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De Bradislavia con amor por desire nemesis

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Después de morder un poco el lóbulo del ojos mieles, mientras acariciaba con sus labios el terso cuello de Wheeler, Seto empezó a conducirlo a la cercana cama, mientras lo llevaba le dijo—A partir de esta noche ese tipo no volverá a desear tu sangre—

 

Fue de inmediato y repentina la reacción del rubio. Joseph lo empujó. Estaba visiblemente afectado por las palabras del otro.

 

¿Qué te sucede?—preguntó el castaño mirando los  ojos del otro que respitaba agitado tratando de comprender porque había reaccionado como lo hizo.

 

No lo entendía. Es que de pronto… no pudo soportar la idea de que el otro ya no le quisiera.

 

La duda se sembró en el ojos azules. El rechazo del otro, tan repentino ante la idea de que lo alejara del vampiro y que el otro no apareciera a reclamar a su presa como antes. Todo ello sucedía después…

 

…después de que se encerraran juntos.

 

El semblante del castaño pasó de algo confundido a frío y decidido. Empujó la puerta antes de que el otro se diera cuanta de que pretendía salir de la habitación. Wheeler salió tras él que entró en la habitación de al lado.

 

¿Qué hiciste?—preguntó a viva voz el CEO al rey.

 

¡Que brios! Venir a reclamar cuando eres tú el que está en falta. Te recuerdo que Joseph es mi presa—le dijo el ojos borgoña.

 

Zero miraba un poco sorprendido a los dos y luego al rubio.

 

¡Te diste cuenta!—acusó Kaiba.

 

Por supuesto. Yo sé quien toca lo que es mío—dijo el vampiro.

 

Entonces es cierto—exclamó Seto.

 

Entonces Kiryu entendió.

 

En un momento el rey estuvo al lado del ojos mieles—Puede que su sangre haya perdido algo de sabor pero su olor—dijo arrimando su nariz al cuello de su presa—suple cualquier cosa—agregó sonriente y con una clara mirada a su rival.

 

Seto ardía en furia. El otro había tomado antes lo que él tanto deseaba.

 

 

 

 

 

 

Joseph no entendía lo que pasaba por su cabeza, o mas bien por su cuerpo. Era como un impulso natural el protegerse de que alguien más le tocara. Había vuelto a su nueva habitación y sentado en la cama trataba de acordarse de lo acontecido rato antes en la habitación del vampiro pero todo volaba en una bruma sedosa. Las palabras del otro le shockearon.

 

“Yo sé quien toca lo que es mío”. Eso daba a entender que él y el otro habían…

 

Su cabeza era un nido revuelto y a su mente volvió esa otra frase haciendo que se estremeciera.

 

“Puede que su sangre haya perdido algo de sabor pero su olor suple cualquier cosa”

 

El contacto de la nariz fría de Kaname con la piel de su cuello le cortó la respiración entonces y ahora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto en la cocina ahora, bufaba tratando de decidir si valía la pena quedarse o tendría que probar suerte yendo a Japón. Se serenó un poco al recordar a su hermano. Volver ahora implicaría un riesgo para ambos. Tomaba un vaso de agua cuando el cazador penetró en la habitación.

 

¿Qué Kaiba? ¿Te aguaron la fiesta, no?—preguntó Kiryu.

 

Los ojos azules le miraron afiladamente.

 

Sin mirar atrás mientras sacaba algo de la heladera el ojos amatista prosiguió—Se nota que tu orgullo está herido—

 

No veo porque eso deba preocuparte—dijo el CEO.

 

No me preocupa, solo me divierte—respondió Zero dejando sobre la mesa un par de manzanas y una soda.

 

¿Así que te parezco divertido?—preguntó el castaño acercándose a la espalda del otro que estaba lavando las manzanas.

 

Sin preocuparse el cazador se volvió, se apoyó con la espalda en la mesada y con una media sonrisa respondió—Si—y luego mordió la manzana con una pose descuidada y mirando retadoramente a los ojos del castaño el cual sintió una inesperada sensación al verlo morder el fruto.

 

Los ojos del pelo plateado se volvieron más aguzados después de un momento de ver que el otro no decía nada y preguntó--¿Qué te sucede que callas de pronto? ¿Te comió la lengua el gato?—

 

¡Me voy! No quiero divertirte más—aseguró Seto para tapar su rastro y se marchó algo mareado.

 

Pero si a él nunca le habían gustado los hombres, más ahora…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Y bien?—preguntó el joven del parche.

 

No he logrado dar con ellos, my lord—dijo el sirviente.

 

¡Inútil! No sé porque yo…--dijo el menor antes de que su atención fuera desviada por la sensación de su mano siendo tomada por la de otro. Observó apabullado que el otro se había arrodillado y tomando su mano con las propias la acercaba a sus labios mientras le miraba a los ojos.

 

¡Tiene razón, amo! Es inentendible el porque me conserva a vuestro lado—dijo Sebastian sin quitarle los ojos de encima.

 

Un leve rubor cubrió las mejillas de Ciel Phantomhive que quitó la mano después de un segundo—Deja de decir esa clase de cosas vergonzosas, mere desu—dijo.

 

¿Qué cosas vergonzosas, bo chan?—preguntó con aparente inocencia el mayordomo.

 

No sigas con esa actitud porque no conseguirás nada de mí así—le gritó incómodo su jefe.

 

¿Y como puedo conseguir algo de usted, my lord?—preguntó el otro desde el suelo aún.

 

Ciel lo miró sorprendido un momento, luego frunció su seño y se fue sin decir más.

 

Sebastian Michaellis sonrió un rato viendo por donde el otro se había ido.

Notas finales:

Espero les guste

 


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