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De Bradislavia con amor por desire nemesis

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Los invitados de Herr Wheeler son simpáticos. ¿No, my lord?—preguntó el sirviente de Ciel mientras acomodaba la ropa en el ropero.

 

Sentado en un sofá del dormitorio el más joven le miró mal. Esos bárbaros casi le habían saltado encima diciendo que era “adorable” cosa que el detestaba. La afirmación del otro lo enfurecía por tal hecho.

 

¡No bromees con eso! ¡Esos tipos son unos salvajes!—dijo el enfurruñado conde.

 

Sebastian sonrió y después de poner sobre la cama la camisola de dormir fue hacia su amo.

 

Ciel se levantó y se puso dispuesto a ser desvestido. El adulto le sacaba la ropa mientras hablaba—Ya estamos en su casa. ¿Qué haremos desde ahora?—

 

Esperaremos. ¡Estáte atento! Tarde o temprano la rata dará señales o vendrá con su papi. En cuanto lo tengamos Kuran aparecerá para proteger lo que es suyo—concluyó Phantomhive.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Es una locura!—le dijo por cuarta vez el cazador mientras el otro conducía hasta su casa.

 

¡Tú que sabes! ¡Es mi familia y mis amigos los que están en juego aquí!—dijo el joven Wheeler en contestación.

 

Si, el perro es muy protector de ellos—divulgó con mal talante el ojos azules.

 

¡Tú calla Kaiba! ¡Que no puedes hablar de esto! Si fuera Mokuba tú serías el primero en ir—declaró el futuro Barón.

 

Seto para su disgusto no pudo abrir la boca sintiendo que ahora entendía un poco más los sentimientos del angustiado rubio mientras que Zero se daba cuenta de cuanto lo conocía Joseph, al igual que cierto ojos borgoña quien los miraba pensativo desde detrás de Zero, junto a Seto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era una tarde gris donde unas gotas caían anunciando que el otoño pronto haría su aparición. La mayoría de los árboles en el camino de acceso a la suntuosa mansión de los Wheeler se hallaban ya teñidos de esos colores que anuncian la estación. Encendidas sus hojas de vivo color, iluminaban como antorchas dicho sendero. Allende de el suntuoso empedrado se erguía el orgulloso edificio del que la antigua familia era la propietaria.

 

Joseph penetró con presuroso paso por la colosal perta de ébano y bronce y se dirigió sin dudar por dos distintas habitaciones hasta donde creía que podía estar su padre para encontrarse con una solitaria habitación recubierta de estantes de libros y una ventana como único ojo.

 

Los demás le habían seguidos inseguros de adonde se dirigía pero al verlo ante una habitación despoblada se preguntaron con las miradas que hacer.

 

Entonces llegó el mayordomo de la mansión—Joven amo. No me dio tiempo de alcanzarle. Su padre no se encuentra aquí—le informó este con cierta preocupación en su semblante.

 

¿Qué ha sucedido?—preguntó el ojos mieles.

 

Nada grave, Herr Joseph. Su padre solo está acuciado por los males de la edad. Por suerte su invitado le está ayudando a reponerse con unas medicinas traídas de allende el mar—respondió el sirviente.

 

Algo más tranquilo el rubio preguntó--¿Yugi?—estaba más tranquilo. Yugi de seguro había pedido ayuda a su abuelo por teléfono o las había traído consigo de Japón—De todos modos será mejor que vea a un médico—añadió.

 

¡Por supuesto, mein Herr! Pero vuestro padre declinó pedir por él aludiendo a que se siente mejor—dijo el empleado e iba a agregar algo más cuando fue cortado.

 

Igualmente yo quiero que venga para estar más tranquilo—aseveró el joven amo.

 

En cuanto a la visita. Mein Herr. debo decir que no se trata de vuestro amigo que se ha ido en el día de ayer después de culminado el campeonato en que me alegro deciros que ganó la copa, y que le dejó sus más sinceros saludos, sino de un invitado de vuestro padre—dijo el empleado.

 

¡Ah!—dijo algo absorto con las noticias.

 

Kuran tomó la palabra--¿De quién se trata?—

 

Del Conde Phantomhive—respondió el sirviente con algo de recelo al no ser su amo pero como venía con este…

 

A Joseph se le heló la sangre. Todo ese tiempo su enemigo había estado con su padre guareciéndose. Preso de un gran terror corrió por los pasillos de la casona siendo seguido por sus acompañantes.

 

Abrió la puerta de la alcoba de su padre y vio una escena que traía una severa amenaza a su mente. Aparentemente no había nada en esta de atemorizador pero lo era.

 

Sentado a un lado de la cama de su enfermo padre se hallaba ese akuma de mirada roja y sonrisa engreída, sosteniendo un plato y una cuchara con la que pretendía dar algún brebaje al dueño de la mansión.

 

Víctima de gran alarma el joven Wheeler se abalanzó contra el displicente demonio que solo se levantó y le atrapó en el aire lleno de gran satisfacción mientras el vampiro gritaba a su presa que no lo hiciera.

Notas finales:

espero sus opiniones ansiosa

grax por los revs

^^


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