Zero se levantó de la cama mirando con asombro al castaño de ojos bordeau pero después, despacio, una sorda furia fue aumentando en su interior. Su rostro se transformó visiblemente.
¿Tú? ¿Tú eres el maldito rey de esas bestias?—preguntó con tanta furia como podría cualquier humano expresar.
Hasta el vampiro se sintió sorprendido de tal cambio--¿Bestias? Deberías fij…--dijo pero no pudo terminar pues el otro se le lanzó de una. En contra. Usando su propio cuerpo como arma. Como un perro ansioso de derramar sangre.
La sangre de Kuran Kaname.
Era una joven graciosa y tímida, que estudiaba para ser concertista de violín, su nombre era Marie. Todas las tardes de los jueves salía del conservatorio después de las seis, cuando ya era de noche pues era invierno.
El autobús pasaba muy justo y la parada estaba a dos cuadras. Corrió por la vereda arrastrando su instrumento.
No llegó. El autobús la dejó atrás con un ronco rugido.
Se imaginó la reprimenda de sus padres por llegar tan tarde. Sintiéndose desolada se sentó en el banquito y de pronto un ruido algo raro en la desierta y oscura avenida que la perturbó.
Sus ojos escrutaron con temor en derredor mientras la noche se volvía más ominosa a cada minuto. Solo quería que llegara el autobús o al menos alguien que se sentara a su lado.
Entonces de pronto alguien llegó y se sintió inquieta mirándolo arrollada en un rincón de la garita como un ratón atrapado.
¡Buenas noches!—le deseó el recién llegado y al ver su talante apuesto y sus modales impecables además de una sonrisa encantadora se sintió más tranquila.
¡Buenas noches!—le deseó ella.
¿Sabes si falta mucho para que pase el autobús?—preguntó el caballero joven.
Tal vez veinte minutos—contestó ella.
Gracias—le dijo él sin dejar de sonreir.
Para Kuran no fue tan facil sacarse al otro de encima. La fuerza del peliblanco era superior a lo que él hubiera esperado.
Zero cayó de lado pero se levantó de inmediato y se lanzó contra el otro de nuevo pero el vampiro no le dejó llegar. Olvidado su enojo el rey solo quería saber que era lo que había provocado tamaña agresividad en el otro. Estaba claro que lo había originado el saber que era el rey de los vampiros pero no entendía porqué tanta furia. No era solo por eso pensaba y quería saber la real causa.
Preso de la magia del purasangre el ojivioleta le miraba con furia.
¿Qué te sucede cazador? ¿Tanto quieres ser famoso que para eso planeas matarme?—preguntó el castaño.
No me importa la fama. ¡Lo único que quiero es que mueras! Se dijo Kiryu pero solo le dijo al otro—Tal vez no sea el momento, pero algún día—
Eso lo tengo claro cazador. Después de todo para eso existen los dos lados—dijo el ojos borgoña con una sonrisa torcida.
En todo momento el ojos azules no despegó su vista del rey y un brazo se mantuvo en línea directa entre el rubio y el otro castaño, como asegurándose de que este no se le acercara al ojos mieles.
Cuando pàreció que hubo un acuerdo entre cazador y vampiro y este soltó al primero Kaiba se relajó un poco pero en seguida Kuran miró a Wheeler haciendo que el ojos azules retornara a su posición tensa por la que Kaname al notarlo lo miró y por un momento ambos persistieron en un duelo de miradas que duró por cierto tiempo. Joseph se puso nervioso un poco pero luego volvió a mirar a Kaname. Era hasta impropio pero cuando le miraba sentía un apego raro hacia él. Era indudable que algo del otro lo atraía.
Cuando Seto vio que el otro desviaba de nuevo su vista de él, desvió el mismo su vista y vio que esos dos se observaban.
Viendo el cuadro Zero se decidió por lo más saludable y dijo—¡Hemos tenido mucha emoción por hoy! ¡Descansemos y mañana hablaremos!—
¿Vas a dejarlo suelto?—preguntó el castaño de ojos azules nada cómodo con el asunto.
No veo como podríamos mantenerle sujeto ahora. Además el está interesado en una tregua—respondió de pronto con toda la frialdad del mundo el ojos amatista. En su interior bullía cierta necesidad que reprimía porque sabía que no era el momento de satisfacerla pero en cuanto se libraran de ese akuma…
No pienso quedarme en la misma casa con un ser de esos—acotó Seto.
Bien. Entonces puedes retirarte cuando quieras. Al cabo que nadie te necesita aquí—le dijo el rubio un momento antes de marcharse, haciendo que el rey sonriera.
Entró en la habitación de al lado dispuesto a tomar una ducha y dormirse cuando un enojado Kaiba ingresó con su carácter del demonio.
¿Qué fue eso que dijiste?—le reclamó.
¡Escuchaste bien! Si quieres irte eres libre de hacer lo que quieras—dijo el ojos mieles sin voltear si quiera mientras se dirigía al baño en suite.
Seto lo haló desde atrás y desde muy cerca le dijo a la cara—Lo que quiero es esto—para después besarle y empujarle a la pared.
Estaba que ardía, su pierna empujó para hacerse un lugar entre las del otro a la fuerza y sus manos se afirmaron en su espalda, sus labios luego bajaron al cuello por donde su lengua y el tacto de estos disfrutaron de un contacto que estremecía a Wheeler que con voz entre cortada preguntó que estaba haciendo.
¡Quiero sacar eso que hace tu sangre tan especial! ¡Quiero quitarle cada gota de virginidad! Quiero ser el primero—dijo Seto con la mente algo ida por el contacto con el cuerpo del otro.
¡No sabes lo que estás diciendo!—dijo con algo de miedo el rubio que pensaba que si Seto se volvía su primer amante varón se reiría de él el resto de sus vidas pero extrañamente su cuerpo no quería hacerle caso y respondía a sus caricias.
Kuran en el cuarto de al lado percibió la acción como vampiro que era y por un momento sintió el impulso de ir a reclamar a su presa pero algo lo detuvo.