¡Tú no tienes nada que decidir!—dijo el rubio y salió de la habitación con una sensación de apesadumbrada tranquilidad para encontrarse con el otro castaño que le miraba apoyado en la pared del pasillo frente a las habitaciones.
Te ves mal—dijo sosegadamente el rey.
Deben ser impresiones tuyas—dijo molesto Wheeler y trató de pasar de él.
Pero el otro tomándolo de un brazo le obligó a mirarle y le dijo—No lo creo. Es mejor que vengas conmigo—y se lo llevó.
Joey sentía cierta reticencia pero no quería poner de malas al otro pues las imágenes de la pelea con el demonio y la forma en que dominó a Zero le hicieron ver que él no era rival para una especie como esa.
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Kaiba miró de soslayo por la ventana al pasar camino a su cama y percibió movimiento en el jardín bajo ella. Al acercarse por si sucedía algo peligroso percibió de quienes se trataba por el dorado cabello que se vislumbraba bajo la luz lunar y luego, la otra persona, era facil de adivinar por su cabellera oscura y su pose relajada. Abrió la ventana.
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Llegaron al jardín de la casa. El ojos mieles se quedó parado donde el otro lo soltó y al ver eso el otro sonrió--¿En verdad me temes, no?—preguntó.
Iba a replicar pero sabiendo que posiblemente los sentidos del predador eran más agudos que los humanos calló un momento para después decir--¡Creo que es lo más prudente!—
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Los ojos azules que les miraban atentamente se entornaron y las manos que se apoyaban en el quicio de la ventana se agarrotaron.
Esa era una persona distinta a la que se le había enfrentado siempre. Si él hubiera aseverado semejante cosa el perro se le hubiera ido a la garganta. ¿Cómo era que ahora admitía tan fácilmente temerle a alguien más? Ese tipo…
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Las rosas pueden ser pálidas o rojas intensas pero no por eso una es más hermosa que la otra—dijo el contemplativo Kuran. Joseph le miró sin comprender—Por más que la gente tiene sus preferidas no deja de admitir que esa cualidad la comparten todas aunque a ellas eso no les importa creo, una rosa es una rosa y no le interesa la opinión de los demás—terminó la reflexión de Kaname y entonces el ojos mieles entendió que se refería a lo que le preocupaba sin que él pudiera expresarlo. Eso lo hizo preguntarse si podía leer sus pensamientos y ver que el otro era algo distinto de lo que había imaginado. Entonces otra pregunta surgió en su mente.
Me pregunto…—se atrevió a decir Wheeler y el vampiro que ahora observaba el jardín le miró.
¿Qué?—preguntó el rey visiblemente interesado.
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Esto interesó al CEO que intuía que algo de fondo se movía en el rubio.
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¿Es tan importante una presa como yo?—preguntó Joseph.
¿Uh?—
Es decir… mi sangre… La cosa es que… ¿Por qué fuiste por mí? Podías conseguir otro…--Wheeler parecía meditar lo que decía tratando de ser claro.
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Estaba furioso. Parecía la pregunta de una joven que trata de averiguar que siente en verdad el ser amado.
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Creo que no lo ves de la manera apropiada o no entiendes de lo que hablas… Tú eres mi presa y a todo rey le molesta que toquen sus cosas—dijo Kuran.
Igual… ahora… no es necesario que te quedes. Si mi sangre ya no… ya no sabe igual puede que…--trató de saber el rubio.
Kaname sonrió de forma astuta—Puede ser que su sabor cambiara…--empezó a decir cuando fue cortado.
¿Ya no soy virgen, cierto?—se animó a preguntar el ojos mieles y dio claras pruebas que eso lo inquietaba.
De pronto el vampiro pasó de estar en frente suyo a unos cinco pasos de distancia a estar justo a su espalda y murmurar a su oído unas preguntas que pusieron todo en perspectiva--¿Qué te molesta más? ¿Qué ya no eres virgen?—luego cambió de oído--¿O no recordar como sucedió?—
El rostro de Wheeler era de shock. El de Kuran de complacencia. El de Kaiba era de infinito odio.
Zero estaba necesitando una relajante ducha y eso le cayó de perlas a su cuerpo tenso. Se envolvió la cintura con la toalla de la misma manera que lo hiciera Seto más temprano y salió de la ducha en el momento en que el castaño cerraba la ventana.
No es bueno que abras la ventana y menos a estas horas—le dijo al CEO.
¡Calla y métete en tus asuntos!—le dijo el frustrado castaño.
Por si no lo has notado la seguridad de este lugar es mi asunto—respondió el enfadado ojos amatistas.
En ese caso deberías sermonear también a esos dos--dijo el ojos azules apuntando a la ventana sin mirarla.
El peloplateado se preocupó y fue a la ventana para lograr atisbar como Joseph y Kaname entraban a la casa venidos del jardín.
¿Pero que estaban haciendo esos dos en el j…?—preguntaba el cazador cuando se interrumpió--¡Tú los escuchabas!—acusó.
No oí nada—respondió el castaño haciéndose el desentendido.
¡No te creo! ¡Dime que…!—trató de instigarle Zero.
Lo único que te diré es que el perro se comporta como una colegiala tratando de saber porqué la rescató su amado—dijo con furia en su voz y con el cuerpo tenso. Zero podía ver solo su espalda en la habitación iluminada por una portátil.
Kiryu entendió. Eran celos. Una increíble cantidad de actividad eléctrica se despedía de su cuerpo. Estaba furioso porque el objeto de su interés estaba interesado en otro.