma. 

-Está bien- hizo un mohín- no lo haré- se cruzó de brazos- pero quiero verlos cambiar.   

 

-12456, 12457, 12458...- contaba y la voz se perdía entre el balancear de las pesas. Había caído la noche. 

El frío viento le azotaba el pecho desnudo y movía su cabello, libre. Recordó tarde que Sanji aun tenía su pañoleta. 

Respiraba agitado e intentaba volcar su irritación en el ejercicio. Si el rubio no le devolvía esa misma noche su capacidad, estaba seguro que se lo diría antes de que el cocinero lo volviera loco. Con esa actitud sensible y cambiante, bien podía decirse que sabía de la capacidad y sólo quería molestarle. Un momento lo picaba con picardía y al otro estaba gritándole por imbécil. No era muy normal. 

-¡Zoro! ¡Comida!- suspiró.

No era su nombre el que debería estar antes del grito de comida del capitán. 

-Ya voy...- murmuró derrotado y dejó las pesas a un lado. Se colocó el haramaki y la yukata que luego amarró con el cinto rojo, dejando las espadas descansar en su cintura.  Bajó y entró a la cocina, encendiendo la luz y dejando las espadas recostadas a un costado del sillón. Era mas cómodo cocinar de esa manera. 

Comenzó a preparar la cena y a pensar, ¿cómo le diría al cocinero su capacidad sin morir en el intento? Tal vez debía emborracharle... O tal vez dejarle una nota. O podía murmurárselo mientras dormía, alegando una intervención del subconsciente. Pero eso no era de hombres, mucho menos de guerreros como él.  Encendió el fogón y abrió de nuevo la nevera, sin hallar sake. De verdad que le hacía falta su licor. Por eso el cocinero no se había fijado en su capacidad, no había tenido la oportunidad de emborracharse y descubrir lo que ocultaba el Marimo. 

Dejando pensamientos estúpidos aparte, apagó los fogones y comenzó a servir los platos al tiempo que llamaba a la tripulación. Sintió a los chicos entrar y tomar asiento, armando jaleo como de costumbre. 

Llevó primero dos platos (para Luffy y para el que lograra agarrar en otro) y luego volvió a recoger los faltantes. Pero el rostro de Sanji le llamó la atención. No estaba molesto, ni irritado, ni enojado. Se veía feliz. Extrañamente feliz. 

Bufó, el rubio estaba feliz y él seguía como cocinero. Pero le restó importancia... Por el momento. 

Terminó de llevar los platos y se sentó a comer con el resto. 

Conversación iba, conversación venía y se devanaba los sesos tratando de buscar el momento adecuado de recuperar su capacidad. Y entre pensamiento y pensamiento, pasó la cena. 

Antes que los chicos se levantaran de sus puestos, se puso de pie y comenzó a llevar los platos al fregadero. 

Ahí exhaló. Estaba totalmente cansado de ser el cocinero porque, aunque también tenía el gusto que Sanji tenía por la cocina, eso no era para él.  

-Joder cocinero- musitó dejando los platos y volteando a verlo- es la última vez que lo digo: estoy orgulloso de tus habilidades culinarias y tu gusto por la cocina. 

Los chicos lo miraron, esperando la respuesta de Sanji, a ver si el rubio ya había dado con la capacidad perdida del Marimo. 

Sanji sonrió. Las cosas no podían haberse desarrollado mejor. Se puso de pie y miró a Zoro, todos los chicos lo observaban expectantes. 

-Roronoa Zoro- sonrió y comenzó a caminar hacia el aludido- estoy orgulloso de que hayas dejado aparte tus ideales, tus sueños, tus ambiciones y tus principios, los prejuicios y a la sociedad para obtener aquello de lo que estás mas orgulloso. Roronoa Zoro, primer integrante de esta alocada tripulación, segundo al mando, contramaestre y el futuro mejor espadachín del mundo. Roronoa Zoro- lo miró fijamente a pocos centímetros de su rostro- estoy orgulloso de tu capacidad de haberte enamorado de mi. 

 

Notas finales:

¿Era lo que esperaban? ¿Adivinaron la capacidad de Zoro? Dejen sus opiniones, los escritores vivimos por nuestros lectores, gracias por leer. 


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